lunes, 31 de enero de 2022

MES DE ENERO DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS (DÍA ÚLTIMO)

Ejercicio dispuesto a partir de los Pensamientos o Reflexiones Cristianas para todos los días del año, por el Padre Francisco Nepveu SJ, tomo I, Barcelona, imprenta de doña Teresa Pou vda. de Piferrer, año 1755. Las oraciones provienen del Manual Dominico publicado en Dublín por Browne & Nolan Publishers en 1913.
   
MES DEDICADO AL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS
    
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
«Dios le ensalzó sobre todas las cosas, y le dio nombre superior a todo nombre, a fin de que al nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo, en la tierra y en el infierno». (Filipenses II, 10-11).
   
¡Oh Dulce Jesús!, concededme una viva devoción a vuestro Sagrado Nombre; enseñadme Vos a entender su significado y a realizar su eficacia; a gustar de su dulzura y a confiar en su poder; enseñadme a invocarlo dignamente en todas mis dificultades y aflicciones. Que este sea el último sonido de mis labios moribundos mientras voy a encontrarme con Vos en el Juicio. ¡Oh amadísimo Señor, sed para mí entonces un misericordioso Salvador y no un Juez furioso!
   
DÍA ÚLTIMO
MEDITACIÓN: DEL PARAÍSO.
PRIMER PUNTO.
¿Qué es el Paraíso? Es una dicha que excede no solo nuestros trabajos y méritos; pero aun nuestros pensamientos y deseos, aunque su esfera sea tan dilatada. Es una dicha que excluye todos los males y encierra todos los bienes, y para siempre: es un placer sin dolor, una alegría sin tristeza, un reposo sin inquietud, una paz sin turbación ni temor, un gozar de todos los bienes sin cansarse de ellos, es un bien puro, un bien universal, un bien eterno, y un bien en su modo infinito. ¡Oh Paraíso! Los bienes que encierras son tan grandes que no caben en la explicación de las voces, y por más que se diga, nunca se dirá bastante, como ni tampoco, por más que se haga, nunca se trabajará sobrado para merecerlos. ¡Oh Paraíso! Solo aquellos que te poseen te conocen, pero nosotros solo podemos desearte.
          
SEGUNDO PUNTO. ¿Qué es el Paraíso? Es la invención más admirable de la sabiduria de Dios, el último esfuerzo de su Omnipotencia, término de su magnificencia y liberalida del digno precio de la Sangre de Dios, y un bien tan grande que aunque Dios es Omnipotente, no puede darnos cosa mejor; porque es Él mismo que se da a los Bienaventurados en el Cielo, y no puede dar nada mejor que a Sí mismo: Quid enim póterat dare seípse mélius, vel ipse? Cuando fuera menester padecer por muchos siglos los tormentos de todos los Mártires, ¡que proporción (dice el Apostol), tendrían todos estos males con un tan gran bien! (Romanos VIII) Y no obstante, no se nos pide para adquirir esta dicha sino un poco de violencia a nuestras pasiones, un suspiro de un corazón contrito y humillado, un vaso de agua dado por amor de Dios; ¿es acaso pedirnos mucho? Si dándonosle por este precio no le adquirimos, ¿no merecemos justamente el Infierno?
   
TERCER PUNTO. ¿Qué es el Paraíso? Es una dicha por la qual podemos suspirar, que la podemos desear, que la podemos merecer, que la podemos adquirir: pero que no la podemos jamás comprender aun cuando la lleguemos a gozar; pero aunque no la podamos comprender, la debemos creer, y creyendola; ¿podemos no desearla? ¿Podemos arriesgarla por nuestra negligencia? ¿Y preferir a ella un placer vano y vergonzoso, un placer momentáneo? Quien no desea continuamente una bienaventuranza eterna y una  gloria infinita, merece ser eterna y sumamente infeliz. Los condenados la desearán eternamente, pero inútilmente. Esta misma gloria y ese mismo deseo servirá de aumentarles su infelicidad.
  
FRUTO. Conoce con confusión que el poco ardor que tienes de tan gran dicha como la que te espera en el Cielo, viene o de que te falta la Fe, o la Esperanza, o ambas dos.
  
«Óculus non vidit, nec áuris audívit, nec in cor hóminis ascéndit, quæ præparávit Deus iis, qui díligunt illum» [Los ojos no vieron jamás, ni los oídos oyeron, ni la imaginación llegó a comprender la grandeza de los bienes que Dios preparó para los que Le aman]. (I Corintios II, 9).
  
«Concúpisci potest, in illud suspirári potest; mente cóncipi, aut comprehéndi non potest» [Esta dicha se puede desear, se puede suspirar, pero conocerla o comprenderla, no se puede] (San Agustín).
  
ORACIÓN A JESÚS PARA TODOS LOS DÍAS
Oh compasivísimo Jesús, lleno de piedad y misericordia, que no despreciáis los suspiros del malvado; ¡ay!, toda mi vida ha perecido y pasado sin fruto, ni he hecho nada bueno ante vuestra presencia. A Vos, pues, me dirijo, implorando vuestra clemencia. Hablad por mí, satifaced por mí. Lavad toda la inmundicia de mis pecaminosos ojos con las puras lágrimas de vuestros gloriosísimos ojos. Por la dulce compasión de vuestros benditos ojos, removed la iniquidad de mis pecaminosos oídos. Por la pura intención de vuestros santísimos pensamientos, y por el ferviente amor de vuestro traspasado Corazón, lavad toda la culpa de mis malos pensamientos y de mi malvado corazón. Por el conmovedor poder de las palabras de vuestra benditísima boca, borrad todas las ofensas de mi boca corrompida. Por la perfección de vuestras acciones y la crucifixión de vuestras manos, lavad todas las ofensas de mis manos impías. Por el doloroso cansancio de vuestros benditos pies, y por la cruel perforación con los clavos, lavad todas las inmundicias de mis pies pecaminosos. Por la majestuosa inocencia de vuestra vida, y por vuestra incontaminada santidad, lavad todas la asquerosidad de mi vida corrupta. Finalmente, lavad, borrad y extinguid todos los pecados de mi corazón y de mi alma en las abundantes corrientes de vuestra preciosísima Sangre, para que así, por vuestros santísimos méritos, pueda ser debidamente limpio, y en adelante guarde sin mancha todos vuestros mandamientos. Amén.
  
Di en reparación por las blasfemias proferidas contra los Santos Nombres de JESÚS y MARÍA:
¡Bendito sea Dios!
¡Bendito sea su Santísimo Nombre!
¡Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre!
¡Bendito sea el Nombre de Jesús!
¡Bendito sea su sacratísimo Corazón!
¡Bendita sea su preciosísima Sangre!
¡Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar!
¡Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito!
¡Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima!
¡Bendita sea su santa e inmaculada Concepción!
¡Bendita sea su gloriosa Asunción!
¡Bendito sea el nombre de María, Virgen y Madre!
¡Bendito sea su Inmaculado Corazón!
¡Bendito sea San José, su castísimo Esposo!
¡Bendito sea Dios en sus Ángeles y Santos! Amén.
   
JACULATORIAS:
  • ¡JESÚS mío, misericordia! (100 días de Indulgencia cada vez).
  • JESÚS, DIOS mío, Te amo sobre todas las cosas (50 días de Indulgencia).
  • JESÚS, Hijo de David, ten misericordia de mí (100 días de Indulgencia, una vez al día).
Padre nuestro, Ave María y Gloria.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.

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