miércoles, 23 de marzo de 2022

LA GUERRA DE UCRANIA VISTA DESDE LA DIVIDIDA ÁFRICA

Traducción del artículo publicado por Anna Bono en LA NUOVA BUSSOLA QUOTIDIANA.
  
Ucranianos protestando contra la guerra, en Sudáfrica (Foto: AP).
   
Se combate en Europa. Las Naciones Unidas han pedido a los 193 Estados miembros tomar posición recurriendo a un instrumento hata ahora usado usado muy raramente. Se trata de la Sesión plenaria especial de emergencia de la Asamblea General que, desde la fundación de la ONU en 1945, fue convocada solo diez veces (dos de las cuales luego de un acto agresivo de la Unión Soviética: la invasión de la Hungría, en 1956, y aquella de Afganistán, en 1980). Como se recordará, la 11.ª sesión del 1 de Marzo concluyó poniendo a votación una resolución que intimaba a la Rusia retira “inmediatamente, total e incondicionalmente” a sus tropas. 35 Estados se abstuvieron, cinco votaron en contra, y 12 no votaron: en total 52 países. 
   
Desde luego, los medios masivos italianos se concentraron en las reaciones y en los pasos tomados por Estados Unidos, Gran Bretaña, China y los países de la UE, dedicando tan poca atención a cómo el resto del mundo mira y siente la guerra. Mucho menos se habla de las repercuciones en África. Pero, de los 52 Estados que en la ONU no condenaron la invasión rusa de la Ucrania, 26 –la mitad– son africanos. Eritrea votó contra la resolución. 17 países se abstuvieron y ocho no participaron en la votación: en total, casi la mitad de los 54 estados del continente. En la lista figuran entre otros Malí, República Centroafricana y Sudán, donde están presentes los mercenarios rusos del grupo Wagner; Argelia, Angola, Uganda y distintos países que han firmado con Rusia acuerdos de cooperación militar. 
   
En los días sucesivos se definieron las posiciones de los estados africanos. El presidente de la República Centroafricana Faustin-Archange Touadéra ha autorizado una manifestación de solidaridad con Rusia en la capital Bangui y ha ratificado el apoyo a la decisión de Vladímir Putin de reconocer como estados independientes las regiones ucranianas de Donetsk y de Lugansk. Kenia, en cambio, miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, confirmó con firmeza su oposición a la Rusia, ya expresada en el Consejo. Además, el portavoz de la oficina de presidencia, Kanze Dena, el 17 de Marzo deploró en el curso de una conferencia de prensa los efectos de la guerra en el costo de la vida en el suyo y muchos otros países, inculpando a Moscú. La embajada rusa en Nairobi replicó diciendo que no es la invasión de Ucrania, sino las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y sus países aliados el origen del aumento de la gasolina y de los alimentos. 
   
El general Muhoozi Kainerugaba, hijo y probable sucesor del ya anciano presidente Yoweri Museveni, fue el primer alto oficial africano en declarar su apoyo a la Rusia, “como la mayor parte de la humanidad, que no es blanca”. En señal de solidaridad, la emisora televisiva Ubctv Uganda transmite desde el 3 de Marzo los programas del canal de estado ruso Russia Today que fue censurado de numerosas televisoras en el mundo. 
   
También Sudáfrica, otro país que se abstuvo el 1 de Marzo, tomó abiertamente el partido de Rusia. El presidente Cyril Ramaphosa, después de haber desmentido secamente a su ministro de exteriores Naledi Pandor que en un comunicado había pedido el retiro de Moscú de la Ucrania, el 17 de Marzo acusó a la OTAN de haber desencadenado la guerra en Ucrania. Aunque no aprobando el uso de la fuerza, “la guerra habría sido evitada –declaró– si la OTAN hubiese escuchado a sus mismos líderes y militares que en el curso de los años habían advertido que una expansión hacia el este habría acrecentado, no reducido, la inestabilidad en la región”. Su predecesor, Jacob Zuma, hasta ahora entre los líderes del partido de gobierno, el CNA, ha ido más lejos. Su fundación difundió un comunicado en el cual define “justificable” la decisión de Putin.
  
Sudáfrica es una de las mayores potencias del continente africano, y como Rusia, hace parte del grupo de los BRICS, los países emergentes (los otros son Brasil, India y China). Su posición es por ende particularmente importante. El 11 de Marzo, Ramaphosa dijo haber recibido la petición de asumir el papel de mediador en el conflicto, sin precisar de quién. Pero el marcado alineamiento en favor de la Rusia hace improponibleconfiar una tarea semejante a Sudáfrica.
   
Entre los países que en cambio no han participado en la votación del 1 de Marzo está la Etiopía. La embajada rusa en Adis Abeba agradeció a los ciudadanos etíopes por “su apoyo en la lucha con el nazismo” agregando que “las tropas rusas están liberando la Ucrania”. La embajada alemana en Etiopía replicaron que el pretexto de combatir el nazismo es “el triste epítome del cinismo y de la desinformación. Esta guerra no es contra el nazismo (algo que nos es tristemente familiar). Es una guerra para salvar la democracia, la libertad de prensa y la voz de la población”. Pero la Etiopía tiene una deuda ante Rusia que la ha apoyado en el Consejo de Seguridad durante la crisis del Tigré y ha acogido positivamente el comunicado de la embajada rusa. 
  
Los países africanos están divididos sobre la guerra. Lo están también sus habitantes. Pero muchos, tal vez la mator parte, están más interesados en la suerte de las guerras que se combaten en su continente, que conciernen al menos 16 estados e involucran a decenas de millones de personas. 
   
Con todo, parece que cientos, quizá miles de jóvenes africanos están deseosos de partir para ira combatir la guerra en Europa. En la República Centroafricana los militares querrían unirse a los “hermanos rusos”. Pero en la mayor parte de los países –Nigeria, Kenia, Senegal, Sudáfrica, Argelia…–, la petición es de partir como voluntarios o como mercenarios para defender la Ucrania, y los gobiernos han desconfiado de las embajadas ucranianas para reclutar y conceder visados.
   
Como los connacionales que emigran ilegalmente entregándose a organizaciones criminales de traficantes, quizá también aquellos jóvenes esperan absurdamente un futuro mejor en Europa, aunque en guerra. “Mi gobierno no me permite ir –dijo a la BBC un joven argelino de 28 años–: he intentado escribir al ministerio de exteriores. No me han respondido, pero intentaré nuevamente”. “Sabemos que hay la guerra –explicó, siempre a la BBC, un joven nigeriano graduado en filosofía–, pero ser un soldado en Ucrania sería mejor que estar aquí. Probablemente me sería permitido permanecer en Ucrania, al final de la guerra. Además sería un héroe y habría innegablemente combatido contra un enemigo”.

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