jueves, 24 de marzo de 2022

DE LOS ORNAMENTOS SAGRADOS, Y SUS ORACIONES

Casulla, manípulo, estola y bolsa de corporales (Macao, mediados del siglo XIX).
  
Si en la sociedad civil se usan distintos hábitos de acuerdo con las diferentes funciones civiles que se van a realizar, y si la forma y el color de la ropa cambian entre las personas del mundo y varían según los días de solemnidad, júbilo o dolor, no deberá ciertamente ser asombroso que en la sociedad cristiana se utilicen adornos particulares en sus oficios divinos. Esto se ajusta maravillosamente a nuestra naturaleza que necesita que los sentidos sean sacudidos por el aparato externo de las cosas para elevarse a contemplar la sublimidad de los santos misterios. Por eso la Iglesia quiere muy sabiamente que sus sacerdotes al celebrar la Santa Misa se adornen con vestimentas especiales bendecidas por el obispo con este fin, que se denominan ornamentos sagrados. […] En un principio estas prendas en forma eran similares a las que usaban los laicos constituidos en dignidad: y solo se diferenciaban en la preciosidad del material y el trabajo porque parece que incluso en las catacumbas en la celebración de la Santa Misa, cuando era posible, se usaban prendas tejidas en oro y adornadas con gemas. Los primeros cristianos solían consagrar al servicio de Dios el oro y las piedras preciosas que habían usado para ofenderlo cuando aún eran gentiles.
    
Dado que esas formas de ropa entraron en desuso entre los laicos, la Iglesia conservó la forma antigua con algunas modificaciones. Estas ropas deben ser, como dijimos, bendecidas por el obispo, y el sacerdote cada vez que las usa recita oraciones por su misterioso significado. Estas túnicas son las siguientes:
1.º El amito o paño con una cruz en el medio, con la que el sacerdote se cubre la cabeza. Nos recuerda el velo con el que los judíos cubrieron el rostro del Salvador, abofeteándolo en su pasión. Colocado sobre la cabeza del sacerdote, presenta el casco militar, y le recuerda la fortaleza con la que debe librar las batallas del Señor y la modestia y el respeto con que debe abordar los santos misterios. Este adorno, dice el Papa Inocencio III (Del mist. De la Santa Misa), nos recuerda que Jesucristo para trabajar nuestra salud ha escondido su divinidad bajo el velo de la naturaleza humana.
2.º El alba, que en el Imperio Romano vestían personajes notables, y que la Iglesia ha conservado, porque con su blancura indica la pureza interior que debe tener el sacerdote para subir al altar y sacrificar el Cordero inmaculado. Nos recuerda la túnica blanca, que el malvado Herodes hizo que se vistiera al divino Salvador por burla, y nos enseña a soportar, por ejemplo, con paciencia las burlas de los hombres que con burla persiguen nuestra virtud.
3.º El cíngulo, que simboliza la cuerda con la que los judíos amarraron a nuestro divino Salvador en el huerto de los olivos. Recuerda la castidad y represión de todos los placeres carnales, en los que el ministro sagrado debe distinguirse.
4.º En la antigüedad el manípulo era un pequeño pañuelo que ocupaba el lugar de la estola, cuando ésta se había convertido en un simple adorno y se usaba, como la estola, para enjugar el sudor y las lágrimas. Después del siglo XII también se convirtió en un simple adorno en las vestiduras sacerdotales, que se coloca en el brazo izquierdo. Sin embargo, conservó su sentido original, es decir, el de los dolores, los sudores, las lágrimas, a los que está sujeta la vida cristiana. Atado al brazo del sacerdote significa los giros con los que el adorable Redentor fue atado a la columna.
5.º La estola, es un paño que los ricos usaban para limpiarse la cara. En el siglo VI cambió de uso y forma, pues comenzó a ser de tela de forma alargada y estrecha, como vemos hoy. Por lo tanto, llegó a ser una prenda de honor y autoridad, un símbolo del poder que se atribuye al carácter sacerdotal: y, por lo tanto, el sacerdote la usa en todas las funciones, que tienen como objeto inmediato el cuerpo de Jesucristo, y en la mayor parte de los otros misterios sagrados. Ella significa esa gloria e inmortalidad, que el abuso del primer Adán nos hizo perder, pero que el segundo Adán, Jesucristo, recuperó para nosotros. Esta prenda sacerdotal que ata el cuello y cruza el pecho del sacerdote, mientras se celebra la Santa Misa, también representa la cuerda con la que Jesucristo fue atado cuando subió al Calvario. La cruz, que forma sobre el pecho del ministro de Dios, le enseña que todo poder sacerdotal está en la cruz de Jesucristo.
6.º El planeta, llamado casulla en latín (caja), se llama así porque en su forma antigua era una capucha que tenía la forma de una choza y cubría toda la persona del sacerdote desde el cuello hacia abajo, con una sola abertura arriba para entrar en la cabeza. Los ministros que asistieron al sacerdote en el altar levantaron este pesado manto mientras él tenía que levantar las manos, ya sea incensándose con el incensario o levantando la hostia o el cáliz, costumbre que aún se conserva en la actualidad, aunque la necesidad es más. El planeta significa la prenda sin cortar, es decir, sin costura, de la cual Jesucristo fue despojado por los pícaros en su crucifixión. Superponiéndose a todas las demás prendas, es un signo de caridad, que debe extenderse sobre todas nuestras virtudes. También denota el suave yugo de la ley de Jesucristo, que los sacerdotes y los fieles deben llevar todos los días para conseguir la gracia y la gloria celestial.
 
En las misas solemnes, el diácono usa una túnica llamada Dalmática, llamada así porque su uso se introdujo por primera vez en Dalmacia: y el subdiácono se adorna con una túnica llamada tunicella o una pequeña sotana. Hoy en día no hay diferencia de forma entre la dalmática y la tunicella, pero en la antigüedad la primera era mucho más ancha, larga y ornamentada que la segunda. Enmiende estas vestiduras que tienen mangas grandes para indicar que los ministros sagrados deben ser generosos en obras de caridad y estar dispuestos al servicio del Señor. En ciertas funciones sagradas, el sacerdote viste la capa que en la antigüedad era una especie de manto, que solía usar en tiempo de lluvia, y para ello le había puesto una capucha para cubrir la cabeza. Un vestigio de ella queda ahora en esa pieza en forma de media luna que cuelga por detrás. La capa en sentido estricto no es un hábito sagrado, por lo tanto, no es bendecida y no es usada exclusivamente por el sacerdote como lo es el planeta, sino que también es usada por otros ministros inferiores a él.
   
Como el planeta, la capa también significa caridad evangélica, que debe, por así decirlo, abarcar todas las obras del ministro sagrado. Las túnicas sacerdotales con sus símbolos sirven para alimentar la piedad no solo del sacerdote que las viste, sino también de los fieles, que asisten al augusto sacrificio. Por eso el amito debe recordarnos y recomendar a toda modestia en la vestimenta, recogimiento y silencio en la casa del Señor. La túnica y el cíngulo pureza de mente y corazón; el manípulo, la vida trabajadora y las buenas obras, que debemos ofrecer junto con la víctima sacrosanta; la estola debe recordarnos a todos los cristianos la dignidad de nuestra vocación para que podamos ofrecer sacrificios en la tierra y reinar en el cielo; el planeta el yugo de la religión, a lo que debemos someternos en todas las circunstancias de la vida. Finalmente, todo el aparato externo de las funciones sagradas debe hablar a nuestros ojos de una manera que eleve nuestra alma a Dios para que podamos notar la excelencia y grandeza del Santo sacrificio de la Misa y de todos los misterios divinos.
   
SAN JUAN BOSCO. Il Cattolico proveduto per le pratiche di pietà con analoghe istruzioni secondo il bisogno dei tempi. Turín, Imprenta del oratorio de San Francisco de Sales, 1868, págs. 121-128. En Vademecum Cristiano. Manuale di guerra per essere fedeli a Cristo nella società dell’apostasia, Edizioni Radio Spada, 2021. Traducción propia.
   
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El Pontifical Romano tradicional prescribe el siguiente rito para la bendición de los ornamentos sacerdotales:
  
BENEDICTIO SACERDOTALIUM INDUMENTORUM
  
℣. Adjutórium nostrum in nómine Dómini.
℟. Qui fecit cœlum et terram.
℣. Dóminus vobíscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
   
Orémus.
   
ORATIO
Omnípotens sempitérne Deus, qui per Móysen fámulum tuum pontificália et sacerdotália seu levítica vestiménta, ad expléndum in conspéctu tuo ministérium eórum, ad honórem et decórem nóminis tui fíeri decrevísti: adésto propítius invocatiónibus nostris: ut hæc induménta sacerdotália, désuper irrigánte grátia tua, ingénti benedictióne per nostræ humilitátis servítium puri ✠ ficáre, bene ✠ dícere et conse ✠ cráre dignéris: ut divínis cúltibus et sacris mystériis apta et benedícta exsístant: his quóque sacris véstibus Pontífices, et Sacerdótes, seu Levítæ tui indúti, ab ómnibus impulsiónibus seu tentatiónibus malignórum spirítuum muníti et defénsi esse mereántur: tuísque mystériis apte et condígne servíre et inhærére, atque in his tibi plácite et devóte perseveráre tríbue. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
   
Orémus.
   
ORATIO
Deus, invíctæ virtútis triumphátor, et ómnium rerum creátor ac sanctificátor: inténde propítius preces nostras; et hæc induménta levíticæ, sacerdotális, et pontificális glóriæ, minístris tuis fruénda, tuo ore próprio bene ✠ dícere, sancti ✠ ficáre et conse ✠ cráre dignéris: omnésque eis uténtes, tuis mystériis aptos, et tibi in eis devóte ac laudabíliter serviéntes, gratos effícere dignéris. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
   
Orémus.
   
ORATIO
Dómine Deus omnípotens, qui vestiménta Pontifícibus, Sacerdótibus et Levítis, in usum tabernáculi fœ́deris necessária, Móysen fámulum tuum ágere jussísti, eúmque spíritu sapiéntiæ ad id peragéndum replevísti: hæc vestiménta in usum et cultum mystérii tui bene ✠ dícere, sancti ✠ ficáre et conse ✠ cráre dignéris: atque minístros altáris tui, qui ea indúerint, septifórmis Spíritus grátia dignánter repléri atque castitátis stola, beáta fácias cum bonórum fructu óperum ministérii congruéntis immortalitáte vestíri. Per Dóminum nostrum Jesum Christum Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitáte ejúsdem Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum. Amen.
   
Y asperjar con agua bendita.
   
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ORATIÓNES DICÉNDÆ CUM ACHÓLYTIS INDUITUR PARAMÉNTIS (ORACIONES QUE DICEN LOS ACÓLITOS AL VESTIRSE LOS ORNAMENTOS)
   
Ad sotánam, dicat: Dóminus, pars hæreditátis meæ et cálicis mei, tu es qui restítues hæreditátem meam (A la sotana: Señor, la porción de mi herencia y mi cáliz: Tú eres él que restaurará mi heredad).

Ad Superpellíceum: Índue me, Dómine, novum hóminem, qui secúndum Deum creátus est in justítia et sanctitáte veritátis (Al sobrepelliz: Revísteme, Señor, del hombre nuevo, que es creado por Dios en justicia y en la santidad de la verdad) Amen.

ORATIÓNES DICÉNDÆ CUM SACÉRDOS INDÚITUR SACERDOTÁLIBUS PARAMÉNTIS (ORACIONES QUE DICE EL SACERDOTE AL VESTIRSE LOS ORNAMENTOS)
   
Cum lavat manus, dicat: Da, Dómine, virtútem mánibus meis ad abstergéndam omnem máculam; ut sine pollutióne mentis et córporis váleam tibi servíre (Cuando se lava las manos, diga: Da, Señor, virtud a mis manos para lavarlas de toda mancha, para que pueda servirte sin impureza de alma y cuerpo).
   
Ad Amíctum, dum pónitur super caput, dicat: Impóne, Dómine, cápiti meo gáleam salútis, ad expugnándos diabólicos incúrsus (Al Amito, luego de ponérselo sobre la cabeza: Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos diabólicos).
    
Ad Albam, cum ea indúitur: Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in Sánguine Agni dealbátus, gáudiis pérfruar sempitérnis (Al Alba, cuando se reviste con ella: Hazme puro Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la Sangre del Cordero, logre el gozo sempiterno).
   
Ad Cíngulum, dum se cingit: Præcínge me, Dómine, cíngulo puritátis, et exstíngue in lumbis meis humórem libídinis; ut máneat in me virtus continéntiæ et castitátis (Al Cíngulo, cuando se ciñe: Cíñeme, Señor, con un cíngulo de pureza, y extingue en mi la llama de la pasión, para que permanezca en mí la virtud de la continencia y de la castidad).
    
Ad Manípulum, dum impónitur bráchio sinístro: Mérear, Dómine, portáre manípulum fletus et dolóris; ut cum exsultatióne recípiam mercédem labóris (Al manípulo, cuando se lo pone en el brazo izquierdo: Merezca, Señor, llevar el manipulo del llanto y del dolor, para poder recibir con alegría el premio de mis trabajos).
    
Ad Stolam, dum impónitur collo: Redde mihi, Dómine, stolam immortalitátis, quam pérdidi in prævaricatióne primi paréntis: et, quamvis indígnus accédo ad tuum sacrum mystérium, mérear tamen gáudium sempitérnum (A la Estola, cuando se la pone sobre el cuello: Devuélveme, Señor, la túnica de la inmortalidad, que perdí por el pecado de los primeros padres; y, aunque indigno me acerco a tus sagrados misterios, haz que merezca, no obstante, el gozo sempiterno).
    
Ad Casúlam, cum assúmitur: Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: fac, ut istud portáre sic váleam, quod cónsequar tuam grátiam (A la Casulla, al ponérsela: Señor, que dijiste: ‘Mi yugo es suave y mi carga ligera’: haz que lo lleve de tal manera que alcance tu gracia) Amen.

ORATIÓNES DICÉNDÆ AB EPÍSCOPO QUÁNDO IN PONTIFICÁLIBUS CELÉBRAT (ORACIONES QUE DICE EL OBISPO CUANDO CELEBRA DE PONTIFICAL)
   
Ad Cáligas: Cálcea, Dómine, pedes meos in præparatiónem evangélii pacis, et prótege me in velaménto alárum tuárum. (A las Cáligas: Calza, Señor, mis pies en la preparación del Evangelio de la paz, y protégeme bajo el velo de tus alas).
   
Cum exúitur Cappa: Éxue me, Dómine, véterem hóminem cum móribus et áctibus suis: et índue me novum hóminem, qui secúndum Deum creátus est in justítia, et sanctitáte veritátis. (Al retirarse la capa: Despójame, Señor, del hombre viejo con sus costumbres y actos, y revísteme del hombre nuevo, que es creado por Dios en justicia y en la santidad de la verdad).
   
Cum lavat manus: Da, Dómine, virtútem mánibus meis ad abstergéndam omnem máculam immúndam: ut sine pollutióne mentis et córporis váleam tibi servíre. (Al lavarse las manos: Da, Señor, virtud a mis manos para lavarlas de toda mancha inmunda, para que pueda servirte sin impureza de alma y cuerpo).
   
Ad Amíctum: Impóne, Dómine, gáleam salútis in cápite meo ad expugnándas omnes diabólicas fraudes, inimicórum ómnium versútias superándo. (Al Amito: Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos diabólicos y superar todas las sutilezas de los enemigos).
   
Ad Albam: Deálba me, Dómine, et a delícto meo munda me: ut cum his, qui stolas suas dealbavérunt in Sánguine Agni, gáudiis pérfruar sempitérnis. (Al Alba: Hazme puro Señor, y límpiame de mi delito, para que con aquellos que lavaron sus estolas en la Sangre del Cordero, logre el gozo sempiterno).
   
Ad Cíngulum: Præcínge me, Dómine, cíngulo fídei et virtúte castitátis lumbos meos, et exstíngue in eis humórem libídinis; ut júgiter máneat in me vigor totíus castitátis. (Al Cíngulo: Ciñe, Señor, mis costados con el cíngulo de la fe y la virtud de la castidad, y extingue en mí la llama de la pasión, para que permanezca en mí todo el vigor de la castidad).
   
Cum accípit Crucem pectorálem: Muníre dignéris me, Dómine Jesu Christe, ab ómnibus insídiis inimicórum ómnium, signo sanctíssimæ Crucis tuæ: ac concédere dignéris mihi, indígno servo tuo, ut, sicut hanc Crucem, Sanctórum tuorum relíquiis refértam, ante pectus meum téneo, sic semper mente retíneam et memóriam passiónis et sanctórum victórias Mártyrum (Cuando recibe la Cruz pectoral: Dígnate, Señor Jesucristo, protegerme de todas las trampas de todos mis enemigos por el signo de tu Santísima Cruz: y dígnate concederme a mí, indigno siervo tuyo, que esta cruz que tengo sobre mi pecho con las reliquias de tus santos en su interior, me permita tener siempre en mi mente el recuerdo de tu pasión y las victorias de los santos mártires).
   
Ad Stolam: Redde mihi, Dómine, obsécro, stolam immortalitátis, quam pérdidi in prævaricatióne primi paréntis: et, quamvis indígnus accédere præsúmo ad tuum sacrum mystérium cum hoc ornaménto, præsta, ut in eódem in perpétuum mérear lætári. (A la Estola: Te suplico, Señor, me devuelvas la túnica de la inmortalidad, que perdí por el pecado de los primeros padres; y, aunque indigno presumo acceder a tus sagrados misterios con este ornamento, concédeme que con éste merezca el gozo sempiterno).
   
Ad Tunicéllam: Túnica jucunditátis et induménto lætítiæ índuat me Dóminus. (A la Tunicela: El Señor me vista con la túnica de la gloria y la prenda de la alegría).
    
Ad Dalmáticam: Índue me, Dómine, induménto salútis et vestiménto lætítiæ; et dalmática justítiæ circúmda me semper. (A la Dalmática: Vísteme, Señor, con la prenda de salvación y el vestido de la alegría; y rodéame siempre con la dalmática de justicia).
   
Ad Chirothécas: Circúmda, Dómine, manus meas mundítia novi hóminis, qui de cœlo descéndit: ut, quemádmodum Jacob diléctus tuus, pellículis hædórum opértis mánibus, patérnam benedictiónem, obláto patri cibo potúque gratíssimo, impetrávit; sic et obláta per manus nostras salutáris hóstia, grátiæ tuæ benedictiónem mérear. Per Dóminum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum, qui in similitúdinem carnis peccáti pro nobis óbtulit semetípsum. (A las Quirotecas: Coloca en mis manos, Señor, la limpieza del hombre nuevo que descendió del cielo para que, como tu amado Jacob que cubriendo sus manos con pieles de cabras y ofreciendo a su padre el alimento y la bebida más agradable obtuvo su bendición, así yo también pueda ofrecerte con mis manos el sacrificio de salvación y obtener tu bendición. Por nuestro Señor Jesucristo, tu hijo, que haciéndose semejante en la carne se ofreció a si mismo por nosotros).
   
Ad Planetam: Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: præsta, ut illud portáre sic váleam, quod possim conséqui tuam grátiam. (Al Planeta, o Casulla: Señor, que dijiste: ‘Mi yugo es suave y mi carga ligera’: haz que lo lleve de tal manera que pueda conseguir tu gracia).
    
Archiepíscopus Metropolitánus, ad Pálium, dicat: Ut semper unítus ad Petrum et suos successóres sim, Dómine, et exémplum frátribus meis Epíscopis. (El Arzobispo Metropolitano, al Palio, diga: Que siempre esté unido a Pedro y a sus sucesores, Señor, y sea ejemplo para mis hermanos obispos).
    
Ad Mitram: Mitram, Dómine, et salútis gáleam impóne cápiti meo; ut contra antíqui hostis omniúmque inimicórum meórum insídias inoffénsus evádam. (A la Mitra: Impón sobre mi cabeza, Señor, la mitra y el casco de la salvación; para que pueda evadir inofensivo las trampas del antiguo enemigo y de todos mis enemigos).
   
Papam, ad pónitur Tiaram, dicat: Deus omnípotens, fac ut bonus pastor, magíster et servus gregis universális sim. (El Papa, al ponerse la Tiara, diga: Dios omnipotente, haz que sea buen pastor, maestro y siervo de tu grey universal).
   
Ad Anúlum cordis: Cordis et córporis mei, Dómine, dígitos virtúte décora, et septifórmis Spíritus sanctificatióne circúmda. (Al Anillo en el dedo: Adorna con la virtud, Señor, los dedos de mi cuerpo y de mi corazón, y coloca sobre ellos la santificación de tu Espíritu septiforme).
   
Ad Manípulum: Mérear, precor, Dómine, manípulum portáre mente flébili; ut cum exsultatióne portiónem accípiam cum justis. (Al Manípulo: Te ruego, Señor, que merezca llevar el manipulo del llanto, para poder recibir con los justos parte en la exultación).
  
QUÁNDO PÓNTIFEX CELÉBRAT PRIVÁTE, DICAT SEQUÉNTES ORATIÓNES (CUANDO EL OBISPO CELEBRA EN PRIVADO, DIGA LAS SIGUIENTES ORACIONES)
  
Cum exúitur Cappa: Éxue me, Dómine, véterem hóminem cum móribus et áctibus suis: et índue me novum hóminem, qui secúndum Deum creátus est in justítia, et sanctitáte veritátis. (Al retirarse la capa: Despójame, Señor, del hombre viejo con sus costumbres y actos, y revísteme del hombre nuevo, que es creado por Dios en justicia y en la santidad de la verdad).
    
Cum lavat manus: Da, Dómine, virtútem mánibus meis ad abstergéndam omnem máculam immúndam: ut sine pollutióne mentis et córporis váleam tibi servíre. (Al lavarse las manos: Da, Señor, virtud a mis manos para lavarlas de toda mancha inmunda, para que pueda servirte sin impureza de alma y cuerpo).
   
Ad Amíctum: Impóne, Dómine, cápiti meo gáleam salútis, ad expugnándos diabólicos incúrsus (Al Amito: Pon, Señor, sobre mi cabeza el casco de salvación, para rechazar los asaltos diabólicos).
    
Ad Albam: Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in Sánguine Agni dealbátus, gáudiis pérfruar sempitérnis (Al Alba: Hazme puro Señor, y limpia mi corazón, para que, santificado por la Sangre del Cordero, logre el gozo sempiterno).
   
Ad Cíngulum: Præcínge me, Dómine, cíngulo puritátis, et exstíngue in lumbis meis humórem libídinis; ut máneat in me virtus continéntiæ et castitátis (Al Cíngulo: Cíñeme, Señor, con un cíngulo de pureza, y extingue en mi la llama de la pasión, para que permanezca en mí la virtud de la continencia y de la castidad).
    
Ad Crucem: Muníre dignéris me, Dómine Jesu Christe, ab ómnibus insídiis inimicórum ómnium, signo sanctíssimæ Crucis tuæ: ac concédere dignéris mihi, indígno servo tuo, ut, sicut hanc Crucem, Sanctórum tuorum relíquiis refértam, ante pectus meum téneo, sic semper mente retíneam et memóriam passiónis et sanctórum victórias Mártyrum (A la Cruz: Dígnate, Señor Jesucristo, protegerme de todas las trampas de todos mis enemigos por el signo de tu Santísima Cruz: y dígnate concederme a mí, indigno siervo tuyo, que esta cruz que tengo sobre mi pecho con las reliquias de tus santos en su interior, me permita tener siempre en mi mente el recuerdo de tu pasión y las victorias de los santos mártires).
   
Ad Stolam: Redde mihi, Dómine, stolam immortalitátis, quam pérdidi in prævaricatióne primi paréntis: et, quamvis indígnus accédo ad tuum sacrum mystérium, mérear tamen gáudium sempitérnum (A la Estola: Devuélveme, Señor, la túnica de la inmortalidad, que perdí por el pecado de los primeros padres; y, aunque indigno me acerco a tus sagrados misterios, haz que merezca, no obstante, el gozo sempiterno).
      
Ad Planetam: Dómine, qui dixísti: Jugum meum suáve est et onus meum leve: præsta, ut illud portáre sic váleam, quod possim conséqui tuam grátiam. (Al Planeta, o Casulla: Señor, que dijiste: ‘Mi yugo es suave y mi carga ligera’: haz que lo lleve de tal manera que pueda conseguir tu gracia).
    
Ad Manípulum: Mérear, precor, Dómine, manípulum portáre mente flébili; ut cum exsultatióne portiónem accípiam cum justis. (Al Manípulo: Te ruego, Señor, que merezca llevar el manipulo del llanto, para poder recibir con los justos parte en la exultación).
   
El Subdiácono y el Diácono dicen las mismas oraciones que el Sacerdote, pero sustituyendo la oración de la Casulla por la de sus respectivos ornamentos (la Tunicela para el Subdiácono, la Dalmática para el Diácono).
   
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España ha contado con unas oraciones propias para los ornamentos sagrados, provenientes de la Liturgia de San Isidoro (rescatado por el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros) y el Misal Toledano de 1551 (codificado por el cardenal Juan Martínez Silíceo), las cuales pueden ser rezadas en virtud del privilegio concedido por el Papa San Pío V con el Breve Ad hoc Nos Deus unxit del 16 de Diciembre de 1570. Las oraciones y rúbricas en este caso son las siguientes, publicadas en 1772 en un libro titulado Rúbricas Generales de la Misa Gótica-Mozárabe y el Ómnium Offeréntium, de la autoría de Francisco Jacobo Hernández de Viera, capellán mozárabe de Salamanca (La traducción de las oraciones proviene del Devocionario Mozárabe, publicado por Jorge Abad y Pérez, capellán Mozárabe en el Seminario San Ildefonso de Toledo, en 1896):
Cuando el Sacerdote quiera celebrar la Misa, dirigiéndose a la Sacristía, se lavará las manos diciendo:
Largíre sénsibus nostris, quǽsumus, Dómine omnípotens Pater: ut sicut extérius inquinamenta mánuum abluúntur, sic per te méntium sordes misericórditer emundéntur: et crescat in nobis augméntum sanctárum virtútum. Per Christum Dominum nostrum (Te suplicamos, Señor y Padre Todopoderoso, que concedas abundante gracia a nuestros sentidos, para que como se lavan exteriormente las manchas de las manos, de la misma manera queden limpias misericorcdiosamente por Ti las inmundicias de nuestras mentes y crezca en nuestras almas el aumento de las virtudes santas. Por Cristo Señor nuestro). Amen.
  
Luego se arrodilla ante los ornamentos, y dice cuatro veces el Ave María, encomendándose desde lo profundo de su corazón a la gloriosa Virgen María, para ofrecer el aceptable misterio a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; y para tenerla como Medianera y Auxiliadora en este sacrificio. Luego hará la señal de la Cruz sobre sí y sobre cada vestido diciendo:
     
In nómine Patris, ✠ et Fílii, et Spíritus Sancti (En el nombre del Padre,y del Hijo, y del Espíritu Santo). Amen.
  
Ad Amíctum: ORATIO. Pone, Dómine, gáleam salútis in cápite meo, ad expugnándas et superándas omnes diabólicas fráudes; omniúmque inimicórum meórum sævítiam superándam. Per Christum Dóminum nostrum (Pon, Señor, en mi cabeza el yelmo de la salud para rendir y triunfar de todos los engaños diabólicos, y para vencer la sevicia de todos mis enemigos. Por Cristo Señor nuestro). Amen.

Ad albam. ORATIO. Índue me, Dómine, vestiménto salútis ac túnica justítiæ et induménto lætítiæ circúmda semper. Per Christum Dóminum nostrum (Vísteme, Señor, con vestidura de salud y túnica de justicia, y rodéame siempre con manto de alegría. Por Cristo, Señor nuestro). Amen.
 
Ad cíngulum. ORATIO. Præcínge, Dómine, cíngulo fídei et virtúte castitátis lumbos mei corpóris, et extíngue in eis humórem libídinis, et júgiter máneat in me tenor tótius cástitatis. Per Christum Dóminum nostrum (Ciñe, Señor, los lomos de mi cuerpo con cíngulo de fe y con la virtud de la castidad, y apaga en ellos el fuego libidinoso, para que permanezca en mí continuamente el culto de toda castidad. Por Cristo Señor nuestro). Amen.

Ad manípulum. ORATIO. Mérear quǽso, Dómine, deportáre manípulum justítiæ et ferre cum patiéntia, et illud cum exultatióne deferéndo, cum tuis Sanctis portiónem accípiam. Per Christum Dóminum nostrum (Merezca yo, te suplico Señor, soportar el manípulo de la justicia y llevarle con paciencia, pues llevándolo con alegría, recibiré la herencia con tus Santos. Por Cristo Señor nuestro). Amen.

Ad stolam. ORATIO. Redde mihi, Dómine obsécro, stolam immortalitátis quam perdídi in prævaricatióne primi paréntis; et quia cum hoc ornaménto, quámvis indígnus accedére ad tuum sanctum præsúmo mystério, præsta ut cum éodem lætári mérear in perpétuum. Per Christum Dóminum nostrum (Suplico, Señor, me devuelvas la estola de la inmortalidad, que perdí en la prevaricación del primer padre; y porque con esta vestidura intento acercarme aunque indigno a tu santo Misterio, haz que merezca alegrarme con el mismo por toda la eternidad. Por Cristo Señor nuestro). Amen.

Ad casúlam. ORATIO. Jugum tuum, Dómine, suáve est et onus tuum leve: præsta ut sic illud deportáre váleam, ut conséqui possim tuam grátiam. Per Christum Dóminum nostrum (Tu yugo, Señor, es suave y tu carga ligera; haz que de tal manera pueda llevarlo, que pueda conseguir tu gracia. Por Cristo Señor nuestro). Amen.

Después que el sacerdote se ha vestido, diga:
℞. Pater, peccávi in cœlum et coram te, jam non sum dignus vocári fílius tuus. Fac me sicut unum de mercenáriis tuis. (Padre, pequé contra el cielo y delante de Ti, ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo. Hazme como a uno de tus jornaleros).
℣. Quánti mercenárii in domo patris mei abúndant pánibus, ego áutem hic fame péreo; surgam et ibo ad patrem meum et dicam ei (Cuántos jornaleros en la casa de mi padre tienen el pan de sobra, y yo me estoy aquí muriendo de hambre: Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré).
℞. Fac me sicut unum de mercenáriis tuis. (Hazme como a uno de tus jornaleros).
  
Kýrie, eléison. Christe, eléison. Kýrie, eléison.
  
Pater noster, qui es in cœlis. Sanctificétur nomen tuum. Advéniat regnum tuum. Fiat volúntas tua: sicut in cœlo et in terra. Panem nostrum quotidiánum da nobis hódie. Et dimítte nobis débita nostra: sicut et nos dimittímus debitóribus nostris. Et ne nos indúcas in tentatiónem. Sed líbera nos a malo (Padre nuestro, que estás en los cielos. Santificado sea tu nombre. Venga a nos el tu reino. Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo. El pan nuestro de cada día, dánosle hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal).
  
℣. Ab occúltis meis munda me, Dómine (De mis delitos ocultos, límpiame, Señor).
℞. Et ab aliénis parce servo tuo (Y de los ajenos perdona a tu siervo).
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam (Oye, Señor, mi oración).
℞. Et clamor meus ad te véniat (Y llegue a ti mi clamor).
  
Orémus.
   
ORATIO
Deus, qui de indígnis dignos, de peccatóribus justos et de immúndis facis mundos, munda cor meum et corpus meum ab omni sorde et cogitatióne peccáti, et fac me dignum atque strénuum sanctis altáribus tuis minístrum: et præsta, ut in hoc altári ad quod indígnus accedére præsúmo, acceptábiles tibi hóstias ófferam pro peccátis et offensiónibus et innúmeris quotidiánis meis excéssibus, et pro peccátis ómnium vivéntium et defunctórum fidélium et eórum, qui se meis commendavérunt oratiónibus, et per eum tibi meum sit acceptábile votum qui se tibi Deo Patri pro nobis obtúlit in sacrifícium, qui est ómnium ópifex, et solus sine peccáti mácula póntifex: Jesus Christus Fílius tuus Dóminus noster, qui tecum vivit et regnat in unitáte Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum (Oh Dios, que haces indignos dignos, de los pecadores justos, y de los inmundos limpios, purifica mi corazón y mi cuerpo de toda inmundicia y pensamiento de pecado, y hazme ministro digno y diligente para tus santos altares; haz también, que en este altar, al cual aunque indigno intento acercarme, te ofrezca hostias aceptables por mis innumerables pecados y ofensas y excesos de todos los días, y por los pecados de todos los fieles vivos y difuntos, y de aquellos que se encomendaron a mis oraciones, y sea mi voto aceptable por Aquel que se ofreció en sacrificio por nosotros a Ti, Dios Padre, que es el Hacedor de todas las cosas y solo sin mancha de pecado Pontífice, Jesucristo tu Hijo nuestro Señor, que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos sin fin). Amen.

1 comentario:

  1. ¿Existe alguna rúbrica que mencione de qué materiales se tienen que hacer los ornamentos? Puesto que en los siglos pasados se usaban textiles finos y costosos como la seda, tisú, moaré, damasco, terciopelo, etc., además del empleo del bordado en hilo o canutillo de oro o plata y después de la época conciliar comenzó a usarse telas sintéticas y con diseños de mal gusto. En algún sitio leí que la lana estaba prohibida para hacer ornamentos (excepción del palio de los metropolitanos), sin embargo es permitida para la elaboración de sotanas o hábitos, según el caso.

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