En la madrugada del 15 de Febrero de 2023 falleció en el hospital Virgen de la Torre de Vallecas (Madrid, España) el presbítero Enrique de Castro y López-Portillo, conocido como “el cura rojo de Vallecas” a los 80 años de edad, a consecuencias de un cáncer de pulmón.
Castro nació el 10 de Marzo de 1943 en Madrid, hijo de Carlos de Castro Cavero, un oficial de la fuerza aérea que luchó contra los comunistas durante la Guerra Civil Española y que después fue ascendido a Teniente General del Aire. Estudió en el jesuitico colegio del Pilar y en las universidades Complutense de Madrid y Comillas. Posteriormente, fue “instalado” presbítero por el cardenal Vicente Enrique y Tarancón en Marzo de 1972 con el inválido rito montini-bugniniano (por tanto, NO ERA SACERDOTE CATÓLICO), y pidió ser enviado a Vallecas, donde permaneció toda su vida, acogiendo a drogadictos, criminales y sacrilegios amparados en el Novus Ordo.
- Odiaba a la Iglesia y al Vaticano, pero sus superiores nunca lo tocaron (ni siquiera Rouco Varela pudo con él). Entre sus libros figuran “Dios es ateo”, “La fe y la estafa”, y “¿Hay que colgarlos?”
- De Castro odiaba al Opus Dei cuando todavía era católico, y lo llamó una «espiritualidad legalista y superficial» en el programa ‘La Clave’ de Televisión Española.
- En el año 2008, cuando Rouco Varela convirtió la parroquia vallecana de San Carlos Borromeo en un centro pastoral de Cáritas, De Castro dijo expresando su creencia: «Ya no hay que rendir culto a Dios, sino al ser humano».
- En una entrevista del año 2013 reveló que presidía sus Eucaristías con bizcochos, o rosquillas, y dijo que «el sacerdocio debe desaparecer».
- Ante un periodista en el año 2016, reveló que en la década de 1980, mientras presidía una Eucaristía con ropa informal con una homilía participativa, entraron cuatro adolescentes fumadores, por lo que De Castro sacó sus cigarrillos y comenzó a fumar también y la congregación hizo lo mismo. Desde entonces, la gente había estado fumando cigarrillos y porros en sus Eucaristías.
- En 2022, Castro sugirió que «Dios es un ateo», diciendo: «Hay muchos dioses distintos bajo la misma acepción, por eso siempre lo escribo con minúscula. Dios, el de Jesús, no cree en ninguna de las religiones que hemos inventado. Por eso es ateo».
Enrique de Castro y López-Portillo fue, como muchos pijos en su época, hijo y contemporáneo de luchadores por la Fe y la Patria (su padre combatió a los republiquetos en la Guerra Civil; él nació el mismo día que otros miles de españoles en la División Azul morían en la batalla de Krasni Bor peleando contra los soviéticos) y, en los últimos años de franquismo, haciendo postureo de izquierdistas, colaboraron para establecer la “democracia” «rompiendo los cimientos de nuestra Tradición» que por medio de la «pornografía, drogas y corrupción / los tiranos creyeron ganar la situación» (canto carlista “El Abanderado de la Tradición”).
Por su filantropía (que no caridad) recibió los elogios del sistema: por ejemplo, Pablo Iglesias Turrón “El coletas”, un político español que odia a la Iglesia y que posa de izquierda viviendo en una mansión en Galapagar, escribió en su cuenta de Twitter:
«Conocí a Enrique de Castro en acciones de desobediencia civil. Como nunca iba vestido de cura se llevaba los palos igual. No creía en el sacerdocio pero, si los santos existieran, Enrique sería uno de ellos. Que la tierra te sea leve compañero»,
despidiéndolo al modo de la gentilidad romana. Pero ese deseo no se pudo cumplir porque los restos de De Castro fueron cremados en el Crematorio de La Almudena, y su alma ya recibió de Dios la sentencia correspondiente por apóstata y por preferir el mundo.
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