Traducción del artículo publicado en francés por el P. Jean-Michel Gleize FSSPX, publicado en la revista Courrier de Rome n.º 681 (Diciembre de 2024), vía RADIO SPADA. La reflexión, aunque principalmente a la Peregrinación de Chartres, aplica también para sus similares de Covadonga y Luján.
SED RACIONALES: HACÉOS PROTESTANTES
Tarjeta postal con la efigie y autógrafo de Martín Lutero, emitida en apoyo al Auxilio de invierno de la Alemania nazi (1939).
1. Hemos escrito [1] que la celebración de la Misa en el curso de la peregrinación de Chartres [de París a Chartres] podría convertirse en un problema. De hecho, incluso en el mejor de los casos, esto es, que las autoridades eclesiásticas no negasen a los sacerdotes presentes celebrar con el Misal de San Pío V, queda el hecho que esta peregrinación [el grupo Notre-Dame de Chrétienté] no quieren que se celebre la Misa con el Misal de Pablo VI.
Este rechazo plantea un dilema a los católicos del ámbito Ecclésia Dei. Porque los casos son dos: o los motivos de este rechazo coinciden con aquellos por los cuales la Fraternidad San Pío X rechaza la celebración del Novus Ordo, motivos que hacen de este rechazo una actitud de principio, y entonces el ámbito Ecclésia Dei cae en el supuesto cisma que inicialmente había querido evitar rechazándose a seguir a Mons. Lefebvre; o el dicho ámbito planea permanecer fiel a sus orígenes, distinguiéndose por principio de la actitud adoptada por la Fraternidad San Pío X, y entonces ya no pueden hacer suyos los motivos por los cuales la Fraternidad rechaza por principio al nuevo Misal de Pablo VI, cosa que la lleva a descubrir, por el rechazo de este nuevo Misal, los motivos imposibles de encontrar, que por el momento le dan una coartada de un improbable «ADN».
2. La misma lógica de evitar el supuesto cisma debería llevar a desacreditar el rechazo de la Misa de Pablo VI, mientras en cambio es justificado por la Fraternidad San Pío X. El medio utilizado es el mismo por todos los detractores de la batalla conducida por Mons. Lefebvre: el recurso al único argumento extrínseco de la autoridad: tan cierto es que la crítica interna del nuevo rito de la Misa, del cual el Breve examen crítico de los cardenales Ottaviani y Bacci representa la más perfecta realización, deja pocas esperanzas a los eventuales apologetas del Misal de Pablo VI.
3. Este argumento de la autoridad es en este caso el de la ley de la Iglesia, la cual, dirigida como es por el Espíritu de Dios, no podría nunca establecer, por principio, una disciplina peligrosa o nociva para la fe o para las costumbres de los fieles.
La referencia preferida es la proposición condenada n.º 78 en la Constitución apostólica Auctórem fídei del Papa Pío VI. Aquí el Papa planea condenar a aquellos que quisieran tomarse la libertad de distinguir en las leyes de la Iglesia «En esta misma (disciplina) se debe separar lo que es necesario y útil para conservar en el espíritu a los Fieles de aquello que es inútil o más gravoso que lo que permite la libertad de hijos de la nueva alianza, y mucho más debe separarse de lo que es peligroso, dañoso, como que induce a la superstición y al materialismo». La idea precisamente condenada es aquella según la cual sería lícito someter a examen «aun aquella disciplina que la Iglesia ha establecido y aprobado: como si la Iglesia, que es regida por el Espíritu de Dios, pudiese establecer una disciplina no solo inútil y más gravosa que lo que sufre la libertad cristiana, sino también peligrosa, dañosa, y que induzca a la superstición y al materialismo».
Paralelamente, en la Encíclica Mirári vos, el Papa Gregorio XVI declara que «sería, en verdad, muy ajeno a la veneración con que deben recibirse las leyes de la Iglesia, condenar […] la disciplina por ella sancionada y que abarca la administración de las cosas sagradas».
Finalmente, en la Encíclica Mediátor Dei, el Papa Pío XII, contra aquellos que quisieran atenerse intempestivamente a los usos litúrgicos antiguos, recuerda que «También los ritos litúrgicos más recientes son respetables, porque han nacido bajo el influjo del Espíritu Santo, que está con la Iglesia hasta la consumación del mundo».
4. La impropiedad de este tipo de argumento fue señalada casi desde el comienzo por Mons. Lefebvre en todas las respuestas dadas al Papa Pablo VI [2].
El error condenado por Pío VI, Gregorio XVI y Pío XII es aquel por el cual la consciencia individual del fiel intenta juzgar por sí propio las decisiones de la autoridad, imputándole una carencia que nada podría presumir. Reacción de una Iglesia discente que piensa ser una Iglesia docente.
La reacción de la Fraternidad San Pío X se explica y se justifica por otra razón totalmente diferente [3].
Puede suceder, dice San Hilario, que «los oídos del pueblo son más santos que los corazones de los sacerdotes» [4]. Precisamente, son los oídos para ser más santos, y lo son porque ya han escuchado la palabra de verdad que santifica, aun si por el momento el corazón y la boca de los sacerdotes no la hacen oír hasta entonces.
Reafirmemos estos hechos evidentes [5].
La Iglesia sigue siendo siempre lo que Ella es, aún en tiempos de crisis, aun en el tiempo después del Vaticano II: una sociedad esencialmente desigual, en la cual la Iglesia discente procede siempre en dependencia de la predicación de la Iglesia docente.
La resistencia de Mons. Lefebvre y de la Fraternidad San Pío X frente al Novus Ordo Missæ de Pablo VI se justifica partiendo del principio enunciado por San Pablo en la Epístola a los Gálatas, cap. I, verso 8: «Sed licet nos aut Ángelus de cœlo evangélizet vobis prætérquam quod evangelizávimus vobis, anathéma sit!» [Pero aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, si posible fuese, os predique un evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema].
La Iglesia discente debe considerar como anatema una doctrina opuesta a la que ya le fue enseñada. El rechazo del Novus Ordo es precisamente el rechazo de una Iglesia discente, rechazo de una Iglesia ya instruida por haber recibido de sus Pastores la expresión inalterable del culto divino y de la fe católica divinamente reveladas, por medio de la liturgia del Misal de San Pío V.
El rechazo del nuevo Misal de Pablo VI es el rechazo de lo que «se aleja» de esta liturgia del Misal de San Pío V, el rechazo de lo que «se aleja» de «la disciplina sancionada por la Iglesia y que abarca la administración de las cosas sagradas», para retomar las palabras usadas por el Papa Gregorio XVI.
5. Esta es la verdadera –y la única– razón susceptible de hacer legítimo el rechazo de la nueva liturgia de Pablo VI. Razón que deriva de la naturaleza esencial de la Iglesia católica, sociedad desigual por esencia, en la cual la profesión de fe de la Iglesia discente se hace continuamente el eco inalterado de las directivas de la Iglesia docente. Continuamente significa en el curso de los siglos: desde San Pedro hasta el último de los Papas de la historia, y sin contradicción posible.
Ahora, tomada en su esencia, la nueva liturgia de Pablo VI está en manifiesta contradicción con la secular liturgia de la Iglesia: en su esencia, esto es, en cuanto signo y por ende por lo que debería significar. El significado de la Misa de Pablo VI se aleja en forma muy considerable de lo que la Iglesia docente siempre ha entendido significar en su liturgia para que se pueda considerar la reforma del Novus Ordo Missæ como la expresión legítima de la fe y de la disciplina a la cual debería conformarse la Iglesia discente.
Tal alejamiento no solo hace a la nueva Misa menos buena o imperfecta o susceptible de mejoramiento, la hace mala, porque es peligrosa y nefasta para la fe de los fieles y desagradable a los ojos del Omnipotente. Tanto que ella representa un escándalo, esto es, una ocasión de ruina espiritual. Por ende, el rechazarla no solo es legítimo, sino necesario: es un deber que se impone a la consciencia de todo católico decidido a mantenerse fiel a las promesas de su Bautismo.
6. Este verdadero motivo del rechazo es muy frecuentemente pasado bajo silencio por los fieles del ámbito Ecclésia Dei y no es el adoptado por los organizaciones de la peregrinación de la Chrétienté. Sin el recurso a este, hace siempre más difícil a tales organizadores, si no imposible, conservar su credibilidad frente a las solicitudes de las autoridades eclesiásticas.
7. El principio primero de la existencia misma del ámbito Ecclésia Dei, su radical razón de ser, es evitar el supuesto cisma de Mons. Lefebvre. Este principio es enunciado claramente en el punto c) del parágrafo 5 del Motu Proprio Ecclésia Dei Adflícta:
«deseo sobre todo dirigir una llamada a la vez solemne y ferviente, paterna y fraterna, a todos los que hasta ahora han estado vinculados de diversos modos con las actividades del arzobispo Lefebvre, para que cumplan el grave deber de permanecer unidos al Vicario de Cristo en la unidad de la Iglesia católica y dejen de sostener de cualquier forma que sea esa reprobable forma de actuar. […] A todos esos fieles católicos que se sienten vinculados a algunas precedentes formas litúrgicas y disciplinares de la tradición latina, deseo también manifestar mi voluntad — a la que pido que se asocie la voluntad de los obispos y de todos los que desarrollan el ministerio pastoral en la Iglesia — de facilitar su vuelta a la comunión eclesial a través de las medidas necesarias para garantizar el respeto de sus justas aspiraciones».
En otras palabras, la posibilidad dejada a los fieles de asistir a la celebración de la Misa con el Misal de San Pío V no es, en la intención del Papa, sino el medio de facilitar a estos fieles la comunión eclesial, ahora fundada en la adhesión a las reformas emanadas del concilio Vaticano II, y de alejarse de las orientaciones seguidas por la Fraternidad San Pío X; y por consecuencia, es el medio para impedir a estos fieles rechazar el celebrar la celebración de la Misa según el nuevo Misal de Pablo VI, el cual hace penetrar, lenta pero seguramente, el modernismo en las almas, implementando paulatinamente la protestantización generalizada de la Iglesia.
8. ¿Qué decir, pues, a todos aquellos que quieren permanecer firmemente adheridos al Motu Proprio fundante del ámbito Ecclésia Dei, y que para esto consideran a los fieles de la Fraternidad San Pío X como cismáticos? Qué decir, sino «Sed racionales: haceos modernistas o incluso, mejor todavía, protestantes».
P. JEAN-MICHEL GLEIZE FSSPX
NOTAS
[1] Ver el artículo: Un pèlegrinage schismatique? (¿Una peregrinación cismática), publicado en este mismo número del Courrier de Rome.
[2] Ver en particular el número de la revista del Instituto Universitario San Pío X dedicado a este punto, titulado: «Vaticano II. L’autorité d’un concile en question» (Vaticano II. La autoridad de un concilio cuestionado), Vu de haut n.º 13, 2006.
[3] Ver en particular los números de Julio-Agosto de 2011 («Magistère et foi») y de Febrero de 2012 («Magistère et Tradition vivante») del Courrier de Rome, y también el artículo titulado «Une Église inspirée», en el número de Noviembre de 2024 del Courrier de Rome.
[4] San Hilario, Contra Auxencio, n.º 6; in Migne, Patrología Latína X, col. 613.
[5] Cfr. «Une Église inspirée», en el número de Noviembre de 2024 del Courrier de Rome.
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