Durante la transmisión de Nochevieja, la televisión del régimen español TVE mostró una imagen de un cuerpo de vaca fusionado con el Sagrado Corazón de Jesús.
La presentadora de televisión Laura Yustres Vélez dijo presentando la imagen:
«Yo siempre llevo encima mi estampita de la vaquilla de El Grand Prix. Todos hemos crecido viendo El Grand Prix y lo importante que es la televisión y en este caso la televisión pública porque ha hecho que toda la familia esté unida viendo la televisión. Tú y yo estamos hechos de cachitos de tele».
Y añadió hipócritamente que nadie debería meterse con los cuerpos de otras personas. Conocida como “Lalachús”, se burlan de ella por tener sobrepeso.
El cobardica arzobispón de Valladolid Luis Javier Argüello García, presidente de la Conferencia Episcopal Española, escribió emocionado en su cuenta de Twitter/X que le «entristece que con la coartada de la libertad de expresión y los excesos de las fiestas, TVE haga burla del símbolo del Corazón tan querido por todos los católicos».
Argüello minimiza la gravedad de la situación diciendo que «lo más triste es que los responsables no son conscientes de lo que hacen. Una vez más la banalidad nos rodea».
El arzobispón de Sevilla José Ángel Saiz Meneses afirmó que «Televisión Española despidió el año con una burla de los presentadores al Sagrado Corazón de Jesús. Viene a mi memoria la célebre frase de Cicerón: “Quoúsque tandem abútere, Catilína, patiéntia nostra?”, que, aplicada a la actualidad, nos lleva a preguntarnos hasta cuándo se aprovecharán de nuestra paciencia» (¿quiénes?).
La asociación Hazte Oír anunció que presentará una denuncia contra Laura Yustres, el presentador David Broncano Aguilera y el director de RTVE, José Pablo López Sánchez (quien, circunstancialmente, fue director fundacional de TRECE, la cadena de televisión propiedad de la Conferencia Episcopal Española), por el delito de ofender "sentimientos" religiosos.
Para Hazte Oír, «este incidente es una muestra más de la creciente tendencia a trivializar y menospreciar las convicciones religiosas de los cristianos, algo que nunca debería ser normalizado en una sociedad que se precie de ser inclusiva y respetuosa».
El ministro sanchista de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes (además de la conexión con el Vaticano y la CEE) Félix Bolaños García, defendió la burla del Hijo de Dios el 2 de enero. Anunció que que durante este año 2025 impulsará «la reforma del delito de ofensas religiosas para garantizar la libertad de expresión y creación, una medida del Plan de Acción por la Democracia», esto es, legalizará el delito de blasfemia [pero sólo en referencia a Dios, porque la legislación secular sobre la blasfemia permanecerá intacta]. A lo cual Hazte Oír respondió diciendo que Bolaños (conocido por su papel activo en la exhumación del Generalísimo Franco y de José Antonio Primo de Rivera) «quiere limitar la acusación popular, que la instrucción la lleven a cabo los fiscales y ahora reformar del delito de ofensas religiosas. ¿Sabéis qué quieren? Impunidad. Gracias por dejarlo tan claro, Félix».
El régimen de Sánchez Pérez-Castejón apoya la blasfemia contra Cristo y su Iglesia con dinero de los contribuyentes, pero no tiene huevos ni frente a la perpetuación del régimen de Maduro en Venezuela, ni frente a los reclamos de las víctimas de la gota fría en Valencia, ni mucho menos ante el recrudecimiento de las restricciones a la mujer en el Afganistán talibán. Y en cuanto a la Conferencia Episcopal, con Argüello a la cabeza (el cual se negó a prohibir el uso en los cultos novusorditas las cutres tonadas del monseñor pederasta Cesáreo Gabaraín que porque eso es «medieval»), es una muestra clara que ellos no son pastores (no son ni siquiera católicos, mucho menos sacerdotes ni obisp1os) sino unos fantasmones cuya única cruz que les importa es la de la casilla del 8×1000 en la planilla de renta, y merecedores por ende de todo el desprecio y desdén posible.
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