La decisión se tomó tras la polémica generada por la obra teatral ‘María Maricón’, del actor y director Gabriel Cárdenas Luna, cuya presentación programada para el 30 y 31 de Enero era promocionada con un cartel que lo presentaba ataviado como la Santísima Virgen (por modestia, nos abstenemos de mostrar la imagen).
En un comunicado oficial, la universidad expresó su rechazo al «uso inapropiado de símbolos religiosos» y ofreció disculpas a la comunidad, reafirmando su compromiso con los principios éticos y católicos que definen su identidad.
La obra suscitó críticas por parte del alcalde metropolitano de Lima, el Ministerio de Cultura y la Mesa de Mujeres Parlamentarias, quienes emitieron los respectivos comunicados rechazando la ofensa a la religión y la identidad cultural del país. Y como es habitual, el autor de la obra se escudó en su condición de homosexual para justificar su obra y tachar de persecución a los críticos.
Ante la polémica, el arzobispón de Lima y gran canciller de la PUCP, el flamante cardenal Carlos Castillo Mattasoglio emitió un comunicado manifestando su «más profunda indignación y rechazo a la publicidad injuriosa hacia nuestra fe cristiana de una obra incluida en un Festival de la Facultad de Artes Escénicas de la PUCP», aunque con su habitual dardo al Sodalicio, cuya disolución (ya anunciada) tanto solicitaba él:
«La PUCP no comparte ese tipo de actitudes. Sin embargo, existen personas o grupos que se permiten realizar acciones opuestas al espíritu fundamental y vigente de la universidad. En la Católica siempre primará una sana conversación sobre los problemas humanos. Así como hubo y aún hay en la Iglesia una real agresión desde sectores denominados católicos que hicieron de la fe una ideología para dominar y destruir personas, y por ejemplo se dedicaron a enriquecerse a costa de una caprichosa interpretación del acuerdo entre la Santa Sede y el Estado Peruano, así también la PUCP existen personas que frivolizan nuestra fe, pero no se trata de toda la Comunidad Universitaria que conforma la PUCP».
En respuesta, la Unión Naval, una asociación de oficiales en retiro de la Marina de Guerra del Perú lamentó que Castillo Mattasoglio no condenase ni el contenido ni el nombre de la obra teatral, sino solo su publicación, dando impresión que la directiva de la PUCP (donde él es el Gran Canciller) no era responsable de ella.
La Unión Naval acusa a la PUCP de incoherencia entre sus valores institucionales y las posturas de su comunidad académica y profesional, y que «hace muchos años» perdió su identidad de Pontificia y Católica.
Mejor trato tampoco recibió Castillo Mattasoglio, al que la Unión Navañ no considera un digno representante y guía de la comunidad católica del Perú, porque «carece de los valores necesarios para ser considerado un líder protector, defensor y proclamador de nuestra fe»; y finalizan citando los pasajes bíblicos de San Mateo XXIII, 13-28 y Apocalipsis III, 15-19.
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