Cuando Francisco Bergoglio dijo al clero siciliano en la Sala Clementina del Palacio Apostólico el 9 de Junio:
«No quisiera acabar sin hablar de una cosa que me preocupa, me preocupa bastante. Me pregunto: la reforma lanzada por el Concilio, ¿cómo va entre vosotros? […] Pero la liturgia, ¿cómo va? Yo no lo sé, porque no voy a Misa en Sicilia y no sé cómo predican los sacerdotes sicilianos, si predican como fue sugerido en la Evangélii gáudium o si predican en modo tal que la gente sale a fumar un cigarrillo y después regresa… Aquellas prédicas en que se habla de todo y de nada. Tened en cuenta que después de ocho minutos la atención se pierde, y la gente quiere sustancia. Un pensamiento, un sentimiento y una imagen, y eso se lo lleva para toda la semana. ¿Pero cómo celebran? Yo no voy a Misa allí, pero he visto las fotografías. Hablo claro. Pero queridos, todavía los encajes, los bonetes…, ¿pero dónde estamos? ¡Sesenta años después del Concilio! ¡Un poco de aggiornamento también en el arte litúrgico, en la “moda” litúrgica! Sí, a veces va llevar algún encaje de la abuela, pero a veces. Es para hacerle un homenaje a la abuela, ¿no? Entendido todo, ¿no?, habéis entendido. Es bello hacer homenaje a la abuela, pero es mejor celebrar a la madre, la santa madre Iglesia, y como la madre Iglesia quiere ser celebrada. Y que la insularidad no impida la verdadera reforma litúrgica que el Concilio ha lanzado. Y no permanecer quietistas».
¿No se acordó él de este episodio?
18 de Febrero de 2012, basílica papal de San Lorenzo Extramuros (poco más de un año antes de su “elección”). Un entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio durante unas confirmaciones que administró allí. Y conviene preguntarse ¿cuánto duró su homilía?
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