sábado, 11 de junio de 2022

POSPUESTO EL VIAJE DE BERGOGLIO AL CONGO BELGA Y SUDÁN DEL SUR (¿Por el tratamiento de la rodilla, o un cáncer terminal?)

 
El día de ayer, Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, anunció la postergación del viaje de Francisco Bergoglio a la República Democrática del Congo y Sudán del Sur, aduciendo que es menester que se trate correctamente el presunto dolor en la rodilla que padece:
«A petición de sus médicos, y para no poner en peligro los resultados de la terapia a la que se está sometiendo para su rodilla, el Santo Padre se ha visto obligado a posponer, con pesar, su Viaje Apostólico a la República Democrática del Congo y a Sudán del Sur, previsto del 2 al 7 de julio próximo venidero, a una nueva fecha por definir».
  
Pero puede que haya más detrás de esa postergación (= cancelación) del viaje (y que, valga anotar, no se dijera nada del viaje a Canadá motivado por las falsas tumbas de los internados que propiciaron los ataques a iglesias el año pasado), como que la Era Bergogliana esté próxima a su final (¿muerte? ¿renuncia?), y casi ninguno la extrañe. A este fin, traemos traducido el siguiente análisis publicado en UnHerd:
¿ESTE ES EL FIN DEL PAPA FRANCISCO?
El cruel pontífice está arreglando un sucesor.
  
Por Damian Thompson.
  
El “Equipo Francisco” no es muy popular por estos días en Roma (Foto: Alessandra Benedetti para Corbis).
  
Por más de un año, un horrible rumor ha estado flotando a través del Vaticano que el Papa Francisco esté enfermo de cáncer terminal. Me fue dicho que era verdad por un prelado italiano en un apartamento justo a un tiro de piedra del hostal donde el pontífice de 85 años es ahora llevado en silla de ruedas. Una fuente diplomática discutió esto tristemente sobre un espresso en el Borgo Pio. Un católico tradicionalista estadounidense bien conectado texteó que esto era «¡definitivamente cierto!» (los signos de exclamación sugieren que él no estaba muy afligido).
   
Luego, en la mañana del domingo, la Associated Press informó que «los medios italianos y católicos han estado plagados con especulaciones sin fuente que Francisco puede estar planenado seguir las huellas de Benedicto» renunciando, «dados sus crecientes problemas de movilidad».
   
¿La razón para la especulación? El Papa ha anunciado que en Agosto visitará la ciudad italiana de Águila, donde rezará en la tumba del Papa Celestino V, un ermitaño que renunció al papado en 1294 después de solo cinco meses. Benedicto XVI también oró ante la tumba en 2009 (y en 2013 fue el primer papa desde Celestino en renunciar).
   
Además, Francisco viajará al Águila en medio de un consistorio en el cual creará 16 cardenales que pueden votar en el siguiente cónclave, asegurando así que el 60% de los electores han sido escogidos por él. Esto es llamado “inclinar la balanza” para que el siguiente sucesor de San Pedro sea según tu imagen. La mayoría de los papas lo hacen, pero muy pocos con la determinación partisana de Francisco desde que tomó el cargo hace nueve años. Además, él está sosteniendo el consistorio tres meses antes de tiempo.
  
La historia del cáncer y la de Águila no son mutuamente excluyentes. Si Francisco está tan enfermo como sugieren los rumores (y he oído descripciones horriblemente detalladas de los tumores metastásicos), entonces el consistorio de Agosto y la visita a la tumba de Celestino significa que él esté planeando una salida dramática inmediatamente después de su última oportunidad para encajonar al colegio de cardenales.
   
Lo único que los dos rumores tienen en común es que ninguno ha producido un ápice de evidencia que los respalde. El martes, el Washington Post citó a un alto funcionario vaticano «hablando bajo condición de anonimato para discutir un tema sensible», esto es, la salud de Francisco. Él dijo: «Su situación no es brillante, pero no es suficiente para imponer una renuncia».
  
Sin embargo, en el mismo artículo Massimo Faggioli, un profesor de teología en la Universidad Villanova en Filadelfia, dijo que: «Lo que está claro es que su pontificado ha entrado en su etapa de declive final… Él es conciente que está acercándose al final de su pontificado».
  
Eso es interesante, porque Faggioli es un über-leal. És uno de los miembros fundadores del “Team Francis”, un grupo de periodista y otros comentaristas cuya casi-deificación de este papa no quedaría mal en Corea del Norte. Faggioli ha hecho su carrera de su análisis laudatorio de Francisco; muchos católicos en Twitter lo han fastidiado por eso, en cuyo punto (y lo digo por experiencia) inmediatamente los bloquea.
  
¿“Etapa de declive final”? Francisco no parece que está muriendo: es solo un hombre gordo en una silla de ruedas. Nada mal con sus facultades. Él continúa encantando a los visitantes y, cuando viene a los asuntos internos eclesiásticos, es más vengativo que nunca (darle el capelo rojo al obispo Robert McElroy de San Diego, un liberal línea dura que favorece dar la Comunión a los políticos pro-aborto, fue una jugada magistral de venganza contra las personas menos favoritas de Francisco en todo el mundo: los obispos estadounidenses conservadores).
   
Tal vez “etapa de declive final” es solo el sonido de un Faggioli preocupado saltando del barco mientras todavía esté a tiempo. Como un diplomático vaticano señaló: «El sentido común nos dice que el Papa Francisco está más cerca del fin que al comienzo de su tiempo en el cargo. Aquellos que hablan sobre él como si fuera este gran reformador que va a vivir para siempre solo se ven ridículos. El nuevo papa, sea liberal o conservador, no estará interesado en su lambonería».
   
El Team Francis no es popular en Roma estos días. El secreto mejor guardado de su pontificado, al menos en la medida en lo que al público general concierne, es que Jorge Bergoglio no es, y nunca ha sido, un buen hombre. Él ha hecho tantos enemigos en Argentina que no se ha atrevido a poner un pie en su país natal desde que fue elegido papa. Allá ha estado involucrado en algunos escándalos colosales, el más chocante su atentado de proteger de la justicia a su aliado abusador de menores el P. Julio César Grassi Alzúa. Él es afortunado que el córps de prensa vaticana esté demasiado temeroso de él para investigarlos apropiadamente.
   
Francisco tiene una vena de crueldad en él, y recientemente ha hecho poco para ocultarlo. El año pasado, su atentado autoritario para destruir las celebraciones regulares de la Misa Latina tradicional ofendió a cientos de obispos que no les gusta ese estilo de culto pero les disgusta aún más el pontífice argentino. Ellos calladamente han ignorado el mandato, muy para la furia del archiliturgo papal, un hombre dolorosamente engreído de Yorkshire llamado Arthur Roche que será hecho cardenal en Agosto.
   
Pero las cuestiones litúrgicas no serán considerables en el próximo cónclave, de haberlas. La moralidad sexual sí. Francisco ha gastado casi una década dudando de la sabiduría de la doctrina católica sobre el divorcio y la homosexualidad, pero sin hacer ningún cambio formal a las reglas. Nunca antes un cónclave ha sido forzado a debatir cuestiones tan fundamentales. Y, hasta cierto punto, estará obrando en la oscuridad. Francisco tiene una política de no permitir a los cardenales reunirse como un solo cuerpo, lo que significa que muchos de ellos ni siquiera se han conocido y no saben quién piensa qué.
   
Aun así, es probable que el tema más candente será la homosexualidad, y este es donde las etiquetas “liberal” y “conservador” están desviadas. Los cardenales izquierdistas del mundo en desarrollo, de los cuales Francisco ha creado en su totalidad, pueden mostrar una actitud más relajada hacia los católicos divorciados y vueltos a casar, pero el pensamiento de la homosexualidad les revuelve el estómago.
  
Eso puede llevarlos hacia un conservador moderado como el cardenal Péter Erdő de Hungría, un erudito encantador y modesto que, cuando fue llaamdo a presidir un sínodo de obispos en el Vaticano en 2014, súbitamente se vio y oyó como un papa. Eso ciertamente saca al cardenal Jean-Claude Hollerich de Luxemburgo, presidente de la Conferencia Episcopal Europea y un pensador jesuita de mucha mayor distinción que el Papa Francisco, que quiere que la Iglesia reconozca las relaciones gay.
   
Por el momento, sin embargo, todos los ojos están sobre el cardenal Matteo Zuppi, el delgado ciclista arzobispo de Bolonia, de 66 años, quien es gay-friendly mientras abiertamente adhiere a la línea que los actos homosexuales son pecaminosos. Eso pudiera ser suficiente para satisfacer a los cardenales africanos. Las credenciales políticas de Zuppi probablemente lo ayuden: está asociado con el movimiento centro-izquierdista de San Egidio, que está obsesionado con mover los hilos (algo que no está nada mal durante un cónclave). Él también es agradable a los tradicionalistas: como obispo les pidió que le enseñaran cómo celebrar la Misa antigua, y no la ha prohibido en su diócesis.
   
Pero la apuesta más inteligente, como en la mayoría de los cónclaves, estará en “ninguno de los anteriores”. Excepto en raras ocasiones, el número de votos significa que el humo blanco es seguido por un murmullo de sorpresa. Pero haré una predicción. Los obispos de todo el mundo están hartos de ser matoneados por el Vaticano. El nuevo Papa no será un Francisco II o en el nombre o en su foma de gobernar la Iglesia. Cuando este papa se vaya, ese molde será roto, y probablemente no haya un cardenal que quiera reunir las piezas nuevamente.

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