viernes, 27 de mayo de 2022

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO DE ALMONTE

Novena publicada en Sevilla por la Imprenta y Librería del Sobrino de Antonio Izquierdo en 1923. Puede rezarse en cualquier momento del año, especialmente en preparación a sus fiestas el Domingo de Pentecostés y el 19 de Agosto.
   
BREVE NOTICIA DEL DESCUBRIMIENTO DE ESTA SAGRADA IMAGEN, SEGÚN SE REFIERE EN LA REGLA DE SU HERMANDAD
Sabido es que las Imágenes de la Santísima Virgen que se han hallado o aparecido en los campos traen su origen de haberlas ocultado allí los antiguos cristianos al tiempo de la invasión de los sarracenos para evitar que fuesen profanadas o destruidas por los sectarios del Corán, enemigos de la Religión de Jesucristo. El considerarlas, pues, con el doble carácter de Imágenes de la Ma­dre de Dios y reliquias de la antigüedad cris­tiana ha hecho que los fieles les profesen una sin­gular devoción, no porque crean que hay en ellas alguna virtud particular distinta de las demás, sino por que el Señor suele excitar ciertos piado­sos afectos en los corazones de los que oran ante ellas, animados de una viva fe, condescendiendo misericordioso a sus súplicas.
    
Esto ha sucedido precisamente con la de Nuestra Señora del Rocío, cuyo origen se refiere tradicionalmente y se halla escrito en el lugar arri­ba citado, con estas palabras:
«Entrando el siglo XV de la Encarnación del Verbo Eterno, un hombre que, o apacentaba ga­nados o había salido a cazar, hallándose en el término de la villa de Almonte, en el sitio que llama­ban de la Rocina (cuyas incultas malezas le hacían impracticable a humanas plantas, y sólo accesible a las aves y fieras silvestres), advirtió en la vehemencia del ladrido de los perros que se ocul­taba en aquella selva alguna cosa que les movía a aquellas expresiones de su natural instinto. Penetró, aunque costa de no poco trabajo, y en medio de espinas halló la imagen de aquel sagrado lirio, intacto de las espinas del pecado; vio entre las zarzas el simulacro de esta zarza mística, ilesa en medio de los ardores del original delito; miró una Imagen de la Reina de los Ángeles, de estatura natural, colocada sobre el seco tronco de un árbol. Era de talla, y su belleza peregrina; vestíase de una túnica de lino en­tre blanca y verde, y era su portentosa hermosura atractivo aun para la imaginacón más libertina.
   
Hallazgo tan precioso como no esperado, llenó al hombre de un gozo sobre toda ponderación, y queriendo hacer a todos patente tanta dicha a costa de sus aficiones, desmontando parte de aquel cerrado bosque, sacó en sus hombros la Soberana Imagen a campo descubierto. Pero como fuese su intención colocar en la villa de Almonte, distante tres leguas de aquel sitio, el bello Simulacro, siguiendo en sus intentos piadosos, se quedó dor­mido a esfuerzo de su cansancio y su fatiga. Des­pertó y se halló sin la Sagrada Imagen: pene­trado de dolor, volvió al sitio donde la vio pri­mero, y allí la encontró como antes. Vino a Almonte y refirió todo lo sucedido, con la cual no­ticia, salieron el Clero y Cabildo de esta villa y hallaron la Santa Imagen en el lugar y modo que el hombre les había referido, notando ilesa su belleza, no obstante el largo tiempo que había estado expuesta a la inclemencia de los tiempos, lluvias, rayos del sol y tempestades. Poseido de la devoción y del respeto, la sacaron de entre las malezas, y la pusieron en la iglesia mayor de dicha villa, entretanto que en aquella selva se le labraba templo. 
    
Hízose en efecto una pequeña ermita de diez varas de largo, y se construyó el altar para co locar la Imagen de tal modo, que el tronco en que fue hallada le sirviese de peana, venerándose en aquel sitio con el nombre de la Virgen de las Rocinas (título que con el tiempo, y no sin mística alusión, se ha mudado en el admirable del Rocío) no obstante que en la espalda del Simulacro es­taba escrito: “Nuestra Señora de los Remedios”. Extendióse por toda la comarca la devoción con la Señora de las Rocinas, y entre sus devotos se seña­ló notablemente Baltasar Tercero, natural de la ciu­dad de Sevilla, el que hallándose en Lima por los años de 1587 otorgó testamento ante Estéban Pérez, escribano público, y entre otros legados dejó uno de dos mil pesos para que traidos a esta villa de Almonte, se impusiesen y fundasen una capellanía en la expresada ermita, a fin de que los moradores de aquellas selvas no quedasen los días festivos sin asistir al Santo Sacrificio. Dejó asimismo otra limosna de quinientos pesos para reparar la ermita y hacer vivienda al Capellán, que había de celebrar en ella cuotidianamente.
   
Aumentóse el fervor notablemente, y el año de 1635 fue nombrado por primer ermitaño el Padre Fray Juan de San Gregorio, de la congregación de San Pablo, cuya vida ejemplar hizo crecer el culto y la devoción a la Santísima Virgen. Experimentóse más patente la protección de María Santísima a los que la invocaban ante esta su Imagen, en la peste que afligió a la Andalucía en los años de 1649 y 1650, pues llevándola a la parroquial de Almonte, se vieron los vecinos de esta villa libres del azote que asolaba los pueblos comarcanos, con cuvo mottivo se le costeó un vestido de tela blanca, se hizo voto de defender la origin al pureza de la Reina del Cielo y se eligió por atrona a esta Senora con el tí­tulo de las Rocinas. Instituyóse la anual fiesta el día segundo de la Pascua del Espíritu Santo, con asistencia del Cabildo de Almonte como patrono y del Clero de la villa Con este motivo crecieron los concursos, y se trató de hacer iglesia más capaz, como se efectuó a costa de la devoción, edificando la que al presente tiene, cuya longitud es de treinta y tres varas, su latitud por el crucero diez y nueve, y nueve por el cuerpo de la iglesia. Hiciéronse ha­bitaciones competentes para el capellán, ermitaño, hermano mayor y otras person as singularmente convidadas a la función.
   
El ejemplo de la hermandad fundada por la villa de Almonte movió a los vecinos de Villamanrique, Pilas, La Palma, Moguer, Sanlúcar de Barrame­da, Triana, Umbrete y Coria del Río a instituir sucesivamente otras hermandades que todos los años concurriesen a la función que en obsequio de Nues­tra Señora del Rocío se celebra en la mencionada iglesia, como efectivamente la hacen, viniendo cada una con la mayor pompa el domingo de Espíritu Santo y el lunes antes de amanecer empiezan las misas cantadas respectivamente de cada herman­dad. Continúanse las rezadas sin intermisión, en los cinco altares, hasta las once del día, que es la ho­ra de la función. Asisten a ésta, por su antigüedad, nueve hermandades con sus insignias siendo de notar que en tan numeroso concurso de gentes, de tan diferentes clase, como diversos pueblos, no se notan tumultos, robos y discordias, que son comunes en semejantes romerías. Celébrase después la Misa con sonora música, y se redica el sermón por uno de los más eruditos oradores de este país, terminándose con la procesión. Es la alegría universal, y sin aquellos resabios de impureza que se advierten en otras funciones de esta especie. To­do lo perdido es común hallarse, y que entre todos se observe una armonía llena de cristiandad. Hálla­se un pozo frente de la puerta de este Santuario, y siendo de tan cortos manantiales, que puede ser apurado con el trabajo de sólo un hombre en dos horas, abastece de agua a más de seis mil personas que suelen concurrir, y a más de dos mil caballerías.
    
El Patrocinio de la Señora se ha experimentado en muchas ocasiones, siendo las más inmediatas a nuestro tiernpo, la falta de agua del año de 1734, las enfermedades del año de 1738, igual tribula­ción en el año de 1744, en estas y en otras aflicciones ha sido María Santísima el celestial Ro­cío que ha consolado a sus devotos; y éstos, llenos de gratitud, han expresado ésta en muchos y preciosos dones para el adorno de la Santa Imagen y sagrado ternplo. Los señores D. José Tello de Eslava, canónigo de la Patriarcal de Sevilla, y D.ª Isabel Tello de Eslava, dieron el año de 1733 las puntas de plata de martillo que tiene el Soberano simulacro. Los mismos señores, y el Sr. D. Antonio Carrillo, canónigo, y actualmente deán de dicha Patriarcal Iglesia, costearon con tres mil pesos, el vestido bor­dado de oro y plata que ponen a la Sagrada In1agen para la solemnidad. Ni el tiempo ni la veleidad humana han apagado el espíritu de devoción a María Santísima con el título del Rocío, y es de esperar se perpetúe sin disminución para que, mediante el pa­trocinio de tan augusta Reina, nos colme Dios del Rocío del Cielo y de la abundancia de la tierra, logrando últimamente que esta Señora nos mues­tre a Jesús, fruto bendito de sus entrañas purisimas, para gozarle por eternidades. Amén».
    
ORIGEN DE LA SEGUNDA FIESTA DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO, LLAMADA VULGARMENTE EL “ROCÍO CHICO”
Amenazada la villa de Almonte, el año de 1810, de su total ruina y exterminio, imploró, como siempre, la protección de su patrona, Maria Santísima del Rocío, y experimentó los efect.os de su poderosa intercesión para con Dios. Sabido es que en aquel tiempo gemía nuestra amada patria bajo el ominoso yugo de los franceses invasores, que exigieron a sus pueblos los más duros y costosos sacrificios. Era el día 17 de Agosto, y dos partidas de caballería del ejército enemigo se hallaban en esta villa con ob­jeto de formar una milicia cívica, mandada crear por el gobierno intruso, que fué resistida enérgicamente por los leales habitantes de este pueblo, a quienes se obligaba a alistarse en ella desde la edad de quince hasta los setenta años.
    
Apurado el sufrimiento de algunos vecinos con la insolencia de sus opresores, y reunidos en núme­ro de treinta y seis, conciben la ardua y temeraria empresa de sorprender y aprisionar a aquellos sol­dados aguerridos que se hallaban en la población. Para ello se ocultan en la espesura de una arboleda inmediata al pueblo, y entre la una y las dos de la tarde, a una señal convenida, se arrojan armados con la mayor bravura sobre sus descuidados enemigos, y antes que estos pudieran defenderse, fueron prisioneros y muertos en su mayor parte. Al mismo tiempo ocurrió también que, dirigiéndose a la casa donde se hallaba hospedado el comandante francés Doussón, al abrir él mismo la puerta, se vio a unos pocos paisanos apuntándole con escopetas para asesinarlo y al guarecerse instantáneamente tras el portón, atravesado éste por las balas de la descarga quedó aquél muerto en el acto. Semejante atentado no pudo menos de mirarse con horror por los pacífi­cos habitantes de la villa, que no habían tomado  parte en él, y todos empiezan a temer sus tristes y funestas consecuencias.
    
Los pocos soldados que quedaron, se apoderaron de algunos caballos y huyeron a escape a Sevilla, donde se hallaba acampado el grueso del ejército, para darle cuenta de lo acontecido. La cólera y la desesperación se apoderan de los ánimos de sus compañeros, y sabido por su general, creyendo a to­da la población cómplice de aquel enorme delito, or­dena que Almonte sea saqueado y degollados todos sus habitantes, con arreglo al decreto publicado en Madrid por Joaquín Murat, que imponía estas penas tan se­veras a los pueblos en que se derramase sangre francesa. Llega la noticia a esta villa, y a la vez un destacamento de dragones se apodera de sus auto­ridades civiles y eclesiásticas, con otras personas principales, que fueron aprisionadas para su ejecu­ción, entretanto llegaba el resto de la demás infantería. En tan grave y apurada situación se hallaban en la noche del 18 al 19 del referido mes y acuerdan unánimes los individuos del Ayuntamiento y Clero, que se hallaban presos, encomendarse a María San­tísima del Rocío, y ofrecen a esta Soberana Señora, si logran salvarse con el pueblo de aquel conflicto, celebrar una función anual de acción de gracias, que perpetuase a las futuras generaciones la memoria de tan insigne y señalado beneficio. Con esta promesa se reanima la esperanza en sus abatidos corazones, y se consuelan enmedio de su aflicción.
    
Las avanzadas del ejército francés habian lle­gado ya basta Pilas, a cuatro leguas de Almonte, para llevar a cabo la resolución de su general. Un puñado de soldados españoles leales se hallaban rendidos del cansancio y del hambre en Aznalcóllar, y sabedores del peligro en que se hallaba esta villa, se inflaman en deseos de medir sus armas con las de los enemigos de su patria. Levántanse presurosos y se dirigen a Sevilla, y en sus cercanías, desafían con su presencia a los franceses. Estos presu­men que tras ellos vengan otros en mayor número, porque otra cosa no era posible, atendidas las circunstancias, y al efecto se dan las ordenes de reunir todo el ejército, mandándosele sin pérdida de tiempo a las tropas comisionadas para incendiar a Almonte y degollar a sus moradores, que fuesen inmdiatamente a Sevilla. Este hecho, sin duda provi­dencial, salva a este pueblo de su ruina y desola­ción, y a las horas de angustia y de dolor suceden el júbilo y la alegría de todos los habitantes, que no pudieron menos de reconocer cuánto vale para con Dios la poderosa intercesión de su Santísima Madre, a quien habían invocado como patrona, con el título misterioso del Rocío. Calmados posteriormen­te los ánimos del enemigo,y averiguados los porme­nores de aquel horrible acontecimiento, como ha­bían sucedido en la realidad, se trocó la sentencia de muerte por otra pecuniaria en forma de contribución,según acostumbraban en ocasiones análo­gas, mediando para ello algunas personas de distinción. Desde esta fecha, pues, viene celebrándose anualmente esta fiesta a Nuestra Señora del Rocío el día 19 de Agosto, a que acuden los hijos de Almonte y otros pueblos vecinos, para aumentar su solemnidad. El escribano del Ayuntamiento de aquella época, Sr. D. Juan José Lagares, dejó consignado en una memoria todo lo que se acaba de referir.
   
NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA CON EL TÍTULO DEL ROCÍO, CUYA MILAGROSA IMAGEN SE VENERA COMO PATRONA Y SINGULAR ABOGADA EN EL ANTIGUO SANTUARIO DEL TÉRMINO DE LA VILLA DE ALMONTE
   
 
Habiendo purificado nuestra alma con el Sacramento de la Penitencia, y fortiticán­dola con la Sagrada Eucaristía, que es el pan de los fuertes, debemos esperar que nuestros obsequios serán agradables a Dios y aceptos a su Madre Santísima; por tanto será conve­niente practicar estas piadosas diligencias al empezar la Novena, y después con un cora­zón contrito y humillado decir el siguiente Acto de contrición.
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
     
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo,·Dios y hombre ver­dadero, Padre amorosísimo de mi alma, me pesa, Señor, de haberos ofendido, por ser Vos quien sois, digno de ser amado con el amor de todas las criaturas: yo os amo, Dios mío, más que a todas las cosas, y con los auxilios de vuestra divina gracia, prometo nunca rnás ofenderos, y confesar debidamente todas mis culpas. Espero, Señor, de vuestra infinita bondad, me las perdonaréis por vuestra Pasión y muerte, y por los méritos de María Santísitna vuestra Madre y Señora nuestra: así como lo suplico, así confío me lo concederéis, para perseverar en vuestro santo servicio hasta el fin de mi vida. Amén.
   
ORACIÓN QUE SE HA DE DECIR TODOS LOS DÍAS
Dulcísima Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra, en quien mejor que en el antiguo José, vinieron las bendiciones de los collados eternos, dándoos el Señor aquel celestial Rocío deseado de los Justos, esperado de los Patriarcas y vaticinado por los Profetas, haciéndoos con esta dicha 1a más feliz entre las puras criaturas: nosotros en reconmpensa de estas prerrogativas, os ofrecemos el obsequio de esta novena, suplicándoos, Madre amorosísima, nos alcancéis de vuestro Hijo Santísimo, el apreciable Rocío de la gracia, que hermoseando nuestras almas, nos haga agradables en su presencia, y dignos de alcanzar, si nos conviene, el favor que ahora humildemente le pedimos. Amén.
   
DÍA PRIMERO
ORACIÓN
Purísima Señora, en quien la gracia vino como sagrado Rocío para que en el primer instante de vuestra animación fuéseis toda Santa, toda Inmaculada, y tal cual convenía, para que resplandeciéseis con una pureza que sólo fuera excedida de Dios; os suplicamos, Soberana Princesa, intercedáis con Jesucristo, vuestro Hijo y Señor nuestro, para que con el refrigerio de su gracia, apague el ardor de las pasiones, que nos quita la paz del espíritu, para que así imitemos en lo posible vuestra pureza. Amén.
   
Ahora se rezarán cinco Ave Marías, y cada uno en particular pedirá a esta Soberana Reina, el favor que desee recibir de su amantísimo Hijo, por su intercesión.
   
ORACIÓN PARA CONCLUIR TODOS LOS DÍAS
Gloriosísima Señora, que tan atenta estáis a las aflicciones de vuestros devotos, pues conocéis los peligos de que estamos rodeados, desatad ¡oh Señora dulcísima!, las prisiones a los miserables esclavos de los vicios, dad la luz a los que caminan ciegos por sus pasiones, apartad de nosotros todos los males, y alcan zadnos todos los bienes. Mostrad, Señora, que sois Madre, y por Vos reciba nuestras súplicas el que, naciendo por nosotros, se dignó ser vuestro Hijo. Dadnos una vida llena de pureza, preparadnos un camino el más segu­ro, para que viendo a Jesús nos alegremos con Vos para siempre. Amén.
   
Se harán los actos de Fe, Esperanza y Caridad: Creo en Dios, espero en Dios, amo a Dios, y esta distribución se observará en los demás días, excepto la Oración propia de cada uno, concluyendo con los Gozos.
   
GOZOS DE NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
   
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Salve, ¡oh Virgen del Rocío!,
Que de Almonte en la memoria
Guardan los hijos tu historia,
Cual su más preciado honor:
Y a ti acuden, Madre mía,
En todas las aflicciones,
A ofrecer sus corazones
Como prendas de su amor.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
  
Si entre espesos matorrales
Nuestros padres te ocultaron,
Y tu efigie preservaron
Del sarraceno furor;
Hoy con ojos maternales
Torna a mirar a tus hijos,
Y de sus males prolijos,
Presérvelos tu favor.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
  
Virgen Santa del Rocío,
Que en árido tronco añoso
Del arbol más venturoso,
Te halló un feliz cazador:
Recibe el piadoso afecto
De tus amantes devotos,
Y escucha los fieles votos
Que brotan del corazón.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
  
Pues que solitaria ermita
A ricos templos prefieres,
Y en nuestro desierto quieres
Ser de sus campos la flor.
A tus plantas solicita,
Este pueblo reverente,
Te dignes, tierna y clemente
Socorrer lo en su aflicción.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Eres del Cielo el Rocío,
Gloriosa Virgen María,
Para el que la noche umbría
Pasa en medio del dolor;
Y estrella de la mañana,
Y aurora fulgente y pura,
Sol de radiante hermosura,
Luna de eterno esplendor.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
  
Bella nube que en los aires
Ciernes la lluvia del Cielo,
Cual Rocío de consuelo
Para el triste labrador,
Que ve los campos sedientos
Y perdidos sus sudores,
Mustias y secas las flores
Por el sol abrasador.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Blanco lirio de los valles,
Pura azucena entre espinas,
Rosa de hojas purpurinas,
Que hechizan con su color;
No nos niegues el Rocío
De tu cáliz perfumado,
Que en el vergel de este prado
Mitiga el febril ardor.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
Con fe y devoción sincera
Acude a ti el desvalido,
Y el pueblo cuando afligido,
Implora tu protección:
Defiéndelos cariñosa
De la cólera celeste,
De la asoladora peste
Y del infernal dragón.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial.
   
De las tormentas del mundo,
Y de su fiero oleaje,
Líbranos en el pasaje,
Hasta el puerto salvador;
Y de la muerte a la hora,
¡Oh dulcísim María!,
Serás la que en la agonía
Nos conduzcas al Señor.
Sois María la esperanza
Y el consuelo del mortal,
Y por Vos viene a las almas,
El Rocío celestial. 
    
SALVE EN VERSO A NUESTRA SEÑORA DEL ROCÍO
   
Dios te salve, Virgen pura,
Reina del Cielo y la tierra,
Luna clara y sin rnenguante,
Luciente y hermosa Estrella.
Dios te salve, blanca Aurora,
Que disipa las tinieblas
Del pecado malicioso
Que influye en nuestras miserias.
Vida que nos vivificas,
Dulzura que nos consuelas
Y Esperanza cuyo amparo
Nuestras desdichas ahuyenta.
A Ti llaman los cofrades,
Tus devotos a Ti apelan,
A Ti corno a su Patrona
Porque los socorras ruegan.
A Tí llamamos nosotros,
Desterrados hijos de Eva,
Y los que de su desgracia
Arrastramos las cadenas.
A Ti porque nos ampares,
A Ti porque nos defiendas,
Suspiramos los mortales
En este valle de penas.
¡Ea, preciosa Paloma!
¡Ea, dulcísima Reina!
¡Ea, Madre del Rocío!
Constante Abogada nuestra;
Vuelve a nosotros tu vista
De misericordia llena,
Y después de este destierro
Al bello Jesús nos muestras:
A ese Sol, bendito fruto
De tus entrañas excelsas,
A ese Salvador del mundo
Que nos cría y nos sustenta.
¡Oh clemente, oh piadosa,
Misericordiosa y buena!
¡Oh dulce Virgen María!,
Madre de Jesús y nuestra.
Intercede por tu pueblo,
Pídele a Dios por la Iglesia,
Por su Pontífice sumo,
Por sus Pastores y ovejas,
A nuestro amado Monarca,
Y a todos los que gobiernan
Asístelos, porque así
Llenar sus deberes puedan.
Las necesidades todas
Mira piadosa y remedia,
Y a este pueblo que te invoca
Salud y gracia dispensa
Por medio de tu Rocío;
Ten con nosotros tal cuenta,
Que alcancemos por tu influjo
Del buen Jesús las promesas.
Amén, Jesús, repitamos,
Y así para siempre sea,
Y alabemos a María
En los Cielos y en la tierra. Amén.
    
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
 
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Poderosísima Princesa, en cuyas manos parece que ha depositado el Señor las rique­zas de la gracia y los tesoros de la gloria; pues vuestro nacimiento alegró y anunció sus gozos al mundo, apareciendo como hermoso Rocío, del cual se había de formar aquella perla que quitase la maldicion, diese la bendición, y confundiendo a la muerte nos fe­licitase con la eterna vida; por vuestra inter­cesión, ¡oh Virgen Santísima!, alcancemos que en nosotros no se pierda el fruto de aquella Redención tan copiosa. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días. 
   
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Sacratísima Reina del Cielo, que para ha­ceros rnás digna del Rocío del Espíritu Santo, fuísteis desde vuestros primeros años presentada en el Templo del Señor, víctima purísima de la caridad y holocausto suavísimo de la pureza; por tan adrnirable ejemplo de santidad, os rogamos que os interpongáis con el Señor de ese Templo santo, parq que nosotros, mediante su auxilio, nos presentemos víctimas del amor, expiando con su gracia las manchas de las culpas que tanto nos afean, y que logrernos ser presentados ante su Trono como agradable holocausto a su divina Majestad. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
   
DÍA CUARTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Amabilísima Abogada de los hombres, que obediente a las inspiraciones divinas, os desposásteis con el justo José, no obstante te­ner ofrecida a Dios vuestra virginal pureza, siendo esta voz del Altísimo como un suave Rocío, que en vuestro espíritu fructificó una obediencia fiel y u na esperanza firme de que quedarían ilesos los candores de vuestra pureza; alcanzadnos, Señora, que oigamos con docilidad las inspiraciones del Cielo, para que aprendamos a obedecer con rendimiento la agradable voluntad de nuestro Dios y Señor. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
   
DÍA QUINTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Santísima Emperatriz de los Cielos y la tierra, que cuando humilde orabas por la venida del Mesías prometido en la Ley, se te anunció ser el arca misteriosa que recibiría el celestial Rocío que había de formar la pre­ciosa Margarita de nuestro rescate; haced, Madre adtnirable, que el que se dignó esco­geros para morada suya, y tomar de Vos la carne en que nos redimió, nos conceda el es­píritu de una humildad profunda, con que hu­millándonos bajo su mano poderosa, alcancemos ser exaltados en la celestial Jerusalén de la gloria. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
 
DÍA SEXTO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Clementísimna Senora, que llena del espí­ritu de Dios, caminásteis para hacer felices y dichosos con vuestra visita, así a vuestra parienta Santa Isabel, como a su hijo el Bautista y a Zacarías su esposo, esparciendo sobre ellos el gracioso Rocío de vuestros favores, con que se regocijó en el seno materno el niño precursor, y profetizaron sus padres. Visitadme, Señora, con vuestra beneficencia, para que así consiga que la divina gracia santifique mis pensamientos, palabras y obras para honra y gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA SÉPTIMO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Madre Inmaculada del Salvador del mun­do, que mejor que Gedeón cuando se alegró al ver sobre la yerba el Rocío del Cielo, se regocijó vuestro espíritu al ver entre las pajas de un pesebre al divino Rocío que descen­dió de las alturas para nuestra felicidad: con­seguid, Señora, que demos lugar en nuestros corazones a Rocío tan admirable, para que con su asistencia logremos la victoria de nues­tros enemigos visibles e invisibles, y una feliz muerte que sea la corona de nuestra vida. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
   
DÍA OCTAVO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Prudentísima Virgen, que dando ejemplo­ de veneración y observancia de la divina Ley, aunque en Vos nada había que purificar, pues fuisteis santa, y libre de toda imperfección, así antes de vuestro purísimo parto, como en él, y después de él, os presentásteis ante el Señor en su sagrado Templo con vuestro soberano Hijo Jesús, Rocío que descendió sobre su pueblo, para servirle de mejor maná que lo alimentase: interceded, Consoladora de los afligidos, con vuestro Hijo divino para que nos purifique de todos nuestros defectos. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días.
  
DÍA NOVENO
Por la señal…
Acto de contrición y Oración para todos los días.
   
ORACIÓN
Admirable Madre del Verbo Encarnado, que después de una vida santísima, fuisteis exaltada sobre los coros de los Ángeles al reino de los Cielos, para triunfar graciosa con aquellos soberanos espíritus, gozando no sólo del suave Rocío de la gracia, sino del ímpetu caudaloso del río de la divinidad, que alegra a tu alma purísima como a místi­ca ciudad del Señor; pues sois coronada Reina y Emperatriz de aquella morada felicísima y la criaturra más amada del Criador, alcan ­zadnos de este Señor, a los que en este miserable destierro os imploramos humildes, que después os acompañemos eternamente glorio­sos en la Jerusalén celestial. Amén.
   
Rezar cinco Ave Marías, y pedir la gracia que se desea recibir. La Oración final, el Acto de Fe, Esperanza y Caridad, y los Gozos se dirán todos los días. 
    
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ORACIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN QUE SE DIRÁ TODOS LOS DÍAS CUANDO SE HAGA LA NOVENA DE ROGATIVA POR FALTA DE AGUA, EPIDEMIA O ALGUNA OTRA CALAMIDAD PÚBLICA
Soberana Virgen María, Madre de Dios y Señora nuestra, que no satisfecho vuestro amor, con haber obrado los más inefables prodigios en favor de este pueblo, adoptándolo por vuestro, y dejándole esa sagrada Imagen, que veneramos con el misterioso tí­tulo del Rocío, queréis además manifestarle a sus hijos vuetra ternura, amparando a los infelices que os invocan de todo corazón, socorriendo sus necesidades y consolándo­los en sus mayores aflicciones. Confiados, Señora y Madre nuestra, en que jamás nos habéis desamparado, acudimos ahora a Vos en la presente tribulación, a pediros nos alcancéis del Señor los auxilios de la gracia para salir del pecado y el perdón de las muchas culpas, con que hemos ofendido a vuestro Santísimo Hijo, para que cesando estas causas de la calamidad que padecemos, cesen también los rigores con que la Justi­cia Divina nos castiga: interceded, ¡oh Ma­dre!, por vuestro hijos, que aunque indig­nos de tal nombre lo somos por vuestra elec­ción, para que, libres de los males espirituales y temporales, sirvamos al Señor en santidad y justicia todos los días de nuestra vida, y des­pués tengamos la dicha de veros y alabaros en la gloria. Amén.

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