martes, 1 de noviembre de 2022

CÓMO EVITAR EL PURGATORIO

En cada oración que digas, cada Misa que oigas, cada Comunión que recibas, toda buena obra que hagas, ten la expresa intención de implorar de Dios que te conceda una muerte santa y feliz, y sin Purgatorio.
 
Desea siempre hacer la voluntad de Dios. Es en todo sentido lo mejor para ti. Cuando haces o buscas otra cosa que no sea la voluntad de Dios, está seguro que sufrirás.
 
Evita los pecados mortales y los pecados veniales deliberados, y rompe con todos los malos hábitos. Entonces será relativamente fácil satisfacer a la justicia de Dios por los pecados de fragilidad. Sobre todo, evita los pecados contra la caridad y contra la castidad, sea en pensamiento, palabra u obra, porque estos pecados [y la expiación de ellos] son la razón de por qué muchas almas están detenidas en el Purgatorio por muchos años.
  
Como Él tuvo una Pasión, así cada uno de nosotros tiene una pasión. Nuestra pasión consiste en los sufrimientos y trabajos de cada día. La penitencia que Dios impuso al hombre por el pecado fue ganar su pan con el sudor de su frente. Por ende, hagamos nuestro trabajo, aceptemos sus decepciones y dificultades, y soportemos nuestros dolores en unión con la Pasión de Cristo. Ganamos más mérito por un pequeño dolor que por años de placer.
  
Perdona todas las injurias y ofensas, porque en la proporción que perdonamos a otros, Dios nos perdona.
  
Haz todo lo que esté en tu mano por las Benditas Almas del Purgatorio. Ora por ellas constantemente, y trata que otros lo hagan también. Las Benditas Almas te retribuirán muy generosamente.
  
Si temes hacer mucho, haz muchas cosas pequeñas, actos de amabilidad y caridad, da las limosnas que puedas, cultiva la regularidad de vida, método en el trabajo, y puntualidad en el cumplimiento del deber; no murmures o tr quejes cuando las cosas no son como querías; no censures y te quejes de otros; nunca rehúses un favor a otros cuando sea posible.
 
Una visita diaria al Santísimo Sacramento –necesita solo ser tres o cuatro minutos– es una forma fácil para obtener gracias. De rodillas en presencia de Jesús con los ojos fijos en el Tabernáculo, por algunos minutos repitamos algunas pequeñas oraciones como estas: «Jesús mío, misericordia»; «Jesucristo, Hijo de Dios, tened misericordia de mí, pecador»; «Jesús mío, os amo»; «Jesús, María, os amo; salvad almas»; «Jesús mío, dadme una buena muerte».
  
P. PAUL O’SULLIVAN OP (EDM), Cómo evitar el Purgatorio, cap. XIII. Lisboa, Ediciones Corpo Santo, 1936. Imprimátur por el Canónigo Manuel do Nascimento Anaquim, Vicario General del Patriarcado de Lisboa, 29 de Septiembre de 1936.

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