miércoles, 16 de noviembre de 2022

DESMONTANDO MITOS

Algunas de las imágenes más usadas para sustentar la falacia que la Iglesia Católica apoyaba el régimen nazi son estas fotografías correspondientes al desfile militar en medio del mítin por la Unidad y la Fuerza del partido entre el 4 y el 6 de Septiembre de 1934.
   

¿En verdad se trata de personajes católicos y que representaban su institucionalidad? La respuesta es un rotundo NO. El que tiene las medallas es Ludwig Müller († 1945) que era el Obispo del Reich para los Cristianos Alemanes, esto es, los luteranos que acogieron en sus creencias los postulados del partido Nazi.
   
El otro, con la cruz pectoral, era Albanus –en el siglo Jakob– Schachleiter OSB († 1937),  un abad titular (sin abadía) que había sido suspendido a divínis en 1933 por el arzobispo de Múnich a causa de sus simpatías PERSONALES con el nazismo (aun desde antes de Mit brenneder sorge, la Iglesia condenó la ideología nazi como contraria a ella).
   
¿Cómo llegó un abad a pasar de ser uno de los más famosos (incluso condecorado por San Pío X) a ser suspendido por profesar el nazismo? La respuesta está en que después de la Gran Guerra Europea y la disolución del Imperio Austrohúngaro, el gobierno de la recién creada Checoslovaquia (dirigido por el protestante Tomáš Garrigue-Masaryk Kropaczek) expulsó de su territorio a los alemanes étnicos, medida que afectó al monasterio de Emaús, del que Schachleiter era abad (aun cuando este monasterio era de los pocos que conservaba la liturgia en antiguo eslavo).
   
Otro caso, muy particular, es el de Croacia: 
   
Cabe recordar que si bien los obispos croatas apoyaban la independencia de la Croacia católica frente al dominio de una Yugoslavia gobernada por la iglesia ortodoxa serbia (a la que pertenece la dinastía Karađorđević), no hacían lo mismo ante las políticas del régimen ustachá de Ante Pavelić (Pavelić impuso una política de conversiones forzadas; y el frenesí en las matanzas de serbios fue motivo de reproche por los nazis), tanto que Pío XII no nombró nuncio para el estado títere, sino que siguió reconociendo al gobierno yugoslavo en el exilio. El apoyo a los ustachás se vio más que todo en el bajo clero, particularmente en los franciscanos que se unieron a los ustachás, como Petar "Pero" Brzica (que era novicio para la época), tristemente célebre por matar 1360 serbios en una noche con un cuchillo llamado srbosjek (cortaserbios), o Miroslav Filipović (expulsado de la orden franciscana en 1942 por participar en una masacre donde mataron a 2730 serbios), que era conocido en el campo de concentración de Jasenovac como Fra Sotona (fray satanás).

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