Artículos tomados de distintas fuentes.
1.º LA DIFÍCIL SALIDA DE LAS SECTAS: «NUESTROS PADRES NOS LLEVABAN A LA FUERZA SI NO QUERÍAMOS IR» (Fuente: CADENA SER, España).
«Siempre me he sentido obligado a ir al Camino Neocatecumenal, en mi casa no había otra opción», afirma José González, de 25 años, que vive en Almería. En su familia son catorce, sus dos padres y sus doce hermanos. Todos han pertenecido en algún momento de su vida al Camino Neocatecumenal, pero solo los que siguen viviendo con los padres permanecen en él. En España se estima que unas 100.000 personas pertenecen a grupos ultracatólicos [sic] o ultraortodoxos como por ejemplo: el Opus Dei, los Legionarios de Cristo, o Comunión y Liberación. José estuvo en el camino durante más de ocho años y tras comunicar a sus padres que no quería seguir, tuvo que irse a vivir al extranjero. Muchos de los miembros de estas organizaciones son hijos de familias que nunca han tenido la libertad para decidir por ellos mismos si querían pertenecer esa comunidad o no. Una situación que cada vez es más común y que acaba con muchos de ellos fuera de sus casas y de sus familias.
La mayoría de los miembros de estas organizaciones llegan por el boca a boca. Los padres de José tenían 25 años cuando una prima de la familia les habló del Camino. «Desde que tengo uso de razón, he ido a misa con mis padres y he pertenecido a esta comunidad», recuerda José.
El presidente de la Red de Prevención Sectaria, Juantxo Domínguez, afirma que «muchas veces, de forma muy sutil y controladora, aprovechan cuando son menores de edad para que estas personas se vayan enganchando. El caso del Camino Neocatecumenal es una organización que actúa de forma muy coercitiva».
La familia de Pablo Herrera también perteneció al Camino. Sus padres entraron en los Kikos cuando tenían 33 años, y al igual que los padres de José, los conocieron a través de un familiar. «Nosotros teníamos que obedecer a nuestros padres y si nos decían que teníamos que ir, pues no podíamos decir que no. Muchas veces nos llevaban a la fuerza».
Domínguez dice que el principal problema para controlar a estas organizaciones es la falta de leyes en España: «Nunca ha habido una práctica preventiva e informativa en la variante de estos grupos sectarios».
La rutina de José con su familia siempre era la misma: todas las noches se reunían en el salón para rezar y los fines de semana tenían que acudir obligatoriamente a la misa de la comunidad. Planes comunes para niños de 13 años durante un sábado o un domingo, como ir al parque o al cumpleaños de un amigo del colegio, para José eran una realidad inalcanzable: «Cuando era pequeño nunca podía quedar con mis amigos del colegio, mi vida se basaba solo en estar con gente de la comunidad».
A esa edad, los hijos de los ya miembros de la comunidad comienzan las catequesis y se convierten oficialmente en integrantes del camino. En ese momento, José comenzó una doble vida. «Dentro de casa era una persona que rezaba, que iba a misa y que acudía al camino cuando tocaba, pero cuando salía por la puerta era otra persona. Me iba con mis amigos y disfrutaba. Podía ser yo mismo», confiesa.
El presidente de La Red Sectaria advierte de que estos grupos «limitan la libertad de las personas y sus relaciones personales. Si estás dentro del grupo tienes una libertad controlada, pero si estás fuera del grupo no eres nada ni nadie», sentencia.
Tanto José como Pablo reconocen que durante años estuvieron en el camino por miedo a la reacción de sus padres, hasta que por fin se lo comunicaron. En el caso de José sus padres no le dieron opción: si vivía bajo su techo, no podía dejarlo. «Me dijeron que mis hermanos pequeños podían seguir mis pasos, que tenía que tener cuidado con cómo actuaba, por si ellos repetían mi comportamiento. Entonces, si no quería ir al camino, tenía que irme de casa».
Pablo, por el contrario, decidió obligar a que los propios miembros del camino le echaran. «Hay un paso en el que tienes que comprometerte a dar tu bien más preciado a los pobres. Yo he visto como la gente daba su coche, joyas... lo que fuera. Cuando llegó mi turno me negué y me expulsaron», relata. Pablo consiguió irse de Los Kikos y por consiguiente de su casa. Sus padres no aceptaban que se hubiera ido ni tampoco su condición sexual. «Mis padres no aceptaron que yo era homosexual, pensaban que detrás de mi condición sexual estaba el demonio», afirma.
En la actualidad, José ha recuperado la relación con sus padres. Por el contrario, Pablo vive en Madrid y a través de un blog ayuda a otras personas que quieren salir del camino y que aún no lo han conseguido. «Dejar el camino e irme de casa, comenzar mi vida fue la mejor decisión que pude tomar. Es algo de lo que nunca me he arrepentido», admite.
2.º VISITA A LOS SEMINARIOS ESPAÑOLES ORDENADA POR EL VATICANO SERÍA DIRIGIDA HACIA LOS SEMINARIOS NEOCATECUMENALES Y EL DEL OPUS DEI (Fuente: GLORIA NEWS, ampliada en algunos lugares).
Siguiendo indicaciones de Francisco Bergoglio, el cardenal Lázaro You Heung-Sik, prefecto del Dicasterio vaticano para el Clero, determinó realizar una “visita apostólica” [= comisariamiento] a los cuarenta y cinco seminarios diocesanos de España entre Enero y Febrero del 2023, anunció la Conferencia Episcopal Española el 6 de Noviembre.
La “visita” (que cabe preguntar cómo abarcará tantos seminarios en tan poco tiempo, a menos que las decisiones sean tomadas de antemano) será realizada por los obispones uruguayos Milton Luis Tróccoli Cebedio (58 años, diócesis de Maldonado-Punta del Este-Minas) y Arturo Eduardo Fajardo Bustamante (61 años, diócesis de Salto; hermano del general del Ejército Gustavo Nelson Fajardo Bustamante, ex Jefe del Estado Mayor de la Defensa). Ambos habían sido rectores del Seminario Mayor Interdiocesano “Cristo Rey” de Montevideo.
Como es de suponer, el anuncio ha tomado por sorpresa a los obispos conciliares y rectores de seminarios, particularmente por la indefinición del objetivo de la visita (no obstante según Vida Nueva Digital, la Subcomisión Episcopal para los Seminarios y el secretario del dicasterio Andrés Ferrada Moreira intentaron tranquilizarlos en una reunión en la casa de ejercicios de la Anunciación en Madrid). El asunto fue urdido por la eminencia gris de Bergoglio en España, el sacerdote-presbítero Germán Arana Beorlegui SJ (a pesar que anunció en Agosto su retiro de la vida pública –tomadlo con pinzas–) y el cardenal de Barcelona Juan José Omella y Omella, quienes habrían insistido ante Bergoglio por ello.
En la mira estarían particularmente los catorce seminarios “Redemptóris Mater” del Camino Neocatecumenal en España, y el Seminario Internacional “Bidasoa” en Pamplona, dirigido por el Opus Dei, toda vez que por su estructura, en ellos será más difícil la aplicación de la “Rátio Nacional” de estudios aprobada por la CEE en su Asamblea General de 2019 (siguiendo la “Rátio Fundamentális Institutiónis Sacerdotális” implementada por Roma en 2016) de lo que sería en los seminarios diocesanos (que en todo caso, están lejos del “número moderado” de entre 25 y 30 jóvenes querido por Bergoglio, porque no tienen candidatos).
Un rector de seminario declaró al diario El Confidencial pidiendo reserva de su identidad que cree que la “visita” acabará «imponiendo un proceso de “psicologización” de los seminaristas, que haga, si cabe más complicada, la perseverancia, y provoque una desorientación en cuanto al modelo de sacerdote que quiere la Iglesia», como quiera que la formación en ellos está centrada la dogmática, la espiritualidad y en la liturgia, contrario a lo que Bergoglio quiere (activistas sociales).
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