martes, 29 de noviembre de 2022

CONFLICTO PALESTINO-ISRAELÍ: VATICANO ABANDONA “SOLUCIÓN DE DOS ESTADOS”.

Artículo de Sandro Magister para SETTIMO CIELO.
  
UNA PATRIA COMÚN PARA JUDÍOS Y PALESTINOS. EL VATICANO ABANDONA LA SOLUCIÓN DE LOS DOS ESTADOS
   

Una vez más, en enero de este año, hablando sobre Israel y Palestina al cuerpo diplomático, el papa Francisco dijo que quería «ver a estos dos pueblos vivir en dos Estados uno al lado del otro, en paz y seguridad».
   
Pero hoy no lo repetiría. Porque en los últimos días, por primera vez después de muchas décadas de adhesión constante a la solución de los dos Estados, la Santa Sede ha dicho que ha llegado la hora de «repensar la división». Y de aspirar más bien a «la igualdad de israelíes y palestinos en cualquier marco político en el que pueda evolucionar la situación», incluso en un único Estado.
   
Quién marcó el punto de inflexión fue “La Civiltà Cattolica”, la revista de los jesuitas en Roma publicada con la autorización previa, línea por línea, del Papa y de la Secretaría de Estado, en un artículo fechado el 19 de noviembre con el título: «¿Repensar la división de Palestina?».
    
El autor del artículo es un jesuita con un perfil muy singular, David M. Neuhaus, de familia judía alemana que emigró a Sudáfrica en los años 30, nació en Johannesburgo en 1962, fue enviado a Israel de adolescente para estudiar y allí quedó fascinado por el encuentro con monjas de Rusia, fue bautizado a los 25 años en la Iglesia católica y luego entró en la Compañía de Jesús, primero en Estados Unidos y luego en Egipto, pero siempre siguió siendo judío e israelí, de hecho, desde 2009 hasta 2017 fue vicario del Patriarcado Latino de Jerusalén para los católicos de habla hebrea en Israel, así como profesor en el Pontificio Instituto Bíblico de Jerusalén.
   
El artículo de Neuhaus comienza recordando cuándo y cómo nació la idea de los dos Estados:
«Hace 75 años, el 29 de noviembre de 1947, la Organización de Naciones Unidas aprobó la Resolución 181, que dividió Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe-palestino. El Estado israelí entró a formar parte de la ONU en mayo de 1949. Pero todavía no existe un Estado de Palestina como miembro de pleno derecho, aunque 65 años después de la aprobación de la Resolución 181, el 29 de noviembre de 2012, la ONU concedió a Palestina el estatus de “Estado observador no miembro”, posición que sólo comparte con la Santa Sede».
Treinta años antes, en 1917, la Santa Sede había expresado su oposición a las palabras del ministro de Asuntos Exteriores británico, Lord Arthur Balfour, a favor de «un hogar nacional para el pueblo judío» en Palestina, respetando al mismo tiempo los «derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías» del lugar. Pero en 1947 aprobó la idea de la partición, y aún más gustosamente la del control de la ONU sobre Jerusalén y sus alrededores, como un “corpus separátum” a la espera de un futuro acuerdo negociado.
    
Sin embargo, los dos Estados no llegaron a crearse, ni tampoco el estatus especial para Jerusalén. Los árabes rechazaron la partición y fue a la guerra, ganada por Israel, quien se quedó con el 78% del territorio en disputa. En ese momento, la población total era de unos 1.845.000 residentes: 608.000 judíos y 1’237.000 árabes. De estos últimos, unos 700.000 se vieron obligados a abandonar el territorio ocupado por Israel y llamaron Nakba, catástrofe, a este éxodo forzoso.
   
Pues bien, Neuhaus relaciona la Nakba con la Shoah, el exterminio de los judíos, y es precisamente sobre la ola de este razonamiento que llega a plantear dudas sobre la solución de los dos Estados:
«Muchos insisten sobre el hecho que la Shoah no puede ser comparada con otros acontecimientos, y aquí no pretendemos confrontar con ello. […] Sin embargo, el plan de partición, al proyectar una patria para los judíos sobre la estela de la Shoah con la esperanza de dar espacio también a una patria árabe palestina, puso en marcha a la Nakba. ¿Fue una consecuencia necesaria? El debate académico, político y especulativo que querría responder la pregunta no cambia la realidad derivada de esos eventos: la institución de un Estado definido como judío ha llevado a relegar a los palestinos en los márgenes de la historia. […] La decisión de repartir Palestina, ‘dos Estados para dos pueblos’, se basa precisamente en la convicción post-Shoah que el pueblo judío tiene necesidad de una patria segura y eso no debería significar que los palestinos pierdan la suya. ¿Pero la seguridad judía puede compaginarse con la justicia palestina? ¿La solución de los dos Estados es todavía actual».
Neuhaus responde no a esta última pregunta. Porque «si se observa la realidad sobre el terreno después de décadas de invasión israelí en las tierras ocupadas ulteriormente en la guerra de 1967, con la incesante construcción de asentamientos judíos, carreteras israelíes y otras infraestructuras, la solución de los dos Estados parece hoy poco realista».
   
De hecho, continúa Neuhaus, hay más y peor: «A partir de 2004, algunos han argumentado que el concepto apropiado para definir la situación actual es el de apartheid. En los últimos años, la acusación de que Israel utiliza un sistema de apartheid para dominar a los palestinos se ha extendido incluso a los territorios ocupados en el propio Estado de Israel y su control sobre los ciudadanos árabes palestinos de Israel».
   
En apoyo de esta acusación de “apartheid”, Neuhaus cita una declaración del Consejo Ecuménico de las Iglesias, reunido en Karlsruhe (Alemania), en septiembre de 2022, aunque no compartida por algunos miembros del mismo Consejo.
    
La consecuencia que Neuhaus deriva de este estado de cosas es que en el campo político y diplomático «la atención se está desplazando lentamente hacia un vocabulario que ha mutado», cuya palabra clave es “igualdad”.
    
En su opinión, también la demografía empuja en esta dirección: «hoy en día, siete millones de judíos israelíes y siete millones de árabes palestinos conviven en estos lugares», de los cuales dos millones residen en Israel, aproximadamente una cuarta parte de la población, y «exigen iguales derechos, al tiempo que expresan una creciente decepción con el proceso político que tiene lugar en el país». En consecuencia, «la lucha por la igualdad entre los judíos israelíes y los árabes palestinos es parte integrante del intento de resolver el conflicto en curso».
    
En definitiva, «dado que la eventualidad de la partición –en una realidad en la que Israel casi se ha anexionado la mayor parte de los territorios ocupados durante la guerra de 1967– parece cada día más dudosa, éste podría ser el momento adecuado para reforzar la conciencia de la necesidad de una lucha por la igualdad de israelíes y palestinos, en cualquier marco político en el que evolucione la situación».
    
Ya en 2019, señaló Neuhaus, los obispos católicos de Tierra Santa se mostraban escépticos sobre la solución de los dos Estados y, en cambio, estaban convencidos de que la igualdad de derechos era la solución correcta: «En el pasado vivimos juntos en esta tierra, ¿por qué no podríamos vivir juntos también en el futuro? Esta es nuestra visión de Jerusalén y de todo el territorio llamado Israel y Palestina, que se encuentra entre el río Jordán y el mar Mediterráneo».
     
E incluso el sentimiento mayoritario de los ciudadanos de los dos pueblos ya se ha desviado de la perspectiva de los dos Estados, escribe Neuhaus. «En una encuesta realizada en septiembre de 2022 por el Instituto de la Democracia de Israel, sólo el 32% de los judíos israelíes estaba a favor de dicha solución. Y según una encuesta realizada en octubre de 2022 por el Palestinien Center for Policy and Survey Research, sólo el 37% de los palestinos en Palestina la apoyaban».
    
¿Y los cristianos que residen en la región? Al respecto, el último informe de “Ayuda a la Iglesia que sufre” presenta un cuadro estadístico en dos caras.
   
En el conjunto de Israel y Palestina, donde los judíos constituyen el 49% y los musulmanes el 43,5%, los cristianos representan ahora el 1,5% de toda la población, en números absolutos 217.000, de los cuales algo más de la mitad son greco-católicos melquitas.
    
Pero mientras en Israel hay 182.000 cristianos, el 2,6%, un punto y medio más que el año anterior, en Palestina han descendido precipitadamente, del 18% en 1948 al 1% actual. Y este éxodo suyo parece no tener fin.

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