Traducción del artículo publicado por Brice Michel en LA CONTRERÉVOLUTION EN MARCHE.
LOS DOCE ARTÍCULOS DE FE DEL CREDO MODERNISTA DE JOSEPH RATZINGER, “BENEDICTO XVI”
Bajo
las apariencias conservadoras, presentado por los medios como amigo de
los tradicionalistas, Joseph Ratzinger fue en realidad un modernista
consumado. Presentamos aquí en 12 «artículos» el resumen de su
«profesión de fe» modernista con su presupuesto filosófico fundamental:
el relativismo. Cada uno de estos puntos está ilustrado por citas
tomadas de sus propios escritos/conferencias. Joseph Ratzinger
jamás se retractó de ninguna de estas afirmaciones altisonantes. Todos
estos puntos reflejan un pensamiento eminentemente modernista con la
influencia de filósofos como Kant, Hegel o Heidegger, de teólogos
modernistas como Karl Rahner, Henri de Lubac o Teilhard de Chardin, o
incluso de teólogos protestantes como Karl Barth y Rudolf Bultmann. Cabe
decir que todos estos puntos están en contradicción flagrante con el
Magisterio de la Iglesia y la doctrina católica.
«A partir de él (Hegel), ser y tiempo se imbrican e interpenetran cada vez más en el pensamiento filosófico. El ser es ahora tiempo. […] La verdad es función del tiempo. Lo verdadero no es simplemente verdadero, porque tampoco la verdad es simplemente. Es verdadero en y por un tiempo, porque pertenece al devenir de la verdad, que es en cuanto que deviene». Joseph RATZINGER, Principios de teología católica, 1982, págs. 14- 15.
Credo modernista de Joseph Ratzinger:
1.
La Revelación no es un conjunto objetivo de dones para creer, sino que
depende de la interpretación subjectiva del creyente que la recibe (paso
de la relación entre Dios y la humanidad de un «modelo
de instrucción» a un «modelo de comunicación»)
«del concepto de “revelación” forma siempre parte el sujeto receptor». Joseph RATZINGER, Mi vida: Recuerdos 1927-1977, 1998.
«A la Escritura, pertenece el sujeto que la comprende» (NDLR: no hay distinción objeto/sujeto, ellos se confunde) Joseph RATZINGER, Mi vida: Recuerdos 1927-1977, 1998.
2. La Resurrección de Cristo no fue un acontecimiento histórico, sino un «salto cualitativo»
«Según esto, la resurrección no puede ser acontecimiento histórico en el mismo sentido en que lo es la crucifixión. Tampoco ha sido descrita a través de una narración propiamente dicha. El instante en que sucede se delimita con la locución escatológico-figurativa “al tercer día”». Joseph RATZINGER, Principios de teología católica – Ensayos y materiales, 1985, pág. 208
«La resurrección no es un acontecimiento histórico del mismo tipo que el nacimiento o la crucifixión de Jesús». Es «un salto cualitativo». Joseph RATZINGER, Jesús de Nazaret (tomo II), 2007, pág. 308.
« … Con la resurrección de Jesús, no ha sido revitalizada una persona cualquiera fallecida en algún momento, sino que con ella se ha producido un salto ontológico que afecta al ser como tal, se ha inaugurado una dimensión que nos afecta a todos y que ha creado para todos nosotros un nuevo ámbito de la vida, del ser con Dios». Joseph RATZINGER, Jesús de Nazaret (tomo II), 2007, pág. 274
«Como resultado común de todas estas tentativas, ha quedado la impresión de que, en cualquier caso, sabemos pocas cosas ciertas sobre Jesús, y que ha sido sólo la fe en su divinidad la que ha plasmado posteriormente su imagen. ¿Es el Jesús de la historia el que ha dado nacimiento al Cristo de la fe –es bien entendida la postura clásica de la Iglesia católica (y de las otras iglesias cristianas)– o bien es el Cristo de la fe que ha hecho aparecer un Jesús histórico?» Joseph RATZINGER, Jesús de Nazaret (tomo I), 2007, pág. 7.
Recordatorio del Magisterio de la Iglesia Católica: «La Resurrección del Salvador no es propiamente un hecho histórico, sino de orden meramente sobrenatural, ni demostrado ni demostrable, que la conciencia cristiana fue poco a poco derivando a partir de otros hechos» —CONDENADO por el papa San Pío X, Decreto “Lamentábili sane éxitu” (1907).
- Nota: para profundizar sobre este tema (en inglés): «Deniers of the Resurrection: Walter Kasper, Gerhard Müller, Joseph Ratzinger» en Novus Ordo Watch.
3. Jesucristo representa el polo de convergencia de la
evolución humana, el «Punto Omega» (referencia a la teoría del «Cristo
cósmico» de Teilhard de Chardin)
«La fe ve en Jesús al hombre en el que, hablando según el esquema biológico, se ha realizado la próxima etapa de la evolución; al hombre en quien ha tenido lugar la ruptura del modo limitado de ser del hombre, de la inclusión monádica» Joseph RATZINGER, Introducción al cristianismo, 1968, pág. 194.
4. La Ascensión de Nuestro Señor no era un movimiento de
ascensión, sino solamente el fruto de la «proximidad permanente» de los
discípulos con Jesús. Es una «experiencia»
«La “ascensión” [siempre entre comillas] no es un marcharse a una zona lejana del cosmos, sino la permanente cercanía que los discípulos experimentan con tal fuerza que les produce una alegría duradera» Joseph RATZINGER, Jesús de Nazaret (tomo II), 2011, pág. 318.
5. Las Sagradas Escrituras no enseñan la resurrección de los cuerpos
“San Pablo no enseña la resurrección de los cuerpos sino la de las personas, y esta no es por una reconstitución de los “cuerpos de carne”, es decir, de los compuestos biológicos, lo que él declara expresamente imposible, sino según un modo nuevo de vida resucitada tal que es prefigurada en nuestro Señor» Joseph Ratzinger, La foi chrétienne hier et aujourd’hui, 1968 p. 277
«la predicación de la resurrección bíblica. Su contenido esencial no es la representación de una restitución de los cuerpos a las almas después de un largo período intermedio. Su sentido es más bien decir al hombre que él mismo sobrevivirá, no por poder propio, sino porque Dios lo ha conocido y amado de tal manera que no pueda perecer más» Joseph RATZINGER, Introducción al cristianismo, 1968, pág. 273
6. La fe católica no es una adhesión firme de la
inteligencia a las verdades reveladas para realizar su salvación, sino
la experiencia del «encuentro con Jesús» «que hace que valga la pena vivir la vida».
«La fe cristiana es un encuentro con el hombre Jesús, y en ella descubre en tal encuentro que el sentido del mundo es una persona. Jesús es el testigo de Dios, o mejor: es la presencia del mismo eterno en este mundo. En su vida y por la donación total de sí mismo por los hombres, el sentido de la vida se revela como una presencia, bajo la forma del amor, que me ama a mí también y que hace que valga la pena vivir la vida». Joseph RATZINGER, La fe cristiana ayer y hoy, págs. 36-37
7. El Magisterio de la Iglesia es evolutiva: la condenación
de la libertad religiosa y el juramento antimodernista eran
disposiciones provisionales y pertenecientes ahora al pasado.
«El texto de la instrucción sobre “la vocación eclesial del teólogo” [1] afirma –puede se por primera vez de una forma tan clara– que existen decisiones del magisterio que no pueden constituir la última palabra sobre una materia como tal, sino un estímulo sustancial respecto al problema, y sobre todo una expresión de prudencia pastoral, una suerte de disposición provisional. Su sustancia permanece válida, pero los detalles sobre los cuales las circunstancias temporales han ejercido una influencia pueden tener necesidad de rectificaciones posteriores. En este orden, se puede pensar así también de las declaraciones de los papas del siglo pasado sobre la libertad religiosa como de las decisiones antimodernistas de comienzos de este siglo, en particular a las decisiones de la Comisión bíblica de la época. En tanto como grito de alarma ante las adaptaciones precipitadas y superficiales, ellas son plenamente justificadas; una personalidad como Johann Baptist Metz dijo, por ejemplo, que las decisiones antimodernistas de la Iglesia le han hecho el gran servicio de preservarla de hundirse en el mundo liberal-burgués. Pero en los detalles relativos a los contenidos, ellas han sido superadas, después de haber cumplido su deber pastoral en un momento preciso» Joseph RATZINGER, Iglesia y teología, París, 1992, págs. 90-91
Nota: San Pío X excomulgó a los contradictores de
lo que el cardenal Ratzinger llamó las decisiones antimodernistas de
comienzo de siglo:
«Además, con el fin de reprimir los espíritus cada día más audaces de los modernistas que con sofismas y artificios de todo género se empeñan en quitar fuerza y eficacia no sólo al Decreto Lamentábili sane éxitu, que el 3 de julio del presente año [1907] publicó por mandato Nuestro la Santa Romana y Universal Inquisición, sino también a nuestra Carta Encíclica Pascéndi Domínici gregis, fecha a 8 de septiembre de este mismo año, por nuestra autoridad apostólica reiteramos y confirmamos tanto el Decreto de la Congregación de la Sagrada Suprema Inquisición, como dicha Carta Encíclica nuestra, añadiendo la pena de excomunión contra los contradictores, y declaramos y decretamos que si alguno, lo que Dios no permita, llegare a tanta audacia que defendiere cualquiera de las proposiciones, opiniones y doctrinas reprobadas en uno u otro de los documentos arriba dichos, queda ipso facto herido por la censura irrogada por el capitulo Docéntes de la Constitución Apostólicæ Sedis que es la primera de las. excomuniones latæ senténtiæ simplemente reservadas al Romano Pontífice. Esta excomunión ha de entenderse a reserva de las penas en que puedan incurrir quienes falten contra los citados documentos como propagadores y defensores de herejías, si alguna vez sus proposiciones, opiniones o doctrinas son heréticas, cosa que sucede más de una vez con los enemigos de ese doble documento y, sobre todo, cuando propugnan los errores de los modernistas, es decir, la reunión de todas las herejías» Motu proprio Præstántia Scriptúræ 18 novembre 1907, Documents pontificaux de Sa Sainteté saint Pie X. Versalles, Éd. du Courrier de Rome, 1993, tomo I, págs. 487-488.
8. La unidad de la Iglesia no existe, queda para cumplir.
El ecumenismo es el camino hacia la unificación de las «iglesias
separadas».
«Dios es el primer agente de la causa ecuménica» y «el ecumenismo es más que nada una actitud fundamental, un modo de vivir el cristianismo. No es un sector particular, al lado de otros sectores. El deseo de la unidad, el empeño por la unidad pertenece a la estructura del mismo acto de fe porque Cristo vino para reunir en conjunto a los hijos de Dios que estaban dispersos». Extractos de la Intervención del “Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”, Joseph Ratzinger, el 29 de Enero de 1993, en Roma, en el Centro Evangélico de Cultura de la comunidad valdense local publicado en la Revista “30 días”, ed. francesa, n.º 2, Febrero de 1993, p. 68
«la finalidad última es, obviamente, la unidad de las iglesias en la Iglesia única»: (Extractos de la Intervención del “Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”, Joseph Ratzinger, el 29 de Enero de 1993, en Roma, en el Centro Evangélico de Cultura de la comunidad valdense local publicado en la Revista “30 días”, ed. francesa, n.º 2, Febrero de 1993, p. 66).
Es «la unidad de la Iglesia de Dios a la cual tendemos» (Extractos de la Intervención del “Cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”, Joseph Ratzinger, el 29 de Enero de 1993, en Roma, en el Centro Evangélico de Cultura de la comunidad valdense local publicado en la Revista “30 días”, ed. francesa, n.º 2, Febrero de 1993, p. 67)
Nota: El texto integral de las intervenciones de Ratzinger y del
profesor valdense Paolo Ricca fue publicada en la revista “30 jours” n.°
2, febrero de 1993, bajo el título editorial (pero significativo) de
“Ratzinger, el prefecto ecuménico” [3].
9. La fe auténtica no es exclusividad del
catolicismo sino que es común a todas las religiones y ella no se revela
plenamente sino por el diálogo interreligioso.
«Karl Barth [un teólogo protestante] distinguía en el cristianismo la religión de la fe… [Él] tenía razón en la medida que la religión del cristiano puede sucumbir a la enfermedad y devenir superstición: la religión concreta en la cual la fe es vivida debe continuamente purificarse en la base de la verdad, esta verdad que se muestra, por una parte, en la fe y, por otra parte, se revela nuevamente por el diálogo, nos permite reconocer su misterio y su infinidad» Joseph RATZINGER, La única alianza de Dios y el pluralismo de las religiones, 1999, pág. 111.
«La proclamación del evangelio debe necesariamente ser un proceso de diálogo. No le decimos al otro algo que le sea totalmente desconocido; abrimos totalmente la profundidad oculta de algo en la cual, en su propia religión, él ya está en contacto» Joseph Ratzinger, L’unique alliance de Dieu et le pluralisme des religions, 1999
«Yo aprendería mejor mi propia verdad si comprendo la otra y si me dejo conducir por el camino de Dios siempre más grande, cierto que no soy dueño de toda la verdad sobre Dios entre mis manos sino que siempre soy un aprendiz, en peregrinación hacia ella, en un camino que no tiene fin» Joseph Ratzinger, L’unique alliance de Dieu et le pluralisme des religions, 1999
«El diálogo de las religiones debe devenir más y más en una escucha del Logos, que nos indique, en medio de nuestra separación y de nuestras afirmaciones contradictorias, la unidad que nosotros participamos antes» Joseph Ratzinger, L’unique alliance de dieu et le pluralisme des religions, 1999
10. La misa no es la renovación incruenta del Sacrificio de la Cruz sino una «liturgia cósmica» para «transformar
el mundo».
«La función del sacerdocio es consagrar el mundo para que se transforme en hostia viva, para que el mundo se convierta en liturgia: que la liturgia no sea algo paralelo a la realidad del mundo, sino que el mundo mismo se transforme en hostia viva, que se convierta en liturgia. Es la gran visión que después tuvo también Teilhard de Chardin: al final tendremos una auténtica liturgia cósmica, en la que el cosmos se convierta en hostia viva. Roguemos al Señor que nos ayude a ser sacerdotes en este sentido, para contribuir a la transformación del mundo, a la adoración de Dios, empezando por nosotros mismos» Homilía, Celebración de las vísperas con los fieles de Aosta, 24 de Julio de 2009[4]
11. Siendo la verdad relativa, la Iglesia no tiene
legitimidad particular para interpretar las Escrituras, y no es por
derecho divino la regla próxima de la fe. Ella tiene un simple poder de
exhortación
«… la fundamentación mediante la teoría del conocimiento kantiana está siempre implícitamente presente, como acceso hermenéutico incuestionable a la crítica… la autoridad de la Iglesia no puede imponer sin más que se deba encontrar en la Sagrada Escritura una cristología de la filiación divina [c’est-à-dire que Jésus-Christ est aussi le Fils de Dieu]. Pero sí que puede y debe invitar a examinar críticamente la filosofía del propio método» Conferencia del cardenal Joseph Ratzinger en el encuentro de presidentes de comisiones episcopales de América Latina para la doctrina de la fe (Guadalajara, Méjico, Mayo de 1996)». El título de la conferencia fue: «El relativismo ha devenido el principal problema actual en lo que concierne a la fe y la teología»[5]
12. Él hizo reconciliar la Iglesia con el mundo de la Revolución y el espíritu moderno
«Si se desea emitir un diagnóstico global sobre este texto (Gáudium et spes), podría decirse que significa (junto con los textos sobre la libertad religiosa y sobre las religiones mundiales) una revisión del Sýllabus de Pío IX, una especie de Antisýllabus. Contentémonos aquí con la comprobación de que el documento juega el papel de un Antisýllabus y, en consecuencia, expresa el intento de una reconciliación oficial de la Iglesia con la nueva época establecida a partir del año 1789. Sólo este modo de ver las cosas explica por un lado el complejo de ghetto mencionado al principio. Sólo así se puede entender, por otra parte, el sentido de esta notable contraposición de Iglesia y mundo: por “mundo” se entiende básicamente el espíritu de la edad contemporánea, frente al cual la conciencia de grupo eclesial se experimentaba como sujeto aparte que, abandonando una situación de guerra —caliente o fría— pugnaba por el diálogo y la colaboración» Josef Ratzinger, Les principes de la théologie catholique, Paris, Téqui, 1985, p.427
«Debe añadirse, en honor a la verdad, que el clima de todo el proceso estaba decisivamente marcado por el espíritu de Gaudium et spes. El sentimiento de que ya no deben alzarse más muros de se-paración entre la Iglesia y el mundo y de que todo dualismo, ya sea cuerpo-alma, Iglesia-mundo, naturaleza-gracia o incluso Dios-mundo, es malo, este sentimiento se fue convirtiendo en creciente medida en la auténtica fuerza impulsora y directora del conjunto.» [p. 428-429]. Josef Ratzinger, Les principes de la théologie catholique, Paris, Téqui, 1985
«…es el mérito de la Ilustración elhaber propuesto nuevamente estos valores del cristianismo y de haber restituido toda su voz a la razón. El Concilio Vaticano II, en la Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno, ha puesto en evidencia esta profunda correspondencia entre el cristianismo y la Ilustración, intentando llegar a una verdadera conciliación entre la Iglesia y la modernidad, que es el gran patrimonio que deben salvaguardar cada una de las dos partes. Adquirida esta, es necesario que las dos partes reflexiones sobre sí mismas y estén prestas a corregirse» Conferencia pronunciada por el cardenal Ratzinger en el Monasterio de Subiaco, 1 de Abril de 2005 [6]
BONUS: La fidelidad a la tradición y el rechazo de la evolución de los dogmas revela un «fanatismo sectario» (o el mito de Ratzinger: «mejor amigo de los tradicionalistas»)
«Es preciso precaverse de descalificar tales procesos [de oposición al Vaticano II]. Es indudable que hay aquí zelotismo sectario, que es el polo opuesto del catolicismo. Nunca se ofrecerá demasiado resistencia a esta tendencia» Joseph RATZINGER, Principios de teología católica, Ignatius Press, 1987, pp. 389-90;. Original alemán: Katholische Prinzipienlehre, 1982)
NOTAS
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