lunes, 16 de enero de 2023

SOBRE RATZINGER NEOMODERNISTA

Traducción de la carta de Andrea Mancinella, ermitaño de la diócesis de Albano, a Aldo Maria Valli, publicada por este último en DUC IN ALTUM.
Querido Aldo Maria Valli,
  
permítame una reflexión sobre cuanto fue escrito por Fabio Battiston en el artículo publicado por Duc in altum e intitulado Ratzinger golpeado en el corazón. Sobre las posiciones de Enrico Maria Radaelli.
  
El hecho es que el señor Battiston no sabe muchas cosas sobre Ratzinger, como en cambio las sabe el profesor Radaelli, y como las sabe también el suscrito.
  
Ratzinger fue, en el Concilio Vaticano II, uno de los teólogos más jóvenes (después de Hans Küng, el más joven en absoluto) pero también más extremistas, en el sentido neomodernista.
   
Tanto que cuando el grupo de observadores protestantes invitado al Concilio por el Papa Pablo VI debía escoger a alguien para presentar a los Padres conciliares un documento suyo, en el que sugerían usar la expresión “subsístit in” en lugar de “est” (en referencia a la Iglesia católica, que según ellos solo estaría “subsistiendo” en la Iglesia de Cristo en vez de “ser” la Iglesia de Cristo) eligieron como intermediario precisamente a Joseph Ratzinger, el cual entregó la petición de los herejes a su obispo, el cardenal de Colonia [Josef] Frings.
  
La propuesta fue después desgraciadamente aprobada por los Padres (el episcopado alemán tenía también entonces, como hoy, gran peso entre los obispos, sin embargo), y así hoy tenemos un Concilio ecuménico que contiene al menos una idea claramente protestante (el documento Lumen géntium en el capítulo 8). Pero contiene también otras cosas pésimas.
  
Y el conocido profesor [Karl] Barth, luterano, uno de los observadores mencionados, en una entrevista posconciliar a una pregunta del periodista que manifestaba, como hace hoy Battiston, asombro por la elección de Ratzinger tan “tradicional” (según él), Barth respondió: “Oh, no. Era extremadamente progresista…”.  Y él, como también los otros protestantes de su grupo, se entendía.
  
Pero –dirá el señor Battiston– aquél era el Ratzinger “joven”. Después devino “sabio y tradicional”.
  
Es realidad en cambio que él no ha cambiado nunca sus posiciones neomodernistas “conciliares”.
  
En el libro Informe sobre la fe, publicado con gran rumor en los años ochenta editado por Vittorio Messori, y que no fue muy entendido, Ratzinger confesaba abiertamente, respecto a sus relaciones posteriores con sus colegas en el Vaticano II (por ejemplo, Hans Küng o Karl Rahner): “No he cambiado yo: ellos cambiaron”. Esto es, sigo siendo el neomodernista de entonces, mientras “ellos” han comenzado, después del Vaticano II, a correr muy en avanzada. Él, en cambio, estaba por “una evolución tranquila de la doctrina”.
  
¿Entendido, señor Battiston? Solo cuestión de velocidad, no de contenidos.
  
No por casualidad –y aquí me estoy limitando solo al argumento del Vaticano II– precisamente en el último discurso de tornada antes de la abdicación, Ratzinger hizo un verdadero y cabal panegírico del Concilio, aquel Concilio que lo había visto como uno de los protagonistas más inflamados, sosteniendo –cómicamente, debo decirlo, me disgusta– que la culpa del desastre en la Iglesia católica poco después del Vaticano II debía investigarse no en el Concilio mismo ni mucho menos en los líderes de la Iglesia (papas, cardenales y obispos conciliare) sino –contened las risas, amigos– en los “grandes medios”.
    
En resumen, si la Iglesia después del Concilio cayó en pedazos, la culpa fue de los periodistas.
  
No me desvío. Para quien quiera, estará mi libro, escrito hace trece años, sobre la crisis de la Iglesia católica antes, durante y después del Concilio Vaticano II. El último párrafo concierne precisamente a Ratzinger, aun si en síntesis, como el resto del libro trata también de los otros elementos del rompecabezas eclesial que intenta reconstruir.
  
El libro se intitula 1962. Rivoluzione nella Chiesa, editado por Civiltà de Brescia. Me parece que ahora esté agotado, pero aquella editorial proporciona, totalmente gratis, una versión en PDF también imprimible, aquí.
  
Son más de trescientas páginas, pero mi estilo es periodístico, por lo que es de fácil lectura.

Si quiere, el señor Battiston (y también Vd., querido Valli, como también otros eventuales lectores) puede darle una mirada, aun si yo aconsejo la lectura completa. Así se tendrá una visión bastante detallada del iter revolucionario en la Iglesia, desde los precursores modernistas de fines del siglo XIX y comienzos del XX hasta, precisamente, el pontificado ratzingeriano.
  
De la venta de mi libro (publicado también en francés y en polaco) no he obtenido absolutamente nada, porque he renunciado espontáneamente a los derechos de autor.
  
¡Cordiales saludos en Jesús, María Santísima y San José!
  
Don Andrea Mancinella
Ermitaño diocesano de Albano

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