«El catolicismo con su credo, mandamientos, etc., es una entidad tan orgánica, tan viva, tan coherente, tan unificada, que no tolera que se niegue una sola de sus partículas sin que incoativamente se esté negando el todo. Pongamos por caso: quien se oponga a la existencia del infierno, siendo que Cristo lo afirmó multitud de veces, ha imputado de error o mentira al mismísimo Jesucristo; luego, ya no es posible creer que sea el Verbo Infalible, y por ende, cuanto Él reveló, ya no es creedero. Se viene abajo íntegro el cristianismo. ¿Qué será, pues, cuando no una cuestión, sino un sistema entero lo contradice? Requiere la índole orgánica del catolicismo que completo se tome, o completo se deje… ¡a lo valiente!
¿Será por tanto mucho pedir que siquiera se llamen de otro modo los progresistas? Para ideas nuevas, nombre nuevo. Un mismo nombre es piedra de confusión.
Confusión es el demonio, porque Dios es claridad.
Y aquí arribamos al meollo, causa y fuente de la tragedia que hoy abate a la Iglesia: “El humo de Satanás”.
El humo ciega, hace que con su tiniebla confundamos lo que se suyo es diferente. Por eso ya no acertamos a distinguir entre la verdad y el error, entre el bien y el mal, entre la prudencia y la cobardía, entre lo sagrado y lo profano, entre el Hombre y Dios, entre la Iglesia y el progresismo, entre el Altísimo y el Adversario. Ya no captamos la antítesis. Caminamos a ciegas, a tientas, entre la calígine que “se filtró por alguna grieta”…
Sin dificultad se colige de los acontecimientos actuales, que nos hablamos históricamente ante un cambio de dioses: terminó el reinado de Yahvé Dios y comienza el de Luzbel. ¿Qué será del puñadito de leales al Señor? ¿Dónde se refugiarán? ¿Les aguarda el martirio?
Dice el profeta: Cesará el sacrificio (¿la Misa?) y se instalará en el lugar santo la abominación desoladora (Daniel).
Por un lado asistimos al ataque furibundo contra Dios y su Esposa, la Iglesia; mas, por otro lado, también asistimos al culto práctico de Satán.
El ocultismo cunde con una celeridad que no hubiéramos imaginado hace quince años. Pululan las instituciones esotéricas equívocas: desde la semiinocente academia de yoga y control mental, hasta las sociedades teosóficas, masónicas, espiritistas, del Zen, de la vida impersonal, etc.; junto a las drogas místicas, los horóscopos, la quiromancia; y por encima de todo, el movimiento hippie, que entonó en Avándaro —en cientos de miles de bocas— el escalofriante himno a Lucifer. ¡Ni qué decir de los macabros ritos de hechicería!
Liturgia que se está haciendo habitual en el sur de Estados Unidos y en muchas ciudades europeas o sudamericanas, y que incluye con frecuencia hasta sacrificios humanos. Satanás ya tiene dos catedrales: una en Hollywood y otra en Nueva York.
Desde que se inició la Era de Acuario, anunciaron dichas personas que nos hallábamos en el umbral de una maravillosa era mística. Resultó verdad. Pero es mística demoníaca.
El mundo no cree en Dios, pero hoy está segurísimo de la existencia de Satanás.
Si el clero progresista se hubiera propuesto de verdad el aggiornamento, estarían los sacerdotes hablando con el lenguaje de hoy: el místico. Esto es lo actual. Es el tema de nuestro tiempo. En los círculos mundanos ya se refieren con naturalidad hasta al exorcismo. Así que los sacerdotes que de veras se hubieran puesto al día, se hallarían ahora muy ocupados enderezando lo torcido de esta fascinación que hoy todos sienten por los fenómenos parapsicológicos y lo sobrenatural. Enseñarían al mundo los caminos —¡tan conocidos y caros al catolicismo!— que trazaron los eremitas, los monjes de vida contemplativa; o más puntualmente, no se les caerían de la boca las Moradas de Santa Teresa y el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz.
¡Pero no! No se escucha nada de eso. Por lo contrario, el clero progresista, que tanta alharaca hace del aggiornamento, se coloca en una posición de ayernamiento, pues su lenguaje es freudiano, marxista, evolucionista, como si aún viviéramos en el siglo XIX o principios del XX, y nuestro mundo de hoy fuera el positivista y materialista de ayer. No; hoy es esotérico, orientalista y satánico. Andan los progresistas muy regresistas, muy anticuados, enteramente “fuera de onda”.
Se vino derrumbando el teocentrismo desde las vísperas del Renacimiento. Hoy yace abatido. Y, por lo pronto, es el Hombre el que usurpa el trono de Su Divina Majestad Yahvé Dios. Mas el régimen humano representa mero gobierno de transición, nada más que interino: el destinado a imperar es el demonio. Rápidamente él hace campaña electoral en todos los niveles sociales y por todos los rincones del planeta…
“¡Hasta en el lugar Santo!”… “El humano de Satanás se ha infiltrado por alguna grieta de la Iglesia misma” (sic).
Yo puedo estar equivocada, mas, ¿también lo estará S.S. Paulo VI? Las palabras son suyas».
EMMA GODOY LOBATO, Carta al Ilmo. Señor Octaviano Márquez, Arzobispo de Puebla (1974), Méjico D.F.
Perdón mi ignorancia, quién fue Ema Godoy Lobato?
ResponderEliminarEmma Godoy Lobato (1918-1989) fue una escritora, filósofa, psicóloga, pedagoga y locutora mejicana. Se distinguió por liderar la defensa de la dignificación de la vejez.
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