miércoles, 25 de enero de 2023

WOJTYLA SABÍA DE CASOS DE PEDERASTIA EN SU ARCHIDIÓCESIS DE CRACOVIA

ADVERTENCIA: El presente artículo contiene elementos que pueden perturbar a personas susceptibles, por lo que se recomienda encarecidamente la discreción del lector.
  
El periodista neerlandés residente en Polonia Ekke Overbeek publicó el 29 de Diciembre de 2022 evidencia que Juan Pablo II Wojtyła encubrió delitos sexuales cometidos por su clero cuando servía como arzobispo de Cracovia, y ayudó a que estuvieran impunes.
  
Overbeek revisó durante tres años los archivos del antiguo Servicio de Seguridad (en polaco Służba Bezpieczeństwa), la policía secreta de la Polonia comunista, y encontró diez casos bien documentados de abuso por presbíteros bajo la jurisdicción de Wojtyła: «Encontré casos concretos de presbíteros que abusaron de niños en la archidiócesis de Cracovia donde el futuro papa fue arzobispo. Incluso a los perpetradores se les permitía continuar trabajando en otras diócesis. El futuro papa lo sabía, y sin embargo trasladó a estos hombres. Eso condujo a nuevas víctimas», dijo al medio neerlandés Nieuwsuur.
  
Overbeek mencionó que si bien «casi todos los documentos que se han recopilado directamente de Wojtyła fueron destruidos», el otrora arzobispo cracovience es mencionado en los documentos que han sobrevivido, y juntándolos «son piezas de un rompecabezas que forman la imagen de cómo manejó el abuso de menores por sacerdotes».
   
Uno de estos casos, que abordará en su libro Máxima culpa fue el de Józef Loranc. Nacido en 1932 y ordenado sacerdote el 22 de Junio de 1958 por el arzobispo Eugeniusz Baziak, trabajó en las parroquias de Bestwina (1958-1961), Rybna (1961-1963), Dobczyce (Agosto-Septiembre de 1963), Wieliczka (1963-1965), Kobierzyn (1965-1968), y Jeleśnia (Septiembre de 1968-1 de Marzo de 1970). Los informes en el expediente mencionan Loranc no tenía anotaciones de sus anteriores parroquias, donde sirvió particularmente como catequista.
  

Ficha policial de Józef Loranc.
   
El 5 de Marzo de 1970, el jefe del Departamento IV de la SB del Cuartel General Provincial de la Milicia Ciudadana en Cracovia (KWMO) recibió una nota de varias páginas, que contenía una conversación que un empleado de la SB mantuvo en el Comité Poviat del Partido de los Trabajadores Unidos de Polonia en Żywiec. El informe concluía así: «El maestro de religión en el pueblo de Mutne, el vicario parroquial, mientras enseña religión en la capilla parroquial de Jeleśnia, corrompe a los niños y tiene actividades lascivas con niñas menores de edad». Al día siguiente, la policía secreta se moviliza para entrevistar al rector de la escuela parroquial de San Adalberto, quien afirmó «estar totalmente enterado del asunto», porque había hablado con las madres de varios alumnos, y se enteró que Loranc
«mientras enseña religión en la capilla parroquial local, elige a las niñas más lindas de los grados I–VIII [En realidad eran alumnas de los grados I–V, N. del E. polaco] y las sienta en el primer banco y luego, simulando jugar al “escondite” con la niña, cubre a la niña con una sotana o abrigo, pone una pierna en el banco, luego pone el miembro en la boca de una niña determinada, pone las manos de la niña sobre el miembro, las hace jugar con él, frotándolo contra el cuello y la cara de la niña. Esta práctica, como resulta del reconocimiento de ambos Directores de Escuelas, se inició desde el inicio del presente año escolar, prolongándose hasta la actualidad. En ese momento, el p. Loranc ordenó cortinas en las ventanas de la capilla de Mutne, para no ser visto por otras personas cuando “jugaba” con las niñas. El p. Loranc mantenía relaciones lascivas con más de una decena de alumnas de todos los grados, escogidas particularmente por su belleza y pureza».
Los hechos salieron a la luz accidentalmente a fines de Febrero, cuando una de las niñas le contó a un familiar mayor que Loranc las ponía a jugar con algo que se sacaba de los pantalones y se lo ponía en la boca. El comentario llegó a todas las madres de familia del pueblo, quienes fueron a quejarse el 28 de Febrero ante el párroco de Jeleśnia, el P. Félix Jura (1912-2008), el cual las ordenó guardar silencio.
   
El 10 de Marzo de 1970, la KWMO de Cracovia desarrolló un plan de actividades investigativas, acordando que el fiscal, el jefe del departamento de investigación junto con un oficial, un representante de la junta escolar, un psicólogo y un oficial del Departamento IV del Servicio de Seguridad irían a Jeleśnia a entrevistar a las víctimas y sus madres. Sin embargo, solo fueron el fiscal y el psicólogo, y las entrevistas fueron hechas el 12 de Marzo en el Presídium del Consejo Nacional Municipal en Jeleśnia. Las declaraciones fueron grabadas y transcritas, y el fiscal adjunto de la Fiscalía Provincial de Cracovia abrió investigación contra Loranc por corrupción de menores y actos lascivos en presencia de menores de 15 años.
  
Desde el aspecto canónico, el padre Jura recibió a las mujeres y sus hijas en la rectoría parroquial, y si bien las primeras tenían cierta vergüenza en contar los hechos, halló justificadas las denuncias. Al día siguiente, viajó a Łodygowice y le contó al padre Jan Marszałek, decano de Żywiec-Północ, sobre el asunto, y este le ordenó dirigirse inmediatamente a Cracovia. Jura regresó a su parroquia, y confrontó a Loranc: «Cuando le presenté todo el asunto, se echó a llorar y declaró: “Realmente crucé la línea de la decencia”. Vi que estaba mentalmente quebrantado, golpeó su frente con la mano y pronunció las palabras: “¿cómo pudo suceder esto?”», refirió el párroco.
  
El 2 de Marzo, los dos clérigos fueron a la Curia arzobispal de Cracovia. El padre Jura le contó a Wojtyła sobre la conducta de Loranc. El cardenal estaba impactado, y no podía creer que Loranc había llegado hasta ese extremo. Este entró al despacho del cardenal, confirmando el relato. Karol Wojtyła resolvió que Loranc no podía seguir ejerciendo en Jeleśnia, y lo envió a casa de su madre en Łodygowice mientras tomaba una decisión. Poco después, Loranc fue suspendido de su ministerio y enviado al monasterio cisterciense de Mogiła mientras se realizaba la investigación canónica, decisión que le fue notificada por Jan Pietraszko, obispo titular de Torreblanca (Túnez) y auxiliar de Cracovia.
 
En el monasterio de Mogiła, Loranc fue arrestado por la policía secreta el 18 de Marzo. La SB llevó a cabo el operativo luego que un agente con el nombre clave “Ludwik” (¿quizá un monje?) telefoneó al comando central en Nowa Huta diciendo la contraseña: «El libro que me pediste está disponible para recogerlo». En el primer interrogatorio, Loranc reconoció sus crímenes:
«Ni siquiera puedo explicarme cómo pudo haber sucedido lo que hice, pero hoy me arrepiento de lo que hice. Si no recuerdo mal, pudo haber ocurrido unas seis veces en total, y solo en el centro de catequesis de Mutne, cometí actos lascivos con niñas de las clases V y III, no recuerdo si también en la clase IV. Llegaba a las clases de religión en verano con un abrigo de nailon y en invierno con un abrigo de piel o un abrigo de invierno. Cometí actos lascivos con las niñas de tal manera que, para ocultarlo al resto de los niños, cubrí las manos de las niñas con un abrigo, y así me pareció, y hasta estaba convencido, que ninguno de los otros niños presentes en la clase de religión veía lo que estaba haciendo».
Loranc dijo que siempre lo hacía con las mismas chicas, pero las minutas recogen que hubo un punto en que no podía poner en orden sus pensamientos, por lo que no se continuó el interrogatorio.
   
Luego se escuchó a los testigos, y el clérigo fue enviado para observación psiquiátrica al hospital de Kobierzyn y Morawica, cerca de Kielce. Los peritos dijeron que al momento de cometer los delitos tenía «plena capacidad para reconocer la trascendencia de esos hechos y tenía plena capacidad para dirigir su conducta». Un experto psicólogo afirmó que el sacerdote se caracteriza por un «alto nivel intelectual».
  
Loranc fue acusado por corrupción de menores y actos lascivos en presencia de menores de 15 años ante la 4.ª Sala de lo Penal del Tribunal Provincial de Cracovia el 12 de Junio de 1970, y el 10 de Septiembre (la ficha conservada en la Oficina “C” del Ministerio del Interior tiene la fecha 23 de Junio), en una audiencia reservada (ni siquiera se permitió la entrada a los agentes de la SB), fue condenado a una pena de 2 años de prisión y 500 zlosty de multa. En la audiencia, el fiscal describió cómo Loranc iba a buscar a las niñas que le huían sentándose en las últimas bancas, y si seguían resistiéndose, les daba suspenso en la asignatura de religión.
  
Loranc solo cumplió un año de prisión cuando le fue otorgada la libertad condicional a mediados de 1971. Poco después, Wojtyła restableció a Loranc en la parroquia de la Sagrada Familia de Zakopane para ejercer como capellán, restringiéndole el catecismo de niños y jóvenes, y las confesiones. La carta, cuya copia fue interceptada por la policía secreta comunista, va en el siguiente tenor:
  
TRADUCCIÓN
               KAROL CARDENAL WOJTYŁA
ARZOBISPO METROPOLITANO DE CRACOVIA

Cracovia, 27 de Septiembre de 1971
  
L. 3641/71.-
 
+ Querido Padre,
  
En el proceso penal contra el sacerdote, el Tribunal Metropolitano de Cracovia aprovechó que tenía disponible el canon 2223 parte 3 n.º 2 sobre el del derecho de indulto del juez y se abstuvo de dictar sentencia.
  
La falta de medidas punitivas del tribunal eclesiástico no anula el delito ni cancela la culpa. Todo delito debe ser castigado. Por tanto, si en el caso del sacerdote no se impuso la pena, fue por las circunstancias especiales previstas por el legislador eclesiástico en el can. 2223 parte 3 n.º 2. La circunstancia especial que llevó a los jueces del Tribunal Metropolitano de Cracovia a abandonar el castigo fue el veredicto del tribunal estatal, es decir, el castigo del sacerdote por parte de las autoridades seculares.

Teniendo en cuenta todo el comportamiento del sacerdote, que muestra un deseo de corregir el mal y una mejora sincera, considero que el sacerdote vuelva poco a poco a la labor de capellán.

Por lo tanto, el 27 de Septiembre próximo venidero, levantaré la suspensión al sacerdote que le prohibía celebrar la Santa Misa y cumplir las funciones de capellán.

Al mismo tiempo, me comprometo a que el sacerdote permanezca en la parroquia de la Sagrada Familia de Zakopane y ejerza las funciones de capellán que le asigne el cura párroco, no obstante, sin la misión canónica de enseñar catecismo a niños y jóvenes. La jurisdicción para confesar la recibirá en fecha posterior.

P. Józef Loranc

(Fdo.) Karol
Wojtyła sabía que el Código pío-benedictino de Derecho Canónico establece, en el canon 2359, penas severas contra los delitos sexuales cometidos por clérigos, a saber:
§ 1. Clérici in sacris sive sæculáres sive religiósi concubinárii, monitióne inutíliter præmíssa, cogántur ab illícito contubérnio recedére et scándalum reparáre suspensióne a divínis, privatióne frúctuum offícii, benefícii, dignitátis, serváto præscrípto can. 2176-2181 (El clérigo secular o religioso que tenga órdenes sagradas, y sea concubinario, después de ser inútil la admonición que lo obligue a abandonar su relación ilícita y reparar el escándalo, sea suspendido de la función divina y privado del fruto del oficio, beneficio y dignidad, observando lo prescrito en los cánones 2176-2181).
§ 2. Si delíctum admíserint contra sextum decálogi præcéptum cum minóribus infra ætátem sexdécim annórum, vel adultérium, stuprum, bestialitátem, sodomíam, lenocínium, incéstum cum consanguíneis aut affínibus in primo gradu exércuerint, suspendántur, infámes declaréntur, quólibet offício, benefício, dignitáte, múnere, si quod hábeant, privéntur, et in cásibus gravióribus deponántur (Si admite delito contra el sexto precepto del decálogo con menores de menos de diez y seis años, o cometer adulterio, o violación, bestialidad, sodomía, inducción a la prostitución, o incesto con parientes de primer grado de consanguinidad o afinidad, sea suspendido, declarado infame, privado de cualquier oficio, beneficio, dignidad o cargo que tuviere, y en casos más graves, depuesto.
§ 3. Si áliter contra sextum decálogi præcéptum delíquerint, cóngruis pœnis secúndum casus gravitátem coërceántur, non excépta offícii vel benefícii privatióne, máxime si curam animárum gerant (Si se comete cualquier otro delito contra el sexto precepto del decálogo, se impondrá una pena congrua según la gravedad del caso, sin excluir la privación del oficio o beneficio, principalmente si ejerce curato de almas).
Aun así, acogió el parecer del Tribunal Metropolitano de Cracovia, que dispuso en este caso no imponer una pena canónica basándose en canon 2223 § 3, numeral 2.º, que dice:
§3. Si vero lex utátur verbis præceptívis, ordinárie pœna infligénda est; sed consciéntiæ et prudéntiæ júdicis vel Superióris commíttitur: […] 2.º A pœna infligénda abstínere, si reus perfécte fúerit emendátus, et scándalum reparáverit, aut sufficiénter punítus sit vel puniéndus prævideátur pœnis auctoritáte civíli sanctis (Si la ley usa expresiones preceptivas, se infligirá la pena ordinaria; pero se deja a la conciencia y prudencia del juez o del Superior: […] 2.º Abstenerse de infligir la pena si el reo se ha perfectamente enmendado y ha reparado el escándalo, o si ha sido castigado suficientemente o verosímilmente se prevé que será castigado por la autoridad civil).
Vale señalar que en ese tiempo, los casos eran competencia de los obispos diocesanos, y el Santo Oficio asumía competencia solamente en casos de suma gravedad.
 
El teólogo, antropólogo cultural y ex presbítero jesuita Stanisław Obirek, profesor en la Universidad de Varsovia, declaró a Church Militant que la evidencia documental es auténtica, porque son documentos procedentes de los archivos de la policía secreta, conservados actualmente en el Instituto de Memoria Nacional de Polonia en Katowice, y «son mayormente usados como material auténtico para la historia polaca en el período comunista. Este tipo de material, las mismas fuentes, son todavía usadas en la política polaca actual. Nadie rechaza este tipo de evidencia».
   
Obirek dijo que los documentos no fueron tomados en cuenta en el proceso de canonización de Wojtyła, debido al afán con que se llevó el proceso: «Tenían mucho afán para canonizar a Juan Pablo II. Y ahora, ves hechos emergiendo de estos archivos polacos que son muy incriminatorios y pueden, por tanto, realmente arrojar duda sobre su santidad», dijo a Nieuswuur. Ante Church Militant, reiteró lo dicho, y añadió: «El razonamiento de la Iglesia, de los defensores del Papa, se reduce al hecho de que él no podía saberlo. Que se enteró de la gravedad de la situación muy tarde y que primero pensó que era un problema de Estados Unidos. Todos esos argumentos ahora pueden ser desestimados. Ahora sabemos que Wojtyła encubrió activamente delitos de pedofilia cometidos por sacerdotes bajo su jurisdicción. Ese es un nuevo capítulo, un primer paso. Veremos cómo reaccionará la Iglesia».
   
La reacción de la Iglesia Conciliar polaca no se tardó: El presbítero Paweł Rytel-Andrianik, director de Comunicaciones exteriores de la Conferencia Episcopal Polaca dijo inicialmente: «No es mi responsabilidad», y posteriormente, la Conferencia Episcopal publicó un comunicado de siete puntos en defensa de Juan Pablo II, diciendo que era «una moda de los medios minar la autoridad de Juan Pablo II, e incluso cuestionar su santidad, confirmada por el proceso de beatificación y canonización», y citaron en su apología que él había endurecido las penas contra los delitos de abuso de menores en el canon 1395 del código de 1983, y que en el documento “Sacramentórum sanctitátis tutéla” del año 2000 declaró ser este un delito grave. Además, dijeron que él era atacado porque su doctrina en “Redémptor hóminis” y “Veritátis splendor”, como también su “Teología del cuerpo” «no se corresponden a las ideologías contemporáneas que promueven el hedonismo, el relativismo y el nihilismo moral».
  
Pero el documento de la Conferencia Episcopal Polaca solo estuvo centrado en los 27 años de “papado” de Juan Pablo II (1978-2005), sin decir ni una palabra de los años que estuvo en Cracovia (1964-1978). Y aun esos 27 años fueron una mentira, porque es claro que Wojtyła promovió y nombró cardenales a Theodore McCarrick y a Bernard Francis Law (McCarrick a Washington, Law a Boston ); y concedió varios honores al sacerdote pederasta mejicano Marcial Maciel Degollado (fundador de los Legionarios de Cristo y la Asociación Regnum Christi) y al laico peruano Luis Fernando Figari Rodrigo (fundador del Sodalicio de Vida Cristiana).
  
Mientras, el domingo 3 de Diciembre, las diócesis polacas de Bielsko-Żywiec, Koszalin-Kołobrzeg y Pelplin llamaron a las víctimas de Eugeniusz Surgent († 2008), un sacerdote-presbítero de la diócesis de Lubaczów que fue acusado de abuso de menores en todas estas diócesis. «El padre Eugeniusz Surgent abusó sexualmente de niños en parroquias desde la Pequeña Polonia hasta Pomerania Occidental durante varias décadas. Es posible que lo haya hecho, aunque sus crímenes no eran un secreto para los obispos. La SB también sabía de ellos, pero decidió que un clérigo desmoralizado le haría más daño a la Iglesia si se lo dejaba en libertad», escribió al respecto el diario Rzeczpospolita (es de advertir que en los archivos del Instituto de Memoria Nacional, Surgent aparece registrado como colaborador del SB).
   
Eugeniusz Surgent (fotografía de su ficha en la SB).
  
Surgent, cuando estuvo en la cárcel en los años 70, mantuvo correspondencia con Wojtyła pidiéndole que lo perdonara y le restituyese el ministerio clerical. «Por ejemplo, un informe escrito sobre la base de un compañero de celda de este sacerdote, que ya había sido detenido por abuso en ese momento. El compañero de celda describe que el sacerdote le pidió perdón en una carta al obispo Wojtyła, luego de que le prometiera que nunca más volvería a suceder. Pero luego lo hizo de nuevo», relata Overbeek, citando los archivos polacos.
 
Después de una investigación abierta luego que la SB interceptara una carta del obispo Jan Evangelist Nowicki Gąsiorowski, administrador de la parte polaca de la archidiócesis de Leópolis de los Latinos, reprochándole en 1969 su conducta con los monaguillos, Surgent fue arrestado en 1973 por abusar de seis niños en la parroquia de Kiczora (archidiócesis de Cracovia), y condenado a tres años de prisión (de los que cumplió solo la mitad). «Nunca he abrazado ni besado a niñas, solo lo hice con niños. Os pido comprensión, que lo hice en momentos de olvido y no volverá a suceder», dijo Surgent en un interrogatorio. Al salir de la cárcel, siguió con sus labores presbiteriales en Cracovia, entre ellas la catequesis de niños y jóvenes durante los años 80 y 90. En estos espacios, aprovechaba la cercanía con los menores y su relato que había sido alumno de Wojtyła en el seminario de Cracovia en los años 50.
  
«[Surgent] llegó a mí en algún momento del verano de 1979. Entonces yo tenía 11 años, era monaguillo y él nos enseñaba religión. Se jactaba de haber conocido a Juan Pablo II, porque cuando estaba en el seminario, era su tutor. Alguien que conociera al Papa era para nosotros, los niños pequeños en ese momento, casi tan importante como el Papa. Nos invitó a su departamento, prometiéndonos un cuadro con la firma de Juan Pablo», relató un sobreviviente a los periodistas de Rzeczpospolita, añadiendo que una vez allí, el clérigo le exigió un beso en la boca para darle la foto, entre otros actos de carácter sexual. En ese entonces, Surgent ya había sido incardinado en la diócesis de Koszalin-Kołobrzeg, y luego pasó a la de Peplin.
  
Estos episodios demuestran que, contrario a la hagiografía y propaganda institucional de la Iglesia Conciliar y el gobierno de Polonia (que salió a defenderlo en una actitud tan arrodillada como ahora ante la Ucrania de Zelenski), JUAN PABLO II WOJTYŁA FUE, ADEMÁS DE HEREJE Y APÓSTATA, UN ENCUBRIDOR DE PEDERASTAS, INDIGNO DE LAS ESTATUAS Y DE LA “CANONIZACIÓN” QUE LE CONCEDIERON EN VIDA Y DESPUÉS DE MUERTO.
  
Para la redacción de este artículo se tomaron elementos  de TRADITIO, CHURCH MILITANT, NATIONAL CATHOLIC REPORTER, INTERIA y RZECZPOSPOLITA (Polonia)

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