Humberto III, nacido en Avigliana (Italia), del conde Amadeo III “El cruzado” de Saboya (Francia) y Matilde de Viena. Educado por el obispo San Amadeo de Lausana, amaba el retiro y la oración. Conde de Saboya desde los 13 años cuando murió su padre en Nicosia (Chipre). Al enviudar de su tercera esposa Clemencia de Zahringen, se retiró al monasterio de Altacomba, en la parte francesa del lago de Ginebra, pero se vio obligado a retomar el cargo político de Saboya, pues le requerían para tener un heredero. Finalmente, después de casarse con tener a Tomás II, Humberto se retiró al monasterio de Altacomba, donde vivió con gran humildad y abnegación y vistió el hábito cisterciense poco antes de morir. Menos de tres siglos después, los descendientes de Humberto, del linaje de los Saboya, se convirtieron en los custodios de la Sábana Santa de Turín.
Humberto fue recordado por su piedad (San Alfonso María de Ligorio lo presenta como ejemplo en su Preparación para la muerte), y debido a las gestiones del rey Carlos Alberto de Cerdeña, fue beatificado en 1838.
ORACIÓN
Oh Dios, que le enseñaste al bienaventurado Humberto a posponer el reino terrenal por el celestial y a abrazar la mortificación de la Cruz, concédenos te suplicamos, que por su ejemplo e intercesión despreciemos los bienes terrenos y sigamos los del Cielo. Por J. C. N. S. Amén.
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