Sobre los diez años que cumplirá mañana lunes, Francisco Bergoglio de haber sido elegido como el sexto gerente de la oenegé deuterovaticana (nunca mejor dicho), comenta Specola en InfoVaticana:
«El 13 de marzo, elpontificadodelPapaFrancisco cumple diez años llenos de escándalos, investigaciones, reformas interrumpidas, las guerras intestinas de todo tipo. Seguimos con las emanaciones de normas y normas que se aplican, con las opiniones caóticas sobre la guerra en Ucrania. La crisis financiera del Vaticano no se corrige y las cuentas siguen un camino errático. El último apretón a los alquileres demuestra que ya no se sabe de dónde rascar. Los presuntos vientos de reforma en el sentido de la transparencia y la legalidad se han convertido en tempestades con unPapaFrancisco que cada vez manda menos en su casa y es menos respetado en sus estrategias políticas. TenemosMisa, a puerta cerrada, en la capilla de la Domus Santa Marta con todos los cardenales presentes en Roma a las 8 de la mañana del lunes 13 de marzo para celebrar los diez años depontificado. El riesgo de la plaza vacía, o Basílica muy floja, pesa y mucho, que unpapatan ‘popular’ como Francisco celebre su décimo aniversario a puerta cerrada, lo dice todo»
Al último aparte queremos hacer referencia: el día 8 de Marzo, así se veía la Plaza de San Pedro ¡segundos antes! de la Audiencia semanal ese día:
Recordemos que el cardenal opusino Julián Herranz dijo en sus entrevistas del 6 de Marzo:
«Hablando en una de estas visitas sobre el abrazo entre los dosPapasen la apertura del año santo de la Misericordia, me confió que estaba feliz de ver cuánto cariño y simpatía despertaba Francisco entre la gente. Me dijo: “A mí eso me alegra y me da paz”».
¡Cómo ha de haberse quedado cual embustero frente a la imagen anterior! (que dicho sea de paso, no es la primera vez que ocurre, ni se limita a la plaza o a la Audiencia semanal nada más: también ha sucedido en la propia basílica y en sus viajes al extranjero; y sus posturas políticas y entrevistas –que dice no gustarle, pero que igual da cual las tormesianas peras de balde– ya no llaman la atención de los líderes mundiales ni de la prensa, para no decir del resto de los mortales).
Bueno, queda decir lo siguiente: peor que lo odien a uno, es que le tengan indiferencia, pasar su recuerdo sin pena ni gloria por la mente de las personas. Y ese, por visto, será el legado de Bergoglio: una fría nota marginal de la historia, un solemne «¿quién te conoce?» al mencionar su nombre.
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