EL “CRISTO GRANJERO” DE LOS JESUITAS DE LA INDIA

En la Iglesia Conciliar, es claro que el hombre es el centro de su predicación. Incluso, es dicho por Montini en Gáudium et Spes (y repetido por Wojtyła en su pseudoencíclica Redémptor hóminis) que «por la Encarnación, Cristo se ha unido a todo hombre» (dicho sea de paso, es la primera de las 202 herejías del Vaticano II). Pero en los jesuitas, va todo al extremo.

Rich Rao publicó en su cuenta de Twitter lo siguiente:

«“Cristo, el granjero” — En la Universidad de San Javier en Calcuta (India), en esta capilla de los jesuitas, pende este crucifijo. Fue hecho para recordar las dificultades de muchos granjeros en la India, que nunca se benefician de sus labores porque trabajan en las granjas de otros. La cruz es un arado de mano».

   

  

Aun cuando es conocido que en la India y en otras partes, las condiciones de los campesinos y trabajadores agrícolas son particularmente difíciles, eso no significa que deba representarse en un crucifijo (mucho menos en uno que esté puesto en una capilla), porque todos los padecimientos humanos juntos no pueden igualar JAMÁS Y NUNCA lo que nuestro Santísimo Señor padeció para salvarnos. Además, al Señor lo crucificaron en una cruz, no en un arado (menos en un arado de mano). Punto.

  

En este momento, es inevitable recordar el “crucifijo ‘Hoz y martillo’” que en Julio de 2015 le fuera obsequiado a Francisco Bergoglio (jesuita, cómo no) por el entonces presidente boliviano Juan Evo Morales Ayma cuando visitó su país, que tanta controversia causó e hizo correr bases a la Oficina de prensa del Vaticano y a su áulico el sodalité Alejandro Bermúdez Rosell.

  

Pero espera, hay más: la misma capilla, sita en el primer piso de la residencia jesuita Britto de la referida universidad, el altar es mejor verlo que describirlo, pero va de todos modos la descripción que del mismo dio el antiguo director y fundador de la institución, el presbítero John Felix Raj SJ, en su página oficial:

«La Capilla de la Universidad San Javier en Calcuta está situada en el primer piso de la Casa Britto, la Residencia Jesuita de la Universidad. El altar está diseñado estéticamente:

• En el lado derecho del altar hay una reproducción de la Creación de Adán, una obra maestra al fresco de Miguel Ángel, pintada c. 1508-1512, que adorna el techo de la Capilla Sixtina en la Ciudad del Vaticano;
• A la izquierda hay una representación de la Ciudad de Jerusalén con una vista sagrada del Calvario y rayos divinos que adornan el lugar de la Crucifixión;
• En el centro está la Estatua del Señor resucitado, los propios rayos del Padre que emanan del cuerpo de su Hijo, el Hijo en cuyo rostro resplandece el Padre Todopoderoso.
• Cerca de la entrada a la Capilla hay una Crucifixión de Jesús indio que se manifiesta como granjero.
• Las coloridas vidrieras con imágenes de santos como la Madre María y José añaden belleza y esplendor a la capilla.

El trabajo artístico fue realizado por el Sr. Robin James y cía. de Krishnagar (Bengala Occidental, India)».

 

  

De esta otra foto, aparte del “resurrexifijo” despegado de la cruz apenas visible (dicho sea de paso, los “resurrexifijos” están condenados en la encíclica Mediátor Dei como un «deplorable propósito e iniciativa» por «hacer desaparecer en las imágenes del Redentor Crucificado los dolores acerbísimos que Él ha sufrido»), el mural derecho, lejos de representar la Creación, más presenta la visión del mundo de Teilhard de Chardin (y si preguntáis, JESUITA TAMBIÉN).

  

Una vez más, llegamos a la conclusión que para la Iglesia Conciliar, el hombre es el centro de su doctrina y liturgia, por lo que no es de recibo y sí un insulto a la inteligencia que los conciliares digan que esa sea la verdadera Iglesia Católica, o que el Santo Sacrificio de la Misa y el servicio Novus Ordo sean una misma cosa.