viernes, 17 de marzo de 2023

BEATO JUAN SARKANDER, MÁRTIR DE LA CONFESIÓN


Juan Sarkander, quien terminó su vida como mártir por guardar el secreto de la confesión, nació el 20 de diciembre de 1576 en la ciudad de Skoczów, en Silesia, entonces en el principado de Cieszyn, que desde 1291 formaba parte del reino de Bohemia. Fue hijo de Gregorio Matias Sarkander y de Elena Gorecka. Tuvo otros tres hermanos: Nicolás (también sacerdote), Pablo y Venceslao. Cuando su padre murió, se trasladaron a Příbor (Freiberg en Mähren) en 1585, donde su madre se casó nuevamente y le dio un medio hermano, Mateo.
   
En 159, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas en Olomuc, pero por la plaga entre 1597 y 1600, fue trasladado a la Universidad Carolina de Praga. Tenía la intención de convertirse en sacerdote, pero abandonó la idea y, en cambio, se casó en 1604 con Ana Plachetská, hija de un comerciante de Velké Meziříčí. Él y su esposa luego se establecieron en Brno. El matrimonio duró poco porque su esposa murió un año después, sin dejar descendencia. Regresó al colegio de los jesuitas de Graz a estudiar teología, y el obispo Juan Bautista Civalli OFM Conv. lo ordenó sacerdote en Graz el 22 de Marzo de 1609. Al regresar a la diócesis de Olomuc, atrajo la atención del obispo, cardenal Franz von Dietrichstein, quien lo nombró párroco de Holešov. Ese distrito había sido cuna de herejías; pero Juan, apoyado por el barón Ladislao Popel de Lobkovitz y algunos padres de la Compañía de Jesús, reedificó la fe entre los habitantes y reconcilió a más de doscientos cincuenta herejes con la Iglesia. Sus actividades atrajeron sobre sí la ira del poderoso terrateniente Venceslao Bítowský von Bystric, que era anticatólico y enemigo acérrimo de Lobkovitz.
   
En 1618, a principios de la guerra de los Treinta años, se levantó una revuelta en Moravia; los protestantes tomaron las riendas del gobierno y empezaron a perseguir a todas las instituciones católicas. Por consejo de sus amigos, Juan salió de Holleschau y se fue en peregrinación al santuario de Częstochowa llegando a Cracovia, donde permaneció por algunos meses en el convento de los mínimos. Tan pronto como la prudencia se lo aconsejó, volvió a su parroquia y comenzó a reorganizar su dispersa grey; en febrero de 1620, las tropas polacas enviadas por el rey Segismundo III Vasa a ayudar al emperador Fernando II de Habsburgo, entraron en Moravia, cometiendo toda clase de pillajes. Cuando se acercaban a Holleschau, Sarkander, a la cabeza de sus feligreses, salió a encontrarlos, llevando consigo el Santísimo Sacramento. Como piadosos cristianos, los polacos desmontaron de sus cabalgaduras, se arrodillaron y pidieron la bendición del sacerdote. No solamente dejaron Holleschau intacto, sino que dieron orden a las tropas que los seguían de pasar sin tocar la población. Sarkander fue el héroe de Holleschau, pero con esto firmó su sentencia de muerte. Bitovsky, su enemigo, lo mandó encarcelar en Olomouc con la acusación de traición a la patria. Se trataba de un pretexto de carácter político, porque en realidad lo hacía por odio a la fe católica y en retaliación porque sus propiedades fueron saqueadas por los soldados polacos.
   
El proceso se desarrolló del 13 al 18 de febrero de 1620. En calidad de confesor y consejero de Lobkovic, fue acusado de estar al tanto de la invasión militar de Moravia. Él se defendió diciendo que nada de eso le fue revelado en confesión, pero que, si hubiera sabido algo en la administración de ese sacramento no lo habría revelado de ninguna manera.
   
En los interrogatorios lo sometieron a numerosos tormentos, entre ellos el potro y la aplicación de antorchas encendidas. Herido e inconsciente fue arrojado a un calabozo húmedo y oscuro. Allí, después de un mes de sufrimientos a causa de los suplicios, murió el 17 de marzo de 1620. La noticia de una muerte tan cruel se difundió rápidamente y dio origen a una veneración que se ha mantenido hasta nuestros días, especialmente en Moravia, Silesia y en todas las regiones del ex imperio de Austria. Bitowsky fue capturado en la batalla de Bernstein después del fracaso del alzamiento protestante por las tropas imperiales, y ejecutado en 1628 (seis años antes, había sido condenado a muerte por traición, el mismo crimen por el que acusó injustamente a Sarkander).
   
El proceso de beatificación fue introducido en 1715, pero las vicisitudes históricas poco favorables no permitieron concluirlo antes del 11 de septiembre de 1859, cuando el Papa Pío IX aprobó la declaración de martirio, y lo proclamó beato el 6 de mayo de 1860.
  
Oh Dios, que fortaleciste con tu virtud a tu siervo el bienaventurado Juan en la constancia de la confesión de la fe y la custodia del silencio sacramental, concédenos te suplicamos que nos defienda su ejemplo y nos proteja su auxilio contra toda adversidad. Por J. C. N. S. Amén.

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