Traducción del artículo publicado en RADIO SPADA.
La señal más infalible y segura para distinguir a un hereje, a un hombre de perversa doctrina, a un réprobo, de un predestinado, es que el hereje y réprobo no tienen sino desprecio o indiferencia para con la Santísima Virgen, cuyo culto y amor procuran disminuir con sus palabras y ejemplos, abierta u ocultamente y, a veces, con pretextos aparentemente válidos. (San Luis María Grignon de Montfort)
El
protestantismo, sin duda, es uno de los fracasos más patéticos de la
historia. Una contradicción que ha durado siglos, caído sobre sí misma,
hecha añicos y reconstruida bajo nuevas e impensables formas.
Se
ha perdido la cuenta de los riachuelos pendencieros que se alternan y
atacan de vez en cuando en este espectáculo que nació mal –incluso:
malísimo– por pequeños hombres de un pasado lejano (los distintos
Lutero, Calvino y demás heretizantes), hombres sobre los cuales se puede
ejercer la caridad callando y la justicia hablando. A propósito de esto
os invitamos a visitar RS-Encyclopædia
en sus distintas secciones: errores y desaciertos filosóficos,
teológicos, históricos y políticos de los herejes son puestos
ampliamente al descubierto.
Hoy
lo que resta de este mundo llega a dar signos de vida imitando algunos
aspectos de la buena doctrina Católica y teniendo algunos espacios
precisamente a causa del hecho que en el Catolicismo hay quien imita lo
peor del protestantismo, siguiendo los errores y abriendo pastizales a
los mismos protestantes.
Uno
de los signos evidentes de la adhesión a esta herejía –signo por el
cual es fácil reconocerla– es el odio más o menos explícito hacia María
Santísima, Madre de Dios. Haz decir el Rosario a un prostestante y, si
tiene una máscara, se le caerá en manera miserable.
Algo
similar sucedió algunas semanas ha en el denominado Christian Day
(réctius: anti-Christian Day, 25 de enero de 2020). Ni bien –en el
contexto de un penoso ecumenismo– un participante ha propuesto,
desplegando el Rosario, de recitar el Ave María se escuchó: “¡el Ave
María No!”. La conductora ha decidido intervenir y bloquear todo: el Ave
María allí no se recita colectivamente, “cada uno tiene su credo”,
“cada uno tiene una doctrina”, ¿no?. Aquí el vídeo y otros detalles.
¿Pero
qué sucede ahora? En plena emergencia coronavirus, los católicos han
hecho votos a los Santos y a Santa María, incluso los modernistas (que,
como relojes rotos, dos veces al día dan la hora exacta) han desgranado
Rosarios, hecho actos de confianza, invocado consagraciones.
Ante ello, la Alianza Evangélica Italiana reaccionó con el artículo “Rosari, umanesimo, indulgenze: che messaggio sta dando il cattolicesimo romano?” (Rosarios, humanismo, indulgencias: ¿qué emnsaje está dando el catolicismo romano?):
En estas semanas ha habido todo un florecer de dedicaciones a María […] mostrando en qué consisten las piedras angulares del catolicismo cuando todo tiembla: la Virgen y los santos.
[…] El rosario transmitido por televisión y dirigido por elPapa(18/3/2020) nuevamente ha reforzado la mezcla de marianismo y humanismo típica del catolicismo romano. La cereza sobre el pastel es la oferta de indulgencia a enfermos y médicos por el tesoro de los santos administrado por la iglesia. En vez de hablar de Cristo y de su salvación, la iglesia de Roma lanza las áncoras de las indulgencias medievales.
Si
el texto nel suo compesso hace apenas sonreir por las necedades que
contiene, abónesele que presta un buen servicio. Muestra, sin las torpes
máscaras de un ecumenismo condenado por la Iglesia (también ver aquí RS-Encyclopædia,
sección: Concilio Vaticano II y crisis en la Iglesia postconciliar,
subsección: El error ecumenista – orígenes, desarrollos y pruebas
contrarias), cuáles son las ideas que tenemos delante.
Al menos estos protestantes no son ecumenistas hipócritas, pero para salvar el alma, no basta con no ser ecumenistas hipócritas.
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