viernes, 9 de septiembre de 2022

LOS EPISCOPALIANOS FUNDAN PROGRAMA ECUMENICO EN NUEVA YORK, Y BERGOGLIO LOS FELICITA

La tarde-noche del 8 de Septíembre de 2022, la iglesia episcopaliana de Estados Unidos (ECUSA en inglés) presentó el proyecto ecuménico “Community at the Crossing” (Comunidad en el cruce), durante un servicio en la catedral episcopaliana de San Juan Evangelista (Saint John the Divine) de Nueva York.
   
El proyecto consiste en un programa ecuménico juvenil de estudio, oración y ayuda a los pobres durante un año. El programa fue elaborado junto a la comunidad novusordita de contexto carismático Chemin Neuf (Camino Nuevo, fundada en 1973 por el presbítero francés Laurent Fabre –a la sazón seminarista jesuita–) e inspirado por la Comunidad de San Anselmo, de la Archidiócesis anglicana de Canterbury.
  
Además de los mensajes del “arzobispo” cantuariense Justin Welby, el “obispo” presidente de la ECUSA Michael Bruce Curry, y el patriarca Bartolomé I Archondonis de los fanariotas, el servicio también contó con Francisco I Bergoglio de los deuterovaticanos, que mandó un vídeomensaje para el evento:
   
Si no puede verse el vídeo, clic aquí.
  
TRADUCCIÓN
Gracias por acogerme en esta hermosa catedral episcopaliana de Saint John the Divine. Es una gran alegría y consuelo para mí estar con ustedes en este momento especial en el que episcopalianos y católicos, cristianos de diferentes denominaciones, personas de buena voluntad, se reúnen para el lanzamiento de esta comunidad de formación llamada The Community at the Crossing. Queridos jóvenes que pasarán aquí un año de vida comunitaria, de formación y discernimiento cristianos, de oración, de servicio a los jóvenes y a los pobres: serán ustedes testigos del amor y de la ternura de Dios. “Vean cómo se aman unos a otros”, dirían los que vieron la primera comunidad cristiana, vean cómo viven juntos con alegría y ponen en común sus pertenencias, vean cómo rezan juntos, vean cómo están cerca de los pobres. Espero y rezo para que esto sea lo que suceda aquí en San Juan the Divine. Elegir el camino humilde de la vida común vale más que mil palabras.
    
Y el nombre at the Crossing evoca el “cruce” dentro de esta catedral, el punto de intersección entre la nave y el coro que permite “cruzar” de uno a otro, y atrás. Tiene un significado hondo. En el cruce significa un lugar de cruce y encuentro entre jóvenes de todas las denominaciones cristianas. Mi esperanza es que esta comunidad ofrezca una oportunidad para revivir el deseo de unidad de los cristianos y de la sociedad de Nueva York e incluso en los Estados Unidos. El futuro de la fe en nuestro mundo pasa por la unidad de los cristianos. Sí, no estamos de acuerdo en todo. Sí, tenemos convicciones que a veces parecen incompatibles o son incompatibles. Pero esa es precisamente la razón por la que elegimos amarnos unos a otros. El amor es más fuerte que todos los desacuerdos. Trae paz y la paz no parece posible.
   
Por eso deseo que sigan trabajando juntos en esto para lograr la unidad, y no olvidemos que at the Crossing evoca la cruz de Cristo. Jesucristo es un vínculo más fuerte y más profundo que nuestras culturas, nuestras opciones políticas e incluso que nuestras doctrinas. El Señor, el Señor Jesús, mirar a Él que dio su vida por nosotros.  
    
Mi más profundo agradecimiento, queridos jóvenes, por la valentía que ustedes tienen y su compromiso. Gracias al equipo de la cátedra episcopaliana de Saint John the Divine y a la comunidad Chemin Neuf por haber emprendido el proyecto. Mi agradecimiento al cardenal Dolan y al obispo Dietsche por acoger y apoyar esta iniciativa. Mi corazón se regocija cuando pienso que la arquidiócesis católica y la diócesis episcopaliana de Nueva York están trabajando de la mano. Gracias por el apoyo y el aliento del Dicasterio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Y un agradecimiento especial a mi hermano y amigo Justin Welby por haber alentado este proyecto desde que comenzó, gracias por sus palabras. Gracias a ustedes. Go on, go on!
  
Una vez más, tenemos otra de tantas iniciativas de carácter ecuménico que, en nombre de una caridad mal entendida, menoscaba la Unidad en la Fe, y de esto, ya había pronunciamiento sobre el particular:
  • «Podrá parecer que dichos “pancristianos”, tan atentos a unir las iglesias, persiguen el fin nobilísimo de fomentar la caridad entre todos los cristianos. Pero, ¿cómo es posible que la caridad redunde en daño de la fe? Nadie, ciertamente, ignora que San Juan, el Apóstol mismo de la caridad, el cual en su Evangelio parece descubrirnos los secretos del Corazón Santísimo de Jesús, y que solía inculcar continuamente a sus discípulos el nuevo precepto “Amaos unos a los otros”, prohibió absolutamente todo trato y comunicación con aquellos que no profesasen, íntegra y pura, la doctrina de Jesucristo: “Si alguno viene a vosotros y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, y ni siquiera le saludéis” (II Juan, v. 10). Siendo, pues, la Fe íntegra y sincera, como fundamento y raíz de la caridad, necesario es que los discípulos de Cristo estén unidos principalmente con el vínculo de la Unidad de Fe.
     
    […]
       
    Bien claro se muestra, pues, Venerables Hermanos, por qué esta Sede Apostólica no ha permitido nunca a los suyos que asistan a los citados congresos de acatólicos; porque la unión de los cristianos no se puede fomentar de otro modo que procurando el retorno de los disidentes a la Única y Verdadera Iglesia de Cristo, de la cual un día desdichadamente se alejaron; a aquella única y verdadera Iglesia que todos ciertamente conocen y que por la voluntad de su Fundador debe permanecer siempre tal cual El mismo la fundó para la salvación de todos». (PAPA PÍO XI, ex cátedra. Encíclica “Mortálium Ánimos” sobre la verdadera unidad religiosa, 6 de Enero de 1928, Nros. 13, 16).
  • «En este gran país, que amamos con un verdadero amor patriótico, hay cosas que podemos hacer en cooperación con nuestros conciudadanos. El gran fantasma de un ateísmo armado está en el horizonte de nuestro mundo libre. Conocemos su odio a la religión, y sabemos cómo ha derramado ese odio principalmente hacia la Iglesia en los países cuyo control ha obtenido por la violencia. Hay muchas cosas como ciudadanos que nosotros con nuestros conciudadanos podemos y debemos hacer. Estamos listos para unirnos a ellos como ciudadanos en realizar estas cosas. Su discusión de muchos de los problemas sociales que nos confrontan en nuestro día nos resultará útil para nosotros. No somos un grupo aislado en nuestra democracia. Ningún grupo en nuestro país está más dedicado en nuestra democracia que nuestro pueblo católico. Concluimos que en este día todos los hombres de buena voluntad, y particularmente todos los hombres que se arrodillan y oran al Dios viviente, deberían unirse contra los peligros comunes: el peligro del ateísmo, que con retórica engañosa, al menos en efecto, busca desterrar a Dios de todo nuestro pensamiento social. Si en la unidad de la Iglesia establecida por Cristo no tomamos parte alguna en convenciones o encuentros o asambleas que tienen por propósito establecer alguna suerte de unidad hecha por el hombre entre las sectas cristianas, siempre estamos listos y ansiosos en los niveles sociales y cívicos para trabajar junto con nuestros conciudadanos, particularmente con los que adoran al Dios viviente, por el bien de nuestro país y de la sociedad.
       
    Que la caridad cristiana reine en vosotros y sea vuestro espíritu motivante al tratar y asociaros con vuestros conciudadanos. En nuestro país hay una variedad de creencias religiosas. En esta condición y en estas circunstancias debemos vivir juntos en caridad y, mientras no sacrifiquemos una jota de nuestra Fe que la Santa Madre Iglesia nos ha enseñado, colaboremos fervientemente y honestamente con nuestros conciudadanos contra la impiedad en la vida pública y social, contra las agresiones e intrusiones de estos males que están atacando los mismos cimientos de nuestra democracia. A todos los hombres de buena voluntad enviamos la invitación para unirse con nosotros y trabajar con nosotros, aun con las limitaciones pertinentes, para que la medida del bien que es posible para nosotros asegurar». (CARDENAL SAMUEL ALPHONSUS STRITCH. Carta pastoral sobre la verdadera unidad religiosa, 29 de Junio de 1954).

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