lunes, 19 de septiembre de 2022

DOM VITAL MARÍA GONÇALVES DE OLIVEIRA, OBISPO Y MÁRTIR DE LA FE


Nacido Antonio Gonçalves de Oliveira Júnior el 27 de Noviembre de 1844 en el Sítio Jaqueira del Ingenio Aurora (jurisdicción de Pedras de Fogo, Pernambuco –actualmente, en el estado de Paraíba–), del matrimonio del capitán Antônio Gonçalves de Oliveira y Antônia Albina de Albuquerque.
  
Frecuentó el Colegio de Benfica en Recife, y luego ingresó al Seminario de Olinda en 1861, de donde fue enviado al año siguiente al Seminario de San Sulpicio en París. Ingresó a la orden franciscana en Versalles el 16 de Julio de 1863 (en ese entonces, el gobierno imperial había suspendido la admisión de novicios en los monasterios) y el 15 de Agosto recibió el hábito y tomó el nombre religioso de Vital María de Pernambuco. Posteriormente profesó el 19 de Octubre de 1864, y fue ordenado sacerdote en Tolosa de Francia el 2 de Agosto de 1868.
   
Volviendo al Brasil, enseñó y predicó en la misión capuchina de São Paulo, donde además fue capellán de las Hermanas de San José en la ciudad de Itú. Fue nombrado por el emperador Pedro II como Obispo de Olinda el 21 de Mayo de 1871 y aprobado por el papa Pío IX el 22 de Diciembre de ese año, siendo consagrado el 17 de Marzo de 1872 por Mons. Pedro Maria de Lacerda, Obispo de San Sebastián de Río de Janeiro, en la catedral de São Paulo (¡menos de cuatro años después de su ordenación sacerdotal!), tomando la sede episcopal el 24 de Mayo.
   
Armas episcopales de Dom Fray Vital María
   
Cuando fue nombrado obispo, Fray Vital María pidió al papa Pío IX «para que lo libre de semejante fardo, en razón de su edad e indignidad», a lo que este respondió:
«Quæ áutem profitéris de afféctu et observántia tua erga Ecclésiam et Sanctam hanc Sedem, de dolóre concépto ob nefárium bellum iis illátum, de propósito adhreréndi semper árctius útrique, et alácriter pro utráque certándi, porténdunt te supérna confirmátum virtúte strénue Dei causam actúrum, nihílque omissúrum quod gregis tibi créditi salútem et provéctum spectáre váleat» [Lo que protestas de afecto y acatamiento para con la Iglesia y esta Santa Sede, el dolor concebido a la vista de la impía guerra que Les hes hecha, el propósito de adherir en todo a Ellas siempre más estrechamente y por Ellas alegremente combatir, revelan que, confirmado por celestial fuerza, has de defender incansablemente la causa de Dios, y no omitir nada que puedas decir respecto a la salvación y provecho del rebaño a ti confiado].
Palabras que fueron premonitorias de lo que tendría que enfrentar en el futuro, pero ante las cuales Fray Vital aceptó el nombramiento.
  
Tuvo que enfrentar la “Questão Religiosa” (Cuestión Religiosa). Sucedió que el obispo de Río de Janeiro Mons. Pedro Maria de Lacerda, Conde de Santa Fe, suspendió al sacerdote José Luís de Almeida Martins, que era francmasón, porque el 3 de Marzo de 1872 había elogiado la Ley de Libertad de vientres. El penado apeló ante el primer ministro imperial José Maria da Silva Paranhos, Vizconde de Rio Branco, que era también Gran Maestro del Gran Oriente de Brasil (en ese entonces el gobierno había promulgado que las causas religiosas podían apelarse ante la Corona), quien de inmediato convocó a todos los masones para dar la pelea. El obispo de Río reinstaló al presbítero, pero aún así, enfilaron sus ataques contra Dom Vital, que recién llegado a su diócesis hubo de habérselas con los señores tres puntos.
  
Cabe anotar que la masonería en Brasil seguía los mismos pasos que su similar en los Estados Unidos: presentarse como una asociación legítima de beneficencia y patriótica, pero dentro de las logias, atacar a la Iglesia Católica y promover el odio hacia esta, como en Europa. Pero a partir del “caso Almeida Martins”, la masonería pasó al ataque frontal. Los diarios devotos de las logias se declararon órganos de la masonería al abrirse a columnas calumniosas contra la Iglesia y favorecedoras de la herejía, y se fundaron diarios masónicos como “Família” de Río, “Família Universal” y “Verdade” de Pernambuco, “Pelicano” de Pará, “Fraternidade” de Ceará, “Luz” de Río Grande del Norte, “Lábarum” de Alagoas, y “Maçon” de Río Grande del Sur.
  
El primer ministro dispuso que se celebrara una misa en ocasión del aniversario de la fundación de la logia local de Recife el 29 de Junio, una hora antes de la Misa Solemne en honor a San Pedro Apóstol. Dom Vital se rehusó prohibiendo a su clero celebrar la misa en cuestión y ejercer funciones sagradas en actos anunciados como masónicos, y ordenó a las hermandades laicas de su diócesis expulsar a los francmasones, so pena de entredicho. La misa no se llevó a cabo. Tres días después, otra tentativa masónica: una misa en sufragio de un masón difunto, a la cual la logia asistiría con sus insignias. Tampoco se llevó a cabo este atentado.
   
El 29 de Mayo de 1873, el papa Pío IX, por el breve pontificio Quámquam dolóres, alabó a los obispos de Brasil, animándolos a combatir las sectas enemigas. Dom Vital escribió algunas cartas pastorales dirigidas a sus sacerdotes y diocesanos. En Noviembre, cuando los masones revelaron por la prensa la lista de sacerdotes y canónigos que hacían parte de la logia local, Dom Vital los citó uno a uno al Palacio de la Soledad (antigua Curia diocesana de Olinda), y logró el arrepentimiento de todos, excepto dos de ellos. Los que se arrepintieron publicaron cartas de retractación en los diarios católicos, y a los dos obstinados, después de tres admoniciones, los suspendió a divínis.
  
Con las hermandades laicas (que desde tiempos del marqués de Pombal habían sido revividas y asumieron el control pecuniario de las parroquias), los resultados fueron diferentes: al primer llamamiento que hizo luego que se revelaron los nombres de los directivos de estas que eran masones, solo concurrió una sola. Luego de la carta pastoral del 28 de Diciembre de 1872, solo dos cofradías se retractaron, y la hermandad de Nuestra Señora del Rosario pidió un año para deliberar. El entredicho solo fue lanzado el 2 de Febrero de 1873 a las hermandades que respondieron negativamente a los llamados de Dom Vital María, como las de San Antonio y del Espíritu Santo. La hermandad del Santísimo Sacramento de la catedral de San Antonio recurrió ante la Corona Imperial, que abusando del derecho estableció una comisión para tratar el caso, comisión integrada por tres consejeros de Estado, masones todos.
    
Tomó resoluciones en defensa de la fe y de la Iglesia, y resistió las tentativas del Gobierno Imperial para que desistiese de sus acciones contrarias a los atropellos e intereses imperiales, lo que le acarreó la prisión. Era el día 2 de Enero de 1874, a las 15h, cuando Dom Vital, revestido de los ornamentos pontificales en el Palacio de la Soledad, fue apresado y conducido al Arsenal de la Marina de Recife, siendo llevado frente a una multitud que clamaba por su libertad. De allí fue conducido a Río de Janeiro, a bordo de la corbeta “Recife”, pasando antes por Bahía, donde allí recibió la visita del arzobispo primado, Dom Manuel Joaquim da Silveira, que protestó contra el actuar del gobierno. Llegando a Río de Janeiro el día 13 de Enero, fue detenido en el Arsenal de la Marina. El 5 de Febrero le fue enviada una carta conteniendo la acusación, y dándole un término de ocho días para la respuesta. El día 10, Dom Vital respondió simplemente: «Jesus áutem tacébat» (Mat. XXVI, 63), o sea, “Jesus permaneció callado”.
    
En Río de Janeiro (donde el obispo De Lacerda fue a visitarlo y le ofreció su amistad y respaldo tanto personal como diocesano), fue llevado al tribunal y juzgado, siendo condenado el día 21 de Febrero de 1874 a cuatro años de prisión sin fianza, con trabajo forzado y costas, a tenor del artículo 96 del Código Penal Imperial de 1830, siendo esta pena conmutada por el Emperador, días después, por prisión simple en la Fortaleza de San José, en Río. En carta destinada a João Alfredo Correia de Oliveira, Consejero Imperial, Dom Vital mostró su fuerza de joven consciente de la misión que le fue confiada:
«Aun cuando ya fuese yo un obispo octogenario, teniendo apenas algunos días de vida, no traicionaría los deberes de mi misión; cuánto más teniendo todavía una larga peregrinación que hacer».
Y en una respuesta al gobierno imperial, dijo:
«La voluntad de Dios… es que yo prosiga en el desempeño de mi augusta misión: con sentimiento y dolor profundo no puedo dar al ilustre y bondadoso gobierno de Su Majestad el Emperador, sino que se debe obedecer más a Dios que a los hombres».
En otra fecha, Dom Vital escribió:
«Nos pesa el sacrificio de nuestras comodidades; nos pesa el sacrificio de nuestras facultades, nos pesa el sacrificio de nuestra salud; nos pesa la sangre de nuestras venas… Mas por el santo amor de Dios no nos peza el sacrificio de nuestra conciencia, porque nunca lo haremos. ‘Sic nos Deus adjúvet’. ¡Nunca!».
El 4 de Marzo de 1874, el papa Pío IX envió un Breve a la Diócesis de Olinda, afirmando que el único crimen de Dom Vital fue haber defendido la religión. Desde la prisión, Dom Vital consagró su diócesis al Sagrado Corazón de Jesús, el día 12 de Junio de 1874. Y no llegó a cumplir totalmente la pena porque fue amnistiado junto al obispo de Belén Dom Antônio de Macedo Costa el 17 de Septiembre 1875 por el Emperador con el Decreto 5993, entonces presionado por las protestas del papa y como exigencia de Luís Alves de Lima e Silva, Duque de Caxias, para formar un nuevo gobierno (el 22 de Junio, el gobierno del Vizconde de Rio Branco cae tras no manejar bien la Revuelta de los Kilos, que se dio por la implementación del sistema métrico). Dom Vital soportó con mucha serenidad los sufrimientos y privaciones, defendiendo siempre los derechos de la Iglesia y su ministerio episcopal, ganándose el apelativo del “Atanasio brasileño”.
   
Era muy devoto de la Virgen María, y se complacía endecir que su tierna devoción a Nuestra Señora era fruto de los consejos y ejemplos de su virtuosa madre. Amnistiado, el obispo heroico de Olinda viajó a Europa el 4 de Octubre de 1875, en peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes, aprovechando para visitar varios conventos capuchinhos de Francia y de Itália. Llegó a Europa el 9 de Noviembre de aquel año, siendo recibido cinco veces en audiencia por el papa Pío IX, quien le dijo: «Apruebo todo lo que Vuestra Excelencia ha hecho, desde el principio».
   
El día 2 de Enero de 1876, recordando el segundo aniversario de su prisión en Recife, Dom Vital celebró la Santa Misa en la prisión Mamertina de Roma, donde San Pedro y San Pablo estuvieron presos. El 25 de Marzo de 1876, estando en Versalles (Francia), ordenó a varios sacerdotes en el convento de los capuchinhos. Volviendo a Roma, recibió del papa un rico cojín bordado en oro y un misal. 
 
Ya enfermo, se sometió a un tratamiento con aguas sulfurosas. Volviendo a Lourdes, hizo allí um retiro espiritual. Después, visitó Bélgica, pasando, enseguida, por París y otras ciudades francesas; en Burdeos, embarcó para el Brasil el 20 de Septiembre de 1876, llegando a Pernambuco el 6 de Octubre. Volviendo a la diócesis de Olinda, continuó su apostolado, realizando visitas pastorales en varias parroquias y otros servicios, hasta Marzo del año siguiente, 1877, cuando se sintió enfermo y resolvió ir nuevamente a Francia en busca de tratamiento. Antes, Dom Vital pasó por Roma para pedir al papa la exoneración del cargo episcopal, no siendo atendido. En París, estaba cuidando de la salud, pero el problema se fue agravando y el 7 de Junio de 1878, habiendo visitado algunos amigos, Dom Vital quedó postrado. El día 3 de Julio, pidió recibir la Extremaunción. Al recibir el Viático, dijo: «Perdono de corazón a mis enemigos, y ofrezco a Dios el sacrificio de mi vida por la Iglesia de Brasil».
   
Murió el 4 de Julio de 1878 a las 23:15h., en el convento capuchino de París, a los 33 años. El mismo instante en que murió, apareció en Recife, que revestido en ornamento pontifical, su alma ascendía al Cielo. Fue embalsamado y velado en la iglesia de los Capuchinos. Las exequias solemnes y sepultura tuvieron lugar el día 8 de Julio. Monseñor Louis de Ségur, que presidió la oración fúnebre, afirmó que Dom Vital murió envenenado por los masones. Los síntomas que padeció en su última enfermedad (fuertes cólicos, dolores en costado), indicaban una intoxicación prolongada.

Así terminó este triste episodio de la “Questão Religiosa”. Con ella, fueron dados los primeros pasos para la corrección de graves obstáculos al florecimiento de la vida de la Iglesia en Brasil, pero la monarquía quedó herida de muerte: la alianza de la Casa de Braganza y la Iglesia quedó rota, y casi ningún clérigo apoyaba al emperador cuando se proclamó la República en 1888.
   
Sus restos mortales fueron exhumados el 14 de Junio de 1881, estando el cuerpo incorrupto, siendo depositado el día 5 de Junio de 1881 en la Iglesia de Nuestra Señora de la Peña de Recife, donde sus cofrades le erigieron un mausoleo en mármol de Carrara. Tiempo después, hubo otra exhumación y el cuerpo fue hallado en descomposición.

Dom Fray Vital Maria Gonçalves de Oliveira falleció con fama de santidad. En vista de esto, el 23 de Enero de 1890, el arzobispo de Olinda y Recife, Dom Antônio de Almeida Morais Júnior, introdujo su causa de Beatificación y Canonización. Una biografía suya fue publicada en francés por el padre Louis de Gonzague OMC en 1912, y otra en portugués por fray Arturo de Vacaria OFM. Cap. en 1957.
  
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  • Oh Dios Padre Eterno, por los méritos de vuestro Unigénito, os pido glorifiquéis en esta tierra a vuestro siervo Dom Fray Vital, concediéndome la gracia que os imploro en mi necesidad. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
  • Oh Eterno Hijo, por los méritos de vuestra Pasión, os pido glorifiquéis en esta tierra a vuestro siervo Dom Fray Vital, concediéndome la gracia que fervientemente deseo. Padre nuestro, Ave María y Gloria. 
  • Oh Eterno Espíritu Santo, por vuestra infinita caridad, os pido glorifiquéis en esta tierra a vuestro siervo Dom Fray Vital, concediéndome la gracia que tanto necesito. Padre nuestro, Ave María y Gloria.
(Con aprobación eclesiástica)

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