domingo, 23 de mayo de 2021

LA MONA MAYORDOMO, O CÓMO SE CONVIRTIÓ UN ABOGADO


En Venecia, cerca a la famosa plaza de San Marcos, se encuentra el Palacio Soranzo, más conocido como la Casa del Ángel, por una talla que se erige en ella desde el siglo XVI. El origen de esta talla es el siguiente:
     
Refiere fray Zacarías Boverio de Saluzzo OFM Cap. en las Crónicas de los Padres Capuchinos, tomo I, parte segunda, cap. XI, parte 1, que en el año 1552 en Venecia había un célebre abogado de la Curia ducal de nombre Giuseppe “Iseppo” Pasini, que había hecho su fortuna con ganancias injustas, pero era muy devoto de la Virgen. Al oír de Sebastián Venero sobre la fama del P. Fr. Mateo de Baso, fundador de la reforma capuchina, le tuvo gran devoción y le instó tanto para que un día fuese a comer a su casa, que al fin este le complació. Luego de haber llegado a ella, el abogado le dijo: «Ahora, Padre, quiero enseñar a V. una cosa que jamás habrá visto. Tengo una mona admirable que me sirve como una criada; lava los vasos, pone la mesa, y abre la puerta». «Cuidado, respondió el Padre, que no sea esto algo mas que mona; hágala V. merced venir acá». Llaman a la mona, vuelven a llamarla, la buscan por todas partes, y ella no parecía. Finalmente la encuentran escondida bajo de una cama en un rincón de la casa; pero ella no quería salir de allí. «Ea, pues, dijo entonces el religioso, vamos nosotros a buscarla»; y llegando junto con el abogado a donde estaba la mona, le dijo: «Bestia infernal, sal afuera, y de parte de Dios te mando que digas, sin mentira, ficción o equívoco, quién eres y qué haces aquí en esta casa»; a lo que la mona contestó: «Yo soy el demonio, y no me trajo otro fin que llevar conmigo esta alma, que por muchos títulos se me debe». «¿Y por qué tú, siendo tan famélico, no le has matado y llevado contigo al Infierno? ¿Qué te detiene? ¿Quién te prohíbe ejecutar este tu deseo?», repuso fray Mateo. «Solamente me es impedido porque él antes de acostarse siempre se ha encomendado a Dios y a la Virgen: si una sola vez omite la oración acostumbrada, yo sin duda lo ahogaría en la noche, mientras duerme, y me lo llevaría entre los eternos tormentos», contestó el demonio. Al oír tal aviso, el pobre abogado se arrojó a los pies del siervo de Dios pidiéndole auxilio, y este le animó, y mandó al demonio que saliese de aquella casa. Pero el enemigo malo le opuso que tenía permiso de Dios para no irse de allí sin hacer daño, a lo que fray Mateo le dijo: «Bueno, harás cualquier daño, sí, pero solo el que ye prescribiré yo, y no más: Saldrás partiendo de este muro, y el hueco que harás servirá para testimonio de lo sucedido». Apenas había dicho esto, oyóse un gran estruendo, y se vio una hendidura en la pared.
   
Después del almuerzo, que consistió más en avisos espirituales que en las viandas servidas, Fray Mateo le dijo: «¿Ves esta servilleta sobre la mesa? Está toda manchada en la sangre de los pobres», y tomando un extremo de esta, la exprimió y salió gran cantidad de sangre. «Esta es la sangre de los pobres, que chupaste con tantas injustas extorsiones; esta grita contra ti ante el Dios de las venganzas con voz horrenda, y provoca la ira divina para tu castigo. Restituye justamente lo que injustamente has ganado, y distribúyelo santamente a los pobres; ajusta tu vida al modelo de la disciplina cristiana, y verás que la clemencia divina será liberalísima contigo en sus favores», agregó. El abogado se convirtió, y puso por obra la recomendación del siervo de Dios. Por largo tiempo, la hendidura, aunque muchas veces fue tapiada con cal y piedras, quiso Dios que quedase descubierta, lo cual le causaba temor a Pasini, pero Fray Mateo, exhortándole a confianza, le dijo que colocase en la pared, justo en la hendidura hecha por el maligno, la imagen de un Ángel, y que a su vista, los demonios no entrarían más a esa casa. Tal fue la fama que adquirió este milagro en la ciudad, que el puente cercano se hizo conocido como Puente del Ángel.

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