jueves, 29 de junio de 2023

LA IGLESIA, POR SER MADRE, NO PERSIGUE A SUS HIJOS

«Et in Unam, Sanctam, Cathólicam et Apostólicam Ecclésiam» (Domenico di Niccolò ‘dei Cori’, talla en madera. Siena, Palacio público, Capilla de los señores).
    
«¿Qué, entonces, profesamos creer por estas palabras del Credo: “Creo en la Santa Iglesia Católica”?
Profesamos creer que Jesucristo ha establecido una Iglesia visible, inacabable en su duración, e infalible en su doctrina, a la cual debemos creer y obedecer sin reserva, si queremos obtener la salvación eterna; y que esta no es otra sino la Iglesia Católica Romana.
    
Aplicación: Es justo que llamemos a la Iglesia como nuestra madre porque: 1.º Ella nos ha regenerado en una manera espiritual en el bautismo, y nos ha hecho hijos de Dios; 2.º Ella nos alimenta con la Palabra de Dios y el Pan de los Ángeles; 3.º Ella nos conduce en el temor del Señor; y 4.º Ella tiernamente ora por nosotros, nos consuela y nos asiste mientras vivimos aquí en la tierra, y aun después de partir de esta vida. Honra y ama, pues, a la Iglesia, como tu madre; escucha diligentemente sus instrucciones, y sométete a todas sus leyes y directrices, porque “no ha de tener a Dios por Padre, el que no tenga a la Iglesia por Madre” (San Cipriano de Cartago, Obispo y Mártir, † 258)» [P. JOSEPH DEHARBE SJ, A Complete Cathecism of the Catholic Religion/Un catecismo completo de la religión católica (P. John Fander, trad. inglés; Rvdos. James J. Fox S. Th. D., y Thomas McMillan CSP, editores), n.º 73; 6.ª edición estadounidense. Nueva York, Schwartz, Kirwin & Fauss Co., 1912, pág. 150. Imprimátur por Mons. John M. Farley, Arzobispo de Nueva York, 21 de Abril de 1908. Traducción propia).

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