Tomado del Mes de San José, el primero y más perfecto de los Adoradores, Santiago de Chile, Pequeña biblioteca eucarística, 1911. Imprimátur por Mons. Manuel Antonio Román Madariaga, Vicario general del Arzobispado de Santiago de Chile.
DÍA DECIMONOVENO – SAN JOSÉ
Todo el mes de Marzo es una continuada fiesta de San José. Sin embargo, el 19 es el gran día, el día de su triunfo; los otros los llamaremos días de sus virtudes y de sus gracias; hoy es su victoria, su paraíso. Vamos a celebrarlo, pues, consagrándonos a este gran santo, deponiendo á sus pies todo cuanto somos y poseemos, a fin de que haga de nosotros fieles siervos y dignos adoradores de su Hijo adoptivo, a quien servimos y adoramos en el Santísimo Sacramento.
Acto de consagración a San José
Me consagro a vos, oh buen San José, elegiéndoos como mi padre espiritual; como maestro de mi interior, a fin de que me hagáis vivir, en unión con vos, de la vida interior, de esa vida oculta con Jesús, con María, con vos mismo.
Yo quiero imitaros, sobre todo en el silencio, que respecto de Jesús, de María, y aún respecto de vuestra felicidad, guardasteis con tanta humildad; todo está allí para mí, en la total abnegación de mí mismo por la vida oculta de Nuestro Señor, haciéndome olvidar de los demás por el silencio y llevando una vida común.
Me consagro a vos, como a mi guía y modelo en todos mis deberes, a fin de llenarlos todos como vos, en medio de la dulzura y humildad: dulce con mis hermanos, con el prójimo, con todos los que me rodean; humilde en mí mismo, sencillo delante de Dios.
Yo os elijo, oh buen San José, por mi consejero, confidente y protector en todas mis dificultades y penas No os pido aue me libréis de mis cruces y tristezas, sino del amor propio que las vicia, queriendo sacar vanidad de ellas.
Os suplico que seáis el protector de la Congregación del Santísimo Sacramento, que es la humilde familia de Jesús Eucaristía, su guardiana y servidora. ¡Oh buen San José!, servidle de padre, como lo fuisteis para la familia divina en Nazaret; ed su guía, pues ella posee también a Jesús, tan débil en su Sacramento como lo era en su infancia; sed su protector, pues dlla no debe tener ninguna protección humana, ni terrenal; aceptad hoy sus homenajes y su amor. Yo no os pido bienes temporales para la Congregación del Santísimo Sacramento, ni siquiera el verla grande y potente por su desarrollo exterior, lo que anhelo es verla sirviendo siempre a su divino Rey con fidelidad y abnegación.
Por mi parte, os honraré, os amaré y serviré en unión con María mi madre; no separándoos jamás de ella en mi amor.
¡Oh!, cuánto deseo ser como vos, buen Santo mío, el humilde artesano, el ignorado José, el abono del árbol, el jardinero del Señor, que, permaneciendo siempre en su verjel, no conoce más que sus plantas, sólo ama sus flores, no vive sino de sus frutos y muere en el modesto rincón de su cabaña, mas entre los brazos de Jesús y de María; cuya sepultura se ignora, no pudiéndose honrar sus despojos, por no haber dejado en pos de sí sino el manto de su pobreza y humildad.
¡Oh Jesús!, dadme a San José por padre, como me habéis dado a María por Madre. Inspiradme una devoción, una confianza y amor de hijo y siervo suyo.
Espero ser escuchado .... sí, lo seré, no hay duda, pues ya siento que crece mi devoción y mi confianza hacia el gran San José, padre nutricio vuestro y padre mío de adopción.
Aspiración. — ¡San José, el primero y más perfecto de los adoradores, obtenedme la gracia de amar, adorar y servir como vos, a Jesús Sacramentado!
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