viernes, 30 de junio de 2023

NOVENA A SANTA VERÓNICA GIULIANI

Novena dispuesta por el Bachiller don José Manuel Sartorio, Sacerdote de la Archidiócesis de México, y publicada en esa misma ciudad por la imprenta de María Fernández de Jauregui en 1815, con licencia del Dr. Don José Félix Flores Alatorre, Provisor y Vicario General del Arzobispado, refrendada por Don Juan Mariano Díaz, Notario Oficial Mayor, el 1 de Julio de 1815.
     
PRÓLOGO DEL AUTOR
Pío VII, nuestro Padre Santísimo y Pontífice Soberano actualmente reinante, entre otros siervos del Señor, que tiene declarados posesores ya de la gloria, ha declarado tal a la gran Verónica Giuliani, Religiosa admirable del instituto Capuchino, y Abadesa por muchos años del Monasterio de Castelo. El día 8 de Junio de 1804 es la data del Breve, en que la declaro por bienaventurada.

El deseo de propagar el conocimiento de esta poderosa abogada, y la gratitud a un singular favor que una persona religiosa reconoce debido a su intercesion y a sus ruegos, dan el impulso a este Novenario, que es nada menos que la satisfacción de un voto hecho a esta esposa de Jesucristo. Válgase de él quien quiera; y espere conseguir por la mediación de esta Virgen el logro de sus peticiones. Cualquier tiempo es muy oportuno; pero quien quiera prepararse a celebrar su preciosa muerte, que fue el día nueve del mes de Julio, lo podrá comenzar el día treinta del anterior.

La distribución de los tres triduos está dispuesta de este modo:
  • El primero propone lo que hizo Santa Verónica. Siendo la gracia la arquitecta, ella levanto en sí un edificio de perfección, cuyo cimiento, cuyas paredes, cuyo techo se darán a considerar.
  • El segundo tiene por objeto lo que ella padeció ya de sí misma, ya de parte de los demonios, ya de parte del mismo Dios.
  • El tercero mira, como a blanco, a lo que recibió ya de los Ángeles, ya de la augustísima Virgen, ya en fin, de su amante Jesús.

Es cuanto me basta advertir.
   
NOVENA EN HONOR A SANTA VERÓNICA GIULIANI
   

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
ACTO DE CONTRICIÓN
En el fondo de mi alma estoy oyendo una dulce voz, que de esta manera se explica: «Venid», dice, «venid a Mí los que trabajáis y estáis cargados, y yo os aliviaré». Voz tuya es esta, oh adorable Jesús: voz propia de un Padre de misericordias, y de un Dios de todo consuelo. Ella me anima a arrojarme a tus pies, a esos pies benignísimos, que dieron tantos pasos por buscar a los pecadores. Vésme aquí, pues, postrado ante ellos, lleno de una grande confianza de que no me desecharás, puesto, que Tú mismo me convidas y llamas con un convite tan amoroso. A Ti vengo muy trabajado y fatigado de haber estado andando los caminos difíciles del vicio y de la iniquidad. A ti vengo cargado del peso enorme de las culpas, con que tantas he quebrantado tu ley santa. Sí, muy trabajado, muy cargado; y por eso deseoso del alivio y del refrigerio, con que tu bondad me convida. Vamos, pues: quítame del hombro el peso inmenso que me oprime: déjame descansar en el seno suave de tu infinita misericordia: perdona mis pecados, de que con veras me arrepiento; y con el poder invencible de tu protección y tu gracia, confórtame de modo que nunca vuelva a andar los pesados caminos que anteriormente anduve, ni a echarme la tremenda carga que me ha abrumado infelizmente. Por mi parte así te lo protesto y propongo una enmienda firme; siendo tu bondad sola el motivo de mi dolor, y el fuerte apoyo de mi confianza.
    
ORACION A SANTA VERÓNICA GIULIANI
¡Quién hubiera, oh inocente Verónica, servido al gran Jesús como tú siempre le serviste! ¡Quién, como tú, hubiera siempre andado las sendas de la santidad! ¡Quién, como tú misma, se hubiera hecho digno de ser objeto de delicias al dulce Esposo de las almas! Mas ya que en lo pasado he estado lejos de esto, quiero en lo de adelante ser muy otro de lo que he sido. Tu serás un modelo que colocaré ante mis ojos. Ya que no llegué al heroísmo de tus virtudes tan admirables y asombrosas, procuraré a lo menos seguir, cuanto pueda, tus huellas. La gracia necesaria tú me la impetrarás; pues gozas sin duda un grande valimiento ante el trono de aquel Señor, que te colmo de tantas, y a quien tú tan fina serviste. Te invoco, pues, por mi abogada, para este gran negocio, el único verdaderamente que me interesa y que me importa para el tiempo y la eternidad. Solo esto pido: solo esto busco; estando asegurado de que, si lo hago así, todas las demas cosas se me darán como añadidura.
    
Ahora se rezaran tres Padre nuestros y tres Ave Marías con Gloria Patri en honra de la Beatísima Trinidad, y acción de gracias por los favores de que colmó a la Santa. Tras esto se leerán el punto y coloquio correspondientes a cada día.
   
DÍA PRIMERO – 30 DE JUNIO
CIMIENTO Y PAREDES DEL EDIFICIO ESPIRITUAL QUE ERIGIÓ SANTA VERÓNICA.
Si quieres levantar una fábrica de santidad, dice el Padre San Agustín, debes pensar primero en el cimiento de la humildad. ¡Qué profundo zanjó Verónica este cimiento! Despreció al mundo, huyendo de él: se despreció a sí misma teniendo de sí un concepto el más bajo: despreció los desprecios, mostrando en ello regocijo y colocando en los mismos su gloria. Se ejercitaba con gran gusto en los ministerios más viles. Aun siendo Prelada, servía a sus súbditas, como si fuera sierva de ellas. Sus alabanzas eran un martirio a sus oídos. Por la honra que le contribuían, pedia al Señor que le borrase las llagas prodigiosas que Él mismo le había impreso. No se defiende de los testimonios que la levantan, de hipócrita y de ilusa. ¡Ah, cuánta fue su humildad! Sobre cimiento tan robusto se levantaron sólidamente las paredes de umas virtudes muy heroicas y muy brillantes: una castidad la más pura conservada a despecho de las más fuertes tentaciones: una paciencia inalterable en los más duros tratamientos: una mansedumbre invencible en los oprobrios más injuriosos: una obediencia la más rendida, hasta obedecer en aquello que más afligía a su humildad: una oración la moás devota y la más extática: una… pero digámoslo de un golpe: las virtudes todas que deben adornar a una alma verdaderamente cristiana, a una alma perfectamente religiosa. No, no fue edificar sobre arena fabricar sobre el fundamento de una humildad tan prodigiosa.
    
COLOQUIO
Así es, dulce Jesús, prodigiosa sobre manera; porque no es cosa grande, no es pasmosa virtud el ser humilde en la abjeción. La virtud grande, la virtud admirable al mismo tiempo que rarísima es ser humilde entre las honras, y tal fue la humildad de tu amada esposa Verónica. Fue humildísima entre tantas brillantes dotes con que la distinguiste entre tantos favores con que la regalaste entre tantos gloriosos timbres con que la hiciste ver como una de aquellas esposas más regaladas y distinguidas. Mas si esto es tan maravilloso, quizá será más admirable el que yo sea y me muestre tan y tan soberbio. Poe donde quiera que me mire, ¿qué otra cosa hay en mí, sino motivos de humillarme? Mi alma manchada con tantos pecados, mis pasiones todas rebeldes, mis sentidos todos empleados en el mal ¿qué tengo que no sea un objeto de vergüenza y de confusión, un principio de humillación y abatimiento? ¿De que me ensoberbezco, si soy tan miserable? ¿Y qué virtudes solidas podré yo levantar si no tengo la preciosa de la humildad, que es el fundamento de todas, así como de todos los pecados es el principio la soberbia? Amable Jesús, dame, pues, la santa humildad, que es aquella virtud que Tú quieres especialmente que aprendamos todos de Ti. Dámela, te suplico, por la intercesión y los ruegos de tu humildísima Santa Verónica.
   
Después se hará la petición particular del favor que se busca, y luego esta
   
DEPRECACIÓN A LA VIRGEN SANTÍSIMA
Grande alarde, oh adorable Virgen María, te dignaste de hacer de tus favores y tus gracias en tu amada sierva Santa Verónica. Y este es para mí un argumento de que no serán desairadas las suplicas que te presente a mi favor y beneficio. A ella pido que interceda por mí ante el trono de tu clemencia: a ella que haga resonar su voz dulce a los oídos de tu bondad, oh Reina benignísima, oh Madre de misericordia. Tú oirás sus ruegos con agrado; y luego derramarás los tuyos a los oidos del gran Jesús. Estos, como que son de la principalisima medianera de gracia, no podrán padecer repulsa: con que de este modo ya cuento con el despacho favorable de mis humildes peticiones. Mas todas estas yo las compendio en una sola. Hela aquí, gran Señora: «Monstra te esse Matrem», Muéstrate Madre mía. Con esto solo tengo bastantes.
    
Antífona: Ven, Esposa de Cristo: recibe la corona, que te ha preparado el Señor para toda la eternidad.
℣. La gracia se derramó en tus labios.
℟. Por eso Dios te llenó para siempre de sus divinas bendiciones.
   
ORACIÓN
Señor mío Jesucristo, que con las sehales de tu dolorosa Pasión hiciste admirable a la bienaventyrada Virgen Santa Verónica, concédenos propicio que crucificando la carne, merezcamos llegar a poseer los eternos gozos: Tú que vives y reinas con Dios Padre en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén. 
   
Una salve según la intención del autor.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO – 1 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
TECHO DEL EDIFICIO HACIA LA PARTE SUPERIOR
Este lo forma la caridad, que por la parte de hacia arriba está mirando a Dios, y por la de acia abajo está mirando al prójimo. Este techo, con que Santa Verónica cerró su elevado edificio, lo consideraremos hoy por la parte que ve hacia arriba. ¡Oh, qué tierno, qué ardiente, y qué inflamado fue el amor de esta esposa para con su Esposo querido! No se limita a requiebros de boca, a ternuras de afectos. Ella se abre el pecho para sacar de él sangre con qué escribir a su querido cartas y protestas de amor. Ella encienda un latón, para con él bien encendido imprimir en su mismo pecho el nombre augusto de Jesús. A ella se le hacen dulces los más dolorosos tormentos, porque por él los padecía. «Viva la Cruz», era su frecuente palabra, porque miraba como gloria el padecer por su Señor. En fin, el fuego de su amor era tan activo y ardiente, que redundando hasta su cuerpo, hacía que este quemase. ¡Qué incendio! ¡Qué volcán de amor!
   
COLOQUIO
¿Y qué parecerá, Dios de mi corazon, este corazón mío enfrente de ese mongibelo? ¡Ay de mi! Soy la misma frialdad para contigo, oh mi Bien sumo. Soy todo fuego para con las criaturas; mas todo hielo para contigo,  quien debo amar sobre todo. ¿Qué prendas hay en ellas, que no esten en Ti con una perfección infinitamente mayor? ¿A quién de ellas puedo deber ni la mínima parte de lo que debo a Ti? Tú me criaste, Tú me conservas, Tú me redimiste al precio todo de tu Sangre. ¿Quién sino Tu solo, sufrió por mi amor y salud ser destrozado a azotes, coronado de espinas, pender en una Cruz y sufrir uifjCuuerte la mas ¿olorosa y amarga? A Ti solo, pues, debía haber consagrado toda mi ternura y amor. Pero ¡infeliz de mi!, me he perdido por las criaturas; y a Ti, dulce dueño, no he amado. Que ya no sea así: que seas Tú solo en adelante el centro todo de mi amor. ¿No me harás esta gracia? ¿No trasladarás a mi pecho siquiera una chispita del fuego que abrasaba a tu amante esposa Santa Verónica?
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
      
DÍA TERCERO – 2 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
TECHO DEL EDIFICIO POR LA PARTE INFERIOR
Del amor de Dios nace el amor del prójimo, a quien debemos amar por Dios. A Dios amó Santa Verónica con un amor muy encendido; veamos, pues, cómo amó a sus prójimos. Respecto de aquellos de quienes estaba más cerca, esto es, las religiosas del monasterio en que vivía, era muy grande su caridad. Aun siendo abadesa, por aliviarlas el trabajo, barría, sacudía el convento, lavaba la ropa y trabajaba en la cocina. A las enfermas las curaba, las alimentaba, las velaba. ¡Cuántas noches pasaba sin dormir, estando en vela por servirlas! Mas no es esto lo más. Los servicios corporales que les hacía eran, aunque tantos, muy inferiores a los espirituales. Deseaba que todas amasen mucho a Dios; celaba cuidadosa que observasen su regla monástica; con su ejemplo las alentaba y dirigía; y este fue tan eficaz y poderoso que fueron muchas las que en su tiempo llegaron en el monasterio a un alto grado de santidad. Encerrada en el santo claustro, no limitaba a sus cohermanas el calor de su caridad. Lo extendía a las gentes del siglo. Rogaba a Dios por ellas, por ellas se ofrecía gustosa a padecer las penas que merecían por sus pecados. ¿Y sería maravilla que una caridad tan ardiente lograse, como premio, la conversión de muchas almas? Logróla, como logró también el descanso de muchas, que salieron del Purgatorio por su admirable caridad, padeciendo por ellas de un modo maravillosísimo las penas mismas del Purgatorio.
   
COLOQUIO
Yo me asombro, amable Jesús, de esta caridad tan fogosa; mas al mismo tiempo me confundo al considerar mi negligencia en este punto. ¿Donde está mi amor a mis hermanos? ¿Qué trabajo tono por ellos? ¿Que celo me anima por su bien y su salvación? Es verdad que Dios a cada uno le tiene hecho cargo del próximo; mas de este mandamiento yo vivo del todo olvidado. ¿Cuándo haré reflexión de que mi prójimo es mi hermano: de que es hijo de Dios: de que lleva gravada en su alma la imagen de la Trinidad: de que es el preio de la Sangre de todo un Hombre Dios? ¿Cuándo comprenderé estos poderosos motivos que están urgiendome para amarlo, aunque sea por ventura mi más pernicioso enemigo? Señor, que los comprenda yo: que ame a mis prójimos como a mí mismo: que se extienda mi caridad a todos mis hermanos: que de los que tengo cercanos, de los que estiba remotos, de los que están purgándose, nadie se esconda de su calor. Alcánceme esta gracia tu caritativa Santa Verónica.
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
      
DÍA CUARTO – 3 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
PADECIÓ SANTA VERÓNICA DE SÍ MISMA
Vista en el triduo antecedente parte de lo que hizo Santa Verónica, vamos ahora a ver en el triduo segundo algo de lo que padeció; y primeramente de lo que padeció de si misma. ¡Oh, cuánto fue! Horroriza solo el pensarlo. Infantita aún de pecho comienza sus rigores. Si en los demás días toma la leche suficiente; los miércoles, viernes y sábados sola una vez por la mañana, y otra vez a la tarde mama unas pocas gotas. Ya religiosa, son sus ayunos mucho más rígidos: tres años continuos a pan y agua, dos con solas unas cortaduras de hostias y unas pepitas de naranja: muchos días seguidos, solo toma unas pocas gotas de un licor admirable, que le da Dios en el pecho izquierdo: otros, no toma más que la divina Eucaristía. Se pone en tal constitución que si se le obliga a comer, lo resiste su estomago y luego le vomita. ¿Qué más? Un duro lecho: una cama sembrada de espinas: a veces la tierra desnuda, he aquí el lugar de su descanso: ¿diré más bien de su tormento? El no dormir ya lo es bien grande; y las noches que no dormía, sin duda eran las más. Demos priesa a esta escena de horrores. Garbanzos a los pies: cruz de setenta o más libras al hombro: cadena de hierro, que la ciñe y entra en sus carnes: peines de hierro: tenazas hechas ascuas: túnica bordada de espinas: miles de azotes crueles por espacio de una o dos horas; y esto todos los días, y con cuerdas nudosas, con cadenas, con clavos, con espinas: ¡ah, cuántos destrozos de un débil cuerpo! Mírala ahora abrasándoselo con cera derretida. Mírala arrastrando la lengua por el suelo y las escaleras, dejándolos teñidos en sangre. Mírala correr por los claustros, por las escaleras, por la huerta del monasterio con aquella pesada Cruz. Mírala andar todo eso de rodillas desnudas, de que derrama viva sangre. Mira sus brazos pendientes de una Cruz, sin llegar con los pies al suelo, por tiempo mayor que el de una hora. ¡Que horror!, ¿cómo pudo el cuerpo tierno de una virgen sostener tan crueles rigores hasta la edad de sesenta años? No lo diga la lengua: admírelo el asombro.
    
COLOQUIO
Mas sea mayor el que me sorprenda, oh pacientísimo Jesús, al convertir mis ojos a mi horror a la penitencia. Tu inocente esposa se destroza cruelmente; sin tener culpas que pagar: ¡y yo, reo de tantas, solo busco la morbidez, solo quiero el deleite y regalo! ¡Qué confusión! ¿Y cuál a vista de esto deberé temer sea mi penitencia en el otro mundo. La penitencia de Santa Veronica pasó ya y así pasarán mis deleites. Mas ella ya se inunda en un océano de placer; y a mí quizá me aguarda una eternidad de penar. Jesús piadoso; no lo permitas. Penétreme profundamente la verdad infalible de que lo que deleita es momentáneo; lo que atormenta, eterno; breve lo que aquí aflige; inmenso lo que allá consuela. Esto me impela a castigarme: el ejemplo de tu Verónica me anime, y su intercesión poderosa me lo solicite y alcance.
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
       
DÍA QUINTO – 4 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
PADECIÓ DE LA IRA Y DE LA CRUELDAD DEL DEMONIO
La piedra que se iba labrando en Verónica para construirla ciudad santa, quería su amante Esposo fuese muy labrada y pulida con el martillo y el cincel de los trabajos y mortificaciones. He aquí por tanto que le dio licencia al demonio para que ayudase a labrarla. De parte de Dios eran las intenciones muy santas y benéficas: miraba al pulimiento de piedra tan preciosa. De parte del cruel oficial eran perversas y malignas: quería seducirla, quería espantarla, quería echar por tierra el alto edificio que iba levantando Santa Verónica. Para engañarla, pues, se transfigura en ángel de luz, esto es, toma la apariencia de los semblantes de Jesús, y María, y se le pone por delante. Para aterrorizarla, toma las figuras de monstruos espantosos, como de dragones, de víboras y de serpientes Para combatir su pureza se le muestra a los ojos en hermosos semblantes, y en actitudes impurísimas. Para atormentarla, la echa en los platos de la comida asquerosísimas suciedades, la golpea, la deja sin sentido, la cubre toda de cardenales, la rompe los brazos y huesos, la hincha la cabeza y garganta, y la deja las manos hechas unas ascuas de lumbre. En fin, para destruir su alto edificio, hace guerra a todas sus virtudes: a su fe, a su esperanza, a su caridad, a su religión, a su paciencia, a su mansedumbre y a su pureza con casi continuas y fuertísimas tentaciones. ¡Pero viva la gracia! Veronica siempre vencio, y la guerra que el enemigo la hizo no sirvió de más, que de más labrarla y pulirla.
    
COLOQUIO
Bendito seas, oh buen Jesús, que la ayudaste en la pelea, y con gran gloria tuya y brillante mérito de ella la sacaste en tantos combates triunfante siempre y victoriosa. Hazlo así, te suplico, con todos tus hijos, los fieles. Ya ves que el enemigo de la salud hace que nuestra vida sea una continua y muy peligrosa batalla mientras estamos en la tierra. Ya ves que como león rabioso por todas partes nos acecha, y no intenta más que tragarnos. Ya ves que como ladrón asesino, no pretende más que matarnos, destruirnos y perdernos. Adiestra, pues, nuestras manos para la guerra, nuestros dedos para la batalla. Haz que sobre la espalda de este áspid, de este basilisco caminemos siempre triunfantes; y que a este león furioso, que a este dragón horrible lo venzamos y pisoteemos. Haz, de una vez, que todos sus ardides, sus combates, sus tentaciones solo nos sirvan de ejercicio, solo para labrarnos, como piedras pulidas para la construcción de la Sion santa, de la celestial Jerusalén.
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
       
DÍA SEXTO – 5 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
PADECIÓ DE LA MANO DE SU MISMO ESPOSO JESÚS
No solo de sí misma, no solo del demonio hubo Verónica de padecer. La tocó también la hermosa mano de su amorosísimo Esposo. Él la visita con enfermedades gravísimas, cuyos remedios eran unos nuevos tormentos. ¡Qué cáusticos tuvo que sufrir en las llagas! ¡Qué hierros encendidos en las orejas y en el cerebro! Él la prueba con largas y amarguísimas desolaciones. ¡Y cuánto tendría en ellas que padecer un alma tan amante! Él la hace beber unos sorbos del cáliz amargo de Su pasión doiorosisima. ¿Qué congojas padecería en la agonía del Huerto? ¿Qué dolores en los azotes? ¿Qué punzadas en la coronación de espinas? ¿Qué parasismos en los tormentos de la Cruz? Aun en el exterior se veían las señales de este padecer interior. Él la comunica los agudos dolores de su afligidísima Madre. ¡Cuánto la atormentaron! Regularmente los padecía todos los viernes, lo mismo que los de Jesús, por doce horas, y ya todas las veinte y cuatro, en innumerables ocasiones muchos continuos días. Él, en fin, la hace padecer muchas veces las penas y tornentos horribilísimos del Purgatorio, satisfaciendo asi los deseos y ansias que ella tenía de padecer. ¿Quién no admira tanto penar?
    
COLOQUIO
¡Qué cierto es, oh mi dulce Jesús, que son muy buenos los trabajos, pues regalas con ellos a tus muy queridas esposas! Tú los quisiste para ti, y con ellos te desposaste, desde que comenzaste tu mortal peregrinación, hasta que la concluiste sobre el madero de la Cruz. Tú con ellos regalaste a tu santa Madre, haciendo padeciese cuanto no padeció jamás alguna otra de las criaturas. Tú has llevado siempre por sendas sembradas de cruces a todos tus predestinados, haciendo que padeciesen mas los qué más querías favorecer. Luego los trabajos son testimonios de tu amor. ¿Por qué, pue no los amo? ¿Por qué me impaciento me desespero con ellos? ¿Por qué arrojo estas preciosas gargantillas con qe me quieres adornar? ¿Por qué no imito a tu amada Verónica, que a imitación de tu siervo Job no pedía más consuelo, que ser afligida con el dolor? Señor, ella me impetre de tu bondad paciencia en todos los que me envíes: de suerte que con Agustín pueda clamarte mi corazón: «dulce Jesús, auméntame los trabajos con tal que me aumentes la paciencia».
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
       
DÍA SÉPTIMO – 6 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
LO QUE RECIBIÓ DE LOS ÁNGELES
Un padecer tan prodigioso, como el que hemos considerado en el triduo concluido ayer, estaba pidiendo ser coronado con muy distinguidos favores. Y he aquí que estos piden nuestra atención en el último triduo, al mismo tiempo que nuestros pasmos. ¿Y cuáles fueron los que recibió de los ángeles? Yo no dudo que ellos verían con dulce agrado, y tratarían con grande familiaridad a la que veían tan semejante a ellos mismos en la pureza. Yo los contemplo, como poerosos padrinos, auxiliándola en los combates. Yo los considero, como absortos espectadores de sus gloriosos triunfos; y me los figuro tejiéndola guirnaldas para ceñir sus sienes en aplauso de sus victorias. Mas un favor mas grande llama las atenciones. Yo me transporto, y el espectáculo me sorprende. No es un ángel, que afianzándolo por la melena, conduce a un Habacuc al lago de los leoes, para alimentar a un Daniel. Son, sí, espíritus angélicos, que no una vez sola, mas muchas, descienden del Empíreo: no para llevar un alimento material a un profeta transido de hambre; mas el pan vivo de los cielos, el pan soberano de los ángeles a una esposa querida, que arde a ansias de este alimento. Sí: muchas veces bajaron los ángeles santos para comulgar a Verónica. ¡Qué favor!, ¡que regalo!
    
COLOQUIO
Yo no merezco, oh angélicos espíritus, una dignación semejante; pero ¡como quisiera unas ansias tan vivas de comer el divino pan, cómo las que tenía la favorecida Santa Verónica! ¡Cómo deseará unas disposiciones tan santas y tan fervorosas como las que a ella le merecieron un tan distinguido favor! Yo me contento, oh mi amable Jesús, con recibirte de lasnmanos de tus ministros los sacerdotes. Debo verlos por su ministerio tan alto, por su dignidad tan augusta, como unos ángeles del testamento. Esto, pues, me basta; pero quiero y te pido por tu privilegiada Santa Verónica, que siempre que me acerque a tu tremendo altar, llegue animado de una fe viva, de una firme esperanza, de un amor muy ardiente, de una humildad profunda, de un temor respetuoso, y de las demás santas virtudes que deben adornar la posada de tan gran huésped. Bienaventurada Santa Verónica, tú impétrame estas gracias
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
     
DÍA OCTAVO – 7 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
LO QUE RECIBIÓ DE LA VIRGEN
Gran favor consideramos el día de ayer; mas es mucho mayor el que ahora viene a sorprendernos. Ayer vimos los ángeles favorecedores de Verónica; hoy la Reina de todos ellos se nos presenta regalándola. ¡Qué gloria! Sí: la misma Princesa augustísima baja de su alto trono a ministrarla la comunión, y darle aquel Cuerpo adorable, que nació de su casto vientre. Una vez sola que lo hubiese hecho así sería un favor inexplicable, una dignación sublimísima, una felicidad capaz de arrebatar en éxtasis de admiración. Mas ¡oh asombro!, este favor, esta dignación, esta felicidad se reiteró en innumerables ocasiones. Pero fueron más repetidos los graciosos coloquios, las dulces familiaridades, las apariciones gloriosas con que esta amantísima Madre honró, regaló y favoreció a esta hija y sierva dichosísima. Aun estaba en mantillas, y ya la regalaba con enseñarle a su Jesús. En su edad infatil le mostraba a su Hijo precioso, y religiosa capuchina, ¡oh, cuántas veces la inundó en delicias suavísimas, favoreciéndola con la presencia del Hijo hermoso de sus entrañas! Tales finezas Verónica pudo sentirlas; mi lengua mortal y animal no es bastante para explicarlas.
    
COLOQUIO
Tus bondades, graciosa Reina, divina Madre, santísima Señora, ponen extáticas las mentes, y es muy justo que enamoren los corazones. ¡Qué buena eres! ¡Qué bondadoso es tu Corazón! ¡Qué dulces tus entrañas! ¿Quién no te verá como la mejor de las madres? ¿Quién te amará con toda su ternura? ¿Quién no te dirá con San Bernardo: «¡o, Raptrix córdium!», ¡oh robadora de corazones!? ¿Quién no te servirá con fidelidad y constancia? ¿Quién no velará a los postigos de tu puerta? ¿Quién no pondrá en Ti, después de Dios, toda su confianza? Madre mía dulcísima, amabilísima MARÍA, mi corazón te ama. Tú eres mi Reina, Tú eres mi Madre, Tú eres mi vida, Tú mi dulzura, Tú toda mi esperanza. ¡Oh, cuánto confío, apoyándome en tu bondad, y valiéndome de los méritos de tu regalada Santa Verónica, que después del triste destierro, en que ahora voy peregrinando, me has de mostrar misericordiosa a tu hermosísimo Jesús, fruto bendito de tu vientre!
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.
    
DÍA NOVENO – 8 DE JULIO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración a Santa Verónica, y los tres Padre nuestros, Ave Marías y Glorias.
   
LO QUE RECIBIÓ DE JESÚS
He aquí el dador de todos los dones, al muy bondadoso Jesús, que hoy viene a coronar los méritos de su querida. No trato de aquella corona inmortal, con que en la eternidad gloriosa la coronó tras de su tránsito: no de aquellos desposorios eternos con que indisolublemente la ha unido ya consigo. Hablo de los favores que en esta vida la hizo, y que ella recibió aún mortal. No nos detengamos en los frecuentisimos éxtasis, en los vuelos de espíritu, en los arrobos a cada instante, con que quiso favorecerla. No digamos de aquel licor precioso que le puso en el pecho izquierdo, para que con él se confortase. No hagamos mención de aquella corona de espinas que le fijó sobre la cabeza. Pasemos, si se quiere, en silencio aquellos desposorios que celebró con ella, y aquel precioso anillo que en señal de los mismos se dignó ponerle en la mano. Y si os parece, omitamos también aquel trueque de corazones con que estos dos tiernos amantes explicaron su amor dulcísimo. El corazón solo de esta esposa querida es un testimonio muy fiel de los amores de su Esposo. Este había impreso en él dos llarmas ardientes de fuego, había erigido un estandarte, en significación de los dolores de María había esculpido siete llagas, había escrito once letras significativas de las virtudes de Santa Veronica, del nombre augusto de Él, y del dulcísimo de su Madre: había grabado todos los instrumentos de su Pasión dolorosísima. Pero en fin, todos estos favores, aunque tan grandes e imponderables, parece que ocultan, como las estrellas a la vista del sol, a la presencia de la impresión de sus cinco llagas preciosas, con que se agradó distinguirla, y con que ella vivió treinta años. ¡Oh beneficios, oh favores inexplicables! ¿Qué dijiste, San Francisco, patriarca santo de Verónica, a la vista de aquellas finezas?
    
COLOQUIO
Quisiera aquí las lenguas de todos los hombres, y las lenguas aun de los ángeles, para alabar tu beneficencia, oh Jesús munificentisimo. ¡Qué bien se conoce que tienes lleno tu pecho santo, y solo quieres que haya bocas que se abran, para que las llenes! Yo abriré ahora la mía, ya que no es digna de recibir la leche de las suavidades que con tanta abundancia derramas en los justos, a lo menos para alabarte y darte gracias rendidísimas por tantas, que comunicaste a la querida esposa que he invocado estos nueve días. Para esto la abro; y la abro también para pedir por sus méritos, que te dignes hacerme imitador de sus virtudes: que me des gracia para servirte y que después de esta vida mortal me lleves para amarte, para alabarte, para gozarte al altísimo reino de tu gloria. Amén.
   
Pedir la gracia que se desea recibir. La Deprecación, la Antífona y la Oración se dirán todos los días.

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