Novena dispuesta por el Padre Bernardo de Alcocer y Cisneros, cura párroco de Pénjamo (Guanajuato), y reimpresa en el Devocionario dedicado a Nuestra Madre Santísima de la Luz compilado por el Padre Gabino Chávez Lanuza de la diócesis de León (Guanajuato), y publicada en Méjico por la imprenta de los hermanos Leoncio y Guillermo Herrero en 1901.
NOVENA DE NUESTRA MADRE SANTÍSIMA DE LA LUZ, EN LA QUE SE MENCIONA LA HISTORIA DE SU IMAGEN
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS DE LA NOVENA
Soberana Reina del cielo, Madre Santísima de la Luz y Madre de los pecadores; yo, el más indigno de todos, que por mis gravísimas culpas no merezco contarme en el número de tus esclavos, confiado en tu piedad y misericordia, y deseoso de agradarte y servirte, quisiera, Señora, tener mil lenguas con que alabarte y mil corazones que ofrecerte, encendidos en las llamas del divino amor, y abrasados con el fuego de caridad en que arden los Serafines y los santos del cielo, y que fuese la ofrenda, si no como Tú me reces, al menos cuanto cabe en una criatura; pero ya que no me es posible, humildemente postrado a tus plantas, te ofrezco mi tibio corazón. ¡Ojalá se saliera del pecho para sacrificarse a tus pies! Recíbelo, Madre piadosa, y enfervorizándole con tu vista, enciéndele en un ardentísimo amor de Dios y tuyo, para que, siéndote agradable mi ofrenda, resplandezcan en mis obras, palabras y pensamientos, las luces de tu maternal patrocinio y soberana protección que imploro, y me aparten de las tinieblas de la culpa para unirme con la viva luz, mi Dios y Señor, sin distraer mi voluntad con las perecederas delicias del mundo, ni emplear mi amor en otra cosa que no sea su bondad infinita, concediéndome lo que rendidamente te pido en esta novena, si fuere del divino agrado, honra tuya y bien de mi alma. Amén.
DÍA PRIMERO – 23 DE JUNIO
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias por haberte dignado bajar del cielo a la tierra, acompañada de los ángeles, y dejándote ver de una devota tuya, a quien regalabas con frecuentes visitas; pero en ésta, más que en otras, tan hermosa, graciosa y amable, que parecías vencerte a Ti misma; y le declaraste que te agradaba el obsequioso pensamiento del apostólico misionero que intentaba llevar pintada tu imagen para que fuese la protectora de sus evangélicas correrías, asegurándole que querías ser retratada con aquella pompa de belleza y cortejo de gloria en que te veía, y que admitías benigna bajo tu protección su apostólico ministerio. Con cuya extraordinaria fineza alientas, Madre amantísima de los pecadores, mi confianza, para esperar de tu misericordia, como lo espero, y humildemente te lo suplico, que me admitas bajo tu amparo; para que, mediante tu protección, se estampe en el lienzo de mi alma la imagen de tus virtudes, con los coloridos de la gracia permanente, hasta lograr el ver y alabar en el cielo el original sacrosanto de tu virginal Ser, concediéndome, si conviene para este fin, lo que te pido en esta novena, para gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma. Amén.
Aquí se rezan tres Salves a la Santísima Virgen.
Purísima Madre de la Luz, en cuyo glorioso renombre declaraste la excelsa dignidad de Madre de Dios, que es la luz verdadera, dignándote significarte Madre de todos los hombres, a imitación del Hijo tus entrañas, que, nombrándose Hijo del Altísimo, se apellida también Hijo del hombre. Y para que viésemos con los ojos del cuerpo el hermoso engaste de ambas maternidades, apareciste sustentando con una mano a tu divino Niño, mi Redentor, y con la otra impidiendo tragase el dragón infernal el alma de un pecador. Aquí tienes, Señora, un hijo, el más ingrato del mundo, que, como el hijo pródigo, se acoge a tu clemencia, confiado sólo en que eres Madre. Mira, Señora y Madre mía, cómo mis grandes culpas tantas veces me han merecido el infierno, pues olvidado de que soy hijo tuyo, acaso desde que comenzó a rayar en mí la primera luz de la razón, apagué la luz de la gracia que recibí en el bautismo, viviendo en las tinieblas del pecado. Ya veo, Madre amantísima, que he perdido el glorioso título de hijo tuyo; pero Tú no has dejado el carácter de Madre mía; mostrándolo tu inalterable constancia en amarme, siendo tan mal correspondida de mi perversa ingratitud. Tarde conozco, Señora y Madre mía, mi ceguedad; y si no fuera por Ti, ¿cuándo la llegara a conocer? Abriendo los ojos en la muerte, me sirviera sólo de llorar mi eterna desventura. Ea, pues, Madre clementísima, extiende la poderosa mano de tu patrocinio para sacarme del abismo de mis pecados, enviando desde el cielo el esplendor de tu gracia, que del todo disipe la negra obscuridad de mi espíritu, concediéndome, si conviene para este fin, lo que te pido en esta novena. Amén.
Aquí se hace la petición.
¡Oh Jesús, Salvador mío, Luz increada de la Luz del Eterno Padre, y Luz hija de María, mi Señora! Por las entrañas de tu misericordia y por los grandes méritos de tu amantísima Madre, humildemente te suplico entrañes en mi alma y en la de todos los cristianos el amor y devoción de esta Soberana Reina, infundiendo en mi corazón una centella que le abrase en su amor; de suerte que, teniéndola por vida de mi vida y corazón de mi corazón, no sepa vivir sin María, para que en él tenga tu Majestad sus delicias, sin permitir que la culpa te aparte de mí, extendiéndose tu infinita misericordia a reducir a los infieles y herejes al verdadero conocimiento de tu santa ley, para que, ilustrados con la luz de la fe, conozcan y amen tu eterna bondad y a tu Santísima Madre, por cuya intercesión consigamos y logremos todos los cristianos alabarte sin cesar por toda la eternidad en la gloria. Amén.
GOZOS A NUESTRA SEÑORA DE LA LUZ
¡Oh fuente de resplandores!
De la mar estrella y guía,
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
La Trinidad eminente
Ab ætérno te eligió,
Y Madre te decretó
De la luz indeficiente:
Tu grande soberanía
Despide mil resplandores.
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
Son tales tus luces bellas,
Que a los infiernos asombras,
Y en tu presencia son sombras
Las luces de las estrellas:
Excedes con gallardía
De luna y sol los primores.
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
Dos hijos en tu regazo
Sustentas con lazo estrecho,
Al Niño Dios con tu pecho,
Y al pecador con tu brazo:
Al alma que perecía
Libras de eternos ardores.
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
Al ver el claro arrebol
De tu rostro refulgente,
El serafín más ardiente
Te venera como a un sol:
Manda del cielo, ¡oh María!,
Luz con que nos acalores.
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
Pues en Ti, Madre, esperamos
Luz y guía, gracia y acierto,
Danos, Madre, feliz puerto
En este mar que surcamos:
No perece quien se fía
De tus maternos favores.
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
¡Oh fuente de resplandores!
De la mar estrella y guía,
Danos tu luz, Madre pía,
A justos y pecadores.
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
DÍA SEGUNDO – 24 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque, habiéndote dejado ver de tu devota, tan resplandeciente y hermosa, para mostrar tu afabilidad y agrado, no satisfecho tu grande amor, quisiste que apareciese tu Hijo Santísimo en tus soberanos brazos en figura de tierno Niño, con el semblanteen extremo alegre, afable y risueño, todo delicias y todo amor; por estos favores, Señora, rendidamente te suplico no permitas que en el día del juicio vea yo airado el rostro de tu Hijo Soberano, mi Dios y Señor; sino que, siendo por tu intercesión uno de los escogidos colocados a su mano derecha, merezca oír de sus divinos labios la sentencia de mi eterna felicidad, como hijo tuyo, para verle sin saciarme, siempre en la gloria, y también te suplico me concedas lo que te pido en esta novena. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA TERCERO – 25 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias y alabanzas, por haberte aparecido, no sólo con tu amado divino Niño en la siniestra, sino también manteniendo en el aire, y con la mano diestra, el alma de un pecador expuesto a caer en las fauces del dragón infernal, enseñándonos así que, si Tú retiraras un poco la mano de tu patrocinio, quedaríamos miserablemente abrasados en aquel abismo de llamas. Así lo creo y lo confieso, Madre y Señora mía, y humildemente te suplico no permitas que mi obstinación y rebeldía te obliguen á dejarme de tu mano, porque me perderé sin remedio; antes, sí, piadosísima Reina, compadécete de mi miseria, apártame de toda ocasión de pecar, ministrándome tu liberalísima mano las luces de eficaces auxilios que me retiren de los tropiezos del mundo y me enderecen por la senda de la virtud al camino del cielo, concediéndome, piadosa, lo que te pido en esta novena. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA CUARTO – 26 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque, habiendo aprobado el designio de que pintasen en tu Imagen los corazones de los hombres, para denotar que de Ti se debía esperar la conversión, te dignaste mandar aparecer un ángel con un cestillo de corazones que, presentados a tu Santísimo Hijo, los tomaba uno por uno, encendiéndolos en su divino amor, como que, solícita tu celestial sabiduría de nuevas formas con que acomodarte a nuestro rústico modo de entender, nos quisiste persuadir cuán de nuestra parte estaban Hijo y Madre Santísima, anhelando por el amor de los pecadores. Por estos favores, Señora, con humilde rendimiento te ruego mandes al ángel de mi guarda que, desatando mi corazón de los lazos de mis rebeldes pasiones, lo ofrezca a tu Santísimo Hijo para que lo inflame en su amor, y, atándolo con las preciosas cadenas de tu patrocinio, lo tenga a tus pies como cosa tuya en la que ya no tenga dominio, por haberlo consagrado a Ti, de cuya piedad espero lo aceptes, atendiendo a mis súplicas y concediéndome lo que te pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, honra tuya y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA QUINTO – 27 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias por haberle revelado a tu devota cuánto te agradaba el título de Madre Santísima de la Luz, en el cual, estando inclusos todos los privilegios con que fuiste de Dios enriquecida, se juntan todas las alabanzas y gloriosos renombres que te han dado los Santos Padres, repitiéndole tres veces el mandato de que te habían de nombrar con este admirable título, no revelado en los pasados siglos a tantas almas santas, que mejor te hubieran obsequiado, porque quisiste descubrir en nuestros tiempos el tesoro de tus riquezas y convidarnos a utilizarlas para alivio de nuestra miseria. ¡Oh Madre amantísima de la Luz! ¡Cuánto me indigno con mi endurecido corazón, porque no se deja rendir a tanto amor! Pero al mismo tiempo, ¡cuánta es mi confianza de que, mediante tu favor, ya no se resistirá más, sino que, rendido a tus beneficios, sabrá agradecerlos y publicarlos; así lo espero, y humildemente te suplico los imprimas en mi alma para estímulo de mi gratitud y correspondencia a las obligaciones de cristiano, y de cristiano el más favorecido de tu piedad, resolviéndome a ejecutar aún los divinos consejos, esforzándome á publicar tus glorias y procurar que todos sean tus devotos y te celebren con este nuevo título de Madre Santísima de la Luz, para la mayor gloria de Dios y honra tuya. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SEXTO – 28 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque no habiendo salido tu Imagen conforme al diseño que habías dado a tu devota, aun siendo cortos los yerros, tuviste a bien volver a aparecerte, y de nuevo mandar que se hiciese el retrato en todo conforme a tu soberano precepto: danos a entender el modo con que nos debemos dedicar a obedecer ciegamente los divinos mandatos. Vuelve, Madre Santísima, los ojos de tu misericordia hacia mi alma, y mira la imagen de Dios (modelada de su poderosa mano) como la ha puesto mi desobediencia a sus mandatos, que más parece imagen del demonio, por los negros borrones de la culpa; y muévete piadosa a retocarlo de tu mano con el pincel de la gracia y luz de eficaces auxilios, para observar la ley santa de Dios, como Tú quieres que la ejecute: no permitiendo que mis pecados vuelvan a borrar esa bella Imagen; antes, sí, esfuerza mi espíritu, como te lo suplico, para que cada día le adorne más y más con los resplandores de las virtudes hasta coronarlo en la gloria. Amén..
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA SÉPTIMO – 29 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias y alabanzas por haber tenido a bien el hallarte presente a la segunda pintura de tu Imagen, condescendiendo piadosa a las súplicas de tu devota, de quien te dejaste ver, para que teniéndote delante de los ojos, amaestrara con la voz al pintor, guiándole Tú visiblemente el pincel, de modo que, concluida la obra, se conociese en su belleza sobrehumana que tu superior arte había dispuesto la idea y copiado tu Imagen. Por estos favores, humildemente te ruego dirijas a mis superiores y directores espirituales, diñándoles saludables y eficaces doctrinas, con las que me guíen para practicar las obras santas, y me enseñen a ejecutarlas con tanta perfección, que todos conozcan por su sobrenatural hermosura que la superior luz de la gracia les dio el ser y la belleza para el adorno de mi alma, y rae concedas lo que te pido en esta novena, si fuere de tu agrado y mayor honra y gloria de Dios. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA OCTAVO – 30 DE JUNIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque habiendo visto tu sagrada Imagen tan bella y agraciada, que roba los corazones de cuantos la miran (al fin como hechura tuya), mostrando tu agrado, levantaste la diestra y con la señal de la cruz la bendijiste, comunicando así a tu sagrado retrato la virtud de los milagros en beneficio de los pecadores. Por estas finezas, Señora, humildemente te pido vuelvas otra vez a mirar la imagen de tu Hijo, mi Dios, impresa en mi alma: y dale, Madre Santísima de la Luz, tu bendición sacrosanta, con la señal de la Santa Cruz, para que con ella se perfeccione y hermosee en el poco tiempo que me queda de vida, y en la otra, en el día del juicio, no me sea la Santísima Cruz testigo de mis ingratitudes y señal de mi condenación; sino que, por tu misericordia y piedad, consiga tenerla grabada en la frente, por señal indeleble de mi eterna salvación: concediéndome, si para esto conviene, lo que rendidamente te pido en esta novena para la mayor gloria de Dios y bien de mi alma. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
DÍA NOVENO – 1 DE JULIO
Por la señal…
Oración para todos los días.
¡Oh Madre Santísima de la Luz! Yo te doy infinitas gracias porque habiéndose armado el infierno todo, ya contra el religioso autor y protector de esta empresa de tu soberana imagen, ya contra el mismo retrato tuyo, esforzándose a destruirlo con continuos asaltos, como que conocía el demonio la guerra que con él le habían de hacer tus devotos; Tú, Santísima Madre, has desvanecido todos los insultos de Satanás, librando a tu sagrada imagen y a cuantos la alaban y veneran de las infernales furias con portentosos milagros, para mayor confusión del príncipe de las tinieblas. Por estos especialísimos beneficios, rendidamente te pido, y con todo mi corazón te suplico, Santísima Madre de la Luz, no permitas que el demonio ejecute en mi alma los estragos que intenta su malicia, defendiéndome de sus diabólicas armas con el escudo de tu patrocinio y con las luces de tu amparo, que destierren al infernal enemigo y lo obliguen a publicar que no tiene poder ni fuerzas para pelear con los que se acogen a Ti: esto imploro, Señora y Madre mía, especialmente para aquella terrible y última hora de mi vida, cuando serán mayores los conatos del demonio para mi perdición: asísteme, piadosa Madre, en aquel trance, hasta llevarme, a pesar del infierno, a la celestial patria, a aumentar el número de tus devotos, verte y alabarte eternamente. Amén.
Rezar tres Salves. Las demás oraciones y los Gozos se dirán todos los días.
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