miércoles, 15 de diciembre de 2021

MEDITACIONES PARA EL ADVIENTO, NAVIDAD Y EPIFANÍA (DÍA DECIMOCTAVO)

Meditaciones dispuestas por San Alfonso María de Ligorio, y traducidas al Español, publicadas en Barcelona por la imprenta de Pablo Riera en 1859. Imprimátur por D. Juan de Palau y Soler, Vicario General y Gobernador del Obispado de Barcelona, el 30 de Octubre de 1858.
     
MEDITACIÓN 18.ª: Qui próprio Fílio suo non pepércit, sed pro nobis ómnibus trádidit illum. (El que aun a su propio Hijo no perdonó, sino que lo entregó por todos nosotros. Romanos VIII, 32).
Considera que habiéndonos dado el eterno Padre a su mismo Hijo por mediador, por abogado cerca de Él mismo, y por víctima en satisfacción de nuestros pecados, nosotros no podemos ya desconfiar de alcanzar de Dios cualquiera gracia que le pidamos, valiéndonos del medio de un tal intercesor: ¿Cómo no nos donó con este Redentor todas las cosas?, añade San Pablo. ¿Qué cosa nos negara ya Dios, no habiéndonos negado a su Hijo? Ninguna de nuestras súplicas merece ser oída ni atendida del Señor; porque no somos dignos de gracias, sí es de castigo por nuestros pecados; pero ciertamente merece ser oído Jesucristo que intercede por nosotros, y ofrece todos los padecimientos de su vida, su Sangre y su muerte. No puede negar cosa alguna el Padre a un Hijo tan amado, que le ofreció un precio de infinito valor. Él es inocente, y aunque paga a la divina justicia es para satisfacer nuestras deudas; y su satisfacción es infinitamente mayor que todos los pecados de los hombres. No sería justo que pereciese un pecador, el cual se arrepiente de sus culpas, y ofrece a Dios los méritos de Jesucristo, quien las ha satisfecho por él sobreabundantemente. Démosle, pues, gracias a Dios, y esperémoslo todo en los méritos de Jesucristo.
    
AFECTOS Y SÚPLICAS 
No, mi Dios y mi Padre, no puedo ya desconfiar de vuestra misericordia; no puedo temer que me negueis el perdón de todas las ofensas que os he hecho, y que no me deis todas las gracias que necesito para salvarme, cuando me habeis dado a vuestro Hijo a fin de que os lo ofrezca por mí. Vos puntualmente para perdonarme y hacerme merecedor de vuestras gracias, me lo habeis donado y me mandais que os le ofrezca, y que por sus méritos espere mi salvación. Yo os ofrezco, pues, los merecimientos de vuestro hijo Jesús, y por ellos espero la gracia que repare mi debilidad, y todos los daños que me he acarreado con mis pecados. Me arrepiento, bondad infinita, de haberos ofendido; yo os amo sobre todas las cosas, y de hoy en adelante os prometo no amar a otro que a Vos; pero este mi propósito ¿de que servirá, si Vos no me ayudais? Por el amor de Jesucristo dadme la santa perseverancia y vuestro amor; dadme luz y fuerza para seguir en todo vuestra santa voluntad. Fiado en los méritos de vuestro Hijo, espero que me oiréis. María, madre y esperanza mía, también os suplico por amor del mismo Jesucristo que me alcanceis estas gracias. Madre mía, escuchadme.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.