El 22 de Diciembre de 2021, el Vaticano presentó dos documentos: el uno “La pandemia y el desafío de la educación: Niños y adolescentes en el tiempo de Covid-19” (de la Pontificia Academia para la Vida del sodomita, abortista y herético Vincenzo Paglia), y el otro “Infancia y Covid-19: Las víctimas más vulnerables de la pandemia” (de un Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Integral aún dirigido por el hoy defenestrado cardenal Turkson –remplazado al día siguiente por su rival Michael Czerny Hayek SJ–).
Si bien ambos documentos alusivos a la niñez en el contexto del corona brillan por la ausencia de mención de las muertes de los niños en gestación (tanto por la ralentización de las citas de control prenatal como por las políticas abortistas de muchos países –recuérdese que, en el punto álgido de la coronahisteria, los abortorios siguieron en operación mientras se suspendieron otros servicios médicos so pretexto que “no eran esenciales”, y que incluso las sectas satánicas lo declararon parte de su liturgia–), el primero, emitido por la Pontificia Academia para la Vida (que supuestamente tiene como la primera de sus funciones dar conceptos y desarrollar la bioética), es más polémico. Resulta que la agencia ADN Kronos reveló el día 23 que el documento tenía proyectado incluir un párrafo que contenía la recomendación de la coronavacunación de niños de 5 años en adelante, pero que la Secretaría de Estado ordenó su eliminación en el último minuto. Si bien se desconoce la estructura original, se puede reconstruir a partir de los siguientes elementos:
«La vacunación de menores, a partir de los cinco años, con vacunas de ARNm [ARN modificado] ha sido ampliamente autorizada, considerando el alto valor de los beneficios frente a los riesgos. varios países han ampliado la posibilidad de vacunar a niños y adolescentes, con diferentes formas y límites, regulados por gobiernos individuales. Cabe destacar aquí que, dadas las circunstancias de la actual propagación de la pandemia y la calidad de las vacunas autorizadas, se puede considerar aconsejable la vacunación de los niños mayores de cinco años, coherente con una distribución equitativa de las vacunas en todo el mundo. Las contraindicaciones y los posibles efectos secundarios son mucho menos significativos que los beneficios obtenidos. Por debajo de esta edad, aún se están realizando investigaciones y evaluaciones para definir mejor cómo proceder».
Que el Vaticano está a favor de la coronavacuna, eso está por sentado (prueba de ello es que fue de los primeros –si no el primer país– en exigir el pasaporte sanitario a sus empleados y residentes para acceder al territorio). El pero es que el debate moral, científico y sanitario continúa a pesar de la Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe con fecha 21 de Diciembre de 2020 que considera “moralmente aceptables” las vacunas fabricadas con líneas celulares provenientes de bebés abortados (a pesar de su pretendido discurso contra el aborto), y que Francisco Bergoglio diga una y mil veces que inyectarse es “un acto de amor” (aun cuando el amor forzado se le llama VIOLACIÓN).
Recientemente Life Site News informó que un grupo de clérigos y seglares conciliares presentó la “Declaración de Belén”, en el que se apela a la misma CDF que, ante la nueva evidencia y con los mismos criterios del dicasterio, se declare que las coronavacunas son moralmente ilícitas.
Si el debate de la vacunación de los adultos está así de acalorado, el de la vacunación de los niños ¿cómo no lo estará?, habida cuenta que las objeciones son de mayor alcance, ya que la probabilidad de desarrollar la enfermedad de forma grave en menores se ha demostrado estadísticamente despreciable, mientras que este colectivo resulta más vulnerable a potenciales efectos adversos a largo plazo. Lo que es claro es que el documento vaticano se presenta como un espaldarazo a la “Operación Niños” que se está llevando en muchos países (Italia y el primer ministro Mario Draghi Mancini a la cabeza).
Volviendo a la omisión, se presume (contrario al principio general) el dolo, esto es, que la Pontificia Academia para la Vida quiso evadir el obstáculo presentado por la Secretaría de Estado, toda vez que por un lado, Alberto Villani, responsable de Pediatría y enfermedades infecciosas del Hospital Infantil Niño Jesús de Roma, en la rueda de prensa que presentó las declaraciones anterior citadas, se declaró a favor de la vacunación para los niños, «porque las vacunas son seguras y eficaces. Todo niño tiene derecho a tutelar su bienestar y el de su familia», y por el otro que Avvenire (el diario oficial de la Conferencia Episcopal Italiana) encabezase la noticia diciendo: «“Un acto de amor”: Sí a la vacunación para los niños».
El caso es, que el Vaticano, aun con su lameculismo ante la Sinarquía, es escenario de una guerra intestina mientras que su gobernante Francisco Bergoglio ve deteriorarse aun más su estado de salud y que está quemando sus últimos cartuchos de tirano bananero.
Queda claro que el Espíritu Santo está ausente en este tema del Vaticano, así como que que el Covid no tiene ningún significado,quien si se ha pronunciado con que " es un castigo de Dios, es Lukashenko
ResponderEliminar"El Señor seguro que nos castigó con el coronavirus porque nos comportamos irrespetuosamente con la naturaleza", señala el presidente de Bielorrusia.
Al Espíritu Santo lo ignoraron en el cónclave de 1958, y durante el Vaticano II lo echaron. Por eso es que sus “papas” no tienen los auxilios correspondientes al oficio.
EliminarLukashenko es curioso que hable de “castigo de Dios” cuando él se describe como “ateo ortodoxo”, esto es, un ateo con valores y moral basados en los dictámenes de la Iglesia ortodoxa