He aquí un documento importante sobre los «Foyers de Charité» y Marta Robin…
El R. P. Noël Barbara nos presentó, hace más de 35 años, en su Revista bimestral de Catequesis Católica “Forts dans la Foi” (Nº 48, Ene-Feb 1977) un estudio de Gabriel de Seinemont sobre los «Foyers de Charité» y Marta Robin.
El R. P. Noël Barbara nos presentó, hace más de 35 años, en su Revista bimestral de Catequesis Católica “Forts dans la Foi” (Nº 48, Ene-Feb 1977) un estudio de Gabriel de Seinemont sobre los «Foyers de Charité» y Marta Robin.
El autor pregunta: «¿La enseñanza dispensada en los retiros de los Foyers de Charité es ortodoxa?» y ¡sus respuestas nos prueban lo poco de ortodoxia que hay allí, comparado con los verdaderos retiros (antiliberales) de San Ignacio que nos daba, por ejemplo, el Padre Joseph Vérité!
Los retiros de Châteauneuf omiten toda verdadera predicación sobre la salvación eterna; omiten la predicación sobre el temor de Dios, y no predican sino sobre el amor; omiten una eficaz predicación del Infierno; nada dicen sobre el pequeño número relativo de los que se salvan; sostienen abiertamente la teoría de «la iluminación final»; conducen las almas al quietismo; en esos retiros, se emplea un lenguaje nuevo, una cantidad impresionante de neologismos bárbaros; hacen la apología de los nuevos métodos, del nuevo mundo; no guardan nada de los ejercicios de San Ignacio, como lo reconocía el Canónigo Finet; dan definiciones erróneas o equívocas sobre el amor; dan definiciones equívocas o erróneas sobre el pecado; no predican el odio al pecado, minimizan su gravedad a cada instante; parecen despreciar el respeto de los Mandamientos de Dios y la doctrina, y lo tratan de legalismo y de formalismo; todo es ambiguo mientras se trata de la alegría cristiana; y emplean constantemente expresiones equívocas para designar la Sagrada Eucaristía; en fin, ¡¡¡Châteauneuf ha adoptado la Nueva Liturgia y el Nuevo Ordo que los protestantes emplean en Taizé!!!
El Reverendísimo Padre Vallet, fundador de los Cooperadores parroquiales de Cristo Rey, siempre decía: «¡Châteauneuf, eso no es de Dios!».
Concluyendo su estudio, el autor responde enseguida a Cuatro objeciones:
- Primera objeción: ¿Cómo conciliar el hecho que los retiros de los Foyers de Charité dispensen una enseñanza heterodoxa con el apoyo moral que le aporta Marta Robin?
- Segunda objeción: Los retiros de los Foyers de Charité son todos enteramente centrados sobre la Virgen María, el Espíritu Santo y el amor insondable de Dios. Ellos se llevan a cabo en silencio y concluyen con la recomendación de la meditación cotidiana y de la recitación del Rosario. ¿Cómo podemos plantear la hipótesis que ellos sean de inspiración diabólica?
- Tercera objeción: Criticar la espiritualidad de Châteauneuf, ¿no es arriesgarse a endurecerse y rechazar el dejarse invadir por el calor del amor divino?
- Cuarta objeción: ¿Por qué causar turbación criticando a Châteauneuf? ¿Algún bien puede salir de ello?
¿QUÉ PENSAR DE LOS Foyers de Charité?
Por Gabriel de Seinemont
Revista “Forts dans la Foi”, N° 48 (Enero-Febrero de 1977)
Luego de muchos años, los retiros predicados en los Foyers de Charité, y particularmente en Châteauneuf-de-Galaure, son objeto de advertencias emanadas de diveros medios tradicionalistas.
Estas críticas no dejan de conmover a las personas impresionadas por el bien que ellas quieren hacerse en los retiros de los Foyers de Charité. Este bien es real, y no es algo que se pueda discutir. Pero sí la importancia de saber si dicho bien es sustancial o accidental en la influencia ejercida por los retiros en cuestión. En todo caso, ese bien es suficientemente aparente para explicar la emoción y el desacuerdo de numerosas personas de buena fe que, apreciando los Foyers de Charité, no comprenden las advertencias de la que éstos son objeto.
Creemos que es útil abordar aquí este asunto, pidiéndole al Espíritu Santo para que la exposición de las carencias de los Foyers de Charité sea para estas personas, no una ocasión de escándalo, sino una fuente de luz.
Las advertencias sobre los Foyers de Charité se fundamentan esencialmente y principalmente sobre las graves insuficiencias y los errores contenidos en la enseñanza que es por ellos dispensada. El primer deber de un predicador de retiros es el de enseñar la Verdad. Nada tiene de extraño el desaconsejar la frecuentación de retiros que impartan una enseñanza errónea.
Todo el problema consiste entonces en saber si tal es el caso de los retiros de los Foyers de Charité. Es esto lo que nosotros indagaremos al estudiar cuidadosamente el dossier intitulado “Notas de un retirante”, donde se certifica que: «Estas notas han sido tomadas a lo largo de numerosos Retiros predicados por el Canónigo Finet en el Foyer de Charité de Châteauneuf-de-Galaure». Este
dossier es impreso en Châteauneuf-de-Galaure y era entregado, al menos hasta 1973, a los retirantes o simpatizantes, por el equipo de acogida del Foyer de Charité. Los numerosos argumentos que siguen se basan en esta compilación y están apoyados por las referencias precisas. On a
même dû se limitará en las citas y remisiones al texto relacionado con cada argumento, a fin de no alargar este estudio.
1. Los retiros de Châteauneuf omiten toda verdadera predicación sobre la salvación eterna
Acordemos que no se trata aquí de una cuestión menor, sino del objetivo mismo de la vida. Cuando el canónigo Finet hace alusión de ello, es para burlarse de la predicación tradicional sobre la salvación personal. Cf. p. 20: él ridiculiza «el cristianismo, compañía de seguros». Páginas 29 y 40: se mofa de la expresión, aún irreprochable desde el punto de vista teológico «Yo no tengo sino un alma que necesito salvar» que San Luis María de Montfort –a quien el canónigo Finet reclama en otro lugar– hacía cantar a sus fieles en la Vendéa. Él es mucho más tranquilizador al predicar la “salvación” colectiva, tan de moda entre los modernistas, esa que permite diluir la responsabilidad personal ante Dios en un vago sentimiento de culpabilidad colectiva que no involucra la contrición sobrenatural ni la enmienda de la vida. ¿El canónigo Finet no sabe que «nosotros salvamos nuestra alma cuando salvamos colectivemante»? (p. 10) ¿Es decir que seremos juzgados sobre la conciencia de nuestro próximo? Cierto, la caridad nos impone una obligación de hacer todo cuanto sea menester para cooperar a la salvación de las almas de nuestros hermanos. Pero es la nuestra la que será pesada en la balanza de la justicia divina en nuestro Juicio particular.
Es lógico que la concepción de salvación “comunitaria”, desarrollada por el canónigo Finet, tenga por consecuencia una teología “comunitaria” de los medios de salvación. «Todos los sacrementos son comunitarios, y particularmente la confesión (…). Uno se confiesa en alguna manera ante la asamblea de los fieles (…). Y se recibe un perdón comunitario: porque “La Falta es un Atentado Contra la Vida Comunitaria”». (p. 215) «El objetivo no es ajustarse». (p. 217).
En la línea de expresiones tan equívocas, el honesto retirante encuentra mucho la tentación de que, para “salvarse”, el faut d’abord no «oponerse al espíritu fraternal y de colaboración», «rentrer en el espíritu de equipo» (p.
117). Todo lo demás, y en particular la necesidad de conformar su vida a la ley moral para llegar a la salvación, el retirante lo olvida, a pesar del breve llamado de «el aspecto jurídico de la cuestión» (p. 110). Él lo olvidará, por una parte porque este dicho de una verdad central del cristianismo –«Aquel que me ama, guardará mis mandamientos» (Juan 14, 21)– es acompañada de una vehemente advertencia contra «la actitud de temer del juez y del legislador» qui aboutit au “fariseísmo”; de otro lado, sobre todo porque la exhortación a rentrer en “el espíritu de equipo” volviéndole la espalda al “individualismo” constituye el leitmotiv de la predicación, y aparece verdaderamente como la esencia de la vida cristiana.
Página 61 y siguientes, el fin de la vida es pasado en silencio, luego que incluso se evoca «el problema capital de saber por qué uno nace, vive, y muere». Lo mismo en la p. 98, donde da una definición bien vaga de la salvación: «la relevancia del hombre que hace retornar a la unidad».
Página 208, en la conclusión de la conferencia sobre el amor fraternal según el Evangelio, el canónigo Finet cita las palabras de Cristo a los elegidos y concluye: «Él concede la gloria a aquellos que han practicado la caridad fraterna».
Uno habgrìa querido que esta conclusión fuera más completament evangélcia y cita también las palabras de Cristo a los réprobos: «Apartáos de mí, malditos; iros al fuego eterno. Porque yo tuve hambre…». Hay una omisión que es grave en una predicación que pretende evocar “el amor fraternal según el Evangelio”. La divina pedagogía de Nuestro Señor, que conoce el corazón humano mejor que todos los predicadores, no creyó poder dispensarse de invocar el temor de los castigos para inclinar al hombre corrompido a la observancia de los mandamientos y disponerle a la caridad fraterna.
2. Estos retiros omiten la predicación del temor de Dios, y no predican sino el amor.
Nuestro Señor no hizo una tal selección en su predicación evangélica, como lo resalta el canónigo Finet
mismo en la página 83; él ha sido imitado en esto por los Apóstoles, los Padres de la Iglesia, los grandes misioneros, etc. También es muy deplorable que el canónigo Finet venga a tornar en ridícula la enseñanza del temor de Dios. Esto es una grave imprudencia, porque el santo temor de Dios es indispensable ¿no es el principio de la sabiduría (Salmo 110, 10)? ¿El primer grado de humildad (Regla de San Benito)? ¿La prenda de la misericordia de Dios (Magníficat)? ¿El medio para no pecar jamás (Eclesiástico 7, 40); de no apostatar en la persecución (Mateo 10, 28)? ¿El medio de llegar a la vida eterna (Proverbios 14, 27; 19, 23)? ¿La imitación de Nuestro Señor Jesuscristo no nos dice que: « Celui qui est peu touché de la crainte de Dieu ne persévèrera pas dans le bien, mais il tombera dans les pièges du démon. » (1/24)?
Mais le chanoine Finet semble faire fi de tout cela et s’escrimer contre « la religion de crainte », le « Dieu-vautour du jansénisme » (p. 37, 42, 64), « l’individualisme » (p. 40) et « le pharisaïsme » (p. 110). D’après lui, il ne faut pas avoir « peur du péché » (p. 170) mais obéir à Dieu seulement par amour. Ne
croirait-on pas que le chanoine Finet connait mieux l’homme que Notre
Seigneur Jésus-Christ, qui n’a pas hésité à prêcher l’enfer et la
crainte de Dieu des dizaines de fois ? Le chanoine Finet va même jusqu’à soutenir que « l’amour filial et la crainte servile sont incompatibles » (p. 106) ! Ceci constitue une grave équivoque. Elle peut signifier que la crainte de la peine (crainte servile) ne saurait demeurer avec la charité. Cette assertion est une erreur réfutée par saint Thomas (II-II, 19, 6), qui déclare que « la crainte servile est un don du Saint Esprit » et « qu’elle n’est pas enlevée par la présence de la charité ». En effet, explique-t-il, « la crainte de la peine vient de l’amour de soi » et n’est donc incompatible avec la charité que pour celui « qui fait de l’amour de son propre bien, sa fin ». Mais elle est incompatible avec la charité pour celui qui « s’aime lui-même », sans « mettre sa fin dans ce bien propre ». C’est pourquoi « Une Telle Crainte de la Peine, conclut-il, Peut Demeurer avec la Charité ».
On la désigne ordinairement sous le nom de « crainte simplement servile », pour la distinguer de la « crainte servilement servile », qui est incompatible avec la charité.
La crainte simplement servile est donc bonne et dispose à la crainte filiale, qui est la crainte d’offenser le Père. Celle-ci, « dans sa perfection », c’est-à-dire quand l’âme est détachée de toute attache au péché, « met la crainte dehors » (I Jn
4/18). En effet, lorsque l’âme est parvenue à ce degré, elle ne s’aime
plus qu’en Dieu, et la crainte qu’elle a d’être séparée de Dieu n’a plus
rien de servile, mais c’est une crainte toute filiale qui se confond
avec la charité, comme le démontre saint Thomas.
C’est sur ce point que joue le chanoine Finet pour opposer artificiellement amour filial et crainte servile. Le sens acceptable de l’équivoque est en effet : l’amour filial (dans sa perfection qui est la perfection de la charité) et la crainte servile sont incompatibles. Le chanoine Finet, qui cite le passage de saint Jean que nous reproduisons ci-dessus, ne donne pas à cette précision capitale : « dans sa perfection », toute l’importance qui est la sienne.
En plus du point de vue strictement théologique, on peut remarquer que c’est une grande imprudence
que d’insinuer une opposition foncière de l’amour et de la crainte à
des auditeurs dont il est clair qu’ils ne sont pas parvenus, pour
l’immense majorité, à la perfection de l’amour. Mieux vaut s’en tenir au sabia enseñanza de San Ignacio:
« Bien que nous devions surtout désirer que les hommes servent Dieu, notre Seigneur, par le motif du Pur Amour, nous devons cependant louer beaucoup la crainte de la divine Majesté ; car, non seulement la crainte filiale est pieuse et très sainte, mais la crainte servile même, lorsque l’homme ne s’élève pas à quelque chose de meilleur et de plus utile, l’aide beaucoup à sortir du péché mortel ; et, lorsqu’il en est sorti, il parvient facilement à la crainte filiale, qui est tout agréable et chère à Dieu, parce qu’elle est inséparablement unie à son amour. » (Exercices spirituels, n° 370.)
Esta doctrina es la misma que el
Magisterio ha aprobado al condenar los errores de los protestantes y los jansenistas, que tenían el temor servil por malvado. Uno lo encuentra constantemente en el Magisterio ordinario. Ver lo que dice el Papa Pío XII:
«Es verdad que el deseo del Cielo es un motivo en sí más perfecto que el temor de las penas eternas; mas il ne s’ensuit pas que ce soit para todos los hombres también el motivo más eficaz para les retenir éloignés del pecado y para convertirlos a Dios» (Pie XII, le 23 mars 1949.)
3.) Estos retiros, en particular, omiten una eficaz predicación sobre el Infierno.
Es muy verdadero que hacen alusión a ello, pero de pasada y accidentalmente (p. 41, 90, 221), con expresiones ambiguas que no parecen con la naturaleza de mover eficazmente las inteligencias y las voluntades. Por ejemplo: «el infierno no es más que un producto del no-amor» (p. 74); «la vida de disputa, es el comienzo del infierno» (p. 78); «jamás el no-amor podrá atteindre a Dios. Esta es su damnación» (p. 89); «Celui qui ne prie plus va en lui (et non en Dieu), es decir, se dirige al infierno (separación de Dios)» (p. 175). Si l’on ajoute que toda alusión a la pena de sentido es excluida, ¿cómo no ver que estos neologismos y estas banalidades son poco capaces de tocar a un pecador? ¡Es insuficiente decir que el Infierno es la separación de Dios, porque aquí abajo ya el hombre en estado de pecado mortal está separado de Dios! El canónigo Finet dice bien que «el Infierno mismo pregona la gloria de Dios» (p. 51), pero él no dice que es por la exaltación de la justicia divina. Dice rectamente también que Jesús hablaba souvent (p. 83),
pero se guarda bien de imitarlo y no aplica guère el pensamiento de sus oyentes a considerar qué es esta terrible realidad. Más todavía, no contento de excluir toda meditación seria sobre esta verdad, él parece même parfois edulcorarla o escamotearla comme si elle le gênait. Por ejemplo: p. 92, a propósito de la caída de Lucifer, que es simplemente «precipitado Fuera del Cielo» y p. 208, donde, para poner en evidencia la importancia del precepto de la caridad fraterna, el juicio final es evocado únicamente bajo el ángulo de las recompensas vinculadas a su observancia, mas no bajo el de las penas ligadas a su desprecio.
O, ¿qué nos dice la Iglesia sobre esta predicación del Infierno?
« Voilà des vérités que les pasteurs doivent redire aux fidèles le plus souvent possible » (Catéchisme du Concile de Trente, c. 8, § 5).
«Padre mío, predique muy frecuentemente las grandes verdades de salvación: predique sobre todo del Infierno. Diga claramente y con voz potente la verdad completa sobre el Infierno. (…) El Infierno es el gran misionero del Cielo». (Pío IX, citado por Jose-Ricart Torrens, Du nmbre des élus, chap. IV in fine).
«La predicación de las primeras verdades de la fe y de las postrimerías, no solamente no ha perdido en nuestros días su oportunidad, [por el contrario,] ella ha devenido màs necesaria y urgente que nunca. Lo mismo que la predicación del Infierno. (…) La Iglesia tiene, ante Dios y ante los hombres, El Deber Sagrado de anunciarlo, de enseñarlo Sin Atenuación Alguna, tal como Cristo lo ha revelado, y no hay ninguna circunstancia de tiempo que pueda eliminar el rigor de esta obligación. Ella Ata en Consciencia a cada Sacerdote (…)». (Pío XII, le 23 mars 1949.)
¿No hay nada más fuerte y más claro? Uno no puede dejar de pensar que esta obligación que ata en consciencia a cada sacerdote, ata también al canónigo Finet y los
predicadores de los Foyers de Charité.
4.) On peut regretter que estos retiros no dicen nada del pequeño número relativo de los elegidos.
C’est là pourtant une doctrine commune
soutenue par tous les Pères de l’Église qui en ont traité, par
l’ensemble des théologiens jusqu’au XIXè siècle, par tous les grands prédicateurs, y compris saint Louise-Marie Grignion de Montfort
dont le chanoine Finet se réclame. La Tradition a toujours soutenu que
cette doctrine est clairement annoncée par Notre Seigneur Jésus-Christ :
« Il y a beaucoup d’appelés, mais peu d’élus » (Mt 20/16 et 22/14) ; et la porte étroite (Lc 13/23-30 ; Mt 7/13). Or, la seule allusion qui est faite à ces textes donne lieu à une interprétation contraire à la Tradition (p. 32). On y entend les élus de Dieu, non dans le sens de ceux que Dieu a prédestinés au salut, mais dans celui d’une “élite” apostolique (les “choisis”) : « L’élite n’est pas formée pour elle-même, mais pour porter témoignage dans la grande masse. La Foule est Appelée, Peu sont Choisis (…) [Jésus] veut sauver le monde, mais par ceux qui sont choisis. » (p. 32) C’est évidemment plus rassurant.
Voici ce que dit le Père Pegues, o.p., dans son commentaire de l’article de la Somme Théologique de saint Thomas (I, 23,
7 ad 3) où le Docteur Angélique s’applique à montrer la convenance
théologique de la doctrine traditionnelle du petit nombre relatif des
élus :
« Que dirons-nous de cet enseignement du saint Docteur, qui n’est évidemment que l’expression même de la vérité proclamée par Notre Seigneur dans l’Évangile ? L’on se plaint que le sel de l’Évangile s’est affadi dans le monde. Ne Serait-ce pas qu’on a trop Masqué ou Totalement Dénaturé ce Grand Enseignement qui avait été jusqu’ici celui de l’Église ? II se peut que si on le remettait un peu plus en honneur, les hommes se rassureraient moins en regardant du côté du grand nombre et en se disant : il faut faire comme tout le monde ! On se reprendrait à étudier les saints (qui constituent le petit nombre), – à les aimer, – à les vouloir inviter ; – et la vie chrétienne ne pourrait qu’y gagner, semble-t-il. » (vol. I, p. 395.)
5.) Ces retraites sostienen abiertamente la teoría de «la iluminación final».
Voici en effet ce que l’on peut lire à la page 113 du compte rendu que nous utilisons : « On a tout lieu de penser que l’âme se réfugie progressivement au fond du corps ; et dans cet état de mort apparente, L’âme est illuminée de grâces, alors
qu’elle commence à se détacher de la chair. Elle est alors plus
sensible à l’action de Dieu, à l’action et à l’intercession de l’Ange
Gardien et de la Sainte Vierge. Nous Devons Croire et Penser que des Multitudes d’Âmes sont “Rédemptées” à ce moment-là ; dans une mystérieuse adhésion intérieure d’Amour. »
Or cette curieuse théorie a été mise à l’Index le 5 mars 1936, par la prohibition d’un livre où elle figure à côté de la thèse du grand nombre des élus. Voici comment l’Osservatore Romano (du 6 mars 1936) commente cette mesure :
« On défend en outre dans ledit volume, Ex Professo, une
étrange théorie concernant une prétendue illumination spéciale que les
âmes humaines recevraient de Dieu au moment de leur séparation du corps,
et grâce à laquelle elles se convertiraient intimement et parfaitement
au Créateur et seraient ainsi justifiées et sauvées.
« Il n’est pas
nécessaire, certes, de beaucoup de paroles pour faire comprendre combien
grave est le danger caché sous ces théories qui, non seulement n’ont
aucun fondement dans la Révélation, mais sont même en contradiction avec
elle et avec le sentiment commun de l’Église. »
Que penser de retraites qui enseignent ex professo ce que l’Église met à l’index ? C’est au moins d’une grande témérité et d’une redoutable légèreté qu’il faut parler :
« Combien serait
terrible la déception de celui qui, ayant admis qu’une soi-disant
“illumination finale” arrange tout, ne trouve, si cette hypothèse
s’avère fausse, que le sinistre éclat du feu de l’Enfer ! » (Jose Ricart Torrens, Du nombre des élus, p. 15.)
6.) Ces retraites establecen las almas en el quietismo.
Les prédicateurs les rassurent en effet le plus possible sur leur salut éternel, et paraissent oublier que le quiétisme a été condamné par l’Église, chez Molinos (Dz 1227, 1232, 1277) et Fénelon (Dz 1327 et sq.). Suit, par exemple, p. 45 : « Dieu m’aime Tel que je suis. (…) Dieu nous aime pécheurs, tels que nous sommes. » Alors pourquoi se convertir ?
Page 77 : « Le ciel est déjà gagné. Nous avons droit au ciel. » Dire que le ciel est déjà gagné est hautement équivoque. Le Concile de Trente ne jette-t-il pas l’anathème à qui se tient pour rigoureusement certain de son salut (Dz 805 et 825) ?
En outre, nous n’avons aucun droit par nous-mêmes au ciel, même depuis
“la victoire pascale de Jésus”, mais seulement en raison des mérites de
Notre Seigneur, et si nous nous convertissons à Lui et embrassons sa
Croix.
Page 83 : Le chanoine Finet fait allusion au péché mortel, mais en s’abstenant – ici comme ailleurs – de parler de ses conséquences éternelles.
Page 107 : « Faut-il
dire “Si tu ne vas pas à la Messe, tu fais un péché mortel” ? Mais
non ! Il faut que les hommes aillent à la Messe, non par peur du péché,
mais Par Amour. » On se demande alors pourquoi l’Église a fait du précepte dominical une obligation sub gravi, sous peine de péché grave ?
N’agir en tout et pour tout que par
amour, c’est le fait des saints parvenus aux cimes de la perfection.
Mais prétendre enseigner dans une prédication populaire la nécessité
rigoureuse du “pur amour”, en écartant explicitement tout recours à la
crainte, c’est une position que l’Église a condamnée dans le faux mysticisme de Fénelon et de Mme Guyon, lors de l’affaire du quiétisme.
7.) En estos retiros, emplean un lenguaje nuevo, una cantidad impresionante de neologismos bárbaros.
Aquí hay una señal inequívoca de desprecio –al menos práctico– por la Tradición. San Pablo escribió en efecto a Timoteo: «Conserva el depósito de la Fe, evitando las Palabrerías Vanas» (I Tim. 6, 20). Citemos solamente algunas expresiones que aparecen en todas las páginas:
«Un alma en el deseo de amor» (p. 9) — «un despojamiento de amor» (p. 26) — «el despojamiento en Cristo Jesús» (p. 28) — « Jesús juega al Amor» (p. 31) — «por el Pan, nosotros retrouvons el corazón del Padre que da el pan» (p. 31) — «nosotros estamos todos los días en “ensamble”. He aquí la Iglesia» (p. 55) — «el sacerdote […] da un lugar de presencia a Cristo sobre el altar» (p. 55) — «pequeño pastor» (p. 65) — «el juego de amor» (p. 78) — «des-unidad y no-amor» (p. 91) — «los ángeles caídos son las anticoncepciones de Dios» (p. 93) — «la concepción inmaculada de la materia, que es María» (p. 93) — «la teología de la materia inmaculada» (p. 95) — «la materia sin asunción» (p. 95) — «acto de no-amor» (p. 98) — «demerger» (p. 98) — «reunidad» (p. 98 y 106) — «ciertos pecados demergen, otros cortan el don» (p. 114) — « no-despojamiento de sí» (p. 115) — «fe teológica y fe teologal» (p. 125) — «un saber-Cristo» (p. 171), etc.
El canónigo Finet da la definición clásica de la «fe teológica»… ¡de la virtud de fe teologal! En cuanto a la «fe teologal», en su sentido, sería una misteriosa «adhesión por entero de nuestro ser, es decir, de nuestra persona, a la Persona de Cristo». Esto es inédito, pero no es la fe teologal, que es «un acto de la inteligencia adhiriendo a la verdad divina, bajo la influencia de la voluntad, movida por la gracia divina» (St Thomas, II-II, 2, 9).
Es demasiado imprudente introducir nuevas definiciones que no corresponden a nada preciso. El peligro de confusión
se acrecienta si, para ponerse al resguardo de toda crítica, se escinde en
dos una única noción (la de la fe divina) para introducir dos
nociones distintas, donde una sola es ortodoxa.
Sí, uno puede decir que ésta es del malvado Teilhard, y que, si el Santo Oficio existiera y funcionara como se debe, sin dudarlo diría: «cela fourmille de errores y de ambigüedades».
8.) En estos retiros, se hace apología de los métodos nuevos, del mundo nuevo.
Ensáñase el canónigo Finet
contra las estructuras vetustas, las rutinas, las convenciones, etc.,
con tal insistencia que da a pensar ¡que él ha redescubierto el
“verdadero” catolicismo! ¿No es este cierto orgullo específicamente modernista y progresista que se actualiza en esta actitud?
Ver la página 3: «La Iglesia necesita repensarse; de Rencontrar lo Esencial», — pág. 4: «la Iglesia estaría dormirse en las rutinas antiguas» — pág. 24: donde insinúa «que los métodos tradicionales no podrían conseguir la conversión de nuestros contemporáneos» — p. 25 : «los nuevos métodos inéditos», exigen no rechazar «en bloque la mentalidad nueva», de hablar «con el lenguaje de nuestro tiempo y los valores afectivos de la mentalidad contemporánea» — p. 26 : «hacer estallar las cortezas» — pág. 27: «la Iglesia en estado de Concilio» — «tomar posiciones de apertura hacia nuestros hermanos separados», no aferrarse «a las fórmulas y estructuras vetustas», a estas «fórmulas sin alma» — pág. 28: «nosotros tenemos necesidad de ser sacudidos por el existentialismo o el comunismo para salir de nuestra rutina». — «Bajo el empuje del comunismo, la Iglesia recuperó conciencia de la comunidad» — pág. 29: «¡En los siglos XVII, XVIII y XIX, nosotros pasamos al costado! Hemos tenido una piedad puramente individual, lo que es una Desviación Terrible del Mensaje de Cristo».
Las que habían podido ser las formas revestidas revestidas en el curso de los siglos por la multitud de los hombres de la Iglesia, no pueden merecer, por un período de trescientos años, la calificación infamante de «desviación terrible del mensaje de Cristo». Esta calificación es próxima a una grave herejía, porque siendo divina la Iglesia, no puede dejar a sus hijos desviarse gravemente «del mensaje de Cristo» durante tres siglos.
Esto es porque, si los hombres de Iglesia tuvieran siempre necesidad de reforma, la Iglesia jamás habría «recuperado un esencial» que haya perdido. Esto es por tanto lo que el canónigo Finet avanza tranquilamente (págs. 3 y 28). ¿No es esta la tesis progresista que él acredita también?
Nosotros habríamos recuperado en el Vaticano II el catolicismo perdido después del Concilio de Trento, es decir, ¡nada menos que tres o cuatro siglos después! Desgraciadamente, tal lenguaje es protestante, y sería condenado muy ciertamente si «el Concilio» no hubiera suprimido el Santo Oficio.
También en la página 37: «En el siglo XVIII, por la crisis del jansenismo, se perdió la concepción del Dios-Amor». Mas
el canónigo Finet parece olvidar que los janseinstas fueron refutados y combatidos (entre otros) por los Jesuitas, que salvaron la Francia en su momento. Aquellos que hablaban entonces de «métodos inéditos», como el canónigo Finet, ¡los tratarían de “ultramontanos” reaccionarios!
Página 38: «He aquí que la humanidad ha comenzado a pensar… » ¡Había esperado al siglo XX para comenzar! Ítem, en la página 40 : «Este es El Centro de la revelación de Cristo. Luego de Un Largo Período De incomprensión, estamos en camino de recuperarla». Gracias al canónigo Finet, la Iglesia recuperó entonces el depósito de la Revelación que había perdido. Esto es de Lutero. Además, en la página 65: «el espíritu comunitario se recupera al día de hoy, porque después de veinte años, los cristianos recuperaron al Padre».
Páginas 81-12: « Si nosotros Liberamos al Cristianismo de un Cierto Número de errores, etc.» Esto va directamente –remarquémosle– contra la infalibildad de la Iglesia. Página 104: «¿Podrá ser que nuestra época es la de tratar de Reparar el Pecado de Babel?» ¡Qué modestia!
Página 105 : «He aquí el cuarto período, el del Florecimiento de la Iglesia en el mundo entero. Época de la Iglesia de la cual su comienzo está marcado solemnemente con el Concilio actual». ¿Cómo conciliar esto con el hecho de que el Papa (en 1977, ¡¡¡G. de Seinemont no sabía que el “papa” era un antipapa!!!) dijera que la Iglesia estaba en autodemolición?
Con una grande presunción y una profunda negligencia de la Tradición, el canónigo Finet no duda en poner sobre un mismo plano la era de la nueva alianza abierta por la Encarnación del Hijo de Dios… y el mirífico período “postconciliar”, calificado de cuarto período de la humanidad. Nosotros tocamos aquí el fondo del pensamiento progresista:
en el espíritu de los novadores, “el” Concilio ha inaugurado una nueva “economía de la salvación” que pretende igualar y desplazar la que Cristo ha establecido definitivamente y le ha confuado el inmutable depósito a su Iglesia Santa. La transmisión de este depósito, es la Tradición. El pretendido “tiempo de la Iglesia” del canónigo Finet está explícitamente en ruptura con el período post-tridentino, y no es la continuación de esta transmisión, de esta Tradición. Entonces, ¿de qué Iglesia se trata? No es más la que fundara Nuestro Señor, sino su caricatura. Hablar de un “tiempo de la Iglesia” que no comienza en el Pentecostés, sino en el Vaticano II, es hacer ver que se habla de una “Iglesia” del hombre y no la de Dios.
Página 106: «Nosotros hemos perdido el sentido esjatológico; los comunistas nos obligaron a recuperarlo». ¿Se puede saber en qué consiste este rol providencial de los comunistas? En toda instancia, el canónigo Finet no debe ignorar que la esjatología aborda la enseñanza de la Salvación eterna, del Cielo y del Infierno… que es minimizada o escamoteada en Châteauneuf.
En la página 128, el canónigo Finet affirme que «fue una muy grande gracia para la Iglesia haber sido juzgada digna, en 1870, de perder su poder temporal». ¿Ignora él que esta es la tesis de las sectas
que siempre han buscado disminuir la influencia de la Iglesia, y que saben perfectamente todo el bien que ella obtiene de su poder temporal? Jamás ningún Papa ha sostenido tal posición, tan evidentemente contraria a los intereses de la Iglesia.
Página 175: elogio imprudente de los protestantes contra los católicos, etc.
Pudiera uno continuar la lista de las citas mostrando que la predicación del canónigo Finet está desafortunadamente manchada de progresismo y de evolucionismo, e induce a despreciar la infalibilidad de la Iglesia y de su Tradición Sagrada. Este punto –uno convendrá– es de una extreme gravedad.
9.) Los retiros de Châteauneuf no guardan sino una parte de los ejercicios de San Ignacio, como lo reconoció (p. 106) el Canónigo Finet.
Ved aquí lo que el Papa Pío XII piensa de este género de découpage :
«Es une triste realidad que el licor pierde la fuerza y la máquina potencia cuando se diluye en las aguas incoloras de la Super-Adaptación o cuando se desmontan algunas Piezas Fundamentales del engranaje ignaciano». (Discurso a los peregrinos de la Obra de Ejercicios Parroquiales de España, 24 de Octubre de 1948)
El hecho de la super-adaptación, como lo hemos mostrado en los puntos 7 y 8. El otro, aunque reconoce explícitamente la importancia de las cuatro etapas de los Ejercicios, desmonta, no algunas, sino presque todas las piezas fundamentales de los Ejercicios:
- La primera semana (el fin de la vida, la Salvación eterna, el pecado, las postrimerías).
- La segunda semana (el llamado del Rey, los dos estandartes).
- La tercera semana (la Pasión y la Cruz) está excesivamente reducida (una sola conferencia).
«En Châteauneuf, es la tercera, y sobre todo la cuarta parte de los Ejercicios que forman el fondo de la predicación» (p. 106) Hay allí una desnaturalizacion completa de los Ejercicios, y un desprecio imprudente
de la sabiduría de todos los métodos ascéticos y místicos que hacen pasar de la vía purgativa (penitencia) a la vía iluminativa (conocer y suivre a Nuestro Señor) y –solamente después– a la vía unitiva (unión
de amor con Nuestro Señor). Restringir la vía ascética a un solo camino es un error condenado por la Iglesia (Denziger 1246) en Miguel de Molinos (1687).
10.) Estos retiros dan definiciones erróneas o equívocas sobre el amor.
Es lamentable que el canónigo Finet emplee a diestra y siniestra la palabra “amor” sin jamás definirla claramente. De suyo, amor no significa caridad, porque la caridad no es ni más ni menos que «el amor sobrenatural de Dios por sobre todas las cosas, y al prójimo como a sí mismo por el mismo amor de Dios». Pero hay muchos amores, según el dicho de San Agustín, «el amor de Dios hasta el desprecio de uno mismo fundó la ciudad de Dios; el amor de uno mismo hasta el desprecio de Dios, la ciudad del diablo» (Ciudad de Dios, libro XIV, cap. XXVIII).
La caridad es sobrenatural y es ordenada (cf. Santo Tomás, Suma Teológica, parte II-II, cuestión 26, artículo 1). Nada indica que el “amor” del canónigo Finet sea tal. Por el contrario, este último parece despreciar todas las distinciones clásicas en la madurez y no dice en ninguna parte, como Santo Tomás,
que no todo amor es bueno (Suma Teológica, parte I-II, cuestión 27, artículo 1, respuesta a la objeción 1). En efecto, el amor es
malo cuando tiende hacia lo que es un bien aparente; además, es el amor desordenado de sí que es la causa de todos los pecados
(I-II, cuestión 77, artículo 4).
Por el contrario, el canónigo Finet utiliza numerosas expresiones equívocas: en la página 9: «el deseo de amor», ¿qué es entonces? – pág. 15: la distinción agapé-eros
(amor de oblación, amor de captación), que es fondée, no contribuye aquí a aclarar las cosas, porque ella no está acompañada de la definición precisa del amor; decir en efecto que «el amor de oblación es el amor que se da» no explica qué es el amor ni lo que supuestamente se da. Entonces los filósofos y los teólogos dicen simplemente: «amar a alguien, es querer el bien para ese alguien».
Página 33: «el amor
está en una proyección hacia adelante, sin tener que inquietarse del
resultado. El resultado es un desecho que tendrás que evacuar en el momento de tu muerte. Tú no serás juzgado sobre el resultado. Serás juzgado sobre tu movimiento de amor». Ved que esto es altamente equívoco, porque:
- ¿De qué amor se trata?
- Si la cuestión es sobre la caridad, el resultado son las obras, y es necesario el inquietarse.
- Las obras nos siguen en la muerte: «ópera enim illórum sequúntur illos» (Apocalipsis 14, 13).
- Nosotros somos juzgados sobre ellas (las obras), porque son la prueba de la caridad: «El que me ama -dice Nuestro Señor-, guardará mis mandamientos». (Juan 14, 21). Luego todo es falso en esta frase, porque si uno será juzgado sobre el «movimiento de amor», sin mayores precisiones, ¡los grandes pecadores serán los grandes santos en el Cielo, porque ellos amaron mucho… pero en el desorden!
Poursuivons, p. 42: «Las imágenes de la televisión no son más que reflejos del Amor». ¿Sería cierta basura televisiva moderna un reflejo de la divinidad para el canónigo Finet? — p. 65 «el conocimiento de amor», ¿qué es esto, pues? — p. 66: «En amor, en la vida, no hay truco, necesario es comprometerse». Pero ¿no se puede decir que el adúltero está muy comprometido? — p. 91: «el Amor, es consentir unirse», ¿pero a qué? ¿A Dios primero y a los otros, por relación a Dios? Entonces esto se llama Caridad. ¿A las creaturas? Este es el pecado. — p. 178: no hay «falta de caridad hacia la parroquia» en no asistir a la Misa parroquial, contrario a lo que declara el canónigo. Contrario sensu, es necesario huir de la parroquia si la Fe está en peligro.
11.) En estos retiros, se dan definiciones equívocas o erroneas sobre el pecado.
Jamás se da allí la definición verdadera, aunque simple, del Catecismo: «el pecado actual es la transgresión de la ley de Dios, cometida consciente y libreme» (Catecismo del cardenal Gasparri, pág. 560). Pero el canónigo Finet pareciera no amar las definiciones precisas.
El pecado, esto es, «matar el amor, poner mala cara» (p. 39). — «El pecado no es otra cosa que una dislocación entre la vida y el amor» (p. 41). — «El pecado es esto: es el atentado al amor» (p. 74). — «La mediocridad o la tibieza –es la misma cosa– es un “abceso del alma” (San Ignacio). Ese es nuestro gran pecado» (p. 81). — «Hay en el mundo un enorme trabajo de desunidad, es decir, de pecado, de no-amor» (p. 89). — «[Los demonios], por causa de su pecado, están ahora en algún modo atados a la materia para impedir la entrada en unión con Dios, porque les prohíbe ser espiritualizados. La materia, la materia pura, es el imperio de los demonios» (p. 94).
Como uno puede ver, hay un equívoco en cada frase, ¡prácticamente es de Teilhard-ficción!
«El pecado es un acto de no-amor» (p. 98). — «El pecado es una enfermedad real, acompañada de una repercusión social y conduce a un repliegue sobre sí» (p.109). — «El pecado consiste en rehusar ponerse a la vez en estado de receptividad ante Dios y en estado de dar ante el próximo» (p. 113). — «¿Que yo entre en el espíritu de equipo? este es mi verdadero pecado» (p. 117). Oponerse a una “fraternidad” de tipo masónico, ¿sería esto, para el canónigo Finet, un verdadero pecado?
Y aún, en la página 215: «la falta es un atentado contra la vida comunitaria». ¿Y los pecados contra Dios? ¿El liberalismo, el naturalismo? ¿Y los pecados solitarios? ¡Bagatelas!
El gran mal, parece ser el no entrar en «la sociedad de pensamiento moderno», el arraigarse en posiciones dogmáticas. En esta línea, sería forzoso concluir: los integristas son los peores enemigos de la Iglesia. ¿No rechazan ellos el “espíritu de equipo”, la “vida
comunitaria” y las otras “exigencias postconciliares”?
Todo esto es falso y pernicioso, porque el pecado no es el no-amor, sino un amor desordenado, el amor de un bien aparente.Como el canónigo Finet no ha definido claramente la caridad, no puede tampoco definir claramente el pecado: así como la caridad no es más importante que el amor, el pecado no es «el rechazo del amor» en general.
12.) En estos retiros, no se predica sobre el odio al pecado, del cual se minimiza la gravedad en todo momento.
Page 12 : phrase équivoque laissant entendre que le péché est un moyen normal pour aller à Dieu : « il ne faut pas demander leur suppression, mais d’aller à Dieu à travers eux. À travers nos péchés… ». — p. 27 : « Se fabriquer une sorte de morale subjective, ce serait compromettre le message du Christ et aboutir au néant. » Le péché ? L’enfer ? Allons donc ! Le néant– est bien moins gênant ! — p. 45 : « Dieu nous aime pécheurs, tels que nous sommes » ; c’est commode, mais c’est inexact, car Dieu ne nous aime jamais en tant que pécheurs. « Vous haïssez tous ceux qui commettent l’iniquité »
(Ps. 5/7). — « Il fallait que saint Pierre aille au fond du péché pour
pouvoir nous parler de la miséricorde de Dieu. » Combien de grands
saints en ont parlé éloquemment, qui n’ont jamais péché mortellement ! —
p. 126 : pour le chanoine Finet, la gravité du péché vient de ce
qu’il peut mener à la perte de la Foi. Mais l’enfer éternel ? Mais
l’offense à la Majesté infinie de Dieu ? — p. 138 : le chanoine Finet, à
propos du péché, parle de « finir par la culbute ». Mais
dans quoi ? — p. 170 : il ne faut pas parler de péché mortel à propos
de l’obligation dominicale, il ne faut pas y satisfaire « par peur du péché ». Le chanoine Finet prendrait-il les catholiques pour des archanges ? — p. 216 : « l’orgueil est le péché qui damne ». Mais les autres péchés mortels ?
Il n’est d’ailleurs pas surprenant que
le chanoine Finet n’enseigne pas la haine du péché, car comment haïr un
rien, un non-être, un “non-amour” inconsistant ?
13.) Dans ces retraites on observa desprecios a los mandamientos de Dios y la doctrina, tratándolos de legalismo y de formalismo.
Page 3 : le chanoine Finet s’élève contre l’esprit missionnaire des Occidentaux qui apportent en Asie « un christianisme durci à travers leurs habitudes occidentales », et qui ne pourront jamais « convertir l’Orient avec un tel juridisme ». D’ailleurs « nous condamnons beaucoup trop, par formalisme ». — « Ce n’est pas un formalisme qu’il faut leur donner, mais la charité du Christ ».
On sait que l’opposition artificielle du juridisme et de la charité est un vieux cheval de bataille moderniste.
Page 4 : On exhorte les retraitants à « abandonner leurs attitudes, leurs habitudes, leurs légalismes ». Est-ce
que l’observation des commandements de Dieu et de l’Église est un de
ces “légalismes”, une de ces “routines anciennes” dans lesquelles
« l’Église ne saurait s’endormir » ? Sans doute cette idée n’est-elle
pas clairement celle du chanoine Finet. Mais c’est ce que ses auditeurs
seront amenés à conclure, à l’entendre dépenser son énergie oratoire
contre le “légalisme” des siècles passes.
Page 18 : on oppose arbitrairement la loi, qui n’est respectée qu’extérieurement, et une « vocation inférieure de vie » qui veut tout et rien dire.
Page 24 : « Le chrétien n’est pas d’abord un apologiste dans ses rapports avec les non-chrétiens ». Mais pourquoi Notre Seigneur dit-Il à ses apôtres : « Allez, enseignez toutes les nations… » ?
Page 25 : « Notre juridisme et nos habitudes routinières », « les formalismes anciens et les juridismes » seraient les principaux responsables des “réactions” existentialistes et communistes, contre ces “formules sans âme”.
Page 27 : on affecte de mépriser les « dangers que courent l’ordre et la loi », et on les oppose à « la volonté d’authenticité et de loyauté dans l’existence » des jeunes. On exhorte à ne pas défendre « les structures vétustes » (lesquelles ?) pour ne pas « provoquer une révolte, Bien Naturelle en Soi, contre ces formules sans âme ».
Page 110 : on affiche un certain mépris de l’aspect « juridique » du péché, ceci sous couvert de combattre le « pharisaïsme » des « pécheurs de catalogue » ! Mais cette sortie du chanoine Finet fait étrangement penser à la 6eproposition de Luther, condamnée par Léon X dans la Bulle Exsurge Domine (Dz 746) et anathématisée par le Concile de Trente dans le 5e canon concernant la pénitence (Dz 915), proposition soutenant que la contrition obtenue par un diligent examen de conscience ou «
l’on repasse les années de sa vie dans l’amertume de son âme, en pesant
la gravité, la multitude, la laideur des péchés, la perte de la
béatitude éternelle et le droit à l’éternelle damnation, cette
contrition rend l’homme hypocrite et davantage pécheur. »
Page 217 : « Le sacrement de pénitence n’est pas une assurance contre les risques du péché. » Heureusement pour les pécheurs pardonnés qui sont au Ciel grâce à la Confession, il n’en est pas ainsi ; cette phrase est gravement équivoque et l’un des deux sens possibles est hérétique.
Si elle veut signifier que le sacrement de pénitence n’est pas un moyen
institué pour permettre de pécher sans risques, avec la certitude d’un
pardon automatique, rien de plus orthodoxe. Mais si elle veut insinuer
qu’elle n’est pas le moyen normal et nécessaire (au moins in voto) institué par le Christ pour accorder le pardon au pécheur repentant, elle va contre la doctrine catholique exposée en particulier par le Concile de Trente (Dz 894, 897).
14.) Dans ces retraites, todo es ambiguo hasta que se llega a la alegría cristiana.
Par exemple, p. 7 : la joie est une
condition indispensable pour faire une bonne retraite. Et la douleur
d’avoir offensé Dieu ? N’est-elle pas nécessaire à la conversion ?
Page 11 : « Le grand péché, c’est le repliement sur soi, générateur de tristesse ». Ceci est bien équivoque,
puisque l’examen de conscience est nécessaire pour déterminer la
contrition qui est la douleur d’avoir offensé Dieu ; laquelle douleur
doit être “appréciativement souveraine” !
Page 31 : « Jésus apporte la séduction de son amour ». Voici qui est encore équivoque,
car cette séduction passe par la croix, qui n’est pas si séduisante à
première vue. La joie chrétienne – il faut le dire – est surnaturelle.
Page 139 : « Quand on voit un chrétien, un vrai, il est tout de suite accepté ». Mais
que dire de Notre Seigneur Jésus-Christ, qui a été crucifié, et des
millions de martyrs mis à mort pour leur foi ? Acceptation bien mitigée,
en vérité. II ne faut pas oublier que « c’est de la croix que découlent les suavités célestes ». (Imitation de Jésus-Christ, II, 12.)
15.) Ces retraites parecen favorecer una falsa concepción de las relacciones de la naturaleza y de la gracia.
Por ejemplo, p. 30 : « On ne fait pas du surnaturel véritable sur du naturel tordu ». La grátia sanans tiene precisamente por función de redresser la naturaleza caída; este es el porqué tal frase puede favorecer la herejía pelagiana. Lo mismo, p. 128: «lo que Dios ama en el hombre, es el hombre». ¡Qué de orgullo puede esconderse bajo tal concepción!
Car Dieu n’aime la nature humaine qu’en tant qu’Il en est le créateur,
qu’elle tire toute sa bonté de Lui, et ce qu’Il aime dans un homme, ce
sont ses propres dons de nature et surtout de grâce.
16.) Dans ces retraites, se emplean constantemente expresiones equívocas para designar a la Sagrada Eucaristía.
Pages 9, 38, 40 et 220 : la Sainte Eucharistie, c’est « le pain » (avec
ou sans majuscule). Il est très dangereux de designer systématiquement
le Corps du Christ par des expressions favorisant les hérésies protestantes. Que peut bien signifier une phrase pareille : « Par le Pain, nous retrouvons le cœur du Père qui donne le pain » (p. 38) ?
Ce danger est accru par des expressions assez floues sur le sacerdoce sacramentel et la présence réelle : « Le prêtre, c’est celui qui, par son sacerdoce donne Présence au Christ, donne Un Lieu de Présence au Christ sur l’Autel » (p. 55). De
telles expressions sont en effet susceptibles d’une interprétation
protestante ou moderniste, réduisant la “présence” à une “présence
symbolique”, dont le “lieu” serait le “pain”.
À ces seize points, on pourrait ajouter deux éléments extrinsèques qui confirment l’analyse directe de la prédication.
17.) El reverendísimo Padre Vallet, fundador de los Cooperadores parroquiales de Cristo Rey, siempre dice: «Châteauneuf, ¡eso no es de Dios!».
Nombreux sont les traditionalistes qui arrivent à la même conclusion. Par contre, il est de notoriété publique que nombre de “catholiques libéraux” sont favorables à Châteauneuf.
Ne cite-t-on pas le cas de ce docteur
juif de Toulon, “converti” de Châteauneuf, qui porte encore l’insigne de
la franc-maçonnerie “spiritualiste” à la boutonnière, et ne cache pas
son étroite amitié avec le chanoine Finet ?
18.) Finalmente, Châteauneuf ha adoptado la Nueva Liturgia y el Nuevo Ordo que los protestantes emplean en Taizé.
Ces considérations paraissent
suffisantes pour pouvoir répondre négativement à la question : «
L’enseignement dispense dans les retraites des Foyers de Charité est-il orthodoxe ? »
Envisageons maintenant quelques objections classiques.
Première objection: ¿Cómo conciliar el hecho de que los retiros de los Foyers de Charité dispensan una
enseñanza heterodoxa con la caución moral que les aporta Marta
Robin? (1)
Il est vrai de dire que dans l’esprit des gens la principale garantie morale apportée aux Foyers de Charité est la présence à Châteauneuf-de-Galaure de Marthe Robin,
dont on dit qu’elle est sujette à des phénomènes préternaturels
(c’est-à-dire sortant de l’ordre naturel). Le rapprochement de cette
caution avec l’hétérodoxie des retraites en question conduit à envisages
plusieurs hypothèses :
1) Les fameux phénomènes préternaturels n’existent pas. On aurait alors affaire à une simple supercherie.
Le cas s’est déjà vu dans l’histoire de l’Église. Cependant, les
témoignages relativement nombreux en faveur de l’existence de ces
phénomènes diminuent la probabilité de cette hypothèse. L’annulent-ils
complètement ? Non pas, car il faudrait pour cela qu’une sérieuse
enquête médicale et canonique – qui n’a jamais eu lieu – établisse
rigoureusement la réalité des phénomènes en question.
2) Ces phénomènes existent réellement et sont d’origine divine. Les retraites des Foyers de Charité qui s’accréditent de Marthe Robin seraient alors un cas d’ “insinuation diabolique”, venant se greffer comme il est fréquent, sur une intervention miraculeuse. Le
démon utilise ainsi souvent, au profit d’œuvres plus ou moins gravement
déficientes, le prestige moral qui s’attache aux âmes miraculeusement
privilégiées. Théologiquement, la chose n’est pas impossible :
Dieu peut permettre (sans le vouloir positivement en aucune façon) un
tel abus des grâces qu’Il daigne faire aux hommes.
Il n’est pas en effet tenu d’empêcher que les hommes ne détournent de leur fin les grâces extraordinaires, grâces gratis datæ, qu’Il donne en vue du bien commun de l’Église. Ce serait alors le cas dans l’œuvre des Foyers de Charité, qui utiliserait au profit de la “nouvelle religion” triomphante depuis Vatican II, et
donc objectivement au détriment du bien commun du Corps Mystique
(malgré quelque bien accidentel), les grâces que Dieu avait destinées à
son édification.
Troublante et effrayante “récupération”, dans laquelle il serait difficile de voir autre chose qu’un châtiment divin
pour le prurit de nouveautés et la soif indiscrète de merveilleux qui
torturent tant d’âmes instables ou inquiètes ! Que l’on songe en
particulier au tort causé en France par cette œuvre des Foyers de Charité,
venant offrir une solution de facilité, une confortable “religion du
pur amour”, une voie large de belle apparence, aux âmes que l’œuvre
austère et divine des Exercices du Père Vallet (fondateur des Coopérateurs Paroissiaux du Christ-Roi)
appelait à l’effort sur la voie étroite du salut. Combien d’âmes
détournées ainsi de la vérité par les séductions de l’élégant et subtil
compromis entre l’esprit du monde et l’esprit de la Croix qu’offre en
définitive Châteauneuf ? Que l’on n’oublie pas que les Foyers de Charité
se sont fondés à Châteauneuf, à quelques kilomètres de Chabeuil,
quelques mois après que le Père Vallet y eut installé sa fondation.
C’est pourquoi, sans refuser strictement d’admettre la possibilité d’une
telle hypothèse (qui aurait l’avantage d’expliquer la part de bien que
l’on peut observer à Châteauneuf) on doit reconnaitre qu’elle soulève
une question bien angoissante : comment admettre que, durant quarante
ans, Dieu ait maintenu à une âme privilégiée des grâces permanentes
(stigmates, absence de toute nourriture autre que l’Eucharistie) qui,
durant quarante ans et dès le début, ont été utilisées – de fait – pour
cautionner une œuvre gravement défectueuse ? La permanence de cet état de fait soulève un problème plus délicat que celui des apparitions “récupérées”.
De telles apparitions ont lieu en effet dans une période de temps
limité, après laquelle l’infidélité du voyant ou l’influence néfaste de
son entourage, favorise la “récupération” du fait surnaturel au
détriment du message original. Mais ici il n’y a pas de message original, que l’on sache, et en outre la récupération a lieu dès le début et se prolonge durant quarante ans, sous la direction du chanoine Finet qui n’a fondé son œuvre que sur la pressante insistance de Marthe Robin (1932-1936), qui voyait en lui « celui que Dieu lui envoyait pour prêcher ses retraitants ».
II faudrait donc admettre que Dieu a permis cette incroyable situation induisant dans une erreur peut-être invincible les âmes de bonne foi rassurées par son intervention et trompées
par la doctrine erronée que celle-ci cautionne au moins matériellement.
Voilà qui serait bien difficile à comprendre dans le plan de la Sagesse
divine. Remarquons en outre que, une fois admise l’origine divine des
phénomènes en question, il faudrait aussi supposer, de la part de
l’entourage de Marthe Robin, et en particulier du chanoine Finet, soit une dose peu commune de perversité
(s’il est conscient de l’abus des grâces divines), soit une bizarrerie
des plus singulières (s’il est de bonne foi), pour maintenir ainsi dans
une telle obscurité et un contrôle si étroit une sainte personne que
l’on dérobe obstinément à tous les contrôles médicaux et théologiques,
dont elle n’aurait en principe rien a craindre. On recule devant de
telles suppositions.
Aussi est-il plus logique et cohérent, semble-t-il, de retenir la troisième hypothèse.
3) Les phénomènes préternaturels existent et sont d’origine diabolique. Cette
hypothèse fait tomber toutes les antinomies évoquées ci-dessus. Que
l’on ne se récrie pas à son énoncé. L’histoire de l’Église est pleine de
tels cas, en particulier on y trouve une grande abondance de
stigmatisées d’origine diabolique. La grande règle de discernement, ce sont les fruits. « Vous les reconnaitrez à leurs fruits » (Mt 7/16), nous dit Notre Seigneur au sujet des faux prophètes. Or, le principal fruit de ces phénomènes est la caution apportée à une doctrine erronée. La conclusion, semble-t-il, s’impose.
Que l’on veuille bien remarquer que ce
raisonnement ne permet nullement de conclure à la perversité de la
personne ainsi “stigmatisée”. L’action diabolique
qui, dans cette hypothèse, se servirait d’elle comme d’un instrument,
ne l’empêcherait pas d’être de la plus parfaite bonne foi, et même
d’avoir une grande vertu et une vie ascétique et mystique admirable. Ce
serait, semble-t-il, le cas de Marthe Robin. Précisons
encore que le bon sens et la grande intuition qu’on lui reconnait
généralement ne sont aucunement mis en cause par le fait d’évoquer une
telle hypothèse.
Deuxième objection: Los retiros
de los Foyers de Charité están enteramente centrados en la Virgen María, el Espíritu Santo y el amor insondable de Dios. Ellos se desarrollan en silencio y l’on en sort con la recomendación de la meditación cotidiana y de la recitación del rosario. ¿Cómo puede verse la hipótesis de que son de inspiración diabólica?
Le diable est le singe du Bon Dieu. II ne propose pas le mal comme tel, mais il le cache dans un bien apparent ; c’est particulièrement le cas dans ce que les théologiens appellent les « tentationes sub angelo lucis »
(voir Exercices Spirituels, n° 332). Aucune des caractéristiques
invoquées ne sont, de soi, suffisantes pour écarter la possibilité d’une
influence diabolique. La théologie mystique correspondant à la « deuxième semaine » des Exercices est très fine. L’histoire nous apprend que le diable a su induire en erreur
de très saintes gens, par des apparences de sainteté. D’ailleurs saint
Louis Marie Grignion de Montfort dit que, pour une vraie dévotion à la
Sainte Vierge, il y en a sept fausses.
D’une façon générale, il faut savoir que le bien vient d’une chose intègre, le mal de n’importe quel défaut : « bonum ex integro, malum ex quocumque defectu ». Le mal est une corruption, une carence du bien : « carentia perfectionis debit ». Il est donc toujours dans le bien, entouré en quelque sorte de bien.
Il n’est pas question en effet d’affirmer qu’il n’y a rien de bon à Châteauneuf. Mais on doit dire que Châteauneuf est substantiellement mauvais, car il s’y trouve des erreurs, équivoques et omissions substantielles. Le
bien accidentel qui se rencontre dans la prédication peut fort bien
être voulu par le Malin pour favoriser une entreprise substantiellement
mauvaise.
À supposer même la réalité de certaines
conversions, on ne saurait en tirer un argument contraignant contre la
possibilité d’une influence diabolique. Le démon ne peut en effet empêcher Dieu de tirer le bien « même du mal ».
Troisième objection : Criticar la espiritualidad de Châteauneuf, ¿no es arriesgarse a se durcir y rehusarse a dejarse laisser envahir por el calor del amor divino?
Il est bien certain que nous devons chercher, dans notre vie intérieure et apostolique, à nous conformer à Jésus « doux et humble de cœur »,
et que nous devons rechercher l’union divine. Mais la douceur ne doit
pas nous empêcher – en règle générale – de dire la vérité à ceux qui
sont dans l’erreur, avec vigueur et clarté, précisément par amour, pour
les aider à en sortir. Or, ce que l’on reproche à Châteauneuf, c’est
précisément un faux amour qui n’est pas fondé sur la vérité, donc qui ne vient pas de Dieu, car Notre Seigneur dit : « Je suis la Vérité, la Voie et la Vie ». Il n’y a qu’un seul Évangile, et on ne peut pas y sélectionner une page sur deux comme fait le chanoine Finet, pour n’y retenir que les textes à saveur de lait et de miel, et rejeter les effrayantes invectives de Notre Seigneur contre les hérétiques de l’époque.
La Charité et la vérité ne peuvent se contredire. C’est ce que l’on constate, par exemple, dans les Exercices Spirituels où elles figurent toutes deux, chacune à leur place. Tandis qu’à Châteauneuf, l’amoindrissement de la vérité a pour conséquence une exaltation malsaine pour une fausse Charité.
II faut en général éviter d’être dur,
mais il se peut que la vérité que nous disons, même avec charité et
douceur, contrecarre et scandalise
ceux qui sont dans l’erreur. Beaucoup de gens de bonne foi se
convertissent à une telle prédication de la vérité, mais beaucoup aussi
s’enferrent, malgré l’appel de la divine vérité, dans l’erreur et le mensonge de cette « religion au gout du consommateur », selon le mot du R.P. Vallet, religion qui met finalement l’homme à la place de Dieu. Dans ce cas, ce qui est dur, ce n’est pas imputable à celui qui cherche à sauver son frère égaré. Bien plutôt c’est la vérité qui est comme un glaive et
qui peut blesser ceux qui la refusent. Ainsi, Notre Seigneur, la
douceur même, n’a-t-Il pas scandalisé et heurté les Juifs qui ont refusé
de Le reconnaitre ? Certes Il a été établi «como un signo de contradicción, para la ruina y levantamiento de muchos en Israel»
(Luc. 2, 34). Or, le disciple n’est pas au-dessus du Maitre. Cet esprit
des “deux étendards”, cette notion de lutte entre Notre Seigneur et
Satan, au travers des hommes qui les servent, sont essentiels au
christianisme, et l’unité, l’amour et la communion parfaite n’ont de
sens et ne sont possibles que dans le camp de Notre Seigneur. Il faut choisir, il n’y a pas de juste milieu entre le vrai et le faux.
Quatrième objection: ¿Por qué tomarse la molestia en criticar a Châteauneuf? Peut-il en sortir du bien ?
Esto depende: «promover una discordia que rompe la concordia introducida por la caridad es pecado grave… Pero provocar discordia que elimine la mala concordia, es decir, la que se apoya en mala voluntad, es laudable» (Santo Tomás, Suma Teológica, II-II, cuestión 37, artículo 1, respuesta a la objeción 2).
O, ha sido establecido aquí abajo que la concordia que reina alrededor de Châteauneuf es malvada.
Es necesario pues louer ceux qui s’efforcent de la briser… o probar que
la argumentación avanzada es errónea. Lo que nos remite a los puntos precedentes.
G. de Seinemont.
NOTA DEL ARTÍCULO ORIGINAL FRANCÉS
[1]
Sur cette « caution morale » de Marthe Robin, la direction de la revue
accueillera volontiers les renseignements et suggestions que pourront
lui fournir les lecteurs. (Note de Forts dans la Foi).
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Preferiblemente, los comentarios (y sus respuestas) deben guardar relación al contenido del artículo. De otro modo, su publicación dependerá de la pertinencia del contenido. La blasfemia está estrictamente prohibida. La administración del blog se reserva el derecho de publicación (sin que necesariamente signifique adhesión a su contenido), y renuncia expresa e irrevocablemente a TODA responsabilidad (civil, penal, administrativa, canónica, etc.) por comentarios que no sean de su autoría.