viernes, 4 de agosto de 2023

BERGOGLIO HIPÓCRITA CONTRA EL PADRE MEINVIELLE


En la entrevista-nota biográfica-propaganda que Francisco Bergoglio otorgó a su amiguita Elisabetta Piqué al diario La Nación el 10 de Marzo próximo pasado, él soltó esta cuña:
«Me acuerdo de chico que no se podía visitar la casa de los divorciados, en Argentina, al menos por la parte social mía, ¿no? Y también aquello que los que no eran católicos, que eran protestantes, se van todos al infierno, porque los había fundado un hereje y todo. Me acuerdo una vez que iba con mi abuela, tenía cuatro, o cinco años, no más por la calle y allí en la vereda del frente venían dos mujeres del Ejército de Salvación con ese moños que llevaban en aquella época, el gorro y el moño. Le pregunté a mi abuela: “¿Qué estoy viendo?, ¿Abuela, esas son monjas?”. “No, querido, son protestantes PERO SON BUENAS”. Eso me abrió la puerta a reevaluar lo que se decía ya de chico, a ver a los protestantes con otros ojos, y no como hacía aquel párroco de Versalles, en Buenos Aires, que les iba a quemar las carpas a los evangélicos que iban a predicar, ¿no? Eran herejes, entonces iba con los chicos de la Acción Católica, de noche, a quemarles las parcas [sic], las carpas».
 
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Sin entrar al tema que si es posible recordar detalladamente conversaciones de infancia (eso queda en manos de neurólogos y psiquiatras), se saca en limpio de este relato que la abuela de Bergoglio no era muy católica que digamos (o al menos, él la presenta así), y que «aquel párroco de Versalles» era el padre Julio Ramón Meinvielle y Canale, quien murió un 2 de Agosto de 1973 en resultas de un “accidente” sufrido un mes antes en la avenida 9 de Julio*.
    
El padre Meinvielle llegó como párroco de Nuestra Señora de la Salud en el naciente barrio de Versalles el 19 de Marzo de 1933, y permaneció en él hasta 1950, cuando las presiones del gobierno causaron que lo apartaran de ella. Durante su curato, fundó el grupo scout N.º 1 Nuestra Señora de la Salud (al cual perteneció, entre otros, cierto Mario Aurelio Poli, que en 2014 sucedió a Bergoglio en la sede bonaerense), de donde nacería la Unión de Scouts Católicos de Argentina (erigida en 1937 como Pía Unión por el Arzobispado de Buenos Aires; Meinvielle fue su primer secretario), el Ateneo Popular de Versalles, el Círculo Católico de Obreros, la Juventud Obrera Católica, y la Acción Católica Argentina. De su obra teológica, filosófica y política se ha hablado en muchos lugares, pero como sacerdote fue un ejemplo para sus fieles, por los cuales se desvivió y trabajó, por lo que el padre Castellani lo llamó «el párroco de la Nación argentina».
  
Ahora, de todos los que Bergoglio conoce y pudo nombrar, escogió precisamente a la espantosa secta británica “Ejército de Salvación”, ejemplo del activismo que desdeña la espiritualidad y no cuenta con sacramentos. Este grupo fue fundado por el pastor metodista William Booth y su esposa Catherine Mumford en 1865. Los “salvacionistas” llegaron a la Argentina en 1890, y se propagaron fácilmente por las simpatías que los constructores de los ferrocarriles (que vale señalar, eran ingleses) les tenían.
   
Y ya que vamos por el tren de los recuerdos, citemos a don Antonio Caponnetto:
«El 2 de agosto de 1998, a las 11 de la mañana, y con ocasión de cumplirse 25 años de la muerte del padre Julio, ofició la Santa Misa en su memoria, el entonces Arzobispo de Buenos Aires y primado de la Argentina, monseñor Jorge Mario Bergoglio. Estoy tomando la noticia de dos Boletines de AICA, uno del 22/7/98  y otro del 3/8/98.  Estuve en esa celebración Eucarística –que coronó una semana de homenaje al insigne difunto, con la presencia de varios obispos– y todos cubrieron de elogios la obra y la personalidad del antiguo párroco.
   
Al término de la Santa Misa, los presentes, en su mayoría emocionados y veteranos scoutistas católicos y admiradores, discípulos, camaradas y amigos del Padre Meinvielle, nos dirigimos ante la tumba que está en el atrio de la parroquia. Se dieron vítores a Dios, a la Patria, a Cristo Rey, al homenajeado; y se repartió un volante que decía: “El Padre Julio está presente. Mueran los herejes”. Lo tengo en mis manos. En el medio de esos briosos católicos y meinvielleanos, si se nos permite el adjetivo, exactamente ubicado en uno de los ángulos de la lápida, estaba Jorge Mario Bergoglio, como un adherente más.
  
Se fueron retirando todos, y cuando me quise acordar, ganado por el luto y los recuerdos, creí que estaba solo ante la lápida. Pero no. El que permanecía de pie, callado, orante, era Bergoglio. Se me acercó y se limitó a leerme, a modo de consuelo, el epitafio que todavía corona sus restos: “Amó la Verdad”. Nos despedimos y cada quien a lo suyo».
Mirá, Francisco, ¿aquel 2 de Agosto de 1998 no te estorbó el recuerdo de tu abuela para homenajear al padre Julio Ramón Meinvielle, «aquel párroco de Versalles» que, 25 años después, presentás como pirómano criminal? A ese tipo de personas que actúan así como vos, que elogian a los demás y después le tiran el agua sucia, se les denomina indistintamente hipócrita, fariseo, sepulcro blanqueado, tartufo, falluto, y JESUITA (nunca mejor dicho).
   
Un dato adicional: durante sus exequias, el féretro del padre Meinvielle fue cargado por el conservador Alberto Ignacio Ezcurra Uriburu (ex líder de Tacuara) y el sacerdote tercermundista Carlos Francisco Mugica Echagüe (que dicho sea de paso, buscó al padre Meinvielle para reconciliarse con la Iglesia y poco después, fue asesinado por su antiguo camarada Mario Eduardo Firmenich Sagreras –no por la Triple A, como se dice “oficialmente” desde Alfonsín–). Cuando muera Bergoglio, ¿quién se dignará cargar su ataúd?

CUESTIÓN ÚNICA
* Es de entrecomillar la palabra “accidente”, habida cuenta que por sus denuncias contra la infiltración comunista en la Argentina, el padre Meinvielle fue objeto de dos arrestos ilegales, amenazas telefónicas y por correo, e incluso de un intento de asesinato.

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