jueves, 31 de agosto de 2023

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA

Novena publicada en Oviedo, Asturias, por la Imprenta La Cruz, a cargo de Antonio García Suárez, en 1892. Mons. Fray Ramón Martínez Vigil OP, Obispo de Oviedo, concedió 40 días de Indulgencia por cada día de la Novena.   
   
NOVENA DE NUESTRA SEÑORA DE COVADONGA
   

Hecha la Señal de la Cruz y el Acto de contrición o el Santo Rosario, se dice:

Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.  
   
ACTO DE CONTRICIÓN
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador y Redentor mío, por ser Vos quien sois y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido: propongo firmemente de nunca más pecar, y de apartarme de todas las ocasiones de ofenderos, y de confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta, y de restituir y satisfacer si algo debiere: ofrézcoos mi vida, obras y trabajos en satisfacción de todos mis pecados; y así como os lo suplico, así confío en vuestra bondad y misericordia infinita me los perdonaréis, por los merecimientos de vuestra preciosísima Sangre, Pasión y Muerte, y me daréis gracia para enmendarme y para perseverar en vuestro santo servicio hasta la muerte. Amén.

OFRECIMIENTO PARA TODOS LOS DÍAS
Dios mío, postrado en vuestra adorable presencia os ofrezco estos piadosos ejercicios. Aceptadlos por los méritos de vuestra Santísima Madre, y por la intercesión de los santos. Hacedme la gracia de ganar las indulgencias concedidas, a cuyo efecto por la intención del Sumo Pontífice y demás Prelados del universo, en particular del nuestro, por las necesidades de la Santa Iglesia, por la paz y concordia entre los príncipes cristianos, extirpación de errores y herejías, conversión de pecadores y salvación de todo el mundo, por los agonizantes y caminantes, por el triunfo de la religión y establecimiento del catolicismo en toda la tierra, por los que se han encomendado a mis oraciones, y por los que tengo obligación de rogar, para que todos cumplamos vuestra santa ley en vida y merezcamos el premio de la eterna gloria. Amén.
  
DÍA PRIMERO – 31 DE AGOSTO
MEDITACIÓN: SOBRE LA FE
I. Considera que la fe, como dice San Pablo, es el fundamento de todas las cosas que esperamos en esta vida y en la otra y el principio de la justificación.
  
Es necesaria para alcanzar la gracia, la caridad y las demás virtudes. Ella dio mérito y valor a todos los Santos; y sin ella es imposible agradar a Dios. Ella inspira las costumbres cristianas y, en todo tiempo, ha sido antorcha que ha guiado los pasos de todo hombre que quiere caminar al cielo. Aprecia los inmensos bienes que encierra la fe, confúndete de lo poco que has hecho para conservarla, y confiésala con valor despreciando los respetos humanos.
   
II. Mira el ejemplo que te da la Santísima Virgen. Su alma mereció ser depositaria de las verdades de la fe, reflexiona cuánto las apreciaba, y cuánto hizo por guardar este sagrado depósito.
   
Por esta integridad fue premiada con luces celestiales extraordinarias, y durante toda su vida procuró no desmerecer estos privilegios. ¿Obras tú de esta manera? Pide al Señor ilustre tu entendimiento, humilla la razón a la fe, y así te harás digno del premio que obtuvieron los héroes que la confesaron a la faz del mundo.
   
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
La Virgen de Covadonga a sus devotos: Hijo mío, aprecia el sagrado depósito de la Fe. Procura que toda tu vida sea una demostración del aprecio en que la tienes. Manifiéstalo con las obras porque de lo contrario sería una fe muerta.
El hijo de María: Madre mía, ayudadme a dar gracias a Dios por el beneficio de la fe. Ayudadme a conservarla, y por el valor que alcanzasteis a los héroes de Covadonga, obtenedme la perseverancia en esta santa virtud.
 
Aquí se rezan cinco Ave Marías en honor a la Santísima Virgen, y después la siguiente
  
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Amorosísima Virgen María, Soberana Emperatriz de Cielos y tierra, hermosísima Reina de los Ángeles, Madre y abogada de los pecadores, oíd la súplica que os dirigimos desde este sagrado sitio. Desde el excelso trono en que descansa vuestra majestad, dirigid una cariñosa mirada que penetre nuestro corazón. Concedednos la gracia que os pedimos en esta santa novena, llenad nuestra alma de las esclarecidas virtudes que os adornan, inflamadla en el más puro y santo amor de Dios y no permitáis que hagamos cosa alguna que os desagrade.
  
Nos consagramos a vuestro amor y servicio y nunca más olvidaremos vuestras bondades. Alcanzadnos la verdadera santificación en esta vida, la perseverancia final y recibidnos en la hora de la muerte. Amén.
   
HIMNO
   
En los campos do nobles Astures
A la voz de Pelayo acudieron,
Y morisma feroz combatieron,
Entonemos guerrera canción.
    
Huestes mil la montaña circundan
Del Auseva las cimas coronan,
Y ostentando fiereza blasonan
Al humilde cristiano vencer.
Mas, ¡oh Virgen, los fieles íberos
A tus plantas se postran rendidos,
No desdeñes sus tristes gemidos,
Dales bríos, constancia y poder.
    
En los campos do nobles Astures
A la voz de Pelayo acudieron,
Y morisma feroz combatieron,
Entonemos guerrera canción.
    
Feroz grito, cual trueno retumba,
Entre dardos el sol oscurece,
En tinieblas la luz desaparece,
Solo se oye agareno fragor.
A medida que crece el peligro,
cobra aliento el Astur valeroso,
Y en su torno difunde animoso
El espanto, la muerte, el pavor.
   
En los campos do nobles Astures
A la voz de Pelayo acudieron,
Y morisma feroz combatieron,
Entonemos guerrera canción.
    
A los fuertes el débil humilla,
Este vence, los fuertes cayeron,
Y del Deva las márgenes vieron
A torrentes la sangre correr.
Ya Castilla se ve libertada
Del alfanje y la raza moruna,
Agar tiembla con su media luna
Como tiembla la hoja al caer.
    
En los campos do nobles Astures
A la voz de Pelayo acudieron,
Y morisma feroz combatieron,
Entonemos guerrera canción.
    
Virgen pura, bendito tu nombre,
Covadonga por siempre repita,
Peregrina la España a tu ermita,
Jamás cese en tropel de acudir.
Porque tú de Mahoma triunfaste,
A Pelayo valor infundiste,
Al celoso africano rendiste,
Y al hispano tornaste feliz.
    
En los campos do nobles Astures
A la voz de Pelayo acudieron,
Y morisma feroz combatieron,
Entonemos guerrera canción.
    
LETANÍA.

Señor, ten piedad de nosotros.
Cristo, ten misericordia de nosotros.
Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Dios Padre, Criador de los cielos, ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Trinidad santa, que eres un solo Dios, ten misericordia de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios, ruega por nosotros.
Santa Virgen de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Madre de Cristo, ruega por nosotros.
Madre de la divina gracia, ruega por nosotros.
Madre purísima, ruega por nosotros.
Madre castísima, ruega por nosotros.
Madre intacta, ruega por nosotros. 
Madre incorrupta, ruega por nosotros.
Madre sin mancha, ruega por nosotros. 
Madre amable, ruega por nosotros.
Madre admirable, ruega por nosotros.
Madre del Buen consejo, ruega por nosotros.
Madre del Creador, ruega por nosotros.
Madre del Salvador, ruega por nosotros.
Virgen prudentísima, ruega por nosotros.
Virgen digna de reverencia, ruega por nosotros.
Virgen digna de alabanza, ruega por nosotros.
Virgen poderosa, ruega por nosotros.
Virgen clemente, ruega por nosotros.
Virgen fiel, ruega por nosotros.
Espejo de justicia, ruega por nosotros.
Trono de la sabiduría eterna, ruega por nosotros.
Causa de nuestra alegría, ruega por nosotros.
Vaso espiritual de elección, ruega por nosotros. 
Vaso digno de honor, ruega por nosotros. 
Vaso insigne de devoción, ruega por nosotros. 
Rosa mística, ruega por nosotros.
Torre de David, ruega por nosotros.
Torre de marfil, ruega por nosotros.
Casa de oro, ruega por nosotros. 
Arca de alianza, ruega por nosotros.
Puerta del cielo, ruega por nosotros. 
Estrella de la mañana, ruega por nosotros. 
Salud de los enfermos, ruega por nosotros.
Refugio de los pecadores, ruega por nosotros.
Consoladora de los afligidos, ruega por nosotros.
Auxilio de los cristianos, ruega por nosotros.
Reina de los Ángeles, ruega por nosotros.
Reina de los Patriarcas, ruega por nosotros.
Reina de los Profetas, ruega por nosotros.
Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros.
Reina de los Mártires, ruega por nosotros.
Reina de los Confesores, ruega por nosotros.
Reina de las Vírgenes, ruega por nosotros.
Reina de todos los Santos, ruega por nosotros.
Reina concebida sin pecado original, ruega por nosotros.
Reina asunta al Cielo, ruega por nosotros.
Reina del Santo Rosario, ruega por nosotros.
Reina de la paz, ruega por nosotros.

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten piedad de nosotros.
  
Antífona: He aquí que María era nuestra esperanza, a la que recurrimos, buscando auxilio para que nos librase, y vino en nuestra ayuda.
℣. Permitidme que os alabe, Virgen Sagrada.
℟. Dadme valor contra vuestros enemigos.
    
ORACIÓN
Omnipotente y misericordioso Dios, que constituiste admirablemente a la Santísima Virgen en perpetuo auxilio y defensa del pueblo cristiano, concédenos propicio que, peleando fortalecidos con tal amparo en la vida, merezcamos alcanzar victoria sobre el enemigo maligno en la muerte. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
  
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO – 1 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.
    
MEDITACIÓN: SOBRE LA ESPERANZA
I. Considera que la virtud de la esperanza debe ser el apoyo de la fe, pues en vano creemos si nada esperamos. Pero como Dios nos ha prometido un premio si cumplimos su santa ley, tenemos esta esperanza guardada en nuestro corazón. ¡Qué dicha es la nuestra confiar en la palabra de Dios! ¿Has fundado siempre en ella tu esperanza? Desconfía de todas las cosas humanas que no se apoyen en Dios, y di con el Real Profeta: en ti solo esperé, no seré confundido eternamente.
    
II. Mira el ejemplo que te dan los santos y la Reina de ellos, María Santísima. Les basta oír la palabra de Dios para lanzarse a las más difíciles empresas, sin preocuparse por el resultado. Miraban en todo la acción saludable de la Providencia sin hacer caso del influjo de las pasiones. La Madre de Dios cantaba con espíritu tranquilo las magnificencias del Señor que humilla a los poderosos y exalta a los humildes, y se entregaba como una esclava al cumplimiento de la voluntad de Dios. ¿Imitas esta conducta?
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
Voz de María Santísima de Covadonga: Hijo mío, espera en Dios, cuyas promesas son infalibles; confía en mi cariñosa palabra que no desea más que abrirte las puertas del cielo.
El alma devota a la Virgen: Madre mía, yo alababa al Señor con mi cítara, pero estaba triste, mas desde que Vos me alentáis y quitáis mi turbación, espero en Dios con entera confianza, y no cesaré de confesar su Nombre y buscar su agradable Rostro.

Rezar cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
 
DÍA TERCERO – 2 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA CARIDAD
I. Considera que la caridad es la reina de las virtudes y el fundamento de la perfección. Es tan necesaria para salvarse que la fe sin ella es muerta, y como dice San Pablo, aunque tuviéramos el don de lenguas, y hablásemos como los Ángeles, si nos falta la caridad seríamos como el metal que suena y campana que tañe; y aunque convirtiésemos pecadores, revelásemos lo futuro, conociésemos los misterios y trasladásemos los montes, sin la caridad nada somos. Dios es caridad y mora en el que está lleno de esta virtud. Abre tu corazón para que venga este espíritu bueno y te conceda este precioso don por el que debes sacrificarlo todo.
  
II. La caridad además de ser la reina de las virtudes, es la virtud de las reinas. Nada más propio de alma noble que el amor de Dios y del prójimo, nada más justo que consagrar todos los afectos del corazón al Supremo Señor y dueño de todas las cosas, a quien lo debemos todos, y sacrificarnos por el bien de nuestros hermanos. Así lo hizo la Santísima Virgen desde sus más tiernos años. Sigue sus pasos, y pídele te comunique una centella de ese fuego santo que animaba todas sus acciones.
   
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
La Virgen de Covadonga a sus devotos: Hijo mío, conoce las excelencias de la caridad, limpia todo afecto desordenado, ama a Dios sobre todas las cosas y alcanzarás la vida eterna.
Promesa del alma amante de María: Madre mía dulcísima, alcanzadme fuerzas para amaros, haced que arda en mí el fuego de la caridad, y que yo contribuya con todo mi ser a la propagación del amor de Dios.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
  
DÍA CUARTO – 3 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE EL AMOR A LA MADRE DE DIOS
I. Considera que, después de Dios, ningún objeto se nos puede ofrecer tan digno del amor, como su Santísima Madre que lo es también nuestra. En la Cruz recibió este glorioso título, y mira qué bien lo desempeñó. ¿Cuántas veces has experimentado la saludable influencia de sus bondades? ¿De cuántos peligros te apartó esta cariñosa Madre? Agradécele la misericordia que ha tenido contigo, y pídele que la continúe toda la vida.
    
II. El amor a María Santísima no ha de ser un aprecio estéril, debemos manifestarle el amor con obras y de verdad. Sea el principal fruto de esta Novena arraigar en nuestra alma una fervorosa devoción a la Madre del amor más santo. El glorioso título de Covadonga es el despertador más propio para estimular nuestro celo. El recuerdo de los innumerables beneficios que esta celestial Señora ha hecho a nuestra patria desde este Santuario debe obligarnos al agradecimiento. Seamos sinceramente devotos de María, imitemos sus virtudes, conozca todo el mundo que somos hijos dignos de tan buena Madre.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
Palabras de la Virgen a sus devotos: Hijos míos, yo amo a los que me aman. Sed imitadores míos como yo de Jesucristo.
Aspiración del alma fiel: Madre mía, haced que yo os conozca para que os ame. Sea la medida de amaros, amaros sin medida: Sois mi madre, todo lo he recibido por Vos, todo os lo consagro; dadme vuestra devoción y seré bastante rico, porque alcanzaré la vida eterna.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
   
DÍA QUINTO – 4 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA HUMILDAD
I. Considera la excelencia de la humildad. Jesucristo ha querido ser modelo de esta vitud, presentándonosla como fundamento de su enseñanza: “Aprended de mí”, nos dice, “que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas”. ¿Hemos aceptado esta doctrina? ¡Ah!, desgraciadamente, nos dejamos llevar de la soberbia. Nos levantamos con los dones de Dios y creemos ser algo, y aun pretendemos dominar sobre nuestros semejantes. Humillémonos en la tierra si queremos que Dios nos levante hasta el Cielo.
   
II. Todos los Santos han practicado la humildad. La Santísima Virgen ha superado a todos en la práctica de esta virtud. Contempla su humildad interior, cuán hermanada está con la exterior. Nada pide y nada desea más que cumplir la voluntad de Dios, sometiendo enteramente su juicio y sufriendo las humillaciones que el Señor permite para probarla y acrisolar su mérito. ¿Obras tú de esta manera? Confúndete, mortifica la soberbia, propón seriamente la práctica de la humildad.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
Palabras de la Santísima Virgen: El Señor ha mirado la humildad de su sierva, por esto me llamarán bienaventurada todas las generaciones. Derribó a los poderosos de su sitio, y ensalzó a los humildes.
El alma devota: Madre mía, conozco que la raíz de todos los males es la soberbia, y el principio de todos los bienes la humildad. Alcanzádmela del humildísimo Jesús, y haced que merezca yo el descanso de la buena conciencia en esta vida, y el de los bienaventurados en la otra.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
   
DÍA SEXTO – 5 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA CASTIDAD
I. Considera cuán necesaria es la virtud de la castidad. No hay obra buena sin castidad, dice un santo Padre. En efecto, ¿de qué servirían las virtudes sin la pureza de corazón, sin la santidad de los afectos? Palabras vanas serían, como aquellas que reprobó el mismo Dios cuando dijo: “este pueblo me honra solo con los labios, pero su corazón está lejos de mí”. ¿Sabes cuál es el mejor medio para acercarte a Dios? La castidad, que te eleva sobre las cosas terrenas, y te coloca en compañía de los espíritus celestiales junto al trono del Altísimo. Ama esta virtud santísima y practícala, apartándote de todo lo que puede manchar su delicadeza.
   
II. Contempla esta virtud en la Santísima Virgen. Por ella mereció atraerse las miradas de Dios y la admiración del universo. Eres hijo de esta castísima Madre, pórtate cual a esta dignidad conviene. Con la castidad alcanzarás la vista de Dios, pero para obtener esta virtud es necesario que la pidas, y que trabajes mucho por conservarla. No pretendas esta gracia por otro camino que el de los santos. La oración, la mortificación interior y exterior, la presencia de Dios, y sobre todo la frecuencia de los sacramentos son los medios más eficaces. Ponlos en práctica desde hoy, para que ellos defiendan esta virtud, porque es muy cierto que no puede llegarse a la castidad sin buenas obras.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
Palabras de la Santísima Virgen: Hijo mío, sé santo porque Dios es santo. ¿Cómo quieres agradarme si manchas la hermosura de la inocencia? Purifica tu corazón, para que pueda morar en él la adorable Trinidad, cuyo templo eres.
El alma fiel: ¡Madre castísima, Madre de pureza, ruega por mí! Sin tu auxilio no puedo practicar esta virtud. Líbrame con tu poderosa intercesión de los peligros y tentaciones del mundo, demonio y carne, y haz que logre la palma victoriosa de los santos.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
   
DÍA SÉPTIMO – 6 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA ORACIÓN
I. Considera la necesidad de la oración. Dios nos ha criado para salvarnos, pero quiere que le pidamos las gracias que nos han de abrir las puertas del Cielo. “Pedid y recibiréis”, nos dice Jesucristo. Pidamos, pues, lo necesario para ir al Cielo, que no nos será negado. Oremos humilde, fervorosa y confiadamente, unas veces al Eterno Padre por su bondad y omnipotencia, otras a Jesucristo por su encarnación, pasión y trabajos de su vida, y otras al Espíritu Santo, por el amor que tiene al Padre y al Hijo, y siempre a nuestra cariñosa Madre que hará propicia nuestra oración.
   
II. Considera cuán perfectamente oraba la Santísima Virgen María. Su oración penetraba las nubes, porque era humilde, y hacía descender bendiciones y gracias de Dios sobre su alma. El Espíritu Santo fue su Maestro, y le enseñó a pedir con gemidos inenarrables. Detente un momento y atiende a estos dulcísimos suspiros. Abre tu corazón, derrámalo en la presencia de Dios y aprende a llorar tus pecados, a proponer la enmienda, y a tener tu conversación en los Cielos.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
La Santísima Virgen a los fieles: Hijos míos, rogad y no ceséis de orar. La tierra está llena de desolación porque nadie piensa en su corazón las verdades eternas. Levantaos del polvo y mirad al Cielo, para cuya posesión habéis sido formados.
El hijo de María: ¡Gracias, Madre mía, gracias! Ahora conozco cuán mal aproveché el tiempo distraído en las cosas del mundo. Vuestras amorosísimas palabras me hacen elevarme a Dios para darle gracias, por los beneficios que me ha concedido, y pedirle continúe los favores que me han de hacer verdaderamente feliz. ¡Dios mío! Concededme el espíritu de oración y las gracias que a él tenéis vinculadas.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
  
DÍA OCTAVO – 7 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA MORTIFICACIÓN
I. Considera que no basta alcanzar las virtudes si no procuras conservarlas. Eres frágil, y necesitas una fuerza que te sostenga: esta es la obra de la mortificación. Sin esta virtud, que es un conjunto de virtudes, no corregirás la oración, ni perfeccionarás la humildad, ni defenderás la pureza. Todo corre inminente peligro de perderse si descuidas mortificarte. Jesucristo padeció porque quiso, he aquí el mérito. Acepta como tu divino Maestro la voluntad del sacrificio, mortifícate, recibe con alegría los trabajos que te envía el Señor, hazte semejante a Jesús varón de dolores, hecho oprobio por nuestros pecados, y camina al Cielo por este camino real de la Santa Cruz.
   
II. Considera la mortificación de la Santísima Virgen María, Madre de Dios y de los hombres. Toda su vida fue un continuo ejercicio de esta virtud, y la Iglesia le da justamente el título de Madre dolorosa. Compadécete del Hijo y de la Madre, busca la causa de sus dolores y la encontrarás en tu ingratitud y en tus pecados. Conviértete de corazón a Dios, y el Señor te aplicará los méritos de la Sangre de Jesús, y te lavará con ella para que seas limpio y puedas entrar en el Cielo.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
La Virgen María al alma devota: ¿Quieres adelantar mucho en poco tiempo? Entra en la escuela del sufrimiento, penetra en el Corazón de mi amantísimo Hijo y en el mío, y aprende a sufrir.
El hijo de María: Hasta ahora, Madre mía, no conocí el tesoro que encierra la mortificación. Alcanzadme constancia en ella para vencerme a mí mismo y no descansar hasta dominar mis afectos desordenados y sufrir con amor los trabajos que me enviéis.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.
  
DÍA NOVENO – 8 DE SEPTIEMBRE
Por la señal
Acto de Contrición o Santo Rosario.

MEDITACIÓN: SOBRE LA PERSEVERANCIA
I. Considera que la perseverancia es el más precioso de los dones en la vida espiritual. De nada aprovecha una vida empleada en la virtud sin la final perseverancia, porque solo al que venciere se le promete el premio y el maná escondido. Ella corona la obra de la santificación en esta vida, y es la prenda de la salvación en la otra. ¿Qué hacer para obtenerla? Orar fervorosamente y pelear con denuedo.
  
II. Considera que la perseverancia en el bien fue el carácter que distinguió a la Santísima Virgen. Ni un momento desfalleció en toda su vida, no obstante las muchas contradicciones y acerbas penas que tuvo que sufrir en ella. Pasó como Jesús, haciendo el bien y adornándose cada vez más con variedad de exquisitas flores de virtudes, Contempla su ciega fe, admira su constante esperanza, envidia su ardiente caridad, y no extrañarás su perseverancia en el bien. Fortalecida con el poder del Padre, guiada por la sabiduría del Hijo, y animada por el amor del Espíritu Santo, esta celestial criatura se hace el encanto de los ángeles, el cariño de los hombres y el terror del Infierno. ¡Ama a tan excelsa Madre! Pídele la perseverancia, y ella te la alcanzará.
  
Ahora recogido cada uno pedirá lo que se indica en la Meditación, y la gracia que desea en la Novena, oyendo con devoción las inspiraciones de la Santísima Virgen.
La Virgen María: Hijo mío, sé fiel hasta la muerte, y recibirás la corona inmarcesible de la gloria.
El hijo de María: Madre mía, Madre de misericordia, haced que yo imite vuestra perseverancia y que no me aparte ni un solo momento de la santa ley de Dios, para merecer el premio de la gloria eterna, prometida a los que perseveran.

Aquí se rezan cinco Ave Marías. La Oración final, el Himno, la Letanía y la Oración se rezarán todos los días.

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