viernes, 23 de diciembre de 2022

BERGOGLIO SOCAVA EL DOGMA DE LA VIRGINIDAD PERPETUA DE MARÍA EN SU SALUDO DE NAVIDAD

Traducción de la noticia publicada en NOVUS ORDO WATCH. Textos bíblicos tomados de la versión de Mons. Félix Torres Amat.

¡‘Feliz Navidad’ de Bergoglio!
FRANCISCO BERGOGLIO SOCAVA EL DOGMA CATÓLICO AL AFIRMAR QUE LA VIRGEN MARÍA TUVO DOLORES DE PARTO
   
  
Año tras año, el apóstata argentino Jorge Bergoglio (en arte “Papa Francisco”) pronuncia su discurso navideño anual ante la Curia romana, pocos días antes de la gran fiesta de la Natividad del Señor. El mismo día, también entrega felicitaciones navideñas a los empleados de la Ciudad del Vaticano. Es en esa dirección donde lanzó hoy una bomba casi herética y blasfema.
    
El foco principal de sus breves comentarios a los trabajadores del Vaticano fue que les deseó serenidad para la Navidad, una serenidad como la que experimentó la Sagrada Familia. Ese es un deseo hermoso y noble, sin duda, pero Francisco no sería Francisco si no se las arreglara para incluir un golpe a la santa Madre de Dios como parte de su charla tan “piadosa”:
«Os deseo ante todo serenidad: serenidad para cada uno de vosotros y vuestras familias. La serenidad no significa que todo esté bien, que no haya problemas o dificultades, no, no significa eso. La Sagrada Familia de Jesús, José y María nos lo muestra. Podemos imaginarnos, cuando llegaron a Belén, la Virgen comenzaba a sentir los dolores [en italiano: la Madonna cominciava a sentire i dolori], José no sabía adónde ir, tocaba tantas puertas, pero no había lugar… Sin embargo en el corazón de María y de José había una serenidad subyacente, que venía de Dios, del saber que estaban en su voluntad, que la buscaban juntos, en la oración y en el amor recíproco» (Antipapa Francisco, Discurso de Navidad a los empleados del Vaticano, Vatican.va, 22 de diciembre de 2022; traducción de DeepL.com; subrayado añadido).
¡Entonces Francisco afirma que la Inmaculada Madre de Dios experimentó los dolores del trabajo de parto! De esta manera, niega implícitamente, o al menos socava, los dogmas de la Inmaculada Concepción y la Virginidad Perpetua de la Santísima Madre.
   
Consideremos la evidencia.
      
Después de que Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén, Dios anunció a cada uno su castigo. A Eva le dijo: «Multiplicaré tus trabajos y miserias en tus preñeces; con dolor parirás los hijos y estarás bajo la potestad o mando de tu marido; y él te dominará» (Gén. 3, 16).
   
Este pasaje de las Escrituras es la fuente principal de la enseñanza católica de que los dolores en el parto, los dolores de parto, son una consecuencia directa del pecado original. Sin embargo, es precisamente del pecado original del que la Santísima Virgen fue preservada milagrosa y singularmente, según el dogma católico:
«Declaramos, afirmamos y definimos que ha sido revelada por Dios, y de consiguiente, que debe ser creída firme y constantemente por todos los fieles, la doctrina que sostiene que la Santísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de culpa original en el primer instante de su concepción, por singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, en atención a mos méritos de Jesucristo, Salvador del género humano» (Papa Pío IX, Constitución Apostólica “Ineffábilis Deus”).
En efecto, la Virgen Inmaculada Madre de Dios es el antitipo de Eva, la “verdadera Eva” de la Nueva Alianza y Madre espiritual de los hombres:
«… para defender la original inocencia y santidad de la Madre de Dios, [los Padres de la Iglesia no sólo la compararon muy frecuentemente con Eva todavía virgen, todavía inocente, todavía incorrupta y todavía no engaña a por as mortíferas asechanzas de la insidiosísima serpiente, sino también la antepusieron a ella con maravillosa variedad de palabras y pensamientos. Pues Eva, miserablemente complaciente con la serpiente, cayó de la original inocencia y se convirtió en su esclava; mas la Santísima Virgen aumentando de continuo el don original, sin prestar jamás atención a la serpiente, arruinó hasta los cimientos su poderosa fuerza con la virtud recibida de lo alto» (Papa Pío IX, Constitución Apostólica “Ineffábilis Deus”).
Decir que la Santísima Virgen tuvo dolores de parto es una negación implícita de su Inmaculada Concepción. Además, desvirtúa la doctrina de la Virginidad Perpetua de María, que también es infalible.
   
Es un dogma de Fe que María Santísima permaneció virgen antes, durante y después del nacimiento de Cristo. En el siglo XVI, el Papa Pablo IV condenó a quienes se atrevían a sostener que «la Santísima Virgen María no es verdadera madre de Dios, ni permaneció siempre en la integridad de la virginidad, a saber, antes del parto, en el parto y perpetuamente después del parto» (Constitución “Cum quorúndam hóminum”, 7 de Agosto de 1555; Denz. 993).

Los jesuitas españoles en su compendio dogmático Sacræ Theologíæ Summa de la década de 1950 explican que el dogma de la Virginidad Perpetua tiene tres elementos: la concepción virginal de Cristo, el nacimiento virginal de Cristo y la negación de cualquier otra concepción o nacimiento. Es el segundo de estos tres elementos el que se impugna con la pretensión de dolores de parto.
    
El autor del tratado mariano del compendio, el P. José Antonio de Aldama, explica que el nacimiento virginal de Cristo significa que tuvo lugar «sin detrimento de la integridad corporal». Luego elabora: «La conservación de esta integridad corporal y la ausencia de dolor al dar a luz están tan conectadas en la creencia perpetua de la Iglesia y en la tradición patrística con el nacimiento virginal que deben ser conservados como elementos necesarios del dogma del nacimiento virginal» (vol. IIIA: “Sobre la Santísima Virgen María” [Saddle River, Nueva Jersey: Keep the Faith, Inc., 2014], n. 104; págs. 409-410; subrayado añadido). En una nota a pie de página, el autor agrega: «Por lo tanto, de ninguna manera puede consentirse la reciente interpretación de la virginidad, que quiere prescindir de esta integridad corporal y la ausencia de dolor en el parto» (pág. 410, nota al pie 1). ¡BAM!
   
Que la Santísima Virgen fue preservada no sólo del pecado original sino también de sus consecuencias, lo enseña explícitamente el Papa Pío XII:
«Cuando en la Edad Media la teología escolástica alcanzó su máximo esplendor, San Alberto Magno, después de haber recogido, para probar esta verdad, varios argumentos fundados en la Sagrada Escritura, la tradición, la liturgia y la razón teológica, concluye: “De estas razones y autoridades y de muchas otras es claro que la beatísima Madre de Dios fue asunta en cuerpo y alma por encima de los coros de los ángeles. Y esto lo creemos como absolutamente verdadero” (Mariále sive quæstiónes super Evang. Missut est, q. 132). Y en un discurso tenido el día de la Anunciación de María, explicando estas palabras del saludo del ángel: “Dios te salve, llena eres de gracia…”, el Doctor Universal compara a la Santísima Virgen con Eva y dice expresamente que fue inmune de la cuádruple maldición a la que Eva estuvo sujeta (Sermónes de Sanctis, sermón 15: In Anuntiatióne B. Maríæ, cfr. Mariále, q. 132).
   
…El Doctor Seráfico [San Buenaventura] sostiene como absolutamente cierto que del mismo modo que Dios preservó a María Santísima de la violación del pudor y de la integridad virginal en la concepción y en el parto, así no permitió que su cuerpo se deshiciese en podredumbre y ceniza (De Nativitáte B. Maríæ Vírginis, sermón 5).
   
   
De tal modo, la augusta Madre de Dios, arcanamente unida a Jesucristo desde toda la eternidad “con un mismo decreto” (Pío IX, Constitución Apostólica “Ineffábilis Deus”) de predestinación, inmaculada en su concepción, Virgen sin mancha en su divina maternidad, generosa Socia del divino Redentor, que obtuvo un pleno triunfo sobre el pecado y sobre sus consecuencias, al fin, como supremo coronamiento de sus privilegios, fue preservada de la corrupción del sepulcro y vencida la muerte, como antes por su Hijo, fue elevada en alma y cuerpo a la gloria del cielo, donde resplandece como Reina a la diestra de su Hijo, Rey inmortal de los siglos (cfr. 1 Tim 1, 17)» (Papa Pío XII, Constitución Apostólica “Munificentissimus Deus”, nn. 30, 32, 40; subrayado añadido).
El célebre teólogo del siglo XIX, el P. Matthias Scheeben (1835-1888) escribe en su obra de dos volúmenes sobre la doctrina mariana:
«…El primer y más esencial elemento del nacimiento sobrenatural de Cristo radica en el hecho de que Él apareció del seno de Su madre útero cláuso et obsignáto [de un vientre cerrado y sellado], como luego apareció en Su Resurrección ex sepúlchro cláuso et obsignáto [de una tumba cerrada y sellada], que formó como si fuera Su segundo nacimiento corporal. Como segundo elemento, consecuencia natural del primero, el nacimiento de Cristo se efectuó también sin dolor para la madre, así como tuvo lugar sin que la integridad corporal de la madre fuera violada por effráctio [ruptura] o violátio cláustri virginális [violación del recinto virginal]» (Rev. Mathias Joseph Scheeben, Mariology, vol. 1, trad. por Rev. Theodore Leonard Marie Jerven Geukers [San Luis, Misuri: B. Herder Book Co., 1946], págs. 103-104; cursiva propia; subrayado agregado).
Cualquiera que ahora espere que el “Cardenal” Gerhard Ludwig Müller, ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (2012-2017), corrija el escandaloso error de Francisco, debe recordar que el mismo Müller niega la Virginidad Perpetua de la Madre de Dios de esa manera:
Para mayor contexto, no debe olvidarse que Francisco ha criticado a la Santísima Madre varias veces antes e insinuó que ella no estaba libre de todo pecado:
Al mismo tiempo, por supuesto, también se pueden encontrar citas en las que Bergoglio afirma claramente el dogma de la Inmaculada Concepción. Como cualquier buen modernista, hace lo que el Papa Pío VI condenó, a saber, proporciona una «engañosa excusa de que lo que tal vez por descuido se dijo en una parte con mayor dureza, se halla en otros lugares más claramente explicado y aun corregido; como si esta descarada licencia de afirmar, y negar y contradecirse según su voluntad, que fue siempre la fraudulenta astucia de los novadores para sorprender con el error, no fuese más propia para descubrirle que para ocultarle» (Constitución Apostólica “Auctórem Fídei”, preámbulo).
   
En esto Francisco se parece al hereje Nestorio, que «armado de su locuacidad, cuando envolviendo en tinieblas lo verdadero, y volviendo después a confundir uno, y otro, o confesaba lo que había negado, o pretendía negar lo que había confesado» (Constitución Apostólica “Auctórem Fídei”, preámbulo).

El “Papa” Francisco, no debemos olvidarlo, niega explícitamente también la Corredención de la Santísima Madre, que es un pecado de hacer, aunque no el pecado de herejía, ya que no es un dogma definido:
La teología moral católica nos dice que lo que Francisco hizo hoy es cometer una blasfemia cuasi-herética, específicamente el tipo de «blasfemia que ataca lo que es especialmente querido por Dios, que consiste en comentarios o actos despectivos a la Santísima Virgen, los Santos, los Sacramentos, el crucifijo, la Biblia, etc.» (McHugh-Callan, Teología Moral, n. 891 b). Tal blasfemia puede ser «expresada no sólo por oraciones completas y en modo indicativo, sino también por frases o interjecciones, por deseos, órdenes o incluso signos» (n. 893).
   
Así que ahora sabemos cómo Bergoglio se prepara para la gran Fiesta del Nacimiento de nuestro Bendito Señor y Salvador, Jesucristo: ¡cometiendo blasfemia!

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