viernes, 31 de enero de 2025

RENUNCIA OBISPÓN ESPAÑOL EN ECUADOR


El boletín de Prensa de la Santa Sede informó que Francisco Bergoglio aceptó el día de hoy 31 de Enero de 2025 la renuncia del obispón español Aníbal de Jesús Crucificado Nieto Guerra OCD (foto) a la diócesis de San Jacinto (Ecuador), nombrando inmediatamente como sucesor al chileno Gustavo Adolfo Rosales Escobar, hasta entonces obispón auxiliar de Guayaquil.
    
Segundo de los cuatro hijos de Abel Nieto y María Consuelo Guerra, Aníbal Guerra Nieto nació en Formoselle (prov. de Zamora, España) el 23 de Febrero de 1949. Ingresó a la Orden Carmelita Descalza en 1964, donde profesó el 15 de Agosto de 1975 antes de ser enviado a San Miguel de Sucumbíos (Ecuador), fue “instalado” presbítero el 8 de Agosto de 1982 por el entonces obispón auxiliar de Oviedo José Sánchez González, y obispón el 22 de Julio de 2006 por el entonces arzobispón opusino de Guayaquil Antonio Arregui Yarza. El 4 de Noviembre de 2009, fue nombrado primer obispón de la diócesis de San Jacinto de Yaguachi, creada a partir de la Archidiócesis de Guayaquil (donde Nieto Guerra era obispón auxiliar) y que en 2015 cambió su nombre al actual. Fue autor de los libros “Encuentros de oración con Teresa de Jesús”, “Orar desde el sufrimiento” y “Orar en todo momento”, como también de la letra del himno de la visita de Francisco Bergoglio al Ecuador en 2015; y editor del CD “Plegarias y Oraciones”.
   
Como es habitual, el discurso laudatorio de circunstancia (no pudimos comprobar independientemente si incluyó ponqué y champán de precio módico) del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño calla es que la renuncia de Nieto Guerra (quien había recibido una prórroga habiendo pasado los 75 años el pasado Febrero) se produce en medio de señalamientos de presunto encubrimiento de los presbíteros José Mercedes Yamunaque Purhuamam (“instalado” en Agosto de 2019 por Áureo Patricio Bonilla Bonilla OFM, vicario apostólico de Galápagos) y Víctor Andrés Restrepo Taborda (“instalado” el 21 de Abril de 2018 por el arzobispón de Guayaquil Luis Gerardo Cabrera Herrera OFM) denunciados por abuso sexual y vínculos con el crimen organizado local, y de malos manejos financieros por parte de Karina López (Administradora General de la diócesis) y Jackson Enrique Ibarra Bajaña (Coordinador General Educativo de la diócesis). Denuncias que no solo abarcan a la diócesis de San Jacinto, sino que además comprenden a otros prelados ecuatorianos y al nuncio Andrés Carrascosa Coso.

LA HUMILDAD: SU PRÁCTICA (Prédica 3)

Sermón predicado por el Ilmo. Sr. Obispo Don Fernando Altamira durante la Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús (domingo 5 de Enero de 2025).
  
Para seguir el orden:
  1. LA HUMILDAD (Prédica 1): Domingo 27 de Diciembre de 2024.
  2. LA HUMILDAD: FUNDAMENTO Y EXCELENCIA (Prédica 2): Miércoles 1 de Enero de 2025.
   
   
LA HUMILDAD (PRÉDICA III)
   
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS del PURGATORIO

Queridos hijos: 
 
Hoy es la Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús, no hay otro nombre, el único, por el cual podamos ser salvos, sólo Dios Nuestro Señor Jesucristo.
   
Anunciamos que queríamos avanzar en una tercera prédica sobre “La Humildad”, y queremos centrarnos en “La práctica de la Humildad”. Dediquemos las enseñanzas que podamos dar, y los dones o gracias de Dios que podamos recibir, en honor del Santísimo Nombre de Jesús, y deseando en este Año 2025, que recién comienza, el poder ser buenos hijos de Dios, poder ser buenos católicos, “hacer honor al Santo Nombre de Jesús”.
   
La práctica de la Humildad puede ser dividida en tres: “La Imitación de Dios Nuestro Señor Jesucristo”, esta prédica será toda para la imitación de Cristo, imitarlo en su Humildad; y quedarían pendientes para otra vez la lucha contra la soberbia, y el hacer actos de ejercicio de Humildad [1]
   
[1] Sabemos que nadie tan humilde como Dios Nuestro Señor Jesucristo. Hemos de procurar poner dentro de nosotros los mismos sentimientos de Humildad que tuvo Cristo Jesús: “Hoc enim sentíte in vobis quod et in Christo Jesu; qui, cum in forma Dei esset... exinánivit semetípsum: Esto sentid en vosotros, lo que en Cristo Jesús, el cual, aunque estuviese en la forma-naturaleza de Dios... se anonadó a sí mismo (tomando la forma de esclavo: la naturaleza humana; Filipenses 2,5-7)”.
Veamos los ejemplos de Él, en su vida oculta, en su vida pública, en sus sufrimientos y Pasión, y en el Sacramento de la Santa Comunión.
   
[2] Durante su vida oculta.
(1) Antes de nacer, veamos algunos de sus tantos actos de Humildad:
-(1) Se anonadó, siendo Dios, y siendo por quien subsisten la tierra y el orbe, para encerrarse por 9 meses en el vientre virginal de María, cubriendo y ocultando sus atributos de Dios, y permaneciendo en la misma situación de dependencia y fragilidad de los bebés en gestación, de los niños por nacer; pero el gran detalle es que era (y es) Dios y aceptó este estado de niño en el vientre de su madre.
-(2) Quiso cumplir con un edicto del César Romano para empadronarse en Belén, y debió ser sometida su Madre Santísima a un viaje en pleno embarazo y en tiempo cercano al alumbramiento. Cuando llegan a Belén, han de soportar el no tener fonda donde alojarse y sufrir esta escasez o necesidad, hasta
desprecios en Belén para su Madre y para San José, “non erat eis locus in diversório: no había lugar para ellos en el hostal (San Lucas 2,7)”; y era Dios el que padecía estas cosas junto con sus padres.
-(3) Un punto que a uno lo deja fuera de sí: EL MUNDO ENTERO DUERME mientras nacía Dios en la tierra, y en especial la ignorancia de su nacimiento por parte de su pueblo: “in própria venit, et sui non recepérunt: vino a los suyos y los suyos no lo recibieron (San Juan 1,11)”; después de la Redención, el evento más impresionante de la Humanidad, el nacimiento de Dios en la tierra, que hasta el día de hoy –aunque rechinen de odio sus enemigos– ha dividido el tiempo en dos, antes de Cristo y después de Cristo; y ante un evento así, tan único e impresionante, el mundo entero dormía, estaba naciendo Dios y nadie sabía, la Humildad de Dios y la soberbia de nosotros los hombres.
   
-(2) En su nacimiento y después de él:
-(1) El Creador del Universo en su nacimiento -ya lo dijimos- mostró una gran Humildad, presentándose como un niño, pobre, fajado con pañales (¡el Creador del Universo fajado con pañales!), recostado en un lugar para animales: en un Pesebre (¡el Creador del Universo naciendo en un lugar para animales!; ¡ninguno de nosotros, hombres pecadores, ha nacido en un lugar así!), “inveniétis infántem, pannis involútum, pósitum in presépio: encontraréis al Niño, envuelto en pañales, y puesto en un pesebre (San Lucas 2,12); y ese Niño es Dios, y así se presenta, y así nace al mundo.
-(2) Ser circuncidado, la fiesta de hoy y de la Octava de Navidad: Cortan su carne y su sangre es derramada por primera vez en esta tierra, preludio de su futuro sacrificio en la Cruz; y siendo Dios, obviamente que Él no estaba obligado a este rito religioso; pero nos enseña, nos enseña, OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, a Dios y a todo superior o autoridad: OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, Humildad, Humildad [2]

-(3) En su vida oculta de Nazareth:
-(A) Dios ha nacido al mundo, “el Creador pisa y vive en esta tierra caduca”, y queda oculto e ignorado, ¡durante 30 años, durante 30 años: vive 33 en esta tierra y de ellos 30 es un total desconocido! Pasa su tiempo, como merecían, para estar, durante 30 años, solamente con las personas más santas que ha habido en esta tierra, su Santísima Madre y San José.
(B) ¿Y qué hacía? Pues hacía lo que toca, o debería tocar, a cualquier de nosotros:
  • (a) Ayudando a su padre adoptivo, San José, en las tareas de su oficio, haciendo oficio de carpintero: Cortando madera, lijando, poniendo clavos, armando muebles: Dios era conocido sólo como un carpintero, o como el hijo de un carpintero; qué Humildad de quien es el Creador.
  • (b) Y ayudando a María Santísima, su Madre, en las pequeñas tareas del hogar: Limpiar, poner la mesa, ayudar a lavar los platos: ¡y Él es Dios!).
  • (c) El Amo del Universo obedeciendo a dos criaturas: OBEDIENCIA, OBEDIENCIA, Humildad, Humildad; y nosotros somos unos espantosos desobedientes; y Él, Dios, sí que era obediente, obediente a José y a María: “et erat súbditus illis: y les estaba sometido (San Lucas 2,51)”.
(C) Y quien hace todo esto es Dios, no un hombre cualquiera, cuando podía tener un batallón de ángeles que hicieran todo para Él, para su Mamá, para San José.
   
Bossuet († 1704), y todos los autores espirituales dicen: “¡Soberbia humana ven a morirte de vergüenza ante este espectáculo; se nos tendría que caer la cara de vergüenza ante lo que es Dios de humilde y lo que somos nosotros de soberbios!”; y seguimos con nuestra soberbia, y seguimos con nuestra soberbia: qué problema el ser humano.
  
[3] En su vida pública. Allí practicó cuanto pudo, por Humildad, todo el anonadamiento y olvido de sí (abnegación), mas según se lo permitía el ejercicio de su misión y sin daño de ella; cuando uno tiene una misión pública debe a veces exigir y realizar ciertas cosas “renombradas”.
-(1) Nuestro Señor es Dios; y así Él debía proclamar con palabras y con obras que Él era Dios, el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, y que Él era el Mesías. Lo manifestó lo suficiente para que los hombres de buena voluntad pudieran entenderlo, pero no lo hizo con toda la majestad y gloria que podía hacerlo y esto también tuvo Humildad. Esa majestad y gloria sí que serán manifestadas, pero en su Segunda Venida, la cual deseamos que este Niño Dios nos la otorgue próximamente.
-(2) Vemos en su vida pública Humildad por todas partes. Se rodeó de apóstoles poco instruidos, de pescadores, de un publicano. Mostró preferencia por aquellos que son despreciados por el mundo, por los pobres, por los pecadores, por los afligidos, por los niños. Vivió de limosnas, siendo el dueño de todo, y no tuvo casa propia, quien poseía el Universo entero; qué nos quería enseñar con todo esto: Humildad, Humildad. 
-(3) (a) Hizo muchísimos milagros, mas ellos no eran su herramienta principal. (b) Se presenta a las multitudes con austeridad, sin afectación; haciendo, viviendo y hasta comiendo lo que hace todo el mundo. (c) Huye de toda popularidad y no teme desagradar a otros si es preciso para la Verdad, incluso a sus propios discípulos: “durus est hic sermo: dura es esta palabra (San Juan 6,61)”. (d) Habla para enseñar la Verdad, la Doctrina Católica, la doctrina de su Padre. (e) No busca su gloria sino la de su Padre: “Ego... non quǽro glóriam meam: Yo no busco mi gloria (San Juan 8,50)”; y siendo el Señor del Mundo, Él servía a los demás: “non veni ministrári sed ministráre: no he venido para ser servido sino para servir (San Mateo 20,28)”.
   
[4] En su Pasión, en los padecimientos de su Muerte y su Cruz, se ve y se grita su Humildad. Él que era la santidad y la pureza misma, echó sobre sí todas nuestras iniquidades y pecados desde Adán hasta el último hombre que existirá sobre la tierra, y pagó por nuestros pecados el inocente (justicia vicaria): “Eum qui non novérat peccátum, pro nobis peccátum fecit: Él que no conocía el pecado, por nosotros se hizo pecado (II Cor 5,21)”.
-(1) En el Huerto de los Olivos, cuando cargó sobre sí todos los pecados de la Humanidad, desde Adán, de todos los pecados de todos los seres humanos que existieron y existirán, hasta el último hombre, toda esa masa “infame” de iniquidades de la Humanidad, todo pecado espantoso y aberrante, lo peor y más bajo de la Humanidad; allí Él, que no conocía pecado, se hizo pecado por nosotros; y toda la tristeza, abatimiento, sudor de sangre (que tendría que haberle producido la muerte): “cœpit pávere, tǽdere, mœstus esse... Tristis est anima mea usque ad mortem: comenzó a temblar, sentir tedio... -dijo- Triste está mi alma hasta la muerte (San Marcos 14,33-34)”.
-La Humildad de Dios que, siendo la máxima santidad y pureza, quiere ver, y con perfección, y hasta su máxima profundidad, todas las iniquidades y chanchadas más aberrantes que se cometieron ya y se cometerán en la Humanidad; y cargó sobre su conciencia purísima ese conocimiento, profundísimo, “pero de las peores cosas, ¡y con todos los detalles aberrantes!”, de lo peor de nosotros, de lo más bajo y vil; ¡y para pagar por ello ante el Padre, el inocente por los culpables, Dios por la vil creatura: Qué Humildad y qué amor de Dios!
-Y Él lo hizo para que nosotros nos salgamos de eso, y qué poca respuesta que damos, qué poco fruto, “quid utílitas in sánguine meo?: cuál fue el fruto de mi sangre, para qué sirvió?”, sí, muy pocos responden, y muchos de esos pocos responden, o respondemos, a medias a todo lo que Él hizo, toda esa generosidad, toda esa entrega, Amor y Humildad. Y Él sabiendo la poco respuesta y el poco fruto, los pocos seres humanos que se entregarían a Él con todo lo dado, igualmente lo quiso hacer: ¡Qué Humildad de Dios, y qué soberbia de nosotros, que podamos seguir en lo mismo!
-(2) Y su muerte en la Cruz, es el máximo acto de Humildad, dejarse matar por nosotros los gusanos; Dios Creador del Universo muriendo en la Cruz, matado por los seres humanos, la criatura contra el Creador, los judíos contra el Mesías, los romanos contra su Hacedor. Mil cosas se podrían decir de su Sacrificio en la Cruz, y es nuestra Santa Misa, pero hoy no nos extenderemos.
-(3) La pregunta es: Siendo Él, Dios, tan humilde e inocente, y padeciendo tanto injustamente: ¿Osaremos quejarnos nosotros, con los mil pecados que hemos hecho y a veces bien espantosos, osaremos quejarnos todavía, como soberbios que somos, de lo que nos viene de castigo y de cruz, y de oprobios y de humillaciones, y de contrariedades, y de enfermedades, y de todo lo demás, siendo que todo eso siempre será menos de lo que debemos, y lo merecemos por lo que ya hemos cometido, y siempre es poco en realidad?

[5] Por último, la Humildad de Dios Nuestro Señor en la Santa Comunión, en el Santo Sacramento del Altar.
-(1) Los seres humanos con todo lo malo que hacemos, tenemos, y Él lo quiso, su presencia continua, día y noche, sin descanso y siempre, cuando hay adoradores y cuando no los hay (en las horas de la noche). Su Presencia Real bastante olvidada y poco advertida; y hoy casi inexistente con toda esta falsa
Iglesia Moderna y toda la invalidez de las falsas misas modernas y sacramentos modernos; los fieles de Bogotá vienen mucho a Misa y a la Adoración, felicitaciones y está muy bien, pero deben venir más, más por la realidad de toda esta falsa Iglesia Moderna que padecemos los católicos.
-(2) El Santo Sacramento de la Comunión, Dios Jesucristo, todo el día dispuesto para los seres humanos, para nuestras oraciones, para nuestros pedidos: Qué Humildad. Mañana, tarde y noche, sin visitas todo el tiempo porque no podemos. El Creador del Universo encerrado en una cajita, o de madera, o en el mejor de los casos metálica con algunos adornos: Qué Humildad nuevamente del Creador, ¡y todo el día!; y desde el Sagrario, Dios soporta y sostiene el mundo entero, toda alma buena, todo sacerdote, todo obispo, todo misionero, todo mártir. 
-Cuánto respeto debemos tener, cuando le rezo, cuando paso en frente del Sagrario, cuando hago la genuflexión, la señal de la Cruz; hemos de tratar de nunca hacer estas cosas displicentemente, mal, mecánicamente, sino ser bien consciente que “se la hago a Dios, Dios está ahí”; con qué respeto debemos hacer todas estas cosas, lo intentemos desde ahora (mas sin caer en el pietismo, aquí hay tendencias al piestismo; en el Catolicismo se dice: piadoso sí, pietista no) [4].

(3) Y por último: Qué Humildad de Dios que recibe tantas faltas de respeto en su majestad por estar allí escondido en el Sagrario:
  • Los incrédulos hablan contra Él, y Él –por ahora– soporta callado: qué Humildad;
  • los blasfemos profanan su Cuerpo, mil veces a través de los siglos de la Historia ocurrió, y Él los soporta: qué Humildad de Dios;
  • los sacrílegos, los que se atreven a recibir a sabiendas la Comunión con pecado mortal, para que los vean sus esposas o sus novias o sus hijos, o los hijos, hijos que hacen eso para que los vean sus mamás que los controlan, o para que los vean el resto de las personas: “Es para que no me regañe mi esposa, es para que no me regañe mi mamá”; pues yo preferiría que mi mamá o mi esposa se enojen porque no comulgo, y no la ira de Dios por hacer una mala comunión, les aseguro que es un “poquito” más fuerte el enojo de Dios que la mamá o la esposa.
  • Y ni hablemos si las almas consagradas llegamos a hacer estas cosas malas o tener estas actitudes de olvido a Dios, Él nos ayude a jamás hacerlo [5]
Tienen allí entonces muchas consideraciones de la Humildad de Dios, contra la soberbia de nosotros los seres humanos: Él, que es el todo, es así; nosotros, que somos la nada, no; Humildad contra soberbia. Dios, el Niño Dios, nos ayude a ser humildes, quiera Él darnos esta gracia.
   
AVE MARÍA PURÍSIMA.
   
NOTAS
[1] Utilizamos resúmenes del libro “Compendio de Teología Ascética y Mística”, del Padre Adolfo Tanquerey, edición en español, Año 1930, impreso por la Sociedad de Juan Evangelista, Desclee & Cía, Tournai (Bélgica): Apartado II “De la Humildad”, en el número 1127 y siguientes.
[2] Tener que huir a Egipto ante la persecución de muerte de Herodes; soportar la matanza de los niños inocentes, los Santos Inocentes; qué Humildad y qué paciencia, y siendo Dios podía volver a la nada y al polvo a Herodes.
[3] Sus enseñanzas son profundísimas, las da Dios, pero sencillas, fáciles para las personas de buen corazón, con parábolas tomadas de la vida corriente, jamás pretendiendo la admiración sino sólo enseñar la Verdad.
[4] La Presencia Real, aunque escondida, de Dios Nuestro Señor Jesucristo, en la Santa Comunión es una mayor Humildad que lo que expresaba en la Cruz, como dice el Himno de Corpus: “in Cruce latébat sola Déitas, et hic latet simul et humánitas: en la Cruz se escondía la sola Divinidad, y aquí –en la Santa Comunión– se esconde incluso la Humanidad” de Cristo; Él es Dios y escondido desde el Sagrario soporta y sostiene el mundo entero, sostiene toda alma buena, todo misionero, toda alma consagrada, todos los mártires, y aplica el “nescíri, pro nihilo reputári: ser desconocido y ser reputado por nada”.
[5] Muchos, lo reciben con pecado mortal –sacrilegio– y Él soporta todo eso: Qué humildad. Cómo somos: para que mi esposa no me moleste o no se enoje, para que mi novia cree que estoy bien comulgando, para que mi mamá no se enoje y me regañe, comulgo con pecado mortal, ¿y no temo el enojo, la molestia y el castigo de Dios?, ¡hay que ser corto de mente; y no entender que los castigos de Dios van a ser un “poquito” más fuerte que el enojo de mi esposa, de ni novia, o de mi mamá!; qué Humildad de Dios que soporta todo eso. Y cuando somos las almas consagradas que hacemos esas cosas, o tener olvido de Él en el Sagrario: qué horror de nuestra parte si a eso llegamos, o qué ingratos por no estar con Él en el Sagrario; y otra vez: qué Humildad de Dios que soporta todo eso, “non potuístis una hora vigiláre mecum?: ¿no pudisteis estar en vigilia una hora conmigo? (San Mateo 26,40)”, y en vez de castigarnos nos sigue diciendo en el Sagrario: “veníte ad me omnes qui laborátis et oneráti estis et Ego refíciam vos: venid a mí todos los que estáis cargados con vuestros trabajos y con peso, y Yo os aliviaré (San Mateo 11,28)”.

jueves, 30 de enero de 2025

LOS MODERNISTAS, A VUELTAS CON LA INMACULADA EN DOMINGO

El año pasado, varios obispones en los Estados Unidos discutían sobre si se trasladaba el precepto por el traslado de la observancia de la fiesta de la Inmaculada Concepción (casualmente, patrona de dicho país) para el lunes siguiente porque el día de la fiesta coincidía con el II domingo de Adviento (desde 1992, la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos –en adelante USCBC, por sus siglas inglesas– estableció que si una fiesta era trasladada, el precepto no lo hacía). No hace falta explicar que entre los novusorditas, siguiendo el mal principio establecido por Bugnini desde la reforma de 1955, las fiestas cuando caen en domingo son trasladadas al día libre siguiente.
  
El tema fue de tal nivel que Thomas John Joseph Paprocki Bonat, obispón de Springfield en Illinois y presidente del Comité de Asuntos Canónicos de la USCBC (en parte por un conflicto de interpretaciones con su colega Steven Lopes, obispón del Ordinariato Anglicano de la Cátedra de San Pedro y presidente del Comité de Asuntos Litúrgicos de la conferencia ídem) consultó el pasado mes de Julio al Dicasterio para los Textos Legislativos sobre el particular. Y como respuesta, obtuvo la afirmativa, esto es, la obligación se traslada tambien. PERO la misiva del prefecto Filippo Iannone introducía el principio de «imposibilidad moral», por el cual si un fiel novusordita estaba realmente imposibilitado, no necesitaba dispensa alguna, y que para los demás casos, si había justa causa, se podía establecer dispensa (atentos, porque volveremos a ello).

A continuación, habida cuenta que el documento es de capital importancia para la redacción de este artículo, la traducción de la carta (porque con el hachedé de la copia digitalizada, se hace difícil la lectura y no queremos dañaros la vista –por lo menos, más de lo que ya con tanta cosa que hay–):
  

TRADUCCIÓN
DICASTÉRIUM PRO LEGUM TÉXTIBUS
   
Ciudad del Vaticano, 04 de Septiembre de 2024
   
Prot. N. 18329/2024
   
Su Excelencia,
   
En una carta fechada a 5 de Julio, en sus funciones como Presidente del Comité de Asuntos Canónicos y Gobierno Eclesiástico de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, Vd. planteó al Dicasterio la siguiente pregunta: «Si una Fiesta de Precepto en el Adviento, Cuaresma o Pascua cae en domingo y la solemnidad se traslada al lunes, ¿todavía aplica la obligación de ir a Misa?».
  
Daremos solamente algunas pocas aclaraciones a continuación toda vez que son claras las normas canónicas relativas a la materia. Como supuesto fáctico, el can. 1246, § 1 establece las fiestas que deben ser observadas como de precepto. El canon no provee excepciones. Por tales razones, estas fiestas son siempre días de precepto, y así, aun cuando ocurra la mencionada transferencia de la fiesta. Por ende, en ese año, la fiesta debe ser observada como día de precepto en el día al que es transferida. Adicionalmente, el propósito del [párrafo] § 1 del canon anterior mencionado es indicar que el domingo y las otras fiestas listadas son días de precepto (cf. «servánda est» y «servári debent»).
   
Con todo, es importante recordar que el derecho canónico aborda explícitamente la situación em que una causa grave hace imposible asistir a la Santa Misa (cf. can. 1248, § 2), y, dado que nadie está obligado a lo imposible, ni siquiera se necesita una dispensa en esas situaciones. Es en tal sentido que el n. 2181 del Catecismo de la Iglesia Católica (CCE) declara que «los fieles están obligados a participar en la Eucaristía los días de precepto, a no ser que estén excusados por una razón seria (por ejemplo, enfermedad, el cuidado de niños pequeños) o dispensados por su pastor propio» (por una justa causa). En el n. 2185 del CCE se especifica que «las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical» (o de otras fiestas); aun así, en los demás casos, se puede obtener una dispensa por justa causa (Cf. cánones 1247, 1245, 87 y 90).
   
Con la esperanza de que esta respuesta pueda ser útil, permanezco,
   
Sinceramente suyo en Cristo,
   
(Fdo.)  Filippo Iannone
Prefecto
 
(Fdo.)  Juan Ignacio Arrieta
Secretario            
  
Loc. Sig.
  
(Copia para el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos)
   
___________________________________________
S. Exc. Rvmo. THOMAS JOHN PAPROCKI
Obispo de Springfield, Illinois
Presidente del Comité de Asuntos Canónicos y Gobierno Eclesiástico
Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos
   
¿Asunto aclarado y resuelto? ¿Respuesta útil? NEGATÍVE AD UTRÓQUE, porque varios obispones, comenzando por los “sobrinos” de “Uncle Ted” McCarrick (y de entre ellos, el cardenal de Chicago Blase Joseph Cupich Mayhan) emitieron dispensas para sus respectivas diócesis. Y si fuera poco, la Fraternidad Sacerdotal San Pedro dispuso en su momento que sus iglesias en Estados Unidos se plegasen a las decisiones del ordinario local.
  
Y finalmente (en parte por esta polémica que tuvo eco en foros y redes sociales, en parte previendo que en el 2030 se volverá a presentar, y en todo caso, empeorando la situación) el Dicasterio para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos emitió una “Nota” en la cual dice todo lo contrario al ídem de los Textos Legislativos (hasta el momento de redactado este artículo, no hay traducción inglesa –para lo que fue la controversia generante–; solo el original en italiano –el idioma de la Curia bergogliana– y traducciones al español, francés y portugués). 
  

TRADUCCIÓN
DICASTÉRIUM DE CULTU DIVÍNO ET DISCIPLÍNA SACRAMENTÓRUM
   
Habiendo recibido algunas peticiones para que sea clarificada (sic) la cuestión sobre el traslado del precepto en el caso de que un día festivo de precepto tenga que ser trasladado, el Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, habiendo consultado el Dicasterio para los Textos Legislativos, con la presente Nota precisa cuanto sigue.
   
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Prot. 51/25
    
Ciudad del Vaticano, 23 de enero de 2025
    
NOTA
sobre el precepto en caso de traslado del día festivo a causa de la occurréntia festórum
    
  1. La coexistencia, en el Año litúrgico, del ciclo semanal, de los tiempos y días festivos y feriales móviles (por su relación con la Pascua), y de días (festivos y feriales) que se celebran en fecha fija, sea en el Calendario universal como en los particulares, origina el fenómeno de la occurréntia festórum, es decir, la coincidencia de dos días de fiesta en la misma fecha del calendario.
  2. Tal fenómeno está regulado por las Normæ universáles de Anno litúrgico et de Calendário según las cuales (n. 59) “la precedencia entre los días litúrgicos, en cuanto a su celebración, se rige únicamente” por la Tábula diérum liturgicórum.
  3. Por tanto, “si en un mismo día ocurren varias celebraciones, el Oficio se celebra de la que ocupe lugar preferente en la tabla de los días litúrgicos; sin embargo, toda solemnidad que sea impedida por un día litúrgico que goce de precedencia se traslada al día más próximo que esté libre de los días inscritos en los nn. 1-8 de la tabla precedente, observando las normas del año litúrgico establecidas en el n. 5” (Normæ universáles, n. 60)
  4. Por ello, se plantea el siguiente dúbium: en caso de trasladar una fiesta de precepto, ¿se está obligado a la observancia del precepto en el día ad quem?
  5. El CJC trata de los días de precepto en los cann. 1246-1248: estos cánones no prevén la posibilidad de un traslado debido a una eventual occurréntia festórum. La facultad concedida a las Conferencias Episcopales, previa aprobación de la Sede Apostólica, para suprimir o trasladar al domingo algunos días festivos de precepto (cf. can. 1246 § 2) se refiere a supresiones o traslados no ocasionales sino permanentes.
  6. Al tratarse de materia litúrgica y no estando expresamente regulada por el CJC, además de aplicar cuanto establecen las Normæ universáles de Anno litúrgico et de Calendário, es necesario tener presente las intervenciones normativas que, a lo largo del tiempo, ha adoptado el organismo curial competente con respecto al culto divino y la disciplina de los sacramentos. Tales intervenciones atestiguan una consolidada praxis, según la cual, en caso de traslado de un día festivo de precepto, no se traslada la obligación del precepto festivo.
  7. No siendo tal praxis contraria a los cánones del CIC, debe considerarse ley litúrgica (cf. can. 2) el hecho de que, en caso de un traslado ocasional de un día festivo de precepto, la obligación del precepto festivo no se traslada al día ad quem.
   
Arthur Card. Roche
Prefecto
    
✠ Vittorio Francesco Viola OFM
Arzobispo Secretario        
Consecuencia todo esto, como se dijo anteriormente, del revoltijo pacelli-bugniniano de 1955, que antecedió y continuó (salvo el breve interregno de 1960) a la demolición montini-bugniniana de 1969. Pero para los católicos tradicionales, que seguimos la observancia de San Pío X en Divíno Afflátu, estas controversias de modernistas (progres o neocones) son motivo de risa, porque está claro que en la concurrencia de dos o más fiestas, prevalece la de mayor rango, y de la otra (u otras) se hace conmemoración (excepto en la Octava de Pascua, que desde antiguo no admite ninguna otra fiesta, de cualquier rango que sea). Y en el caso concreto de la Inmaculada Concepción, esta precede al domingo de Adviento, que pasa a ser conmemoración (sin que esto obste a que la misa del domingo se diga como ferial). Y si alguno teme que se le esté dando mayor realce a la Santísima Virgen del que se debe, recuerde el «De María núnquam satis» (Nunca será suficiente sobre María) de San Bernardo, y tema no contarse entre los devotos escrupulosos (que son contados por San Luis María de Montfort entre los falsos devotos).
   
JORGE RONDÓN SANTOS
30 de Enero de 2025 (Año Santo de Cristo Rey)
Fiesta de Santa Martina de Roma, virgen y mártir; de Santa Batilda de Chelles, Reina consorte de Francia; de San Lesmes, Abad y Patrono de Burgos; de Santa Jacinta de Mariscotti OFS, Virgen y religiosa. Nacimiento de la bienaventurada Sor Ángela de la Cruz (en el siglo María de los Ángeles Guerrero González), fundadora de las Hermanas de la Compañía de la Cruz. Tránsito de Dom Próspero Guéranger OSB, Abad de Solesmes y restaurador de la Orden de San Benito en Francia; y de Dom Columba Marmión OSB, Abad de Maredsous; martirio del bienaventurado padre David Galván Bermúdez. Promulgación del Breve Etsi longíssimo terrárum por Pío VII; establecimiento del Gobierno de Burgos. Fiesta de Nuestra Señora de la Rosa en Lucca (Italia).

BREVE “Etsi longíssimo terrárum”

Los procesos de sedición en la América Hispana ocasionados (e incitados) como consecuencia del destronamiento de Fernando VII por Napoleón Bonaparte y su hermano José (el famoso Pepe Botella), al contar con apoyo financiero inglés e ideología masónica, vieron una persecución religiosa contra el clero que no apoyara la rebelión, presentándose asesinatos, destierros, exilios, sedes impedidas o saqueos de conventos e iglesias. Mención particular merecen el obispo de Salta del Tucumán Nicolás Videla del Pino (quien fue desterrado por el general Manuel Belgrano por intrigas alimentadas desde la creación de la diócesis –que fue creada con territorios que pertenecían a la diócesis de Córdoba–, y murió pobre y desterrado en una hacienda en Barracas, sin posibilidad ni de decir Misa), el de Santiago de Chile José Santiago Rodríguez-Zorrilla e Ydoate Pozo-Silva (quien por oponerse al gobierno provisorio fue relegado por José Miguel Carrera al entonces sitio de Colina, y deportado a Mendoza por O’Higgins en 1817 para ser exiliado a España ocho años después por ocasión de la embajada del Delegado Apostólico Giovanni Muzi –el cual estuvo acompañado por un joven canónigo llamado Giovanni Mastai Ferreti, futuro Pío IX–), el de Cartagena Fray Custodio Ángel Díaz Merino OP (quien al año de declararse la independencia de dicha ciudad en 1811, emprendió el exilio a La Habana, donde murió en 1815) o el arzobispo de Santa Fe de Bogotá Juan Bautista Sacristán-Galiano y Martínez-Atance (quien a un mes de llegado a Cartagena en Junio de 1810 –había sido nombrado en 1804, pero entre decretos y demoras burocráticas de Roma y Madrid no pudo partir hasta seis años después por la Guerra del Francés–, y por los conflictos con la Junta de Santa Fe, fue desterrado a Estados Unidos en 1812 pero hubo de recalar en Cuba, y solo pudo posesionarse como arzobispo Santa Fe el 5 de Diciembre de 1816, para morir cincuenta y seis días después).
   
Ya hacían dos años que Fernando VII retomó el trono de España, y pocos meses que Pío VII (quien estuvo acompañado en el exilio por el embajador de la Corte Real don Antonio Vargas Laguna) recuperó el dominio temporal de los Estados Pontificios cuando este último promulga una carta en forma de Breve llamando a los obispos y al clero a esforzarse para que el pueblo retorne a la obediencia a la autoridad legítima y enfrentase a los sediciosos que amenazaban al Trono y el Altar.
   
Por primera vez, presentamos en latín y español este documento papal, en memoria del clero leal que hubo de padecer por cuenta de unos acomodados e ingratos que, con dinero de Albión y bajo las insignias de los Libres Muradores que predicaban la Revolución, rompieron la Unidad de la Hispanidad.
   
LATÍN
LÍTTERIS APOSTÓLICIS IN FORMÆ BREVIS “Etsi longíssimo terrárum”
  

Venerabílibus Frátribus Archiepíscopis et Epíscopis, ac diléctis fílii Clero Américæ cathólicæ, Hispaniárum Regi subjécti.

PIUS PP. VII.

Venerábiles Fratres ac dilécti Filii, salútem et Apostólicam benedictiónem.
  
Etsi longíssimo terrárum ac márium intérvallo dissíti a nobis sitis, vestra tamen píetas véstrumque religiónis coléndæ prædicándæque stúdium, satis, VV. Frátres diléctique fílii, sat compértum Nobis est.
  
Cum ígitur inter luculénta et præcípua sanctíssimæ quam profitémur religiónis præcépta, illud sit quo omnis ánima potestátibus sublimióribus súbdita esse jubétur, vos in seditiósis córdique nostro acerbíssimis istárum regiónum mótibus, eórumdem firmo sapiéntique ánimo abhorrendórum assíduos gregi vestro fuísse hortatóres persuásum habémus.

Níhilo tamen minus, cum illíus vices in terris gerámus qui Deus pacis est, quíque rediméndo a dǽmonum tiránnide humáno géneri nascens, pacem per Ángelos suos homínibus nuntiári vóluit: Apostólici quo immeréntes fúngimur múneris esse dúximus, vos magis magísque per nostras hasce lítteras excitáre, ut funestíssima turbárum ac seditiónum zizánia, quæ inimícus homo istic seminávit, eradicáre penítusque délere omni ope conténdatis.

Quod fácile, VV. Fratres, conseqüémini, si tetérrima ac gravíssima defectiónum damna, si præstántes exímiasque caríssimi in Crirto Fílii nostri Ferdinándi Hispaniórum véstrumque Cathólici regis, qui nihil religióne et subditórum suórum felicitáte pótius habet, virtútes; si dénique illústria et nullo únquam ævo intéritura hispanórum Európæ exémpla, qui fortúnam vitámque suam projícere non dubitárunt, ut se religiónis fidéique erga Regem retinentíssimos osténderent, ob óculos gregis quísque sui, quo par est zelo, posúeritis.

Ágite ergo, VV. Fratres diléctique fílii, patérnis hortatiónibus, stúdiisque hisce nostris morem ex; ánimo geréntes, débitamque Regi vestro obœdiéntiam et fidelitátem enníxe commendántes, bene de pópulis vestræ custódiæ tráditis merémini; nostram Régisque vestri qua jam fruímini grátiam amplificáte, promíssam curis labóribusque vestris ab eo mercédem, qui beátos Déique fílios appéllat pacíficos, in cœlo consequúturi.

Ínterim tam præclári támque frugíferi óperis felíciter a vobis perficiéndi áuspicem apostólicam benedictiónem, Vobis, Venerábiles Fratres diléctique fílii, peramánter impertímur.

Datum Romæ, apud Sanctam Mariam Majórem sub ánnulo Piscatóris, die 30 Januárii l816, Pontificátus nostri anno décimosexto.


TRADUCCIÓN
LETRA APOSTÓLICA EN FORMA DE BREVE “Etsi longíssimo terrárum”
   
A los Venerables Hermanos Arzobispos y Obispos, y a los queridos hijos del Clero de la  América sujeta al Rey Católico de las Españas.

PIO VII, PAPA.

Venerables hermanos e hijos queridos, salud y nuestra Apostólica Bendición.
   
Aunque inmensos espacios de tierras y de mares nos separan, bien conocida Nos es vuestra piedad y vuestro celo en la práctica y predicación de la Santísima Religión que profesamos. Y como sea uno de sus hermosos y principales preceptos el que prescribe la sumisión a las Autoridades superiores, no dudamos que en las conmociones de esos países, que tan amargas han sido para Nuestro Corazón, no habréis cesado  de inspirar a vuestra grey el justo y firme odio con que debe mirarlas.
   
Sin embargo, por cuanto hacemos en este mundo las veces del que es Dios de paz, y que al nacer para redimir al género humano de la tiranía de los demonios quiso anunciarla a los hombres por medio de sus ángeles, hemos creído propio de las Apostólicas funciones que, aunque sin merecerlo, Nos competen, el excitaros más con esta carta a no perdonar esfuerzo para desarraigar y destruir completamente la funesta cizaña de alborotos y sediciones que el hombre enemigo sembró en esos países.
   
Fácilmente lograréis tan santo objeto si cada uno de vosotros demuestra a sus ovejas con todo el celo que pueda los terribles y gravísimos prejuicios de la rebelión, si presenta las ilustres y singulares virtudes de Nuestro carísimo Hijo en Jesucristo, Fernando, Vuestro Rey Católico, para quien nada hay más precioso que la Religión y la felicidad de sus súbditos; y finalmente, si se les pone a la vista los sublimes e inmortales ejemplos que han dado a la Europa los españoles que despreciaron vidas y bienes para demostrar su invencible adhesión a la fe y su lealtad hacia el Soberano.
    
Procurad, pues, Venerables Hermanos e Hijos queridos, corresponder gustosos a Nuestras paternales exhortaciones y deseos, recomendando con el mayor ahínco la fidelidad y obediencia debidas a vuestro Monarca; haced el mayor servicio a los pueblos que están a vuestro cuidado; acrecentad el afecto que vuestro Soberano y Nos os profesamos; y vuestros afanes y trabajos lograrán por último en el cielo la recompensa prometida por aquél que llama bienaventurados e hijos de Dios a los pacíficos.
   
Entre tanto, Venerables Hermanos e Hijos queridos, asegurándoos el éxito más completo en tan ilustre fructuoso empeño, os damos con el mayor amor Nuestra Apostólica Bendición.
   
Dado en Roma en Santa María la Mayor, con el sello del Pescador; el día treinta de enero de mil ochocientos diez y seis, de Nuestro Pontificado el décimo sexto.

FALLECIÓ Mons. RICHARD WILLIAMSON


A las 23:23h (hora local) de ayer 29 de Enero de 2025, habiendo recibido los Últimos Ritos de la Santa Iglesia, falleció en Margate (condado de Kent, Inglaterra) Mons. Richard Nelson Williamson producto de una hemorragia cerebral que lo tuvo hospitalizado en Broadstairs desde el pasado viernes 24 de Enero.
   
Segundo de los tres hijos del escocés Jack Blackburn Williamson y la estadounidense Helen Nelson Richards, Mons. Richard Williamson nació en Buckinghamshire el 8 de Marzo de 1940. Su primera educación la recibió en el Colegio de Winchester. Posteriormente se graduó en literatura inglesa en el Colegio Clare de la Universidad de Cambridge y enseñó francés en Ghana En aquel período en África conoció a Albert Schweitzer en Gabón y se gana la amistad del escritor y converso Malcolm Muggeridge.
   
Bautizado en la iglesia anglicana, se convirtió al catolicismo en 1971 siendo recibido por el padre John Flanagan, y poco después postuló para el Oratorio de Brompton, pasando luego de unos meses a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, siendo ordenado sacerdote por el arzobispo Marcel Lefebvre el 29 de Junio de 1976. Se desempeñó como profesor en el seminario de Zaitzkofen y dos años después fue trasladado al de Écône. En 1983 fue transferido al Seminario Santo Tomás de Aquino que entonces estaba en Ridgefield (Connecticut, Estados Unidos), ejerciendo como rector.
  
El 30 de Junio de 1988, Williamson fue consagrado obispo junto con Bernard Fellay Voegele, Alfonso de Galarreta Genua y Bernard Tissier de Mallerais por Mons. Lefebvre, y continuó como rector del seminario (ya trasladado a Winona, Minesota).

El 28 de Julio de 1991 fue co-consagrante de Licinio Rangel, sucesor de Mons. Antonio de Castro Mayer en la entonces Unión Sacerdotal San Juan María Vianney; y en 2006 en Varsovia ordenó dos sacerdotes y siete diáconos para la Fraternidad Sacerdotal San Josafat, un instituto aliado de la FSSPX para el rito bizantino.

En 2012, Williamson fue expulsado de la FSSPX por cuestionar el denominado Holocausto en una entrevista a la televisión sueca (por lo cual fue expulsado de Argentina en 2009, donde había llegado en 2003 como rector del Seminario Nuestra Señora Corredentora en La Reja) y criticar el acuerdismo del entonces superior general Fellay con la Roma modernista, y fundó la Iniciativa San Marcelo (más conocida como La Resistencia) con otros sacerdotes que abandonaron o fueron expulsados de la Frater por esa misma causa. Sus sermones, conferenciad y comentarios Eléison proporcionaban reflexiones sobre la situación de la Iglesia y del mundo, incordiando lo políticamente correcto. Consagró obispos a Jean Michel Faure USML (quien se comenta estuvo entre los primeros candidatos para las consagraciones de 1988), Dom Tomás de Aquino OSB (en el siglo Miguel Ferreira da Costa), Gerardo Zendejas SAJM, Giacomo Ballini, Paul William Morgan, Michał Stobnicki SDB y Carlo María Viganò (este último bajo condicion); y ordenó sacerdote a Mons. Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva SSJ.

Mons. Richard Williamson fue un personaje que, con sus luces y sombras, se hizo un lugar en el tradicionalismo católico. Más allá de todo, esta tribuna exhorta a la mayor obra de caridad: orar y ofrecer el Santo Sacrificio de la Misa en sufragio por su alma, en la confianza y esperanza que Dios nuestro Señor lo halle fiel (Ut quis fidélis inveniátur) por las obras que, a pesar de tantas circunstancias y de sí mismo, hizo por la Santa Iglesia.
Deus, qui inter apostólicos Sacerdótes fámulo tuo Richárdo pontificáli fecísti dignitáte vigére: præsta, quǽsumus; ut eórum quoque perpétuo aggregéntur consórtio. Per Christum Dóminum nostrum (Oh Dios, quisiste elevar a tu siervo Ricardo a la dignidad Episcopal, escogiéndolo y poniéndolo en el número de los Sacerdotes Apostólicos, te suplicamos el que hagas goce también de su compañía en tu gloria. Por Jesucristo nuestro Señor). Amen. [Misal Romano tradicional, Oración por un obispo difunto].

miércoles, 29 de enero de 2025

LA HUMILDAD: FUNDAMENTO Y EXCELENCIA (Prédica 2)

Sermón predicado por el Ilmo. Sr. Obispo D. Fernando Altamira, Superior de la Sociedad de Santa María, en la fiesta de la Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo y Octava de la Natividad (miércoles 1 de Enero de 2025).

Para seguir el orden:
  1. LA HUMILDAD (Prédica 1): Domingo 27 de Diciembre de 2024.
   
  
LA HUMILDAD (PRÉDICA II)
   
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS del PURGATORIO

Queridos hijos: 
 
Hoy es Primero de Enero, Año Nuevo: Es LA OCTAVA DE NAVIDAD, y por eso es Misa de Guarda o de Precepto. En la Liturgia de la Santa Iglesia Católica, la octava de una fiesta es festejar nuevamente dicha fiesta, entonces hoy, 1° de enero, de este nuevo año 2025, estamos festejando nuevamente la Navidad, el Santo Día del Nacimiento de Dios sobre la tierra. Y habíamos anunciado que seguiríamos predicando sobre la Humildad.

Haciendo un paréntesis, y como reza el dicho: “Año Nuevo, vida nueva”, digamos dos palabras de ello. “Año Nuevo, vida nueva”, debemos buscar en este nuevo año “una vida nueva”, sí, pero vida nueva para Dios Nuestro Señor Jesucristo y para su Catolicismo, no para la bobada del mundo, no para la vida mundana. Por eso, hagan sus propósitos, deben hacer sus “propósitos”, para este nuevo año que empieza, “para que empiece para Dios”, porque pasan los años, “se nos pasa la vida”, y no hacemos los cambios que estamos necesitando ante Dios; escriban unos tres propósitos para cambiar (se los preguntaremos en las Confesiones), cosas que debo cambiar, cosas que debo mejorar, pecados que debo dejar de hacer, acciones buenas que no hice y debo hacer.
   
EL COMIENZO DE UN AÑO es el momento para tomar resoluciones y propósitos de vida, sobre “cosas que TODAVÍA LE ESTOY DEBIENDO A DIOS, sobre cosas que no hago y debería hacer para Él”.
  
[1] Ahora vamos al tema: Hace ocho días, en Navidad, les predicamos sobre la Humildad, esa virtud tan importante, que en nadie –por supuesto– brilló como en Dios Nuestro Señor, y que está tan ausente en nosotros, y por eso somos pecadores, porque el pecador es soberbio, porque pecado es hacer mi voluntad y no la de Dios, y eso es soberbia, el pecado es soberbia: mi voluntad y no la de Dios.
   
En cuanto a la Humildad, ese día de Navidad, insistimos en la Humildad que tiene Dios, y cómo nos falta a nosotros. Pero lo interesante es que, ese mismo día, insistimos en algo que NO ES TAN CONOCIDO entre nosotros los católicos, o que directamente es “desconocido” por nosotros: Los castigos PROGRESIVOS que Dios va infligiendo a los que no son humildes, los castigos progresivos que Dios va infligiendo a los que son soberbios, y esos castigos van de menor a mayor, y pueden terminar en la Condenación Eterna.

En esa progresión o aumento de gravedad de los castigos que Dios aplica a los que son soberbios, de menor a mayor, tenemos que:
  • Primero Él comienza castigándolos haciendo que nos vengan enfermedades, muchos trabajos, hasta insectos que nos molestan o con gusanos y parásitos que padecemos; después humillaciones, tribulaciones, sequedades, contrariedades (“no nos salen nuestros planes), deshonras; también insultos y daños o malos tratamientos de nuestros prójimos, sus murmuraciones en nuestra contra (atención: cuando ocurren esas cosas, Dios no quiere el pecado que hace el prójimo –y sí que es pecado de ellos y también recibirán castigo–; pero si bien Dios no quiere el pecado que ellos comenten, sí quiere muchas veces la tribulación o cruz que nos llega con ello, porque la merecemos por soberbia, y es para nuestra corrección).
  • En segundo lugar, si seguimos siendo soberbios, Él, dejados a nosotros mismos, permite que caigamos en muchos pecados veniales, para que veamos que no somos capaces de mantenernos por nosotros mismos ni siquiera en cosas pequeñas sin pecar,y permite que sintamos tentaciones, y a veces fuertes tentaciones, tentaciones que no se nos van, que no desaparecen, que persisten, y que nos hacen pender de un hilo con el pecado mortal.
  • Y en tercer lugar, si todavía seguimos siendo soberbios, abandonados de Dios, Él permite que caigamos en pecados mortales, para que sepamos lo que somos, y no en cualquier tipo de pecado mortal, sino muchas veces en pecados vergonzosos de lujuria, y pecados manifiestos y externos, para que los demás lo sepan, y sea más patente lo que somos. El Padre Alonso Rodríguez ponía como ejemplo el adulterio y homicidio que cometió el Rey David (aunque él después fue santo). 
  • Pero, peor aun, y qué horror, el Padre Rodríguez advierte que por soberbia, si ello sigue, se termina cayendo incluso en los pecados de la homosexualidad, y pone como ejemplo lo que dice San Pablo en su Carta a los Romanos (su capítulo primero) donde se habla de dicho pecado antinatural. Y con estos pecados viene el riesgo de la Condenación Eterna.
  
Por eso: TENEMOS QUE SER HUMILDES.
[2] Para seguir avanzando en las enseñanzas sobre la Humildad [1], consideremos ahora el fundamento de ella. El fundamento de la Humildad es la Verdad y la Justicia.
  1. La Verdad: Ella nos muestra y hace que realmente sepamos lo que somos: Todo lo bueno que hay en nosotros es de Dios, todo lo bueno es dado por Él, sean los dones de la gracia o sobrenaturales (“todo es gracia”), sean los dones naturales (la vida, la salud, el poder trabajar, moverse, poder comer, que nuestro cuerpo esté sano).
      
    Pero, esto hay que saberlo, todo lo malo que hay en nosotros, pecados, imperfecciones, defectos, eso sí es propiedad exclusiva nuestra, eso es propiedad del ser humano. Lo bueno es de Dios (si tenemos algo bueno es don dado por Dios), y lo malo es lo exclusivo de nosotros.
  2. La Justicia: Ella hace que nos tratemos a nosotros mismos según eso que conocemos y que realmente somos: el ser humano es pecado. Por eso toda la honra, todo el honor, sólo deben ser para Dios, y el que quiere honra y honor para sí mismo, le está quitando, y hasta robando, la honra a Dios, la cual sólo a Él pertenece, y por querer la honra para uno y no para Dios (por no remitirla a Dios) muchas veces se reciben castigos.
      
    Hemos tenido el pecado original, hemos agregado muchísimos pecados actuales que cada uno hace, y nos quedarán hasta la muerte mil malas inclinaciones y malos impulsos, de allí que para ser humildes hemos de aceptar los castigos que nos vienen por todas estas cosas: Sean enfermedades, trabajos, contrariedades (no nos salen las cosas), persecuciones, menosprecios, tribulaciones, humillaciones, reprensiones, que murmuren contra nosotros; hemos de saber que llevamos dentro el germen de todos los pecados, la posibilidad de cometer cualquier pecado, sin límite alguno, cualquier aberración: entonces tenemos que ser humildes; también como castigo de nuestra soberbia o pecado hemos de recibir sequedades, desalientos, sentir desolaciones, soledad, abandono, sentir que Dios nos rechaza.
      
    Y escuchen esto que es muy importante: Cuando todo esto nos esté ocurriendo, dice el Padre Jean Olier (+1657), y tantos otros, debemos ponernos de parte de Dios, sí: debemos ponernos de parte de Dios, y no de parte nuestra, sino en contra de nosotros, sabiendo que todo lo merecemos, sabiendo que todo lo merecemos, y mucho más en realidad de lo que nos ocurre, porque la majestad de Dios que ofendemos con cualquier pecado (incluso venial), una majestad infinita, hace que merezcamos todo, todo lo que nos ocurre aquí en la tierra es justo y merecido;y en esos momentos que sufrimos algo debemos decirnos: “está bien lo que estoy padeciendo, lo que me está pasando, lo merezco, y siempre lo mereceré, Dios tiene razón en hacer o permitir esas cosas por mis pecados ya cometidos y por mi soberbia”; y tengamos mucho cuidado de rebelarnos contra Dios, porque el más mínimo pecado venial merece todo castigo, y si nos rebelamos puede ser gravísimo y hasta una blasfemia, y contra Dios nadie puede, y nos va a ir mal, y para Condenación Eterna.
   
[3] Veamos ahora la excelencia de la Humildad:
  1. La Humildad nos somete a Dios, nos somete a la Voluntad de Dios y todo lo que nos ocurra, aceptándolo, siempre aceptando. 
  2. La Humildad nos abre los tesoros de la gracia de Dios, pues hace que Dios nunca vaya a abandonarnos y con eso aseguramos el poder salvarnos, “Deus supérbis resístit, humílibus áutem dat grátiam: Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes” (I Pedro 5,5). 
  3. El humilde vuelve a Dios toda la gloria, como debe, y jamás roba o se apropia para sí la gloria, que es sólo de Dios, “glóriam meam álteri non dabo: no daré mi gloria a otro” (II Cor 10,5).
  4. La Humildad es el fundamento para todas las otras virtudes, porque no puede haber virtud si no hay antes humildad; 
    • La soberbia es un obstáculo para nuestra Fe y la daña; la humildad hace la Fe más firme “abscondísti hæc a sapiéntibus et revelásti ea párvulis: escondiste estas cosas a los sabios y las revelaste a los pequeños”, y la Fe recíprocamente hace crecer la Humildad porque nos muestra realmente lo que las cosas son y lo que nosotros somos; 
    • La soberbia daña la Esperanza, porque hace confiar en sí mismo, en la bobada de “nuestras fuerzas” y en “lo que podemos”; el humilde hace crecer la Esperanza porque no la pone en sí sino en Dios y desconfía de sí mismo, y la Esperanza recíprocamente hace crecer la Humildad con una mayor conciencia frente a nuestra miseria, y conciencia de que los bienes sobrenaturales son tan por encima de nosotros, que sólo apoyándonos en Dios y en lo que Él nos da podemos alcanzarlos y salvarnos; 
    • La Caridad o Amor hacia Dios tiene como enemigo el amor a sí mismo, la soberbia, el orgullo; y la humildad, el propio desasimiento y la abnegación de uno mismo, hace crecer el amor a Dios y decrecer el amor propio; 
    • Y para ejercer la Caridad al prójimo nada como la humildad, la cual nos evita el desprecio hacia el prójimo (gravísimo) y el sentirnos mejores que él, y nos mueve a ser compasivos con sus miserias; 
    • Tener fortaleza hasta dar la vida por Dios si es necesario: sólo la tendrán los humildes, porque el ser humano es miserable, débil y traidor, el que cree poder ser fuerte solo (por sus fuerzas) casi que sin duda traicionará a Dios (miren San Pedro); mas si tenemos conciencia de nuestra nada y de que seguro que solos lo traicionamos a Dios, Él, por ser humildes, nos sostendrá y nos dará fortaleza, y sólo así con su gracia seremos capaces de dar la vida por Cristo (en ese trance de ser matados, asesinados, por ser católicos, debemos –tal vez– hacer una especie bloqueo mental entre uno y Dios, y olvidarse del resto,y decir interiormente: Dios mío, no me dejes traicionarte, Dios no me dejes traicionarte, Dios no me dejes traicionarte: y así por humildes creo que Él nos dará la gracia de morir por nuestra Religión);
    • La pureza y la castidad: el que no es humilde no podrá mantener la pureza y la castidad; y ya lo saben, el soberbio termina cayendo en los pecados contra la pureza, para guardar la castidad hay que ser humilde.
  
[4] A modo de conclusión: “Año Nuevo, vida nueva”:
  • ¡Las cosas que espera el Niño Dios de nosotros, las cosas que espera Dios Nuestro Señor Jesucristo!; ¡los cambios que debemos hacer en nuestras vidas!, ¡los cambios que tenemos que hacer en nuestras vidas y entre ellos sin duda la Humildad!; y cambiemos de una vez, cambiemos de una vez en nuestro mal obrar, en nuestros defectos, en nuestros pecados!, 
  • Hagan sus propósitos; y tengamos en cuenta cuánto espera Dios de nosotros, de nuestras vidas; empieza un nuevo año, ello tiene que llenarnos de esperanzas y de deseos de mejorar… para Dios, ¡para intentar ser buenos católicos y buenos hijos de Dios!
  
Las palabras finales serán una poesía de la amada, amadísima y catoliquísima que fue la Madre Patria, España, de su Siglo de Oro, cuando ella nos hizo: el glorioso Siglo XVI de España; y es una poesía de un alma consagrada, Fray Pedro de los Reyes, la cual ya hemos usado otras veces, y que muestra lo que el Niño Dios espera de nosotros: Santidad, y algo que podemos usar como sinónimo: Humildad.
  
Dicha poesía se llama “Yo para qué nací”, tiene 10 estrofas; usamos sólo las dos primeras que dicen así [2]:
Yo, ¿para qué nací? Para salvarme.
Que tengo que morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme
triste cosa será, pero posible.
   
Posible, ¿y río, y duermo, y quiero holgarme?
Posible, ¿y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago, en qué me ocupo, en qué me encanto?
¡Loco debo de estar, pues no soy santo!
Locos debemos de ser, hijos, pues no somos santos, siendo tanto lo que está en juego, siendo tanto lo que espera Dios de nosotros.
  
El Niño Dios nos dé la Humildad, para poder llegar a la Santidad.
  
AVE MARÍA PURÍSIMA.
  
NOTAS
[1] Utilizamos resúmenes del libro “Compendio de Teología Ascética y Mística”, del Padre Adolfo Tanquerey, edición en español, Año 1930, impreso por la Sociedad de Juan Evangelista, Desclee & Cía, Tournai (Bélgica): Apartado “II De la Humildad”, en el número 1127 y siguientes.
[2] Se encuentra en las páginas 221/222/223 de nuestro “Devocionario Católico”, en su nuestra última edición.

OCTAVA “¿Yo para qué nací?”, Y GLOSA

Poema atribuido por Lope de Vega y Carpio a Fray Pedro de los Reyes OFM Alc. († 1649), predicador del antiguo Convento de San Luis de Paracuellos de Jarama.
  
OCTAVA
¿Yo para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.
  
GLOSA
Yo ¿cómo vine al mundo? Condenado;
Dios ¿cómo me libró? Dando su vida;
Yo ¿cómo la perdí? Por un bocado,
Que fue del mundo todo el homicida.
Dios ¿qué me pide a mí? Lo que me ha dado;
Yo ¿qué le pido a él? La eterna vida;
Dios ¿para qué murió? Para librarme:
¿Yo para qué nací? Para salvarme.

De tierra soy, en tierra he de volverme;
Y a siete pies de tierra reducido,
Y una pobre mortaja en que envolverme,
Tendré del mundo el pago merecido;
No puedo deste paso defenderme,
Ni el César puede, ni el jayán temido;
¡Miseria general!, ¡caso terrible!
Que tengo de morir es infalible.

Allí de los amigos más amados,
Del alma tiernamente más queridos,
Los últimos abrazos regalados
Recibiré con llantos y gemidos
Allí seré el mayor de mis cuidados,
Los deleites y vicios cometidos,
Pues que puedo por ellos no salvarme
Dejar de ver a Dios y condenarme.

Pues ¿cómo de la enmienda y penitencia
Tan descuidado vivo en esta vida?
¿Cómo no limpio y curo la conciencia
Antes que llegue el fin desta partida?
Porque si llega, y falta diligencia,
El dar en el infierno una caída,
Hasta el centro profundo más horrible,
Triste cosa será, pero posible.
   
Dispuesto con cuidado y prevenido
Conviene estar al tránsito forzoso;
Que si me coge desapercibido,
Tendré el castigo como perezoso;
¡Oh loco, torpe, necio, endurecido,
Falso, liviano, desleal, vicioso!
¿Qué puede ser venir a condenarme?
¿Posible? ¿Y río, y duermo y quiero holgarme?

En este paso mil exclamaciones,
Con lágrimas, sollozos y alaridos,
Harán, sin dar alivio a mis pasiones,
Padres, hermanos, deudos, conocidos.
¡Qué ansias, qué congojas, qué aflicciones
Turbarán mis potencias y sentidos!
¿Esto tengo de ver?, ¿esto es posible?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
  
Agonizando para dar la vida,
El cuerno flaco con la amarga muerte,
El alma triste teme la partida,
El divorcio preciso y dura suerte;
Amargo cáliz, de mortal bebida,
Que en pena eterna o gloria se convierte,
¿Cómo de la virtud me olvido tanto?
¿Qué hago?, ¿en qué me ocupo?, ¿en qué me encanto?

Allí me asombrará la cuenta larga,
Las visiones horrendas infernales,
La memoria terrible, tan amarga,
Del fallo que condena, y otros males.
Pues ¿cómo ¡oh ciego! con tan grande carga
De angustias y tormentos desiguales,
No tiemblo, no me enmiendo, no me espanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.

REPARTIRÁN HAMBURGUESAS EN IGLESIA PARA CELEBRAR A SAN JUAN BOSCO

Noticia tomada de GLORIA NEWS.
   

La iglesia de San Pedro Apóstol en Trissino (Italia), será transformada en un «restaurante de fe» para atraer a los «jóvenes», según los medios italianos.

Esta es una iniciativa de la Unidad pastoral Castelgomberto-Trissino de la Diócesis de Vicenza, para festejar a San Juan Bosco.

La idea es publicitada con un volante con una hamburguesa en medio y una invitación para participar en la «mesa de compartir» con el lema «Donde menos lo esperas». El evento tendrá lugar el 31 de Enero.

Según el párroco, el presbítero Domenico Pegoraro, las palabras de Cristo «Dejad que los niños vengan a mí» significan que debería uno abrir un restaurante.
    
Después de un «momento de sagrada reflexión con propuestas sencillas de fe», la multitud pasará a un entretenimiento con una mesa puesta en la iglesia. El plato de la velada será hamburguesas, la cual creen los clérigos es «una comida típica que atrae la atención de los jóvenes».
   
El evento es caracterizado por un «traer y compartir», para estar juntos, escuchar música y divertirse, «obviamente respetando los cánones de un lugar sacro».
   
El glotón Giuliano Brugnotto, obispón de Vicenza (“instalado” presbítero el 19 de Mayo de 1990, y obispón el 11 de Diciembre de 2022), cree que «si “Jesús” viviera hoy, aceptaría y aprobaría estas iniciativas».
   

Todas las palabras piadosas propagadas por los organizadores serían rápidamente olvidadas si un grupo de jóvenes pidiera la Misa Latina.

PREFACIO DE SAN FRANCISCO DE SALES


Prefacio aprobado por la Sagrada Congregación de Ritos en 1847.
   
LATÍN
Præfatio de S. Francisco Salesio: Vere dignum et justum est, ǽquum et salutáre, nos tibi semper et ubíque grátias ágere: Dómine, sancte Pater, omnípotens ætérne Deus: per Christum Dóminum nostrum. Qui Ecclésiæ suæ beátum Francíscum Pastórem juxta cor suum suscitávit, ut scriptis, sermónibus et exémplis pietátem corroboráret, et áspera converéteret in vias planas. Quique illum suæ lenitátis spíritu tam mirabíliter adimplévit, ut non solum induráta peccatórum corda ad pœniténtiam flécteret, sed et rebéllis tot hæreticórum mentes ad Fídei Cathólicæ unitátem revocáret. Et ídeo cum Ángelís et Archángelis, cum Thronis et Dominatiónibus, cumque omni milítia cœléstis exércitus, hymnum glóriæ tuæ cánimus, sine fine dicéntes: Sanctus.

TRADUCCIÓN
Prefacio de San Francisco de Sales: Verdaderamente es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar, Señor Santo, Padre todopoderoso y eterno Dios, por Jesucristo nuestro Señor. Que suscitó para su Iglesia al bienaventurado Francisco como un Pastor según su propio Corazón, para corroborar la piedad por sus escritos, sermones y ejemplos, y convertir los lugares ásperos en vías planas. Que también lo llenó admirablemente de un espíritu de mansedumbre, que no sólo atrajo a los corazones endurecidos hacia la penitencia, sino que a las almas rebeldes de muchos herejes hizo llamar de regreso a la unidad de la Fe Católica. Y por eso, con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, entonamos a tu gloria un himno, diciendo sin cesar. Santo.

martes, 28 de enero de 2025

SAN JULIÁN, OBISPO DE CUENCA


San Julián, obispo y patrón de la Iglesia de Cuenca, nació en Burgos, de honrados y virtuosos padres, y el cielo ilustró su nacimiento con prodigiosas señales de su futura santidad y dignidad; porque mientras le bautizaban, apareció un ángel con la mitra y el báculo pastoral, y dijo: «Julián ha de ser su nombre». Y en efecto, habiendo pasado Julián con la pureza de un ángel del cielo los años de su niñez y de su mocedad, fue elevado al sacerdocio, y a la dignidad de Arcediano de Toledo, y finalmente a la silla episcopal de Cuenca. Celebraba la Misa con tanto fervor y tan dulces lágrimas, que hacía llorar de devoción a cuantos la oían. Predicaba con tan grande unción y gracia la divina palabra, que los oyentes decían: «Nunca habló así otro hombre». No tenía en su palacio más que un solo capellán, que fue el santo Lesmes, el cual hacía los oficios de paje limosnero, mayordomo y secretario del santo obispo. En sus correrías apostólicas convirtió a innumerables moros, y corrigió en muchas poblaciones los siniestros resabios que en ellas había dejado la morisma. Todas sus rentas eran para los pobres, y para sustentarse hacía él unas cestillas, que luego le compraban los fieles, y las guardaban como joyas de su santo obispo. Recompensóle el Señor la caridad que usaba con los menesterosos, apareciéndosele una vez Jesucristo entre los pobres y honrándole con el nombre de amigo suyo. Un día halló colmado de trigo el ayolí que estaba vacío, y en otra ocasión vio entrar por la ciudad una recua numerosa cargada de trigo, que sin guía se dirigió al palacio del caritativo prelado. Finalmente, el 20 de Enero de 1208, a los ochenta años de edad, entendiendo que llegaba el fin de sus días, revistióse de sus vestiduras pontificales para recibir los últimos Sacramentos, pero luego se rodeó de un áspero cilicio, se cubrió de ceniza, y se tendió en el duro suelo, reclinada la cabeza sobre una piedra. Entonces vio a la Virgen Santísima, que coronada de rosas y acompañada de un coro resplandeciente de santas vírgenes, venía a recibir su alma purísima para llevarla a los cielos. 310 años después de su muerte, se halló el sagrado cuerpo tan entero como el día que falleció, y las vestiduras pontificales tan nuevas como si acabasen de labrarse. Estaba vestido de pontifical con mitra de raso blanco labrada de oro, con báculo, cáliz y vinajeras, todo de plata. Tenía al lado un ramo de palma tan verde y fresco como si el mismo día se hubiera cortado, exhalando una suavidad peregrina y admirable. Hízose la translación del santo cadáver con una procesión solemnísima, y Nuestro Señor obró muchos prodigios; pues día hubo de catorce milagros, como consta por jurídica información. Al comienzo de la guerra civil, sus reliquias fueron profanadas por anarquistas y su cuerpo, quemado. En la actualidad, en el mismo sitio donde se veneraba su cuerpo, se conservan los fragmentos óseos que el primer obispo entronizado después de la guerra, Inocencio Rodríguez Díez, mandó recoger y autentificar.
    
REFLEXIÓN
Aprendamos de este varón de misericordia el espíritu de caridad con nuestros hermanos menesterosos. ¿Hay por ventura cosa más recomendada del Señor que la caridad? Si tienes mucha hacienda, da mucho; si tienes poca, da poco. Lo que das a los pobres, lo das a Cristo: lo que gastas en limosnas, lo trasladas al cielo por la manos de los pobres. Da, pues, lo que es de la tierra, para recibir tesoros del cielo. Da una moneda, para ganar un reino: lo que das al pobre, te lo das a ti mismo. ¡Terrible juicio aguarda al que malgasta lo que necesitan los pobres para su sustento, y grande gloria puede esperar el hombre misericordioso y caritativo!
   
Flos Sanctorum de la Familia Cristiana, del P. Francisco De Paula Moreli SJ. Editoral Difusión, S. A., 1943.
   
ORACIÓN
Suplicámoste, Señor, que excites en tu pueblo cristiano aquel espíritu de caridad, de que llenaste a tu confesor y pontífice, el bienaventurado Julián, para  que caminemos hacia ti, imitando los ejemplos de aquel cuya fiesta celebramos. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

lunes, 27 de enero de 2025

LA HUMILDAD: CONSEJOS PRÁCTICOS (Prédica 4)

Sermón predicado por el Ilmo. Sr. Obispo Don Fernando Altamira, Superior de la Sociedad de Santa María, el domingo 26 de Enero de 2025, III Domingo después de la Epifanía (conmemoración de San Policarpo de Esmirna, Obispo y Mártir).
   
Para seguir el orden:
  1. LA HUMILDAD (Prédica 1): Domingo 27 de Diciembre de 2024.
  2. LA HUMILDAD: FUNDAMENTO Y EXCELENCIA (Prédica 2): Miércoles 1 de Enero de 2025.
  3. LA HUMILDAD: SU PRÁCTICA (Prédica 3): Domingo 5 de Enero de 2025.
   
LA HUMILDAD (Prédica IV)
   
TODO EN MARÍA y POR MARÍA. Y por las BENDITAS ALMAS del PURGATORIO
  
Queridos hijos:
 
El gran tema para estar siempre cobijados por Dios, cobijados por su gracia santificante, gozar de su ayuda, para santificarnos, para poder alcanzar la Salvación Eterna, “ese gran tema” es que, sólo con su gracia, podamos alcanzar y tener en algún grado (ojalá elevado) la virtud de la Humildad, virtud clave y tan importante que logra para nosotros la bondad de Dios, y virtud que a veces está tan ausente en nuestras vidas.
   
La Virtud de la Humildad; hemos querido dedicarle varias prédicas, llevamos tres: (1) La primera, cuando festejábamos en el mundo entero nuevamente la “Navidad”, el nacimiento de Dios Nuestro Señor Jesucristo en la tierra. (2) La segunda, en “La Octava de Navidad”, el día 1° de enero, cuando comenzábamos este 2025; problemas del mundo “chibernético”: no salió el audio. (3) Tercera prédica, en la “Fiesta del Santo Nombre de Jesús” (domingo 5 de enero); nuevos problemas “cibernéticos”: se interrumpió la transmisión.
  
Hoy deseamos hacer la cuarta prédica, y centrarnos en LA PRÁCTICA DE LA HUMILDAD, practicar y ejercitar esta virtud capital. Esperemos que les ayude y nos ayude [1].
   
[ 1 ] Práctica de la Humildad para con Dios.
Primer punto: Practicar la Humildad para con Dios, por medio del espíritu de religión:
-(1) Hacemos así cuando vemos la Verdad de que toda nuestra vida debe ser oración; cuando realizamos la Verdad de que toda nuestra vida debe ser “un tributo a Dios: un tributo a Dios”; cuando vemos que nosotros no somos sino nada y pecado, en contraposición a la plenitud, omnipotencia y santidad de Dios; la Liturgia Católica dice: “Tu solus Sanctus, Tu solus Dóminus, tu solus Altíssimus: Tú solo eres el Santo, Tú solo eres el Señor, Tú solo eres el Altísimo”.
-(2) De lo anterior, debe surgir hacia Dios sentimientos de adoración, de amor, de oración, de entrega total, de respeto, de temor filial hacia Dios, y estas cosas nos hacen más humildes, la grandeza de Dios y mi nada.
-(3) Este espíritu de oración, para practicar y ser humildes, debe surgir también al contemplar las obras de la naturaleza, hechas por Dios: la Creación, toda esa hermosura; y más aun al contemplar las obras sobrenaturales de Dios, las obras de la gracia, participación de la vida divina; y esta contemplación de las obras de Dios debe llevarnos a una entrega y sumisión total hacia Dios, a quedar anonadados ante su poder, a ser más humildes.
  
Segundo: Practicar la Humildad para con Dios, por medio del espíritu de agradecimiento:
-(1) Debemos agradecer a Dios por todo y en todo momento; ello nos hará humildes. Dios es el origen y la fuente de todos los dones que recibimos y tenemos: Los dones naturales (el estar vivos, nuestro cuerpo sano y “funcionando”, más importante: nuestra alma, nuestras capacidades, cualidades, el poder vivir, caminar, poder trabajar, etc); y más aun, Dios es la fuente de los dones sobrenaturales, los dones de la gracia, los cuales, sabemos, sobrepasan totalmente nuestra naturaleza (el poder ser hijos de Dios, el poder ser católicos, el poder salvarnos y llegar al Cielo, el poder santificarnos, el poder ayudar al prójimo en su salvación, “todo es gracia: todo es gracia”).
-(2) Siendo así, como la Virgen humildísima, debemos agradecer todo el tiempo a Dios por los dones que nos ha dado: “Magníficat ánima mea Dómino: Mi alma engrandece al Señor. Et exsultávit spíritus méus in Déo salutári méo: Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Quia respéxit humilitátem ancíllæ súæ: Porque ha visto la Humildad de su esclava… Quia fecit mihi magna qui potens est: Porque ha hecho grandes cosas en mí el que es todopoderoso”.
-(3) Y así, en vez de atribuirnos a nosotros mismos esos dones y ser soberbios, hemos de devolver a Dios todo honor y toda gloria; ser agradecidos [2]
  
Tercero: Practicar la Humildad para con Dios, por medio del espíritu de dependencia; y ya esta sola expresión nos llena el alma, nos llena el alma de alegría: espíritu de dependencia; qué importante es, cuánto lo necesitamos, para ser buenos hijos de Dios, para ser humildes, para estar contra nuestra soberbia: espíritu de dependencia. Dependemos en todo de Él, de que Él nos sostenga, de que Él nos ayude; si no, nos caemos; si no, volvemos a nuestra nada, y miseria, y pecados, nos condenamos: Debemos ser humildes, y para esto el espíritu de dependencia.
-(1) Por este espíritu de dependencia, vemos la Verdad de que somos incapaces de hacer cosa alguna, ni en el orden natural, ni en el orden sobrenatural, si Dios no nos sostiene, no podemos nada por nuestras propias y solas fuerzas.
-(2) Sabiendo de esto, del espíritu de dependencia, no debemos comenzar obra alguna sin encomendarnos a Dios y/o a María Santísima, por la oración, a través de la oración: Rezar siempre al comenzar una acción o trabajo, y rezar al terminarlo; haciendo así, estamos pidiendo su gracia, su ayuda, nos encomendamos a su socorro, su sostén: su gracia es el único remedio para todo, para nuestra incapacidad, para nuestras limitaciones, ¡y para nuestra soberbia!
-(3) Por espíritu de dependencia, hemos de decirnos internamente a nosotros mismos, y con mucha frecuencia, que no podemos nada sin Él; hemos de manifestar frecuentemente la necesidad total que tenemos de Él.
-(3 bis) Por ejemplo, manifestar ese espíritu de dependencia cuando estamos sufriendo una tentación, diciendo en secreto, internamente, muchas veces: “Señor, no me dejes traicionarte; Señor, no me dejes traicionarte”, para contar con su gracia, para lograr no caer en la tentación, y sobre todo para no caer en pecado, en el pecado mortal. Así también, cuando tenemos trabajos u obras que realizar: “Señor, ayúdame; Señor ayúdame”. El espíritu de dependencia es importantísimo, Dios es todo y yo soy nada, necesito de Él, dependo de Él.
   
[ 2 ] Práctica de la Humildad para con el prójimo.
-(1) El principio que debe guiarnos con el prójimo es el siguiente: Hemos de considerar en él los dones naturales y sobrenaturales con que Dios le adornó, y admirarlos sin envidia, sino alegrándonos de ello: de sus virtudes, de sus triunfos, de sus cualidades, de sus logros; sobre los defectos que el prójimo tuviere, no estar determinándolos y más bien excusarlos –cuando podamos–, salvo que por nuestro cargo o autoridad estemos obligados a corregirlos.
-(2) Si vemos que un prójimo comete un pecado, no podemos justificar ningún pecado: una acción mala siempre será tal, pero tampoco hemos de tomar una actitud condenatoria de su persona y menos de su conciencia –lo cual corresponde solamente a Dios y es el ámbito de solo Dios–: 
-La acción mala hemos de verla como tal (para eso Dios da nuestro intelecto), pero su conciencia (culpabilidad, malicia o no) no podemos juzgar. 
-Y esto que sigue es muy importante para ser humildes: Hemos de ser conscientes de que nosotros podemos caer en el mismo pecado y en peores aun, y que ciertamente caeremos en ellos si no tenemos la gracia de Dios o no la usamos bien, que caeremos ciertamente en pecados si somos soberbios y orgullosos en vez de humildes. 
-El pecado del prójimo, más que una actitud condenatoria, debe darnos una cierta tristeza o melancolía de que las cosas sean así, y desear y rezar para que ello cambie, para que el prójimo salga de ello y se convierta. Debemos juzgarnos severamente a nosotros mismos (porque sí nos conocemos), y benignamente al prójimo (cuyo interior no conocemos, y sólo Dios conoce).
-Otra vez, las acciones malas debemos y estamos obligados a verlas como tales, pero el interior (conciencia, culpabilidad) no podemos juzgar: eso lo sabe sólo Dios; cambiando un poco el dicho (para bien): “cosas vemos, corazones no sabemos”.
(3) Podemos, y debemos, siempre considerarnos inferiores al prójimo, “si Dios no me diera su gracia, yo caería en peores cosas, en peores pecados que él, y tal vez dicho prójimo, con esa misma gracia de Dios, hubiera hecho mejor uso y con mayores frutos” [3]. No hay forma de saber qué tan bajo podemos llegar a caer, hasta donde podemos llegar con nuestros pecados; “no, yo nunca voy a hacer eso”: cuidado, cuidado, y más bien decir yo “deseo” con su gracia no caer en eso, pero sí que soy capaz, e incluso de hacer cosas peores [4].
   
[3] Práctica de la Humildad para consigo mismo.
-Un principio rector: Si bien hemos de confesar los bienes que hemos recibido de Dios, para dar gracias por ellos, debemos insistir en parar nuestra atención especialmente en nuestros pecados, defectos, debilidades, limitaciones, porque si no, probablemente no nos mantendremos en la Humildad; sí, así de imperfectos somos, que si nos paramos a ver los dones, no nuestros sino de Dios, que Él nos ha dado, también tenemos riesgos de caer en soberbia y vanagloria, al revés de la Virgen María.
    
La Humildad debe estar en nuestro espíritu, lo cual comporta:
-(1) Tener una justa desconfianza de sí mismo, ver nuestras falencias, nuestros errores, equivocaciones, limitaciones; ver los errores del pasado, ver los errores que puedo cometer en el futuro; no caer en el desorden de la autoconfianza: “yo lo puedo todo” (“tú no puedes nada, si Dios no te ayuda y te sostiene”), y está mal el no apoyarse en todo en Dios; hemos de saber que no debemos confiar en los dones que hemos recibido como si fueran mérito propio o de nuestra propiedad [5]: Todo es de Dios.
-(2) En el uso de nuestros talentos recibidos, no hemos de procurar relucir ni ganar admiración ni estimación; sino que ellos deben servir para la causa de Dios, para su gloria y para la salvación propia y del prójimo [6]
-(3) Otro consejo para tener humildad en nuestro espíritu, es someterse a las decisiones de otro; incluso someterse a las decisiones de nuestros inferiores siempre que nuestro cargo y autoridad lo permitan, y cuando eso no dañe el Bien Común (muchas veces esto de someterse a los inferiores no se podrá).
   
La Humildad debe estar en nuestro corazón:
(1) Se suele explicar que la humildad en el corazón abarca que no deseemos la honra y la gloria; el preferir vivir escondidos, en vez del relumbre; abarca el callar cuanto pudiera ser causa de estimación hacia nosotros: “recúmbe in novíssimo loco: ponte en el último lugar (San Lucas 14,10)”.
  
(2) La Humildad en el corazón es el “ama nescíri et pro níhilo reputári: ama ser desconocido y ser reputado por nada”.

(3) Escuchemos a San Vicente de Paúl en relación a lo que decíamos hace algunos momentos:
“No debemos… parar a considerar lo bueno que en nosotros hubiere, sino pararnos a considerar lo malo y defectuoso, y es éste un medio muy a propósito para conservarnos en la Humildad. El don de convertir almas, todos los otros talentos exteriores que en nosotros hubiere, no siendo nuestros no somos sino portadores de ellos, y aun con todo eso podemos muy bien condenarnos. Por esa razón, nadie debe gloriarse ni complacerse en sí mismo, ni tenerse en alguna estima, al ver que Dios obra grandes cosas valiéndose de él, sino que tanto más debe humillarse, y tenerse por desdichado instrumento del cual Dios se digna servirse”.
La Humildad debe estar en nuestro porte exterior:
-(1) La Humildad exterior debe ser la manifestación de nuestro interior. Pero hemos de saber, que también la Humildad en lo exterior influye y reafirma la Humildad en nuestro interior: hay una mutua influencia e interacción. Por eso es importante ejercitarse en la Humildad en lo exterior, y no debemos descuidar los actos externos de Humildad, para poder llevar a mayor Humildad nuestra alma y nuestro interior. Demos ejemplos:
-(2) Tener un aposento humilde; vestidos modestos (pero suficientes y adecuados a nuestro estado y condición). Al revés, aposentos y vestidos ricos nos influyen contrariamente a la Humildad, y a favor de una cierta vanidad (y por lo mismo, orgullo y soberbia).
-(3) El porte exterior, el rostro, el modo de nuestras acciones y movimientos, sin afectación, sin movimientos fuertes o violentos sino que ellos sean modestos [7], todo eso ayuda a tener Humildad; el no ser ruidosos, el no andar haciendo ruido en nuestras acciones, sino el ser silenciosos ayuda a la Humildad (las personas ruidosas –peor las almas consagradas– muestran que tienen tal vez algo de soberbia); las personas que hablan mucho, muestran muchas veces que no tienen mucha Humildad (no hay que hablar mucho, hay que tender a ser más bien de pocas palabras o lo justo).
-(4) Otra cosa bien importante que nos ayuda a tener Humildad es: Nuestras muestras de condescendencia, de educación, de cortesía, de deferencia, de amabilidad, de afabilidad, para con el resto de las personas, para con el prójimo: La buena educación para con el prójimo, esto es bien importante y nos aporta una buena dosis de Humildad.
-(5) Otra insistencia para la Humildad: En las conversaciones, dejar que los otros hablen, y hablar muy poco nosotros; y no hablar de nosotros mismos [8]
   
[Conclusión] En cuanto a consejos prácticos sobre cómo –valga la redundancia– practicar la Humildad, con la ayuda de Dios podemos dar otros tantos, y ello da sin duda para hacer una prédica más; solamente veremos si Dios nos da licencia para ello. Mientras tanto, aquí ya tiene material para reflexionar y para que, con su gracia, podamos llevarlo a la práctica para intentar ser más humildes.
  
Pedimos a María Santísima, la Reina de la Humildad, Regína humilitátis, que nos ayude con esto.
   
AVE MARÍA PURÍSIMA.
   
NOTAS
[1] Utilizamos resúmenes del libro “Compendio de Teología Ascética y Mística”, del Padre Adolfo Tanquerey, edición en español, Año 1930, impreso por la Sociedad de Juan Evangelista, Desclee & Cía, Tournai (Bélgica): Apartado “II De la Humildad”, en el número 1127 y siguientes.
[2] Sabemos que hartas veces hemos hecho mal uso de los dones naturales y sobrenaturales que nos dio, cometiendo pecado. Para pecar hace falta tener un cuerpo y estar sano, poder usar de ese cuerpo (de estos pies que me llevan a donde peco; de esos brazos, manos y rostro con los que peco, etc), que si estuviera enfermo y postrado en cama, bastante más difícil me sería pecar.
[3 San Vicente de Paúl decía:
“Si pusiéramos empeño en considerarnos a fondo, echaríamos de ver que en todo cuanto pensamos, decimos y hacemos… estamos llenos (…) de motivos de confusión y desprecio; y… hallaríamos ser nosotros malvados más que hombre alguno, y aun peores, en cierto modo, que los mismos demonios del Infierno, porque si estos malaventurados espíritus tuvieran a su disposición las gracias y los medios que nosotros tenemos para ser mejores, harían mil y mil veces mejor uso de lo que hacemos nosotros”.
[4] ¿Cómo puede ser el considerarse siempre inferior al prójimo? Los santos lo han hecho, la Verdad ha de estar allí. El fundamento es que para uno mismo, uno sí puede, y debe, ser juez de sus acciones, y cuando uno se conoce a fondo, ve claramente que uno es gran pecador, y que además tenemos muy malas inclinaciones e impulsos; y de este estas dos cosas se ve que uno es bien digno de desprecio y de ser considerado en poco; en cambio, para con el prójimo, uno no puede ser juez, porque no conoce su interior, ni su conciencia, ni sus intenciones, ni sus circunstancias, ni los dones y gracias que Dios le dio o no. Por eso, debemos juzgarnos severamente a nosotros mismos (porque sí nos conocemos), y benignamente al prójimo (cuyo interior no conocemos): “Qué puedo saber yo, si con las mismas gracias que yo he recibido, él no habría producido ante Dios, muchos más frutos que yo y mejores. Con todas estas verdades, vemos que a fin de cuentas, sí podemos, y debemos, ponernos por debajo de todos.
[5] Eclesiástico 3,22: “no intentes lo que está sobre ti, ni investigues lo que está más allá de tus fuerzas: altióra te ne quæsíeris”.
[6] San Vicente de Paúl decía a sus sacerdotes misioneros: “hacer de otra manera [no remitir toda la gloria y la honra a Dios], es predicarse a sí mismo y no a Jesucristo… ¡un sacrilegio, ciertamente, un sacrilegio!... valerse de la palabra de Dios y de las cosas divinas para alcanzar honra y fama para uno, ¡en verdad que es un sacrilegio!”.
[7] Mons. Charles Gay (Vida y Virtudes cristianas, Tomo 1, de la Humildad) nos enseña: hay un porte exterior de Humildad, que el alma que es realmente humilde logra poner o mostrar en todo su cuerpo, es algo de recato, de retraimiento, de sosiego, que da a todo el rostro y demás rasgos la hermosura, armonía y encanto que llamamos modestia, y que hace modesta nuestra voz, la mirada, la risa, los movimientos… el alma así tiene ese porte porque sabe que Dios está cerca, vive en la presencia de Dios y sabe que Dios siempre la ve (vuestra modestia sea patente a todos los hombres porque el Señor está cerca: Filipenses 4,5).
[8] No se han de hacer extravagancias con el pretexto de la Humildad; San Francisco de Sales dice (Vida Devota, I.c. cap. V): “si algunos grandes siervos de Dios se fingieron locos para ser despreciados del mundo, debemos admirarlos pero no imitarlos; pues si llegaron a tal exceso, fue movidos por razones tan particulares y extraordinarias, que no pueden hacer regla para los demás”.