lunes, 28 de febrero de 2022

PROFECÍA DE LA ABADESA MARÍA INÉS CLARA STEINER


La hermana María Inés Clara del Sagrado Costado de Jesús (en el siglo Teresa Steiner) nació en Taisten/Tesido, de la provincia de Lahnerhof (Tirol del Sur) el 29 de Agosto de 1813, hija de los piadosos granjeros Simón Steiner y María Sinner, y hermana de María, Ana y Jacob. En su infancia sufrió una enfermedad inexplicable potencialmente mortal. Al quedar huérfana de padre, pasó al cuidado de una tía, que tuvo gran influencia en su desarrollo espiritual. A los tres años, adquirió el uso de razón y tuvo visiones y conocimiento de muchas cosas que iban a suceder, y cuando pasaban, decía que no sabía cómo lo tuvo. Después de sus estudios en la escuela local, trabajó como empleada doméstica y enfermera. En 1835 ingresó a la Tercera Orden Franciscana, y completó su formación docente en la localidad de San Cándido/Innichen en el Trentino. y enseó por un tiempo en la “vieja escuela” de las Hermanas Terciarias en Brixen/Bresanona. Por razones de enfermedad, tuvo que abandonar varios conventos donde entró, hasta que en 1838, tras una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Absam, ingresó al convento de la Inmaculada Concepción, fundado por la provincia bávara de las Clarisas Capuchinas en Asís, donde fue investida con el hábito al año siguiente, y profesó en 1841. Fue maestra de novicias desde 1843. En Nocera Umbra reformó el convento de las clarisas de San Juan Bautista a pedido del obispo Francesco Piervisani, convirtiéndose en su abadesa y mitigando las reglas de la orden (reforma que fue aprobada en 1847 por el papa Pío IX, quien la conoció personalmente), y tomó también el monasterio de San Pablo en Perusa a pedido del obispo Joaquín Pecci, futuro León XIII. Después de una vida de gran devosión y generoso sufrimiento para apliacar la ira de Dios, por la conversión de los pecadores y la salvación de las almas, murió en Nocera Umbra el 24 de Agosto de 1862 en fama de santidad. El 18 de Marzo de 1909 se inició el proceso de beatificación. Pío XI decía de ella: ¡María Inés es una santa, verdaderamente una santa!
 
María Inés Steiner tuvo el don de visión, y recibió mensajes de la Santísima Virgen María. El padre Franziskus von Reus OFM, su confesor, redactó en italiano su primera biografía en italiano, que fue traducida al alemán por el padre Peter Paul Außerer, con imprimátur de Mons. Franz de Paula Albert Eder, arzobispo de Salzburgo y Primado de Alemania, el 12 de Abril de 1881. En su obra, el padre Von Reus incluye algunas profecías, entre ellas la siguiente (para efectos de precisión, las citas en el texto del padre Von Reus son de la abadesa María Clara Steiner; las negrillas son las palabras que la Virgen le dijo):
«…[B]ien sabidos son los esfuerzos del las sociedades secretas infernales que abiertamente declaran la guerra contra Dios y su Ungido con obstinada impiedad y actos malignos que provocan continuamente Su ira. Pero como Dios en su inagotable clemencia quiere evitar ejecutar sobre el mundo el castigo que merece, Él con gran claridad reveló a Su amada, a fin de disponerla por medio de oraciones, penitencias y sacrificios para apaciguar Su justo enojo y ayudar a impedir la perdición de tantas almas que corren hacia el infierno. Es por eso que ella escribió el 20 de Agosto de 1842: “Puesto que tengo mucho tiempo ahora, velo de noche y oro por los pecadores, según el mandato de obediencia, contemplando la Pasión de Jesús. La Madre de Dios me dijo una vez: Mi Hijo debe castigar al mundo por cuenta de la gran ingratitud, pecados y fe débil de los cristianos, que están llamados a ser hijos verdaderos de la Santa Iglesia…”.
  
…Pero a fin de urgirla aún más a redoblar sus oraciones y sacrificios, el Señor le mostró lo que ella escribió en 1843 con las siguientes palabras: “Varias veces vi el mundo y los corazones de sus habitantes, y confieso que parecíame que iba a morir a su vista. Una vez la Santísima Virgen me dijo que habrían castigos por venir si los hombres no mejoran y suplican misericordia. Incluso ella, la Santísima Virgen, retiraba sus brazos como si ya no fuera a interceder. Entonces yo dije: Pero debe haber muchos que son justos. Luego me fue mostrado que en verdad habían pocos que fueran justos. Concedido, vi muchos que estaban en gracia de Dios o sin pecado grave, pero sus oraciones no eran muy agradables [a Dios] porque tenían divididos sus corazones en dos o más partes. Pregunté qué castigos serían, a lo cual la Santísima [Virgen] me contestó: Muchos; pero el mayor de los castigos de Dios es que muchos de los que no son salvos han abusado de las incontables gracias e inspiraciones que les fueron dadas; y luego habrá tres clases más de castigos. En verdad habrán muchas muertes súbitas, la pérdida de fe en muchas personas, y persecución contra la santa Iglesia, junto con desórdenes en aldeas y ciudades”
  
“…La Madre de Dios me reveló que el mundo merece ser castigado en un año, si no se aplica un remedio, y Roma será privada del Santo Padre. Sin embargo, yo no entendía cómo iba a suceder esto; pero ese no será el fin del castigo. …La Madre de Dios también me dijo: Porque los habitantes de la tierra no usaron las muchas gracias e iluminaciones que han recibido, la mano del Señor los golpeará [vendrá sobre ellos]. Si la gente no ora, pidiendo a Dios que los perdone, vendrá el tiempo cuando la espada y la muerte será visible, y Roma estará sin  pastor. Ahora no recuerdo todo [lo que me fue dicho]. Oí que el mundo sería castigado, más pronto de lo que uno cree en realidad, por cuenta del pecado y la increencia”.
  
A lo que ella [Sor María Steiner] agrega: “Cuando yo oraba por los pecadores después de [recibir] la sagrada Comunión, me fue mostrado un papel que leí con horror por la pérdida del pastor, por el fin del mundo que ocurriría antes de tiempo, y [me fue dicho] que el tiempo estaba cerca cuando muchos demonios del infierno vinieran a la tierra, buscando causar una gran caída de la fe…”.
  
Es bien sabido que Roma se vio privada del Papa en 1846 por la muerte del Papa Gregorio XVI y en 1848 por el escape de Pío IX a Gaeta. ¡Quién sabe si las extraordinarias penitencias y oraciones de esta Sierva de Dios, [ofrecidas] en unión con tantos otros de la Iglesia militante y con la intercesión de los que moran en el Cielo, no habrían perdonado al mundo del peor de los castigos amenazados, y por otra parte, no han obtenido la suave y admirable elección del inmortal Pío IX, de este Papa que, [aunque] rodeado por tantos sufrimientos, reinó sobre la Santa Iglesia por un largo tiempo sin precedentes!» (FRANZISKUS VON REUS OFM, Kurze Lebensgeschichte der Dienerin Gottes Maria Agnes Klara Steiner, trad. Peter Paul Ausserer [Innsbruck: Felix Rauch, 1884], págs. 84-88; traducción nuestra. Negrillas del original, subrayado añadido).
Comprendamos esto: Desde el Antiguo Testamento, es un lugar común en los profetas que Dios anuncie castigos contra el mundo, pero que en Su misericordia Él no desea hacerlo si encuentra suficentes almas que Lo aplaquen con oración y obras de penitencia, aplicando los méritos de la Pasión de Cristo. Pero qué tipos de castigos enviará Dios, es algo variable, pero desde hace algunos siglos se habla de la persecución de la Iglesia en cuanto castigo, no solo por mano de los poderes seculares, sino específicamente por las sociedades secretas como los francmasones.
   
Desde luego, los castigos en el orden espiritual son mucho peores que los del orden material (guerras, hambrunas, enfermedades, etc.).
  
El padre Richard Gerald Culleton, en su libro “The Prophets and Our Times” explica lo siguiente sobre las profecías:
«Hay ciertas características de la profecía que es bueno saber. Por ejemplo, los eventos son retratados como si estuvieran en una profunda niebla. Así, una profecía puede estar en proceso de cumplimiento ante los ojos de alguien y él puede no estar consciente de ello. El nacimiento de Cristo, su vida y muerte están claramente predichos en el Antiguo Testamento; aun así, en toda Judea apenas un centenar de Sus contemporáneos Lo reconocieron.
  
Luego, también, una profecía hace recordar una pintura egipcia. No hay perspectiva. Eventos de siglos lejanos pueden ser predichos en una visión sin consideración divina del tiempo. La razón para esto puede hallarse en cierta relación no temporal de eventos espirituales. Algo que pasó en un siglo puede ser el tipo de otro que vendrá mil años más tarde, o nuevamente uno previo puede ser el signo de algo subsiguiente. Así San Juan Bautista fue tanto un tipo de Cristo y un signo de Su próxima venida, mientras la destrucción de Jerusalén fue un tipo de la destrucción del mundo. En esta conexión debe recordarse que un anuncio profético puede retratar incluso varios tipos de un gran evento espiritual, tanto como el evento mismo. La profecía en el Apocalipsis concerniente a Babilonia se refiere a la antigua Roma, sus emperadores y su caída, pero su texto no se agotó con esto. Con certeza se habla del gobierno civil del Anticristo y hay razón para creer que las palabras predicen el futuro de todas las ciudades o gobiernos que sustituyen con el materialismo a la verdadera Cristiandad.
  
Esta peculiaridad de la profecía hace creíble al oráculo por la virtud de la razón, como también por la virtud de la fe, porque cuando se verifica el tipo o signo, es razonable esperar el evento principal.
  
Por otra parte, frecuentemente un evento trascendental es predicho por muchas profecías separadas, desde distintos ángulos y a menudo por vario siglos. En estos casos, mientras las generaciones pasan y se incrementan las declaraciones individuales, el hombre consigue gradualmente una imagen más reconocible. Aun así, el evento puede haber venido y pasado antes que todas estas referencias separadas sean reconocidas como facetas de una majestuosa gema. Esto se nota mejor en las profecías del Antiguo Testamento respecto al Mesías.
  
Frecuentemente, las ideas proféticas son encubiertas con visiones. El receptor puede no entender el significado de la imagen que pasa ante su mente.
A veces un divino auxilio adicional ilumina su mente. Este auxilio puede venir inmediatamente después de la visión, más tarde en su vida o no a él, sino a otro. Este “otro” puede ser un contemporáneo o puede no existir hasta cientos o incluso miles de años después. En algunos casos, solo las visiones incomprensivles proceden de Dios. La historia actual, probablemente siglos después, da los primeros indicios de lo que la imagen significa. El vidente puede dar su opinión personal sobre el significado de una de sus visiones, pero tal sigue siendo solamente su opinión. En la Escritura, la inspiración divina garantiza que las revelaciones y sus interpretaciones, cuando son dadas, están libres de error. No tenemos tales garantías en el caso de las profecías privadas». (P. Richard Gerald Culleton, The Prophets and Our Times [Rockford, IL: TAN Books and Publishers, Inc., 1974], págs. 11-13; subrayado añadido)
Las profecías, en cuanto anuncio de las cosas futuras, son una cuestión a la que hay que acercarse con humildad y recordando que la Iglesia Católica es la única intérprete auténtica de estas, y que la Revelación pública (por ende, de fe obligatoria) concluyó con el Apocalipsis de San Juan. Las revelaciones privadas, como esta, se acogen en la medida que estas no riñan con la Revelación pública. Cuando la Iglesia las aprueba, no lo hace como imposición, sino en cuanto estas son acordes a la Fe y las buenas costumbres.
   
Hechas estas aclaraciones, continuemos:
   
No se puede decir que esté hablando de la vacancia entre la muerte de un Papa y la elección de otro, porque esto es algo normal. Gregorio XVI (que fue elegido después del breve pontificado de Pío VIII) murió en 1846, y Pío IX fue elegido poco después.
  
Pudiera hablarse del destierro de Pío IX a Gaeta en el Reino de las Dos Sicilias en 1848, pero aun desterrado de Roma (que así quedó privada del Papa), Pío IX siguió gobernando la Iglesia: las encíclicas Ubi Primum (2 de Febrero de 1849, sobre la Inmaculada Concepción) y Nostis et Nobíscum (8 de Diciembre de 1849, sobre la situación de la Iglesia en los Estados Pontificios), y la alocución consistorial Quíbus quantísque malis (20 de Abril de 1849, sobre la situación política de su tiempo) son prueba de ello.
  
Este exilio de Pío IX era solo un tipo (figura) de lo que iba a suceder después de la muerte de Pío XII y el prolongado interregno que vivimos hoy, así como la caída de Jerusalén por los romanos en el año 70 después de Cristo fue una figura del Fin del Mundo. Peor, este interregno es tan prolongado porque las sociedades secretas como la francmasonería han usurpado la Sede Apostólica con los falsos papas Juan XXIII bis, Pablo VI, Juan Pablo I y II, Benedicto XVI y Francisco I, más todos los que vengan hasta que Dios quiera, y la imposición de la falsa religión deuterovaticana, su liturgia inválida, sus cánones ilegítimos y su ecumenismo libertino y promiscuo.
  
Desde luego, profecías como estas NO DEBEN TOMARSE COMO FUNDAMENTO PARA EL SEDEVACANTISMO, porque esta postura se basa en conclusiones teológicas y juscanónicas reconocidas por la Iglesia. Más bien deben recibirse como pruebas adicionales, como confirmación incidental de esta conclusión.
   
Sí, sabemos que Nuestro Señor Jesucristo prometió que su Iglesia nunca sería superada por las puertas del Infierno, y para esto instituyó el Papado y le confirió el don de la Infalibilidad ex cáthedra para sostener la Verdad. Pero la Escritura habla también que al fin de los tiempos el katejón (τὸ κατέχον/ὁ κατέχων) sería removido para que se cumpla lo que está escrito sobre la Gran Apostasía, así como permitió Dios que los judíos prevalecieran sobre su Hijo Unigénito por un tiempo para que se cumpliera la Redención del mundo por medio de Su Pasión y muerte en la Cruz del Calvario:
«No os dejéis seducir de nadie en ninguna manera, porque no vendrá este día sin que primero haya acontecido la apostasía casi general de los fieles, y aparecido el hombre del pecado, el hijo de la perdición, el cual se opondrá a Dios, y se alzará contra todo lo que se dice Dios, o se adora, hasta llegar a poner su asiento en el templo de Dios, dando a entender que es Dios. ¿No os acordáis que cuando estaba todavía entre vosotros, os decía estas cosas? Ya sabéis vosotros la causa que ahora le detiene, hasta que sea manifestado o venga en su tiempo señalado. El hecho es que ya va obrando o formándose el misterio de iniquidad: entretanto el que está firme ahora, manténgase, hasta que sea quitado el impedimento. Y entonces se dejará ver aquel perverso, a quien el Señor Jesús matará con el resuello o el sólo aliento de su boca, y destruirá con el resplandor de su presencia a aquel inicuo que vendrá con el poder de Satanás, con toda suerte de milagros, de señales y de prodigios falsos, y con todas las ilusiones que pueden conducir a la iniquidad a aquellos que se perderán, por no haber recibido y amado la verdad a fin de salvarse. Por eso Dios les enviará o permitirá que obre en ellos el artificio del error, con que crean a la mentira, para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la maldad o injusticia». (Epístola 2.ª de San Pablo a los Tesalonicenses II, 3-11/Versión de Mons. Félix Torres Amat).
Y ese katejón era el Papado. A esto nos lleva el mismo Papa Pío IX:
«No es pues desconocido a vuestra sabiduría que todos los enemigos más encarnizados de la Religión Católica hicieron siempre, aunque con vanos esfuerzos, la guerra a esta Cátedra del beatísimo Príncipe de los Apóstoles, sabiendo bien que no podrá nunca caer y venir a menos misma Religión, mientras dure esta Cátedra que está apoyada a aquella piedra que no pueden vencer las orgullosas puestas del infierno [San Agustín, Salmo contra la secta de Donato] y en la cual está entera y perfecta la roca de la Religión Cristiana [Carta sinodal de Constantinopla al Papa San Hormisdas]». (Encíclica Inter multíplices, 21 de Marzo de 1853).
Para la redacción de este artículo se empleó material tomado de NOVUS ORDO WATCH, PROPHETIESÖSTERREICHISCHES BIOGRAPHISCHES LEXIKON.

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