viernes, 11 de febrero de 2022

TRIDUO DE LOS AFLIGIDOS A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES

Dispuesto por un devoto de la Inmaculada, y publicado en Mérida (Yucatán) por la Imprenta “Nueva” de Cecilio Leal en 1927, con licencia eclesiástica.
   
TRIDUO PARA QUE LOS AFLIGIDOS PIDAN EL REMEDIO DE SUS NECESIDADES A NUESTRA SEÑORA DE LOURDES
    

Puestos de rodillas ante la imagen de Nuestra Señora de Lourdes, se dice con devoción el siguiente:
   
Por la señal ✠ de la Santa Cruz, de nuestros ✠ enemigos, líbranos Señor ✠ Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
    
ACTO DE CONTRICIÓN
Eterno Dios y Señor, que por redimirme y salvarme de la tiranía del demonio derramaste tu preciosísima Sangre. ¡Ah Señor, qué mal he correspondido a tan grande beneficio! Muchos años empleados únicamente en servirte y amarte no serían suficientes para manifestar ni una mínima parte de gratitud que te debo por tan singular favor. ¡Desgraciado de mí que he olvidado que tú eres mi Creador y Redentor, que recompensas con bienes eternos nuestros pequeños servicios! ¡Oh Señor, cuánto siento haberte ofendido con mis potencias y sentidos, con mis palabras, obras y pensamientos! Quisiera morir de dolor de haberte agraviado empleando el tiempo tan mal, olvidado de Ti que eres el sumo bien de mi alma, el único objeto digno de mi amor. Pero, Señor, ya conozco mi maldad, ya conozco mi iniquidad, y confiado en tu bondad y misericordia, me postro humilde y contrito a tus pies, que tantos pasos dieron por mi remedio y te pido perdón de mis pecados. Sí, perdón te pido por tu sagrada vida, Pasión y muerte; perdón por tu Purísima Madre María Santísima. Dame tu gracia para que pueda perseverar en mis buenos propósitos, hasta que libre de las prisiones del cuerpo, vuele mi alma a alabarte en la gloria por los siglos de los siglos. Amén.
     
ORACIÓN PARA LOS TRES DÍAS
A ti, consuelo de los afligidos, a ti, Madre de piedad y de misericordia, a ti, de quien no se ha oído decir jamás que el que a ti acude, que el que confiado y con fe firme se acoge a tu patrocinio haya salido desconsolado. A ti dirijo mi trémula voz, mis fervientes súplicas, mis llorosos ojos se fijan en tu hermosa imagen, pidiéndote por el amor de tu Hijo divino el remedio de esta necesidad, de esta pena, que me tiene en continua angustia y sobresalto de esta aflicción que me devora, y que, aunque tú la conoces, quiero que mis labios te lo digan (Aquí se pide que se desea). ¿No escucharás mis ruegos? ¿No te moverá a compasión mi desgracia? Sí, Señora, tengo entero confianza y fe en que me concederás el remedio de mis penas. el consuelo de mis aflicciones y trabajos. Esto te pido y espero conseguir porque tu maternal Corazón se conmoverá con mis ruegos, y me alcanzarás lo que sea para mayor honra y gloria de Dios, tuya y bien de mi alma. Amén.
     
Un Ave María, Gloria Patri y la siguiente invocación:
El consuelo en mi aflicción
Hoy te pido, Madre mía,
Concédemelo tú María,
Por tu limpia Concepción.
    
Un Ave María, Gloria Patri y la siguiente invocación:
La más segura confianza
Anima mi corazón,
De que hoy serán terminadas
Mis penas y mi aflicción.
    
Un Ave María, Gloria Patri y la siguiente invocación:
Eres Reina poderosa,
Madre llena de piedades,
Pues hoy mis necesidades
Remédialas bondadosa.
   
Una Salve y luego la oración del día:
    
DÍA PRIMERO
HIJA INMACULADA DE DIOS PADRE, RUEGA POR NOSOTROS.
ORACIÓN
¡Oh Virgen inmaculada! ¡Oh Poderosa abogada nuestra! Tus ruegos, Señora, son mandatos en el cielo porque el Altísimo y Omnipotente Dios te ama como su Hija predilecta y se complace en conceder cuanto le pides. ¡Oh, qué consuelo siente mi atribulado corazón! Pues convencido como estoy de tu valimiento para con el Eterno Padre y del amor que nos tienes como a hijos, aunque indignos, creo firmemente que has de calmar mis penas, que has de mitigar la amargura que inunda mi alma, que ya no puede sobreponerse a la horrible situación en que se encuentra. No tengo a quién ocurrir ni quien me favorezca, ni quien me libre de esta aflicción que me devora, solo tú y solo a ti, Purísima María, consuelo de los afligidos, clamo postrado ante tu bellísima imagen de Lourdes, suplicándote humildemente interpongas tus ruegos para alcanzar del Dios de las misericordias y de toda consolación, el remedio de mis necesidades espirituales y temporales. Que cese ya esta (aquí se dice la necesidad) que me tiene en continuo sobresalto, sin darme tregua ni descanso, para atender al negocio importante de mi salvación eterna Ea, Reina y Señora mía, toda mi esperanza la pongo en Vos. Todo mi consuelo sois Vos y por Vos he de conseguir la reforma de mi vida, la práctica de las virtudes la salvación de mi alma, el consuelo en mis aflicciones y la perseverancia final, para tener la dicha de alabar a Dios en tu compañía en la Gloria. Amén.
   
Hoy se repite frecuentemente con mucha fe y confianza: «¡María Poderosa! ¡Hija de Dios Padre, concebida sin pecado! ¡Óyeme!».
   
LETANÍA CONCLUSIVA
   
Señora, Óyenos.
Señora, escúchanos.

Hija inmaculada de Dios Padre. Ruega por nosotros.
Madre inmaculada de Dios Hijo. Ruega por nosotros.
Esposa inmaculada de Dios Espíritu Santo. Ruega por nosotros.
Sagrario inmaculado de la Santísima Trinidad. Ruega por nosotros.
   
Relicario inmaculado del Verbo divino. Ruega por nosotros.
Templo inmaculado de la Divinidad. Ruega por nosotros.
Trono inmaculado del Hijo de Dios. Ruega por nosotros.
Corredentora inmaculada del género humano. Ruega por nosotros.
Reina inmaculada del cielo y de la tierra. Ruega por nosotros.
Eficaz auxilio de los cristianos. Ruega por nosotros.
Poderoso patrocinio de los desvalidos. Ruega por nosotros.
Insigne protectora de los atribulados. Ruega por nosotros.
Consuelo constante de los afligidos. Ruega por nosotros.
Remedio de todos los males. Ruega por nosotros.
Piadosa madre de los pecadores. Ruega por nosotros.
Refugio de los perseguidos. Ruega por nosotros.
Fortaleza de los débiles. Ruega por nosotros.
Tesoro de los necesitados. Ruega por nosotros.
Socorro de los adeudados. Ruega por nosotros.
Defensora y sostén de la Santa Iglesia. Ruega por nosotros.
Lirio inmaculado de los valles. Ruega por nosotros.
Emperatriz inmaculada de todo lo creado. Ruega por nosotros.
Reina inmaculada de los coros angélicos. Ruega por nosotros.
Heroína inmaculada de los Patriarcas. Ruega por nosotros.
Ideal inmaculado de los Profetas. Ruega por nosotros.
Maestra inmaculada de los Mártires. Ruega por nosotros.
Modelo inmaculado de los confesores. Ruega por nosotros.
Azucena inmaculada de las vírgenes. Ruega por nosotros.
Reina inmaculada de todos los santos. Ruega por nosotros.
Perla inmaculada concebido sin pecado original. Ruega por nosotros.
    
María inmaculada, Virgen purísima antes del parto; óyenos Señora. 
María inmaculada, Virgen intacta en el parto; escúchanos Señora.
María inmaculada, castísima Virgen después del parto: ruega por nosotros.
 
℣. Ruega por nosotros, Inmaculada Madre de Dios.
℟. Para que seamos dignos de las gracias y promesas de nuestro Señor Jesucristo.
    
ORACIÓN
Acógeme bajo tu amparo, Inmaculada María, para que los que te hemos dirigido estas preces. seamos libres de todo mal y peligros del alma y cuerpo, por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo Santísimo. Amén.
   
En el nombre del Padre, y del Hijo ✠, y del Espíritu Santo. Amén.
   
DÍA SEGUNDO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para los tres días, y las tres Ave Marías y Glorias.
    
MADRE INMACULADA DE DIOS HIJO, RUEGA POR NOSOTROS.
ORACIÓN
¡Oh María incomparable! ¡Oh dulcísima y amorosísima Madre de Dios! ¡A qué dignidad tan alta te elevó tu profunda humildad, tu pureza y todas las virtudes que adornan tu alma santísima! El supremo Señor de cielo y tierra te llenó de bendiciones desde la eternidad para que fueras la digna Madre del Verbo de Dios hecho hombre. Por eso el Arcángel Gabriel te dice «Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres». ¡Oh Señora!, por el inefable gozo que tuviste en el día venturoso en que tomó carne humana el Hijo de Dios en tu purísimo vientre; por el inmenso regocijo que sentiste al verlo nacido, adorado y alabado de Ángeles, pastores y Reyes, encantándote con su bellísimo semblante, te ruego humildemente interpongas tus ruegos para alcanzar de tu Hijo benditísimo el remedio de mis necesidades espirituales temporales; que cese ya esta (aquí se dice la necesidad) que me tiene en continuo sobresalto, sin darme tregua ni descanso, para atender al negocio importante de mi salvación eterna. Ea, Reina poderosa y clemente, ruega por nosotros. ¿Qué puedes pedir a tu sacratísimo Hijo que no te conceda al momento? Tú dispones en el cielo y mandas como Madre del Rey Eterno, absoluto Señor de todo lo que existe, y jamás podrá oponerse a tus deseos; pues siendo tan grande tu poder y siendo nuestra amorosa Madre, ¿me dejarás sin consuelo? ¿No remediarás mis necesidades? ¿No calmarás la angustia que me devora? Sí Señora, es imposible que no se mueva a piedad tu compasivo Corazón al verme postrado ante tu bellísima imagen de Lourdes, lleno de fe y confianza, y con una seguridad tal de conseguir lo que te pido que ya mi corazón está tranquilo, le alegría anima mi semblante, mi oprimido pecho se ensancha reanimado, porque estoy seguro, sí, muy seguro de que la Madre de Dios ha escuchado mis ruegos, ha pedido lo que solicito, y está concedido lo que deseo. ¡Oh Madre mía!, no puede ser de otro modo, cuando estoy cierto que jamás se ha oído decir que el que ocurre a tu patrocinio, implora tu auxilio y pide tu socorro, haya salido desconsolado: esto alego a mi favor y en ello confío para ser escuchado y atendido por ti, ¡oh Virgen pura y santa!, y que recibiendo el remedio de mis males temporales y también el de los espirituales, consiga la práctica de todas las virtudes, la perseverancia en la gracia y amistad de Dios hasta el último instante de mi vida, y la dicha de gozar la bienaventuranza por los siglos de los siglos. Amén.
    
Hoy se repite con mucha frecuencia y con grande fe y confianza: «¡María, amantísima madre de Dios Hijo, concebida sin pecado, escúchame!».
    
Concluir con la Letanía y la Oración.
    
DÍA TERCERO
Por la señal…
Acto de contrición, Oración para los tres días, y las tres Ave Marías y Glorias.
    
ESPOSA INMACULADA DE DIOS ESPÍRITU SANTO, RUEGA POR NOSOTROS.
ORACIÓN
¡Castísima Esposa del Divino Amor! ¡Virgen pura e Inmaculada, que desde el primer instante de tu Concepción fuiste llena del Santo Espíritu de Dios! ¡Objeto preciosísimo de las complacencias del Altísimo!, que reuniendo en ti todas las virtudes, todas las excelencias y todos los dones que jamás criatura alguna tuvo ni tendrá, te concedió las prerrogativas más grandes y exquisitas, los privilegios más elevados y extraordinarios para que siendo la casta Esposa del Espíritu Santo, fueras también la Medianera entre Dios y los hombres, para que éstos sean animados y fortalecidos del mismo Santo Espíritu de amor y caridad ¡Oh bellísima María! Si los Ángeles y los Santos no pueden alabarte como mereces, ¿cómo podré yo hacerlo, siendo, ¡ay de mí!, miserable pecador, indigno aun de estar en tu presencia? Pero tu misma grandeza, tu misma majestad me inspira confianza porque a esa soberanía y magnificencia propia de la Esposa del Rey de todo lo creado, que tiene su asiento a la diestra del Omnipotente sobre los espíritus angélicos, que descubre con su vista perspicaz hasta lo más recóndito de los cielos, la tierra y los abismos, se junta la piedad, la misericordia, la bondad y la ternura más exquisita para con nosotros, pobres y desgraciados pecadores. Pues, Señora, postrado ante tu bellísima imagen de Lourdes, te llamo, invoco y requiero como a mi tierna Madre, como a mi insigne protectora; como a mi constante bienhechora, para que remedies los males que me afligen, para que calmes los rigores de tantas necesidades que me atormentan; que cese ya esta (aquí se dice la necesidad) que no me da tregua ni descanso, para dedicarme al negocio importantísimo de mi salvación eterna. Ruega por mí, castísima Esposa de Dios Espíritu Santo, para que consiga no solo el remedio de mis penas temporales, sino también que el mismo Santo Espíritu ilumine mi entendimiento, inflame mi voluntad y adorne mi alma con sus sacrosantos dones y todas las virtudes de que eres tan perfecto modelo. También te pido el remedio de las necesidades de la Santa Iglesia, las del Sumo Pontífice y autoridades eclesiásticas y seculares, el alivio en sus penas a las benditas almas que están en el Purgatorio, la paz y prosperidad de nuestra Patria. Ea, Madre y Señora nuestra, vuelve a nosotros tus bellísimos ojos, cúbrenos con el manto de tu protección para que seamos libres de tantos peligros que nos cercan, y de tantos males que nos afligen ¡Ah Señora mía!, Templo y sagrario inmaculado de la Santísima Trinidad, responde favorablemente a las súplicas que con firme fe y segura confianza te he dirigido humildemente en estos tres días agobiado del peso de mis necesidades espirituales y temporales; recibe benignamente mis afectuosas palabras, mis tiernos suspiros, mis amargas lágrimas derramadas por la vehemencia de mis aflicciones. No me desampares, Esposa inmaculada del Espíritu Santo asísteme en todos los instantes de mi vida y en el trance terrible de mi muerte para que fortalecido con tu presencia y haciendo un fervoroso acto de amor de Dios, vuele mi alma a gozar las eternas delicias de la gloria por toda la eternidad. Amén.
    
Hoy se dice con mucha frecuencia, fe y esperanza: «¡María Inmaculada, Castísima Esposa de Dios Espíritu Santo! Concédeme lo que te he pedido».
   
Concluir con la Letanía y la Oración.

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