«Amaos recíprocamente con ternura y caridad fraternal» (Rom. 12, 10).
Nacido cerca de Lyon en 1641, Claudio de la Colombière entró en la Compañía de Jesús. Después de algunos años consagrados a la enseñanza, fue nombrado, a la edad de 33 años, superior en Paray-le-Monial. Encontró allí a Santa Margarita María de Alacoque, a la que estaba destinado por Dios para asistir en la propagación de la devoción al Sagrado Corazón y para dirigirla en las angustias espirituales que por entonces atravesaba. En seguida fue enviado a Londres, como predicador de la duquesa de York, que era católica. Fue puesto en prisión por los protestantes y condenado a muerte. Pena ésta que le fue conmutada por la de destierro. Murió en 1682.
MEDITACIÓN SOBRE EL AMOR AL PRÓJIMO
I. Debes amar a tu prójimo como a ti mismo, porque has sido creado a imagen de Dios, y Jesucristo, que ha muerto por él, así te lo ha mandado. ¿Cómo observas este precepto? ¿Dónde está tu compasión por los pobres y miserables? ¡Ah! muy lejos de amar a tus hermanos, tu corazón está lleno de envidia, de cólera, de odio contra ellos. Jesucristo te tratará como hayas tratado a los demás.
II. Debes amar a todos los hombres, porque Jesucristo ha muerto por todos y todos son tus hermanos en Jesucristo. Pero, hay infieles, herejes, pecadores… ¿Qué importa? ¿Te ha revelado Él acaso que no dejarán su infidelidad o el camino del vicio? Tal vez un día sean más grandes que tú en el cielo. «Dios te amó cuando eras pecador, a fin de hacerte pasar del estado de pecado al de gracia» (San Agustín).
III. ¿Quieres saber si tu amor para con el prójimo es puro, sincero y según Dios? Mira si haces a los demás lo que quisieras que te hagan a ti. Si eres pobre, si estás afligido o enfermo. ¿no te gustaría ser socorrido y aliviado? ¿Te resultaría agradable ser maltratado, ser objeto de burla, calumniado, en una palabra, tratado como tratas a los demás? Aplícate esta regla. y descubrirás las faltas que cometes contra el prójimo. «Según la medida con que midieres, serás medido», ha dicho Nuestro Señor Jesucristo.
La caridad para con el prójimo. Orad por el acrecentamiento de la caridad fraternal.
ORACIÓN
Oh Señor Jesucristo, que os habéis dignado hacer del bienaventurado Claudio el servidor fiel y el amigo de vuestro Sagrado Corazón, acordadnos por su intercesión, que seamos revestidos con las virtudes e inflamados con los sentimientos de vuestro Corazón. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.
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