«Para ir a Dios hay muchos caminos quizás más excelentes que el que nosotros seguimos; reconozcamos su excelencia, pero pongamos todo nuestro empeño en progresar en el camino en que Dios nos puso, porque allí es donde Él nos quiere» (San Francisco de Sales).
Juana nació el 27 de noviembre de 1765 en Sancey le Long, diócesis de Besanzón, Francia, siendo la quinta de nueve hermanos. Su padre era curtidor. Perdió a su madre cuando sólo contaba dieciseis años, debiéndose hacer cargo del manejo de la casa, ayudar a su padre y de criar y educar a sus hermanos menores. Rechazando una propuesta de matrimonio, entró en la orden de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl el 1 de noviembre de 1787, en París, y trabajó en varios hospitales durante los siguientes cinco años. Cuando se suprimieron las ordenes religiosas, durante la Revolución Francesa, se le ordenó que volviera a su casa y a la vida seglar. Juana se rehusó a jurar la Constitución Civil del Clero y trató de escapar de las autoridades, pero fue apaleada por un soldado de tal forma que le llevó meses recuperarse.
Finalmente volvió caminando a Sancey donde se ocupó del cuidado de enfermos y abrió una pequeña escuela para niñas. Cerca de allí presenció la ejecución de Fray Ceferino (en el siglo Edmundo Antonio Delacour), y en vano trató de conseguir su cabeza como reliquia. El 15 de agosto de 1795, la represión del gobierno la obligó a huir a Suiza. Allí, se encontró con los Solitarios del Retiro Cristiano, formado por religiosas (entre ellas Juana Barbe, hermana suya, que falleció en 1796) y sacerdotes exiliados liderados por el padre Antonio Silvestre Receveur, con los que se asoció para auxiliar física y espiritualmente a los enfermos. Pero debido al prejuicio anticatólico, el grupo tuvo que trasladarse a Alemania.
Más tarde volvió a Landeron, Suiza, en 1797, donde se encontró con Claude Petit-Benoît de Chaffoy, Vicario General de la Archidiócesis de Besanzón, quien le pidió que fundara un hospital y una escuela para niñas pobres. A pesar suyo (Juana había hecho voto de nunca volver a pisar suelo francés), regresó a Francia el 15 de agosto de 1797, dos años después de su exilio. El 11 de abril de 1799 se abrió la escuela en Besanzón. La congregación fundada por Juana para encargarse de esas instituciónes fue llamada Instituto de Hijas de la Caridad bajo la protección de San Vicente de Paúl (hoy conocidas como Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret). Pronto comenzaron a expandirse, y abrieron más escuelas y hospitales en Francia, Suiza e Italia (donde las había llamado Joaquín Murat, rey de Nápoles, por medio de Leticia Ramolino y el cardenal Joseph Fesch, madre y tío de Napoleón Bonaparte). El Instituto, independiente de la fundación parisina, recibió la aprobación diocesana por el arzobispo Claude Le Coz el 26 de septiembre de 1807, y la aprobación papal de Pío VII el 23 de junio de 1819.
Santa Juana murió en el monasterio Regína Cœli de Nápoles en la noche del 24 de agosto de 1828, después de años de sufrimientos físicos y morales (el arzobispo de Besanzón Gabriel Cortois de Pressigny, galicano, rechazó las constituciones aprobadas por Roma y forzó la separación de la casa local respecto de la Casa general en Nápoles); y fue canonizada por el Papa Pío XI el 14 de enero de 1934.
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