lunes, 16 de agosto de 2021

DEL PRONUNCIAMIENTO DE ROBERT SARAH SOBRE “Traditiónis Custódes”

Robert Sarah Nemelo incensado el altar durante la celebración con la semi-novusordiana “Forma Extraordinaria” en la catedral de San Leoncio de Fréjus, Francia (22 de Septiembre de 2019)

El cardenal guineano Robert Sarah Nemelo, otrora Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, se pronunció el 14 de Agosto de 2021 en el diario francés LE FIGARO sobre el Motu Próprio “Traditiónis Custódes” (Traducción a partir de la versión inglesa en NATIONAL CATHOLIC REGISTER, corrección de estilo propia):
«NADIE ESTÁ DE MÁS EN LA IGLESIA DE DIOS» (SOBRE LA CREDIBILIDAD DE LA IGLESIA CATÓLICA)
   
La duda se ha apoderado del pensamiento occidental. Tanto los intelectuales como los políticos describen la misma impresión de colapso. Ante la ruptura de la solidaridad y la desintegración de identidades, algunos recurren a la Iglesia Católica. Le piden que dé una razón para vivir juntos a personas que han olvidado lo que los une como un solo pueblo. Le ruegan que les dé un poco más de alma para hacer soportable la fría dureza de la sociedad de consumo. Cuando un sacerdote es asesinado, todo el mundo se conmueve y muchos se sienten heridos hasta la médula.
   
Pero, ¿es la Iglesia capaz de responder a estas llamadas? Ciertamente, ella ya ha desempeñado este papel de guardiana y transmisora ​​de la civilización. En el crepúsculo del Imperio Romano, supo transmitir la llama que los bárbaros amenazaban con apagar. Pero, ¿todavía tiene los medios y la voluntad para hacerlo hoy?
    
En la base de una civilización, solo puede haber una realidad que la supere: un invariante sagrado. André Malraux notó esto con realismo: “La naturaleza de una civilización es lo que se concentra en torno a una religión. Nuestra civilización es incapaz de construir un templo o una tumba. Se verá obligada a encontrar su valor fundamental o se deteriorará” [Note sur l’Islam, en Revista Time, 3 de Junio de 1956].
   
Sin un fundamento sagrado, las fronteras protectoras e insuperables son abolidas. Un mundo completamente profano se convierte en una vasta extensión de arenas movedizas. Todo está tristemente abierto a los vientos de la arbitrariedad. En ausencia de la estabilidad de un fundamento que escapa al hombre, la paz y la alegría, signos de una civilización duradera, son absorbidos constantemente por una sensación de precariedad. La angustia del peligro inminente es el sello de los tiempos bárbaros. Sin un fundamento sagrado, todo vínculo se vuelve frágil y voluble.
    
Algunos piden a la Iglesia Católica que desempeñe este papel de base sólida. Les gustaría verla asumir una función social, es decir, ser un sistema coherente de valores, una matriz cultural y estética. Pero la Iglesia no tiene otra realidad sagrada que ofrecer que su fe en Jesús, Dios hecho hombre. Su único objetivo es hacer posible el encuentro de los hombres con la persona de Jesús. La doctrina moral y dogmática, así como el patrimonio místico y litúrgico, son el escenario y el medio de este encuentro fundamental y sagrado. De este encuentro nace la civilización cristiana. La belleza y la cultura son sus frutos.
    
Por lo tanto, para responder a las expectativas del mundo, la Iglesia debe encontrar el camino de regreso a sí misma y retomar las palabras de San Pablo: “No quise saber otra cosa mientras estuve con vosotros que de Jesucristo, y Éste crucificado” (I Corintios II, 2). Debe dejar de pensar en sí misma como un sustituto del humanismo o la ecología. Estas realidades, aunque buenas y justas, son para ella consecuencias de su tesoro único: la fe en Jesucristo.
     
Lo sagrado para la Iglesia, entonces, es la cadena inquebrantable que la une con certeza a Jesús. Una cadena de fe sin ruptura ni contradicción, una cadena de oración y liturgia sin ruptura ni repudio. Sin esta continuidad radical, ¿qué credibilidad podría reclamar la Iglesia? En ella no hay vuelta atrás, sino un desarrollo orgánico y continuo que llamamos la tradición viva. Lo sagrado no se puede decretar, se recibe de Dios y se transmite.
   
Esta es sin duda la razón por la que Benedicto XVI pudo afirmar con autoridad:
“En la historia de la Liturgia hay crecimiento y progreso pero ninguna ruptura. Lo que para las generaciones anteriores era sagrado, también para nosotros permanece sagrado y grande y no puede ser  improvisamente totalmente prohibido o incluso perjudicial. Nos hace bien a todos conservar las riquezas que han crecido en la fe y en la oración de la Iglesia y de darles el justo puesto” [Carta a los obispos adjunta al Motu Próprio “Summórum Pontíficum”, 7 de Julio de 2007].
En un momento en que algunos teólogos buscan reabrir las guerras litúrgicas enfrentando el misal revisado por el Concilio de Trento con el que está en uso desde 1970, es urgente recordarlo. Si la Iglesia no es capaz de preservar la continuidad pacífica de su vínculo con Cristo, no podrá ofrecer al mundo “lo sagrado que une las almas”, según las palabras de Goethe.
   
Más allá de la disputa por los ritos, está en juego la credibilidad de la Iglesia. Si afirma la continuidad entre lo que comúnmente se llama la Misa de San Pío V y la Misa de Pablo VI, entonces la Iglesia debe poder organizar su convivencia pacífica y su enriquecimiento mutuo. Si se excluyera radicalmente a uno en favor del otro, si se los declarara irreconciliables, se reconocería implícitamente una ruptura y un cambio de orientación. Pero entonces la Iglesia ya no podría ofrecer al mundo esa sagrada continuidad, que es la única que puede darle paz. Al mantener viva una guerra litúrgica dentro de sí misma, la Iglesia pierde su credibilidad y se vuelve sorda a la llamada de los hombres. La paz litúrgica es el signo de la paz que la Iglesia puede traer al mundo.
    
Por tanto, lo que está en juego es mucho más serio que una simple cuestión de disciplina. Si ella reclamara una reversión de su fe o de su liturgia, ¿en qué nombre se atrevería la Iglesia a dirigirse al mundo? Su única legitimidad es la coherencia en su continuidad.
    
Además, si los obispos, que son los encargados de la convivencia y el enriquecimiento mutuo de las dos formas litúrgicas, no ejercen su autoridad en este sentido, corren el riesgo de dejar de aparecer como pastores, guardianes de la fe que han recibido y de las ovejas confiadas a ellos, pero como líderes políticos: comisarios de la ideología del momento más que guardianes de la tradición perenne. Corren el riesgo de perder la confianza de los hombres de buena voluntad
   
Un padre no puede introducir desconfianza y división entre sus hijos fieles. No puede humillar a algunos poniéndolos en contra de otros. No puede condenar al ostracismo a algunos de sus sacerdotes. La paz y la unidad que la Iglesia pretende ofrecer al mundo debe vivirse primero dentro de la Iglesia. 
     
En materia litúrgica, ni la violencia pastoral ni la ideología partidista han producido jamás frutos de unidad. El sufrimiento de los fieles y las expectativas del mundo son demasiado grandes para emprender estos caminos sin salida. ¡Nadie está de más en la Iglesia de Dios!
  
A Sarah no le agrada mucho referenciar las citas que emplea en sus escritos (por menos que eso, en la universidad suspenden las tesis y le marcan plagio) por eso tuvimos que agregarlas a la traducción. Pero en el meollo del asunto, Sarah sigue a Ratzinger (que según el presbítero John Zuhlsdorf, en su juventud fue crítico de “Gáudium et Spes”. Cosas veredes…) en creer que el Rito Romano y el Novus Ordo “pueden y deben enriquecerse mutuamente”, o que existe continuidad entre ellos. Nada más lejos de la realidad.
   
El Novus Ordo Missæ nació en una intención ecuménica, de hacer la paz con los protestantes, odiadores de la Misa Romana (testimonios tomados de ASOCIACIÓN CULTURAL MONTFORT y SCRIPTA MANENT):
  • «La intención de Pablo VI  en lo que concierne a la liturgia, lo que se llama la vulgarización de la misa, era de reformar la liturgia católica de forma tal que coincida en algunas cosas con la protestante, con la Cena protestante. […] Repito que Pablo VI hizo todo lo que estuvo en su poder para acercar la misa católica –ignorando el Concilio de Trento– con la Cena protestante. Ayudado particularmente por mons. Bugnini, que no siempre gozó de su confianza en este punto. […] Naturalmente, yo no he asistido a la Cena calvinista, pero he asistido a la misa de Pablo VI. La Misa de Pablo VI se presenta principalmente como un banquete, ¿no es verdad?, e insiste mucho en el aspecto de la participación a un banquete, y muy poco en la noción de sacrificio, de sacrificio ritual, de cara a Dios, mientras el sacerdote muestra solo las espaldas. Luego no creo equivocarme al decir que la intención de Pablo VI y de la nueva liturgia que lleva su nombre es la de pedir a los fieles una más grande participación en la Misa, y de darle un lugar más grande a la Escritura, y un lugar menos grande a todo lo que en ella hay, algunos dicen “de mágico”, otros “de consagración consubstancial”, [corrigiéndose] transubstancial, y que es la fe católica. En otras palabras, había en Pablo VI una intención ecuménica de borrar –o al menos de corregir, atenuar– lo que en ella hay de demasiado “católico”, en el sentido tradicional, en la misa, y de acercar la misa católica, lo repito, con la misa calvinista». (JEAN GUITTON, Debate en el programa dominical “Lumiere 101” de Radio Courtoise, 19 de Diciembre de 1993. Citado en revista “Sì sì, No no”, año XX, n.º 13, Julio de 1994).
  • «Al esfuerzo pedido a los hermanos separados para que se reúnan, debe corresponder el esfuerzo, otro tanto mortificante para nosotros, de purificar la Iglesia romana en sus ritos, para que devenga desiderable y habitable». (JEAN GUITTON, Pablo VI secreto, San Pablo, Milán 1985, 4.ª Edición 2002, pág. 59).
  • «La Iglesia ha sido guiada por el amor a las almas y el deseo de facilitar en cualquier manera el camino de la unión a nuestros hermanos separados, para eliminar toda piedra que pudiese ser aún solo una sombra de posibilidad de tropiezo o de desagrado». (ANIBALE BUGNINI CM, Las “Variatiónes” a algunos textos de la Semana Santa. L’Osservatore Romano, 19 de Marzo de 1965).
  • «La imagen de la liturgia dada por el Concilio Vaticano II es completamente diferente de aquella que la Iglesia católica ha tenido hasta ahora». (ANIBALE BUGNINI CM, Declaración a L’Osservatore Romano, 4 de Enero de 1967. En «La Documentation Catholique», n.º 1491 (1967), col. 824).
  • «La reforma litúrgica realizó un notable paso en dirección al campo ecuménico y se aproximó a las formas litúrgicas de la Iglesia luterana». (ANIBALE BUGNINI CM, Declaración a L’Osservatore Romano, 13 de Mayo de 1967. Citado en “La Reforma Litúrgica”).
  • «No decimos pues “nueva Misa”, sino más bien “nueva época” de la vida de la Iglesia». (Antipapa PABLO VI MONTINI, Audiencia General, 19 de Noviembre de 1969).
  • «Si tenemos en cuenta la decisiva evolución de la liturgia católica [realizada por la Misa Nueva de Pablo VI], la posibilidad de sustituir el canon de la misa por otras oraciones litúrgicas, el oscurecimiento de la idea según la cual la misa sería un sacrificio, la posibilidad de comulgar bajo ambas especies, ya no hay más motivos para que las Iglesias de la Reforma prohiban a sus fieles tomar parte en la Eucaristía de la Iglesia Romana». (ROGER ADOLPHE MEHL, sociólogo protestante. Diario “Le Monde”, 10 de Septiembre de 1970).
  • «Es interesante señalar un comentario sueco que afirma algo en este sentido: la reforma litúrgica (…) se aproximó a la misma forma de la liturgia luterana». (L’Osservatore Romano”, 13 de Octubre de 1967).
  • «El nuevo ordinario de la misa [de Pablo VI], más allá de sus relativas imperfecciones, debidas al peso de la colegialidad y de la universalidad, es un ejemplo de aquella búsqueda fecunda de unidad abierta y de fidelidad dinámica, de verdadera catolicidad [sic]: uno de sus frutos será que tal vez las comunidades no católicas podrán celebrar la Santa Cena con las mismas oraciones que la Iglesia Católica: teológicamente esto es posible». (MAX THURIAN, pastor protestante y suprior de la Comunidad de Taizé, citado en el diario La Croix, 10 de Mayo de 1969, pág. 10).
  • «Las nuevas oraciones eucarísticas [de la Misa Nueva de Paulo VI] presentan una estructura que se conforma a la misa luterana…». (ROGER SCHUTZ, pastor protestante y fundador de la Comunidad de Taizé. Citado en la revista “Itineraires”, n.º 305, pág. 162).
  • «Lo que nosotros consideramos, y bien alto, un punto sobre el cual todos los protestantes concuerdan –y no tienen divergencias sobre este punto– es que la misa pueda ser una repetición del sacrificio de Jesucristo, que el padre pueda ofrecer el Cuerpo y la Sangre una vez más. Esto nos parece, y lo digo muy francamente, abominable, el que se pueda repetir algo que es único y perfecto, esto no puede ser repetido, y el gran mérito del Ordo de Pablo VI es que abrió un camino exactamente en este sentido, y que es así como la Iglesia conciliar ha actuado.
       
    Lo que era intolerable de la Misa de Pío V, yo lo escribí en el diario “Le Monde”, y me refiero a eso frecuentemente; que muchos de nuestros antepasados en la fe preferían subir al cadalso antes que asistir a esa misa. Y tenían un gran coraje, teológicamente tenían razón, porque aquella misa no es posible en el campo evangélico, a nuestros ojos». (MICHEL VIOT MATHIEU, ex-presidente del Consistorio Luterano de París. Citado en Una Voce, Julio de 1985).
  • «Así pues, en mi parroquia de Hamburgo, por ejemplo, usamos normalmente la plegaria eucarística II [de la Misa de Pablo VI] como la forma luterana de las palabras de institución, omitiendo la oración por el Papa». (Pastor OTTFRIED JORDAHN, del instituto Dom Herwegen de la abadía de Maria Laach, el dia 15 de junio de 1975. Citado por la revista “Itineraires”, n.º 218, pág. 116).
  • «Las nuevas plegarias litúrgicas [de la Missa Nueva de Pablo VI] han abandonado la falsa perspectiva de un sacrificio ofrecido a Dios».(“Una de las más importantes revistas protestantes”, citada por Jean Guitton en el diario “La Croix”, 10 de Diciembre de 1969).
  • «Nada en la misa renovada [por Pablo VI] puede disgustar al cristiano evangélico». (GÉRARD SIEGWALT, pastor luterano y profesor de dogmatica de la Facultad Protestante de Estrasburgo. Carta al obispo de Estrasburgo, citada en el diario “Le Monde”, 22 de Noviembre de 1969).
  • «Teniendo en cuenta las formas actuales de celebración eucarística de la Iglesia Católica [la Misa de Pablo VI] y en razón de las convergencias teológicas existentes, muchos obstáculos que podrían impedir a un protestante participar de esta celebración litúrgica parecen en vías de desaparecer. Podría ser posible, hoy, a un protestante reconocer en la celebración litúrgica católica la Cena instituida por el Señor.
       
    Consideramos que la utilización de la nuevas plegarias litúrgicas [de la Misa Nueva de Pablo VI] en las cuales nosotros nos reencontramos, que tienen el mérito de obnubilar la teología del sacrificio la cual teníamos por costumbre atribuir al catolicismo.
       
    Estas oraciones nos invitan a reencontrar una teología evangélica del sacrificio». (Consistorio superior de la Confesión de Augsburgo y de Lorena. Declaración del 8 de Diciembre de 1973, publicada en “L’Église en Alsace”, Enero de 1974, publicación de Servicio diocesano de información, citada en “La Nueva Misa” de Louis Salleron, 2.ª Edición, pág. 193).
  • «La primera vez que escuché la misa en francés, apenas podía creer que fuera una misa católica, y ya no podía encontrarme allí. Solo la consagración me tranquilizó, aunque fue palabra por palabra parecida a la consagración anglicana.
       
    […]
       
    Un día que estaba en el campo con mi hermana Anne, asistimos a una misa televisada…
       
    Lo que yo reconocí, como Anne de su parte, fue una imitación bastante burda del servicio anglicano que nos era familiar en nuestra infancia». (JULIAN HARTRIDGE GREEN –convertido del anglicanismo en 1916–, “Ce qu’il faut d’Amour à l’homme”, Plon, París 1978, págs. 135 y 138).
  • «Ellos [los observadores no católicos en el Concilio Vaticano II] no estaban allí solo como observadores, sino también como consultores expertos, y participaban plenamente en las discusiones sobre la renovación litúrgica católica. Si se hubieran contentado con escuchar, no hubiera tenido mucho sentido, pero estaban contribuyendo». (WILLIAM WAKEFIELD BAUM HAYES, presidente de la Comisión de Asuntos Ecuménicos e Interreligiosos de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, en “Detroit News”, 27 de Junio de 1967).
  • «El nuevo Ordo Missæ –si se consideran los elementos nuevos susceptibles de apreciaciones muy diversas, que aparecen en él sobreentendidas o implícitas– se aleja de modo impresionante, tanto en conjunto como en detalle, de la teología católica de la Santa Misa tal como fue formulada por la XXII sesión del Concilio de Trento». (Cardenales ALFREDO OTTAVIANI y ANTONIO BACCI, Carta a Pablo VI, en Breve examen crítico del Nuevo Ordo Missæ)
  • «El nuevo rito se presenta como pluralista y experimental y como vinculado al tiempo y al lugar. Quedando de este modo definitivamente rota la unidad del culto, ya no vemos en que podrá consistir en adelante la unidad de fe que está vinculada íntimamente con él, de la cual sin embargo se sigue diciendo que es su sustancia lo que se debe mantener sin hacer compromiso alguno.
       
    Es evidente que el nuevo Ordo Missæ renuncia de hecho a ser la expresión de la doctrina que definió el Concilio de Trento como de fe divina y católica, aunque la conciencia católica permanece vinculada para siempre a esta doctrina. Resulta de ello que la promulgación del nuevo Ordo Missæ pone a cada católico ante la trágica necesidad de escoger». (Breve Examen crítico del Nuevo Ordo Missæ).
  • «Que los sacerdotes católicos renuncien de una vez por todas a llevar los disfraces preparados por los superiores traidores para complacer a algunos predicadores herejes. Que se nieguen a celebrar la Misa con el Novus Ordo porque este Novus Ordo, con su calculado desmantelamiento de formas y ritos, se ha convertido en lo que estaba destinado a ser: un libro litúrgico para uso de oficiantes heréticos que no creen en la Misa y que no son sacerdotes». (Padre ROGER THOMAS CALMEL OP, en ocasión de la adopción del Novus Ordo por la comunidad de Taizé en Abril de 1972. En Le père Roger-Thomas Calmel, Padre Jean-Dominique Fabre, éd. Clovis 2012 p. 478).
  
Así pues, el que se considere Católico debe escoger: o la Misa Romana Tradicional, o el Novus Ordo creado por Annibale Bugnini. La elección no es pacífica (la paz no es un valor absoluto), porque después de todo, como dijo Nuestro Señor: «No vine a traer paz, sino espada» (San Mateo X, 34). Para nosotros, la elección está clara y no admite componendas: SEDEVACANTISTAS PARA PERMANECER CATÓLICOS.
   
JORGE RONDÓN SANTOS
16 de Agosto de 2021 (Año Mariano “Espada de Lepanto”).
Día II infraoctava de la Asunción de Santa María. Fiesta de San Joaquín, Padre de la Bienaventurada Virgen Santa María. Nacimiento de San Juan Bosco, Sacerdote, Confesor y Fundador. Tránsito de San Roque de Montpellier, Confesor; de la Beata Beatriz de Silva y de Menezes OIC, Virgen y Fundadora; y del bienaventurado Víctor Chumillas Fernández OFM y 19 compañeros (Mártires Franciscanos de Consuegra). Dedicación de la Basílica de San Sebastián en Manila, Filipinas. Traslación de la Sábana Santa desde Edesa a Constantinopla. Aparición de Nuestra Señora de las Gracias de Torcoroma en la Villa de Santa Ana de Ocaña, Colombia.

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