domingo, 29 de agosto de 2021

ENCÍCLICA “Qui Nuper”, SOBRE LOS ESTADOS PONTIFICIOS

Traemos esta encíclica del Papa Pío IX, publicada en el contexto de la “Unificación Italiana” bajo la Casa de Saboya, en la cual los “Camisas Rojas” del francmasón Giuseppe Garibaldi invadían los Estados Pontificios y estaban ad portas de la Alma Urbe Romana. El Papa Mastai exhorta a elevar oraciones para que la amenaza fuese frenada (aunque la Divina Providencia finalmente permitió que sucediese lo contrario).
  
Con todo, esta Encíclica es de resaltar porque por medio de ella se aprobó el uso de las denominadas “Preces Pío-Leoninas” que se rezan después de las Misas Rezadas.
   
CARTA ENCÍCLICA “Qui Nuper” DE NUESTRO SANTÍSIMO SEÑOR PÍO IX, SOBRE LOS PROBLEMAS DE LOS ESTADOS PONTIFICIOS
  
A nuestros Venerables Hermanos, los Patriarcas, Primados, Arzobispos, Obispos, y demás Ordinarios en Paz y Comunión con la Sede Apostólica.
  
Venerables Hermanos, Salud y Bendición Apostólica.
 
1. Rebelión de nuestras provincias. - El remedio: la oración.
El movimiento sedicioso que no ha mucho se inició en Italia contra los legítimos Príncipes aun en las regiones limítrofes de los dominios Pontificios, invadió también, como llamarada de un incendio, algunas de Nuestras Provincias, las cuales movidas con aquel funesto ejemplo impelidas con incitaciones exteriores, se sustrajeron de Nuestro paternal gobierno y, procurándolo unos pocos, buscan también someterse a aquel gobierno italiano que en estos años se mostró adverso a la Iglesia, a sus legítimos derechos y sagrados administradores. Mientras Nosotros reprobamos y Nos dolemos de los actos de esta rebelión, con los que una parte solamente del pueblo en estas provincias, perturbadas tan injustamente, corresponde a Nuestro paternal afecto y a Nuestros cuidados, y mientras públicamente afirmamos ser necesario a esta Santa Sede el Principado civil para poder ejercer sin ningún impedimento la sagrada potestad en beneficio de la Religión, —el cual principado civil se esfuerzan por cierto, los astutísimos enemigos de la Iglesia de Cristo en arrancarle— enviamos a Vosotros, Venerables Hermanos, en medio de esta confusión actual, la presente carta para buscar algún alivio a Nuestro dolor.
   
Y con esta ocasión os exhortamos también a que según vuestra conocida piedad y celo hacia la Sede Apostólica y su libertad, procuréis hacer lo que leemos que, en otro tiempo, ordenó Moisés a Aarón, supremo Pontífice de los Hebreos “toma el incensario y sacando fuego del altar ponle incienso encima y sal luego al pueblo para rogar por ellos, puesto que se ha airado el Señor y recrudece el castigo” [Números 16, 46]. Del mismo modo os rogamos que ofrezcáis vuestras preces como aquellos santos hermanos, Moisés y Aarón, que postrados sobre su rostro dijeron: “fortísimo Dios del espíritu de toda carne ¿acaso por el pecado de algunos se ensañará tu ira contra todos?” [Números 16, 2].
   
2. Firmeza de Nuestros derechos.
Venerables Hermanos, os enviamos la presente carta con la que percibimos no poco alivio, como quiera que confiamos que vosotros responderéis plenamente a Nuestros deseos y preocupaciones. Por lo demás, abiertamente declaramos que, revestidos de la virtud de lo alto que enviará Dios a Nuestra debilidad por las súplicas de los líeles, sufriremos cualquier eventualidad y cualquier amargura antes de descuidar en modo alguno el oficio apostólico o admitamos cualquier cosa contra la santidad del juramento con que Nos ligamos cuando por voluntad de Dios y sin mérito Nuestro subimos a esta Suprema Sede del Príncipe de los Apóstoles, ciudadela y defensa de la fe católica.
  
Rogando para que tengáis felicidad y buen suceso mientras cumplís vuestros oficios pastorales, Venerables Hermanos, con todo afecto impartimos a Vosotros y Vuestra Grey como signo de la bendición celestial la Bendición Apostólica.
  
Dado en Roma, junto a San Pedro el día 18 de junio del año 1859, de Nuestro Pontificado, el año decimocuarto. PÍO IX.

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