sábado, 21 de agosto de 2021

ORACIÓN DE SAN JUAN CRISÓSTOMO A LA SANTÍSIMA VIRGEN

   
LATÍN
Ad Sanctitátis Tuæ pedes, dulcíssima Virgo María, córpore prostrátus et corde, supplex oro, ut a Te áliquid postuláre me dóceas, quod Te audíre, et Fílium exaudíre deléctet. Indígnus sum grátia et ómnibus miseratiónibus Tuis minor. Peccátis obstántibus meis a Te Sanctíssima audíri et a Fílio Tuo úsque benedícto exaudíri non méreor. Noli tamen ad Te clamántem et vitam emendáre cupiéntem, Pia, repellére, quæ grátiæ Tuæ manum porrígere soles ad Te suspiránti. Memoráre Piissima, non esse audítum a sǽculo, quémquam ad Tua curréntem præsídia, aut Tua peténtem suffrágia, a Te derelíctum. Tali animatus confidéntia ad Te, Virgo Vírginum, confúgio, ad Te curro, ad Te vénio, coram Te gáudens ac tremens assísto. Noli, o Immaculáta, a me tam mísero peccatóre fáciem Tuam abscóndere, sed ad me cleménter réspice. Noli, Mater Verbi, mea despícere verba, sed áudi propítia et exáudi oris mei verba. Noli, Mater ómnium, ab omni benignitáte me Tua excludére, sed benígna fac mecum propter Nomen Tuum. Noli, Mater grátiæ, Fílii Tui grátiam mihi denegáre, sed concéde grátiam, quam Tu grátia plena peperísti. Noli, Stella maris, aberráre me a via veritátis diu permíttere, sed splendóris Tui directióne érue me et peccatórum calígine. Noli, Porta cœli, ob scélera mea júgiter obsecrári, sed repórta me ad portam grátiæ, a qua ingrátus exívi, per quam Tu mundo vitam et salútem reportásti. Noli, Regína glóriæ, ob Tuæ celsitúdinis glóriam mei oblivísci. sed memor meæ esto fragilitátis, et adjúva me propter glóriæ Tuæ magnitúdinem; imo noli Regína misericórdiæ in me mísero peccatóre antíquæ Tuæ misericórdiæ nomen amíttere, sed secúndum miseratiónum Tuárum multitúdinem miserére mei. Noli quǽso, Clementíssima, Tuæ pietátis áures ob meam ingratitúdinem claudére. Noli misericórdes óculos Tuos a me, Spes miserórum, avertére. Noli sólitam pietátis mansuetúdinem, et adjutrícem manum retrahére: sed tolle, quod metuo; largíre, quo cáreo; ignósce, quo offéndo. Salva me Salvátrix, rédime me Redémptrix; peccáta mea me gravant, mundus invólvit, caro me premit et inquíetat, hostis insidiátur ut rápiat, mortis hora, et justi Júdicis sententia me terret. Peccáta hábeo, mérita nescio. Sed Tu Adjútrix fortis in tribulatiónibus, adésto dolóribus meis, tantis consúle misériis atque vitæ perículis, áliud quandóquidem refúgium néscio propter Fílium Tuum. O Benigníssima, Tua intercessióne peccáta mea dele, a mundo me ábstrahe, cor meum liquefácito, spíritum humília, carnem castíga, in bono propósitum meum firma, hostem remóve, redde mihi innocéntiam vitæ, reduc me in sinum grátiæ. Rege me, ne ruam in mortem animæ, vel oppróbrium famæ; si recídero, me érige; mores, actus et vitam meam corríge. In omni adversitáte adjúva me. In cunctis agéndis diríge me. Deo plácitu doce me. Obtíne mihi spátium vitæ et locum pœniténtiæ. In hora éxitus mei, Clemens, mihi adésse dignéris. Treméndam Júdicis senténtiam in mansuetúdinem convérte. Perduc me ad Beátæ Visiónis prǽmium, Regnum glóriæ, et almæ Trinitátis fáciem sine felicitátis fine perfruéndam placábilem mihi osténde, pia Virgo María. Amen.
   
TRADUCCIÓN
A los pies de Tu Santidad, oh dulcísima Virgen María, postrado en cuerpo y corazón, oro suplicamte, para que me enseñes a pedirte alguna cosa, porque quiero oírte, y delectarme en oír a Tu Hijo. Indigno soy de la gracia y de la menor de todas Tus misericordias. Los pecados me impiden escucharte a Ti, Santísima, y no merezco escuchar a Tu Hijo benditísimo. No quieras repeler, oh Piadosa, a quien clama a Ti y desea enmendar la vida, por la gracia que acostumbra derramar Tu mano a los que suspiran por Ti. Acuérdate, oh piadosísima, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, o a tu poderoso sufragio, ha sido abandonado. Animado de esta confianza, ¡oh Virgen de las vírgenes!, me refugio en Ti, a Ti corro, vengo a Ti, asisto ante tu presencia con gozo y temblor. No quieras, oh Inmaculada, esconder Tu faz de mí, miserable pecador, antes bien mírame clemente. No quieras, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras, antes bien escúchalas propicia y atiende a las palabras de mi boca. No quieras, oh Madre de todos, excluirme de toda Tu benignidad, antes bien haz bondad conmigo por Tu Nombre. No quieras, oh Madre de la gracia, denegarme la gracia de Tu Hijo, antes bien concédeme la gracia, Tú que llena de gracia diste a luz. No quieras, oh Estrella del mar, permitir que me aparte mucho del camino de la verdad, antes bien por el esplendor de Tu dirección líbrame de las tinieblas del pecado. No quieras, oh Puerta del cielo, tratarme según mis maldades, antes bien recondúceme a la puerta de la gracia, de la cual ingrato salí, por la cual diste al mundo la vida y la salvación. No quieras, oh Reina de la gloria, que me olvide de la excelsitud de Tu gloria. sino que te acuerdes de mi fragilidad, y me ayudes por la grandeza de Tu gloria; finalmente, no quieras, oh Reina de misericordia, excluir mi nombre de Tus antiguas misericordias, antes bien apiádate de mí, miserable pecador, según la multitud de Tus misericordias. No quieras, te suplico, Clementísima, cerrar por mis ingratitudes los oídos de Tu piedad. No quieras, Esperanza de los miserables, apartar de mí Tus ojos misericordiosos. No quieras retraer la mansedumbre de tu piedad y tu mano auxiliadora: antes bien quita lo que temo; concédeme de lo que carezco; y perdóname lo que he ofendido. Sálvame, Salvadora; redímeme, Redentora; porque mis pecados me oprimen, el mundo me envuelve, la carne me antecede e inquieta, el enemigo me acecha para atraparme en la hora de mi muerte, y me aterra la sentencia del Juez justo. Tengo pecados, carezco de méritos, pero Tú, Auxiliadora fuerte en las tribulaciones, acude a mis dolores, consuela tantas miserias y peligros de la vida, porque fuera Tu Hijo desconozco cualquier otro refugio. Oh Benignísima, por Tu intercesión borra mis pecados, apártame del mundo, derrite mi corazón, humilla mi espíritu, castiga mi carne, afírmame en el buen propósito, remueve al enemigo, restitúyeme la vida de inocencia, recondúceme al seno de la gracia. Dirígeme, para que no caiga en la muerte del alma o en la fama del oprobio; levántame si caigo; y corrige mis costumbres, mis actos y mi vida. Ayúdame en toda adversidad. Dirígeme en todas mis obras. Enséñame lo que agrada a Dios. Obténme un espacio de vida y lugar de penitencia. En la hora de mi muerte, oh Clemente, dígnate estar conmigo. Convierte en mansedumbre la sentencia del Juez Tremendo. Condúceme al premio de la Visión Beatífica, al Reino de la gloria, y muéstrame la faz de la Santísima Trinidad para gozar de la felicidad sin fin, oh piadosa Virgen María. Amén.
  
Padre FRANCISCO COSTER SJ, Marialogía, compléctens meditatiónes quinquagínta de Mystériis vitae et glóriae Deíparae Maríae Vírginis (Andreas Joseph Haehnlein, editor), Würzburgo, Imprenta de Stahel, 1859. Traducción propia.

4 comentarios:

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