domingo, 30 de octubre de 2022

1898, EL HITO DE LA TRAICIÓN A ESPAÑA

Noticia tomada de EL CORREO DE ESPAÑA.
  
CESÁREO JARABO JORDÁN ANALIZA EN PROFUNDIDAD SU OBRA 1898. Un hito en la gran traición (SND)
Por Javier Navascués Pérez
    

Cesáreo Jarabo Jordán. 30 de Diciembre de 1953 en Cuenca (España peninsular). Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Estudios cursados en la Universidad de Barcelona. Autor de varias investigaciones históricas: Los Campamentos del Frente de JuventudesEl Aprendiz de Quijote. Ensayo sobre Don Quijote de la ManchaEl Primero de los Insurgentes. Historia novelada de Omar Ben HafsunEl arrianismo a través de los tiemposLos Cátaros, Priscilianismo, Inquisición, Genocidio (Estudio sobre el Tribunal de la Inquisición y exposición de los principales genocidios cometidos en el mundo)Nada en Común. Un repaso novelado a la Historia de España desde 1953 (año de mi nacimiento) con un poco de futuro ficción hasta 2016La piratería en el Pacífico y su relación con el Tribunal de la Santa Inquisición de Lima (en colaboración con el Dr. D. Sebastián I. Donoso Bustamante); Movimientos centrífugos en España: Sertorio, Paulo, La Revuelta Comunera, Antonio Pérez, La Crisis del siglo XVII, Guerra de SucesiónLa conquista británica de España: sobre los Procesos Secesionistas en AméricaEl Cantonalismo1898. Un hito en la gran traiciónLa esclavitud en el mundoEl terrorismo en fechas; La Monarquía Hispánica y la integración de los indios; y España bajo el poder árabe.

En esta ocasión analiza en profundidad su obra 1898. Un hito en la gran traición (SND).
  
España vivió en Cuba y Filipinas en el siglo XIX tres guerras contra insurgentes de alta intensidad que marcaron a la sociedad española de la época. En el caso de la guerrilla cubana fue esencial la ayuda que recibían desde Estados Unidos. ¿Cómo fue posible ese fenómeno?
Ya en los postreros momentos de Carlos II, España estaba siendo subastada entre Francia, Inglaterra y el imperio Austro Húngaro.
   
España estaba sentenciada a muerte por los intereses europeos. El cómo y el cuándo dependería de varias circunstancias. Ya en el Tratado de Utrecht firmado en 1713, España, aparte de ser mutilada en Europa, se vio obligada a firmar el Tratado del Asiento, por el que permitía a Inglaterra introducir esclavos en América.
   
En los primeros años del siglo XIX, y como extensión del plan Pitt británico, enviaron a los agentes americanos Pilke, Lewís y Craik a que recorrieran México, Cuba y Puerto Rico, predicando las doctrinas de Jacobo Monroe y tomando datos relativos a su riqueza, comercio, defensa de sus puertos y elementos de guerra.
   
En 1849, Narciso López organizó desde los EEUU una invasión que había sido preparada el año anterior por filibusteros usenses e ingleses, mientras el gobierno de los EEUU anunciaba sanciones para quienes llevasen a cabo tal actuación… pero todo hace indicar que eso era pura diplomacia.
    
Pero en esas fechas el presidente Taylor manifestaba que toda ley humana o divina justificaba que los EEUU liberasen a Cuba de España.
    
Las presiones se multiplicaban, y los insultos también, y ya en 1868, los EEUU se ofrecieron a José Morales Lemus, reconocido como representante de los separatistas, a quien facilitaban el trasiego filibustero.
    
Y el 5 de abril, Henry Clay consiguió que se votase una moción que anunciaba el reconocimiento de la independencia de Cuba.
    
A finales de 1868, Céspedes y los rebeldes de Oriente habían constituido una república y habían nombrado un Parlamento rebelde. Paralelamente, las campañas separatistas llevadas a cabo en los Estados Unidos estaban a la orden del día, llegando a constituirse secciones de los partidos anexionistas y separatistas que, contando con desertores cubanos que eran presentados como víctimas, llevaban a efecto, de forma descarada, recluta de filibusteros.
    
Para 1872 los mambises contaban con 1500 unidades mal armadas. En 1875 era 8000, y estaban bien pertrechados, y todo gracias a la ayuda proveniente de los Estados Unidos, que entre 1868 y 1872 se cifró en 22 expediciones marítimas, de las que nueve fueron intervenidas por los guardacostas españoles.
    
¿Por qué Cuba, Puerto Rico y Filipinas se mantuvieron al margen de las independencias de la América continental hispánica en la década de 1820?
El asunto de Cuba está presente en el Acta de París de 1797, firmada por José del Pozo y Sucre, Francisco Miranda y Pablo de Olavide, donde, entre otras cuestiones no menos graves, se garantizaba a los EEUU la posesión de las dos Floridas y de Luisiana a cambio de un cuerpo auxiliar de 5.000 hombres de infantería y 2.000 de caballería que prestarían sus servicios en las guerras separatistas.
    
En el artículo Once de esa misma Acta surge la figura de Cuba, en la que se marca que sería la única isla que permanecería bajo el control de la “América Meridional”, siendo que las otras islas de Puerto Rico, Trinidad y Margarita, por las cuales la América Meridional no tiene interés directo, podrán ser ocupadas por sus aliados, la Inglaterra y los Estados Unidos, que sacarán de ellas provechos considerables… Y se regalaba Panamá.
   
Pero es que ese proyecto, barajado ampliamente por Bolívar y los otros agentes británicos era algo que dividía a los ingleses. Las propuestas de Miranda serían atendidas por Inglaterra en lo que a Inglaterra conviniese, y como sea que Inglaterra y los EEUU tenían sobre la mesa su propio proyecto, diferían en torno a quién de los dos controlaría esos territorios de forma directa, no como en el continente a través de gobiernos títere.
    
Los intereses de Inglaterra señalaban que la expansión por el Caribe y por el Pacífico correspondería a los Estados Unidos. El modo de cómo llevarlo a efecto correspondería decidirlo a éstos.
    
Era manifiesto que Cuba y Puerto Rico, por su situación geográfica, debían caer en la órbita inglesa llevada desde América, pero no desde Inglaterra.
    
Siendo así, el 15 de marzo de 1826, Adams dijo en el Congreso de los EEUU que el control de las islas no podría estar en manos de una potencia europea, y por supuesto no permitirían que fuesen controladas por otros. Preferían que, de momento, continuasen ligadas a España.

¿Qué fue la Guerra de los Diez Años?
En 1868 cuando, coincidiendo con la revolución “gloriosa” dio comienzo la Guerra de los Diez Años, o Guerra Grande, y con la gestación y desarrollo del filibusterismo. Fue precedida por la revuelta en Puerto Rico, que tuvo bastante menor incidencia: la conocida como “el grito de Lares”, por el nombre de un pequeño pueblo donde se produjo el 23 de septiembre.
    
Daría comienzo con el conocido como “grito de Yara”, que encontró apoyo en las provincias de Camagüey y Oriente, y se iniciaría con el asesinato de un recaudador de impuestos.
    
Fue precedida del Manifiesto de Manzanillo, que denunciaba un exceso de “empleados hambrientos” provenientes de la península, así como la conculcación de los derechos de los cubanos.
    
Los rebeldes se instalaron en Bayazo, donde resistieron el ataque de los destacamentos que procuraban su recuperación.
    
A partir del 10 de octubre de 1868, se produjo una sucesión de hechos: La insurrección de La Demajagua, la escaramuza de Yara, el alzamiento en diversos puntos de Oriente y la toma de Jiguaní, Baire y otros lugares, la marcha de Carlos Manuel de Céspedes sobre Barrancas y Bayamo, que fue ocupada por los insurrectos al rendirse el gobernador, coronel Julián Udaeta. La guerra se generalizó, los rebeldes habían constituido un parlamento… mientras el capitán general Lersundi quitaba hierro al asunto.
    
Los periódicos predicaban descaradamente doctrinas separatistas; la enseñanza pública estaba copada por los separatistas, y la propaganda en el mismo sentido era el pan nuestro de cada día en todos los ámbitos, laborales, de recreo, familiares…
    
El general Lersundi fue sustituido por el general Dulce, que acabaría siendo apresado por los patriotas y deportado a la península merced, ambos casos, a la inoperatividad que demostraban. Aún así, las acciones de los mambises se veían limitadas a pequeñas acciones, que podían llevar a cabo meced al apoyo que les llegaba de los EE.UU.
  
Pero la jaula de grillos de la península garantizaba su subsistencia. Primero la llegada de Amadeo de Saboya; luego el caso del Virginius y el fusilamiento de 54 filibusteros; y lo más humillante, el sometimiento manifiesto a los EEUU manifestado en el saludo impuesto a la bandera de los EEUU.
    
En 1875 las tropas separatistas de Gómez y de Maceo eran rechazadas por la población, en 1876 y 1877 grandes contingentes de insurrectos entregaban las armas… y en 1877 era destituido Céspedes por los propios separatistas.
    
El 10 de febrero de 1878, con la paz de Zanjón, se dio fin a la Guerra de los Diez años de Cuba.
   
¿Qué se consiguió con la guerra de los diez años? Los separatistas, nada, sino muertos y heridos; el ejército, lo mismo.
   
Un historiador inglés como Hugh Thomas ha reconocido que la Cuba española era incomparablemente más próspera y rica que las colonias británicas del Caribe como Jamaica y que tenía mayor libertad política. ¿Por qué no son más conocidas este tipo de opiniones?
Esa realidad no es propia sólo de Cuba, sino de toda América. En el mundo no existían ciudades más desarrolladas que Lima y México. La cultura, la sanidad y la riqueza eran de primer orden.
    
Pero España es colonia británica desde 1808, y el resto de la Hispanidad perfeccionó esa realidad en la batalla de Ayacucho. Creo que está respondida la pregunta.

¿Por qué estalló una nueva guerra en Cuba en 1895?
Al terminar la Guerra Chiquita, los cabecillas separatistas Máximo Gómez y Antonio Maceo huyeron (con el apoyo de las autoridades españolas) a Sur América, de donde se trasladaron a los Estados Unidos para recabar ayudas.
    
Desde allí continuarían una guerra de insidias cuyo reflejo, durante los siguientes quinte años, carecería de mucha importancia, si bien mantenía la inestabilidad.
    
En enero de 1895 se había recrudecido esa inestabilidad, mientras el gobierno español continuaba con un empacho de legalidad que lo hacía inoperativo, como ya era costumbre a lo largo de todo el siglo.
    
El 23 de febrero de 1895, coincidiendo con un cambio de gobierno en Madrid, nuevamente presidido por Cánovas, comenzó la guerra separatista en Cuba, cuando los jefes rebeldes Bartolomé Massó, Antonio López, Amador Guerra, Santos Pérez Colona, Manrara, Miró, Rabí, Juan Gualberto Gómez, Martí y otros se sublevaron en el pequeño pueblo de Baire.
    
El acto pasaría a la historia como “el Grito de Baire”, que realmente significó un levantamiento simultáneo en 35 localidades mediante partidas que se organizaron, se armaron y fueron sostenidas por los Estados Unidos, que dio un fuerte apoyo logístico.
    
La guerra había vuelto a estallar gracias al impulso de José Martí que supo organizar la insurrección desde Estados Unidos y superar las rencillas heredadas de la derrota anterior, sumando a Máximo Gómez y Antonio Maceo como principales dirigentes militares, siendo encargada su represión al general Martínez Campos, que tomaría posesión el 28 de marzo de 1895.

Personajes como José Martí, Maceo, Máximo Gómez, ¿estaban a sueldo de Washington?
Ese es un asunto que personalmente no he podido demostrar, pero es algo que se puede intuir si atendemos al enorme apoyo que recibieron, materializado en constantes envíos de embarcaciones cargadas de filibusteros y armamento.
    
Dado el poder económico de los responsables, y manifiesto el desapego por parte de la población, es plausible determinar que, como en el caso de los “libertadores” del continente, cuya financiación por parte de Inglaterra sí está suficientemente documentada, también el separatismo cubano estuviese subvencionado económicamente, en este caso por los Estados Unidos… y por qué no, también por la misma Inglaterra, máxime si tenemos en cuenta la aplicación del principio de “tierra quemada”, que tanto convenía a sus presumidos financiadores.
    
Estados Unidos siempre había querido controlar Cuba y arrebatársela a España, ¿no es así?
El presidente Jefferson, ya en noviembre de 1805, dijo al ministro británico que Estados Unidos podría apoderarse de Cuba en caso de guerra con España. Consideraba que, en caso de guerra, sucesivamente Florida Oriental y Occidental y la isla de Cuba serían conquista fácil para Estados Unidos.
    
En 1809 el mismo Jefferson manifestaba a Madison que Cuba era un objetivo de anexión; en 1820 se vendió Florida… y la posesión de Cuba se mostró necesaria para los intereses usenses, siendo que en 1822 un grupo de plantadores ofreció Cuba a los EEUU.
   
Thomas Jefferson afirmó: «Confieso francamente que siempre he visto en Cuba la más interesante adición que se puede hacer a nuestro sistema de estados».
    
En 1822 ya era cuestión primordial para los presidentes Adams, Clay y Monroe la anexión de Cuba, y en 1823 el futuro presidente John Quincy Adams (1825-1829) sostenía que la anexión de Cuba a los Estados Unidos era fundamental.
    
En 1843, el secretario de Estado norteamericano Buchanan (el presidente por entonces era Harrison) encargó al embajador en Madrid, Saunders, la compra de la Isla por 50 millones de dólares, Espartero se limitó a no responder a la demanda.
    
En 1846-1848 se produjo la guerra de Estados Unidos contra México. El tratado de Guadalupe Hidalgo mutiló California y Nuevo México, y el senador Mr. Yule propuso a la Cámara la compra de la Isla.
   
El 17 de junio de 1848, cuando la mayor parte de las naciones de Europa sufrían tremendas convulsiones revolucionarias, y en España esas mismas convulsiones alcanzaban niveles de esperpento, el delegado usense en Madrid, M. Saunders, ofreció 100 millones de dólares por Cuba.
    
En la época presidencial de Taylor, en 1849, se presentó una moción al senado usense pretendiendo la anexión, y en Cuba, el general Sherman era obsequiado con banquetes en los que se brindaba por la anexión.
    
Narciso López, por su parte, se dedicó a preparar una expedición para la que procedió a la apertura de suscripciones y financiación. Como resultado de estas gestiones les fue ofrecido el mayor Robert E. Lee para la dirección de la invasión, que acabó en fracaso.
    
En 1854, se reunieron en Ostende los embajadores de los Estados Unidos pusieron encima de la mesa la cuestión de Cuba, su compra o la posibilidad de provocar un enfrentamiento armado.
    
En 1857 los EE UU intentaron, por tercera vez, la compra de Cuba, aprovechando el endeudamiento exterior sufrido por España, y mediante la compra de políticos españoles.
    
En 1859, la Comisión de Negocios Extranjeros del Senado usense emitió un informe en el que señalaba la importancia que tenía para los Estados Unidos la adquisición de Cuba.
    
En 1868 La Junta de cubanos de Nueva York, encabezada por Morales y Miguel Aldama, acordaron con los EE. UU. ofrecer al gobierno español cien millones de dólares. De las gestiones se encargó Paul Forbes, que encontró buena disposición en Prim. Mientras, la prensa peninsular exigía el abandono de Cuba.
    
En 1896 Tomás Estrada Palma acordó con la compañía usense Christy and Janney, representada por Samuel Janney y John J. McCook, un contrato mediante el cual gestionarían la compra de la Isla de Cuba a España en nombre de los separatistas.
    
A finales de 1897 el presidente usense había prometido que no intervendría en Cuba si España le concedía la autonomía a la isla, en marzo de 1898 su representante en Madrid hizo al gobierno español una nueva oferta de compra de la isla por 300 millones de dólares.
    
¿Cómo definiría la política ultramarina del presidente Cánovas del Castillo?
El proyecto del submarino Peral había recibido el visto bueno de la Armada y había sido calificado de secreto, pero Cánovas llegaría a decir al ministro Pezuela que ese cacharro náutico no podría servirnos.
   
¿A qué se debía esta postura despectiva? Con toda seguridad a la función que Cánovas debía desarrollar como fiel servidor de intereses ajenos a España. Necesariamente debía ahondar en la leyenda negra y en la generalización de una creencia absurda: la inferioridad del pueblo español, y es que Cánovas estaba empeñado en insuflar en el alma del pueblo la renuncia a todo empeño, a toda aventura, y había sembrado el sentimiento general de incapacidad nacional. No era asunto estrictamente suyo; ya se llevaban décadas dedicados a esa labor, pero Cánovas lo declaró públicamente.
    
En diciembre de 1885, cuando fue cesado Pezuela como ministro, fue sustituido por el vicealmirante José María Beránger Ruiz de Apodaca. A partir de ese momento, el secreto sería roto por el poder político, que dio al asunto la publicidad propia de un circo, y comenzó a circular la noticia de que en Inglaterra se había comenzado apresuradamente a construir un submarino.
    
Y es que, casualmente, tanto Beránger como muchos altos dirigentes políticos, fueron activos miembros de la masonería,  lo que les permitía mantener estrechas relaciones con tres políticos muy poderosos: Cánovas, Sagasta y Romero Robledo, y estas relaciones posibilitaron que Basil Zaharoff, traficante de armas y grado 33 de la masonería tuviese su residencia prácticamente en España. Basil Zaharoff estuvo al servicio de Inglaterra, justamente, desde 1886, y Zaharoff tendría el paso franco a los astilleros donde se construía el submarino, y los constructores navales ingleses comenzaron a acosar a Peral, incluso en el mismo ministerio.
    
¿Quién posibilitó esas actuaciones? Todo hace pensar que el presidente del gobierno: Antonio Cánovas del Castillo, que en la comisión de seguimiento del proyecto colocó a quienes eran manifiestos agentes británicos: Víctor Concas, Francisco Chacón Pery, Julio Álvarez Cerón y Emilio Ruiz del Árbol.
   
Y en cuanto al problema cubano, en La Habana se conspiraba en las tabernas, en las calles... Los separatistas no tenían necesidad de reuniones secretas ni se preocupaban por ser descubiertos; bien al contrario, los cabecillas separatistas se daban auténticos baños populares en los cafés más señeros de La Habana.
   
Las grandes expediciones de soldados sin preparación a Cuba se sucedían, como se sucedían los capitanes generales. Martinez Campos sucedió a Emilio Calleja, y a aquel por Sabas Martín, y este, por Valeriano Weyler. Todo en el plazo de un año.
    
Con el nombramiento de Weyler, ¿había cambiado la actuación de Cánovas? El caso es que Weyler pasaba a tomar la iniciativa y a controlar la situación, con lo que los planes tendentes a la secesión recibían un duro golpe que no podía ser admitido.
    
Cánovas fue asesinado el 8 de agosto de 1897, y el 31 de octubre Weyler fue destituido.

¿Cuál fue el origen de la sublevación en Filipinas?
Los primeros conatos separatistas en Filipinas tuvieron lugar en 1823, coincidiendo con el triunfo de los agentes británicos en América, pero estos intentos, al igual que los suscitados por José Cuesta en 1854, fueron rápidamente sofocados.
    
El 18 de Abril de 1837 las Cortes acordaron la exclusión de los representantes nombrados por las provincias de Ultramar. De provincias devenían en colonias. Esta mutilación de derechos no se efectuó sin protestas que acabarían siendo germen del movimiento separatista.
    
Con esta nueva situación, la reina Cristina entabló negociaciones con Luis Felipe, de Francia, para cederle una parte importante de las posesiones españolas. Esa conversación llevaría a un tratado secreto por el que se vendía Cuba a Francia por treinta millones de reales, y las islas Filipinas con Puerto-Rico por la cantidad de diez millones.
     
Y al alimón de lo acontecido en la Península se sucedían acontecimientos centrífugos en la España ultramarina; así, la revolución “gloriosa”, la septembrina de 1868, fue el inicio de las sublevaciones en Filipinas. La revolución no fue producida de abajo arriba, sino de arriba abajo: del gobierno de España al gobernado, hasta el extremo que los propios jefes separatistas, en concreto Felipe Buencamino, señalaron en el manifiesto separatista que daba lugar al alzamiento contra España, que las islas Filipinas accedían a la revolución merced a la revolución septembrina, la “Gloriosa”.
    
En principio la revuelta no alcanzaba asuntos de envergadura, sino que más bien se hallaban circunscritos a los ámbitos de influencia británica. En ese ámbito, el 21 de enero de 1872 se produjo una grave insurrección en Manila que ocasionó un enfrentamiento entre una facción militar y el ejército regular. La revuelta fue duramente sofocada, y en el curso de la misma, que había sido organizada por asociaciones masónicas, se produjo un importante número de muertos y de heridos.
    
Estos acontecimientos, que tuvieron su origen en los astilleros de Cavite, serán la antesala de la formación masónica, revolucionaria y violenta del Katipunan, con el apoyo inglés que recibía desde Hong Kong, estando coordinada con la actuación llevada desde Madrid y Londres, siendo la preparación del primer movimiento separatista de importancia, que tendría lugar en 1896.
   
España combatió en dos guerras contrainsurgentes en Cuba y Filipinas en puntos muy alejados del globo, envió 200.000 soldados a Cuba y 30.000 a Filipinas. En nuestros días incluso una superpotencia como Estados Unidos solo a duras penas ha podido hacer algo así en Irak y Afganistán y ha acabado fracasando. ¿No cree que ese esfuerzo militar no ha sido lo suficientemente valorado?
Creo que ese esfuerzo militar no estaba encaminado a controlar la situación de Cuba… sino la de la Península, donde se estaba pergeñando una cuarta asonada carlista. Cuba fue la excusa proverbial que tuvo el gobierno para apagar el fuego.
   
Una acción que condenaba a muerte a muchos mozos que, sin adaptación, morían en la manigua… Y una acción que sirvió para enriquecer a la Compañía Transatlántica, que justificó el traslado de 220.000 reclutas, siendo que hay investigadores que afirman que nunca pasaron de 70.000. El resto… La Compañía cobraba 32 duros por cada soldado transportado…
   
La repatriación tras el desastre fue pagada por los Estados Unidos, también a la Compañía Transatlántica…. Que cobró 100 pesetas por pasaje.
   
¿Cuál fue el papel del Capitán General de Cuba, el general Weyler, y por qué se levantó una leyenda negra contra él?
La exitosa actuación de Valeriano Weyler sufría una interminable condena de la prensa, que lo acusaba de cruel. A las continuas acusaciones de que era objeto responde en su descargo en su obra “Mi mando en Cuba”. También sus subordinados respondieron adecuadamente en la prensa cubana, ensalzando la figura de quién sin lugar a dudas fue el mejor capitán general del siglo XIX.
   
Persiguió y neutralizó el terrorismo y la delincuencia y protegió a los débiles, incluidos los mambises apresados, lo que le granjeó simpatías de la población y enemistad de los políticos y de la prensa, usense y española, que le acusaban de crueldad.
    
Instauró la paz, hasta el extremo que el enviado de William R. Hearst telegrafió a éste: «Todo está tranquilo… No habrá guerra. Deseo volver», pero la respuesta de Hearst fue definitiva: «Por favor, quédese. Usted proporcione los dibujos y yo proporcionaré la guerra».
   
La leyenda negra creada sobre él, así es obra directa de William Randolf Herst y de Joseph Pulitzer, que rivalizaban en la cuestión.
    
Sólo Weyler mantenía la dignidad… Pero para cortarla estaba Sagasta, que el 31 de octubre de 1897 lo destituyó del cargo cuando el separatismo cubano estaba en manifiesto declive y los jefes separatistas estaban preparando su huida de la isla.
    
El asesinato de Cánovas del Castillo en 1897 por un anarquista italiano cambió la historia de España y la de Cuba. Lo cierto es que mientras él vivió Estados Unidos no se atrevió a declarar la guerra a España, ¿no fue así?
Personalmente entiendo que fue un fiel agente al servicio de los intereses anglo usenses hasta el momento que se vio forzado a dar el paso definitivo, momento en que, ¿por miedo?, ¿por una dignidad de nacimiento tardío?... varió su actuación y no se avino a lo que le ordenaban. Ese incumplimiento de las órdenes le significó morir asesinado por un personaje que nos es presentado como anarquista, pero que los anarquistas nunca han reivindicado y que, casualmente, llegaba de Londres para cometer el asesinato.
   
¿Fue un error de la reina regente María Cristina el nombramiento de Sagasta como presidente del Gobierno para sustituir a Cánovas?
Para España, evidentemente sí. Para los intereses que servía María Cristina, evidentemente no.

¿Qué pasó con el buque americano Maine que fue el pretexto para que Estados Unidos fuera a la guerra contra España?
La visita del Maine a la Habana fue sin lugar a dudas una descortesía, si no un agravio más, de los Estados Unidos. Es extraño que, en una visita de cortesía, el barco fuese cargado con ingente armamento mientras las costas eran merodeadas por 14 naves de guerra usenses más.
    
Finalmente estalló el 15 de febrero de 1898 con la curiosa circunstancia que a bordo no había ningún oficial.
    
La explosión, que evidenciaba haberse producido en el interior, algo nada extraño que ya había ocurrido en cuatro buques usenses más al producirse una combustión espontánea del algodón pólvora con el que se cargaban los torpedos, fue presentada como un acto hostil de España, cuando realmente, los barcos españoles se aproximaron y extremaron sus esfuerzos en facilitar todo tipo de ayuda.
   
Podría haber sido el algodón pólvora la causa… pero en los documentos usenses desclasificados en 1997 destaca la circunstancia que el gobierno manejaba la posibilidad de hacer volar un barco propio y culpar a España del hecho…
    
¿Cuál fue el papel de la masonería en toda la cuestión de Cuba?
En octubre de 1809 se funda, en el local de la Inquisición de Madrid, la institución encargada de perseguir la masonería, una logia para todas las Españas.
   
La masonería movía los hilos que ocasionaban los conflictos en Cuba, y con sus contactos ramificados por todos los ámbitos sociales, económicos y políticos del país, fomentaban el clima de levantamiento en la isla.
    
En 1864 se produjo una amplia extensión de la masonería en la parte occidental de la isla. Fue precisamente ahí donde aparecieron los principales cabecillas separatistas. Masones fueron entre otros: Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Perucho Figueredo, Narciso López, Calixto García, Antonio Maceo, Máximo Gómez y José Martí. Éste hizo un largo periplo por España y Europa entre 1871 y 1878, moviéndose en ámbitos masónicos, que en 1895 serían decisivos en los movimientos de Martí.
   
Y lo mismo sucedía en Filipinas… Y en la Península, Emilio Castelar, José María Beranger, Praxedes Mateo Sagasta… etc., etc., etc.
   
Basil Zaharoff también era masón… Pero al fin, la masonería no es más que un arma de Inglaterra.
     
¿Es cierto que Sagasta, vinculado a la masonería, de alguna forma quiso entregar las posesiones españolas de acuerdo con la masonería norteamericana?
Esa es una cuestión que afectaba no sólo a Sagasta, sino a la práctica totalidad de la clase política y de las más altas jerarquías militares, y como queda manifestado, todo hace pensar que el incumplimiento de las instrucciones por parte de Cánovas le costó ser asesinado.
    
¿La destrucción de la escuadra española a manos de la norteamericana fue buscada de alguna manera por Sagasta?
La tramoya de la expedición del almirante Cervera hace pensar que si. La deriva llevada por la escuadra, es alarmante, y las constantes quejas levantadas por Cervera, posiblemente sólo fuesen una excusa para salvar su honor.
   
La verdad es que, sin causa que lo justificase, estuvo navegando hasta quedarse sin carbón, con lo que las unidades quedaban inoperativas… Y para incrementar los males, se encerró en el puerto de Santiago, de donde sólo la flota podía salir en línea… Y la operación la hizo a plena luz… El desastre estaba garantizado.
    
¿Error?... Conociendo esas circunstancias, el gobierno ordenó la salida de la escuadra… Y Cervera obedeció. ¿Por qué? Lo lógico es que Cervera se hubiese negado, hubiese desmontado la artillería y la hubiese asentado en la costa.
    
Ese hecho le hubiese acarreado un consejo de guerra y tal vez la condena a fusilamiento… Pero hubiese salvado la vida de los marineros y hubiese llevado a cabo una defensa que finalmente hubiese hecho desistir a los invasores usenses, que ya se planteaban abandonar la empresa.
   
Además, es necesario señalar que la diferencia entre ambas armadas no era la que hoy cree la generalidad de los opinadores. Los barcos usenses, más modernos; su armamento, más moderno; su potencia de tiro mayor, no eran obstáculo para ser derrotados porque la maniobrabilidad de sus buques era muy limitada. Su construcción respondía más a las necesidades de un carguero que a las de un buque de guerra; para cargar los cañones se necesitaban diez minutos… y para hacer blanco efectivo, cualquier cañón necesitaba efectuar tres disparos. En esas condiciones, la armada española, más antigua y peor artillada, se encontrada en situación ventajosa frente a la armada úsense.
   
Todas esas circunstancias hacen pensar que, efectivamente, estamos hablando de una derrota pactada.
   
Por último, sobre toda la cuestión de la guerra de Cuba existe la leyenda difundida por Baroja de que los españoles estaban más interesados en los toros que en aquella guerra, pero lo cierto es que los españoles siguieron con mucha atención y pasión aquellas guerras de Ultramar y una oleada de patriotismo español recorrió el país, incluyendo Cataluña (que tantos intereses tenía en Cuba) y Vascongadas. ¿Qué opina usted?
Que ambas cuestiones son ciertas. En marzo de 1898 el arzobispo de Valladolid criticaba la actuación del pueblo español, que se entretenía en fiestas sin atender las circunstancias que estaba sufriendo.
  
Y también es cierto que, por ejemplo, el general Weyler tuvo un apoteósico recibimiento en Barcelona a su vuelta de Cuba en noviembre de 1897.

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