domingo, 16 de octubre de 2022

RÉQUIEM SEMI-TRADI A LA ANGLICANA ISABEL II

El pasado 8 de Octubre de 2022, para marcar el mes del fallecimiento de la reina Isabel II Windsor de Gran Bretaña, la semi-tradicionalista Sociedad de Misa Latina de Inglaterra y Gales realizó una Misa de Réquiem en la londinense iglesia de Santa María de Moorfields.
   

Algunos comentaristas buscaron justificar esta acción contraria a los cánones diciendo que en 1952 el cardenal Griffin (arzobispo de Westminster) celebró una Misa de réquiem por el rey Jorge VI, o que en la Polonia rusa se hacían Misas por el zar cuando este moría, sin aportar prueba de tales afirmaciones (y de todos modos no podían hacerlo, porque NO LA HAY). Si mucho, se hacía oración por el país y se sumaban a las honras civiles por el gobernante (banderas a media asta, campanas de duelo, visitar su cadáver o acompañarlo en el cortejo fúnebre), pero Misas de Réquiem, con absolución sobre el catafalco, NO.
  
Lo que sí consta (por lo menos en el caso británico) es lo siguiente:
  
A la muerte del rey Jorge VI (1952), el cardenal Bernard Griffin dio la siguiente instrucción para las iglesias de su archidiócesis:
«Para que nuestro pueblo pueda asociarse con sus conciudadanos para rogar a Dios Todopoderoso que sostenga y consuele a la familia real en su duelo, y para implorar la guía Divina para el nuevo gobernante, ordenamos que en el momento más conveniente para los fieles, se expondrá el Santísimo Sacramento y se recitará o cantará el Salmo Miserére, finalizando con el Gloria Patri, seguido de la oración Pro Quacúmque Tribulatióne. Luego se dirá o cantará el responso Dómine Salvum Fac seguido de la oración habitual, nombrando a la nueva Reina, según lo permitan las circunstancias. Después de la Bendición, se tocará el himno nacional en el órgano» (cf. “Enviado especial asiste al funeral”. The Catholic Standard and Times, vol. LVII, n.º 21. Filadelfia, PA, 22 de Febrero de 1952, pág. 1. Traducción propia).
  
Recorte de prensa del artículo original inglés
    
Es de recordar que en Inglaterra y Gales, al final de la Misa Mayor, se acostumbra hacer oración por el Rey, una costumbre derivada del Meménto del Rey (como se mencionó en otra ocasión):

LATÍN (St. Andrew’s Missal, 1948)
℣. Dómine, salvum fac Regem nostrum (si Monarcha fuerit mulierem, dicit: salvam fac Regínam nostram) N.
℟. Et exáudi nos in die, qua invocavérimus te.
  
Orémus:
  
ORATIO
Quǽsumus omnípotens Deus, ut fámulo tuo N. Rex nostro (vel fámula tua N. Regínam nostram), qui tua miseratiéne suscépit regni gubernácula, virtútum étiam ómnium percípiat increménta; quibus decénter ornátus (vel ornáta), et vitiórum monstra devitáre (in tempore bellum, dicit: hostes superáre), et ad te, qui Vía, Véritas, et Vita es, cum regína (si Monarcha fuerit mulierem, dicit: cum príncipe consórte. Si Rege, vel Regina viduetur est, ommititur) et prole regia, gratiósus (vel gratiósa) váleat perveníre. Per Christum Dóminum nostrum. Amen.
     
TRADUCCIÓN
℣. Señor, salva a nuestro Rey (si fuere mujer, decir: nuestra Reina) N.
℟. Y escúchanos benignamente el día en que te invoquemos.
  
Oremos:
   
ORACIÓN
Te suplicamos, oh Dios todoposeroso, que tu siervo nuestro Rey (o tu sierva nuestra Reina) N., que por tu misericordia asumió el gobierno de estos Reinos, reciba aumento en las virtudes; para que adornado decentemente por ellas, pueda evitar caer en tentación alguna (en tiempo de guerra, remplazar con: pueda vencer a sus enemigos), y con la Reina (si el Monarca es mujer, decir: con el príncipe consorte. Si el Rey o la Reina enviudare, omitir la mención anterior) y toda la Familia Real, pueda recibirte benignamente a Ti, que eres el Camino, la Verdad y la Vida. Por J. C. N. S. Amén.
  
Y al tenor de la instrucción del cardenal Griffin, a este responso le antecede la oración siguiente:
PRO QUACÚMQUE TRIBULATIÓNE: Ne despícias, omnípotens Deus, pópulum tuum in afflictióne clamántem: sed propter glóriam nóminis tui, tribulátis succúrre placátus. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat, in unitate Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum [POR CUALQUIER TRIBULACIÓN: No desprecies, oh Dios omnipotente, a tu pueblo que clama en la aflicción: antes, por la gloria de tu nombre, socorre propicio a los atribulados. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por todos los siglos de los siglos] Amen.

Cincuenta y un años antes (1901), el cardenal Vaughan publicó una carta pastoral para la archdiócesis de Westminster con relación al fallecimiento de la reina Victoria. El cardenal, al tiempo que reconoce los méritos como gobernante de la monarca, y reafirma la lealtad que los católicos de Inglaterra le tenían a “la Buena Reina” Victoria, recuerda que solo los católicos tienen derecho a las ceremonias fúnebres de la Iglesia Católica:
«De los servicios religiosos públicos para los muertos, la Iglesia Católica no conoce sino los que ha instituido para las almas de sus propios hijos. Para ellos, la Misa de Réquiem, la Absolución Solemne y el Funeral Católico forman el único Servicio Conmemorativo de los muertos en su liturgia.
  
A nadie le parecería justo que, en nuestro dolor, nos olvidemos tanto de nosotros mismos o de las buenas costumbres debidas a Su Majestad fallecida y al cargo oficial que ocupó, hasta el punto de parecer reclamarla como miembro de nuestra Iglesia, lo que estaríamos haciendo si realizáramos en su nombre ritos religiosos que son aplicables exclusivamente a los católicos fallecidos. De otros ritos para los muertos, la Iglesia no tiene ninguno» (Card. HERBERT VAUGHAN, Carta Pastoral, Enero de 1901. Traducción y negrillas propias).
Y luego de anunciar que por la lealtad y patriotismo se unían al duelo nacional tocando las campanas de duelo e izando la bandera nacional a media asta, dispuso puntualmente que
«para que la bendición divina descanse sobre el sucesor del Trono, sobre la nación y sobre nosotros mismos, la recitación, en la Misa, de la colecta “Deus, Refúgium nostrum” hasta aviso adicional, tamquam pro re gravi» (Card. VAUGHAN, loc. cit.).
La oración a que alude esta carta es la colecta de la Misa pro quacúmque necessitáte (Misa por cualquier necesidad), que además corresponde a la del Domingo XXII después de Pentecostés:
PRO QUACÚMQUE NECESSITÁTE: Deus, refúgium nostrum et virtus: adésto piis Ecclésiæ tuæ précibus, auctor ipse pietátis, et præsta; ut, quod fidéliter pétimus, efficáciter consequámur. Per Dominum nostrum Jesum Christum, Fílium tuum, qui tecum vivit et regnat, in unitate Spíritus Sancti, Deus, per ómnia sǽcula sæculórum [POR CUALQUIER NECESIDAD: Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza, que eres autor de toda piedad, atiende propicio las súplicas de tu Iglesia, y concédenos que consigamos eficazmente cuanto fielmente pedimos. Por Nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo y es Dios, por todos los siglos de los siglos] Amen.
  
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Como se puede ver, las disposiciones de los cardenales Vaughan en 1901 y Griffin en 1952 reflejan el deber católico de orar por los gobernantes y el país, y confirman la doctrina católica que los ritos fúnebres son solo para los católicos, no para los que están fuera de la Iglesia. Aparte, no tendría ningún sentido sufragar por un difunto no católico, no solo porque sería sacrílego usar los ritos de la Iglesia para sufragar por alguien que en vida nunca quiso pertenecer a ella (por eso es que a herejes, cismáticos y apóstatas no se los nombra en la Misa), sino porque los anglicanos en particular rechazan la doctrina católica sobre la muerte y el Purgatorio. Dice por ejemplo el Artículo 31 de sus Treinta y Nueve Artículos de Religión, que aparece en el Libro de Oración Común:
«De la única oblación de Cristo consumada en la cruz: La Oblación de Cristo una vez hecha, es la perfecta Redención, Propiciación, y Satisfacción por todos los pecados, así original como actuales, de todo el mundo; y ninguna otra Satisfacción hay por los pecados, sino esta únicamente. Y así los Sacrificios de las Misas, en los que se decía comúnmente que el Presbítero ofrecía a Cristo en remisión de la pena o culpa por los vivos y los difuntos, son fábulas blasfemas y engaños perniciosos» (Liturgia Anglicana, o Libro de Oración Común. Londres, Sociedad para la Promoción del Conocimiento Cristiano, 1864, págs. 275-276).
  
En conclusión, el proceder de la Sociedad de Misa Latina de Inglaterra y Gales es no solo erróneo al rendirle honor en forma de Misa pública de Réquiem, sino sacrílego para la Fe Católica e insultante a la memoria de la misma Isabel II.

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