domingo, 30 de octubre de 2022

LA REALEZA DE CRISTO Y EL DEBER DE LOS CATÓLICOS

Traducción del artículo publicado por el P. Valerii Kudriatsev en CATHOLIC MESSAGE.
  

EL PAPA PÍO XI Y EL DEBER DE LOS CATÓLICOS
Al instituir la Fiesta de la Realeza de Cristo, el Papa Pío XI insistió en el deber de los católicos de luchar valientemente por los Derechos de Dios proclamando la Realeza de Cristo sobre los Estados y las Naciones. Escribió:
«Para condenar y reparar estas públicas defecciones que el laicismo produjo, con grave perjuicio de la sociedad, ¿no parece que debe ayudar grandemente la celebración de la solemnidad anual de Cristo Rey entre todas las gentes? En verdad, cuanto más se pasa en vergonzoso silencio el nombre suavísimo de Nuestro Redentor, así en las reuniones internacionales como en los Parlamentos, tanto más es necesario aclamarlo públicamente, anunciando por todas partes los derechos de su real y dignidad potestad… Nos anima, sin embargo, la buena esperanza de que la fiesta anual de Cristo Rey, que se celebrará en seguida, empuje la sociedad, como todos deseamos, a la vuelta hacia nuestro amadísimo Salvador. Acelerar y apresurar este retorno con la acción y con sus obras sería deber de los católicos, muchos de los cuales, no obstante, parece que no tienen en la convivencia civil aquel puesto y autoridad que conviene a los que llevan delante de sí la antorcha de la verdad. Tal estado de cosas se atribuye tal vez a la apatía o timidez de los buenos, que se abstienen de la lucha o resisten flacamente; de lo cual los enemigos de la Iglesia sacan mayor temeridad y audacia. Pero cuando los fieles todos comprendan que deben militar con valor y siempre bajo las insignias de Cristo Rey, se dedicarán con ardor apostólico a reconducir a Dios a los rebeldes e ignorantes, y se esforzarán en mantener incólumes los derechos de Dios mismo» (Encíclica Quas Primas, sobre el Reinado de Cristo).
  
EL CARDENAL PIE DE POITIERS Y EL REINO DE CRISTO
El cardenal Pie de Poitiers (1815-1880), uno de los grandes campeones del Reino de Cristo durante el siglo XIX, instó una y otra vez a los católicos a no abandonar nunca la lucha por los Derechos de Dios, a no resignarse al destronamiento de Cristo Rey.
  
Hablando de la misión de la Iglesia a las naciones del mundo, el cardenal dijo:
«Observad las últimas palabras dirigidas por Nuestro Señor a sus Apóstoles antes de ascender al cielo: “Todo poder me es dado en el cielo y en la tierra. Id, pues, enseñad a todas las naciones”. Nótese que Nuestro Señor Jesucristo no dice todos los hombres, todos los individuos, todas las familias, sino todas las naciones. Él no dijo solamente: Bautizad a los niños, enseñad el catecismo, bendecid los matrimonios, administrad los sacramentos, dad sepultura religiosa a los muertos. Por supuesto, la misión que Él confiere a los Apóstoles comprende todo eso, pero comprende más que eso, pues tiene un carácter público y social. Jesucristo es Rey de los pueblos y de las naciones» (La Realeza de Cristo según el Cardenal Pie de Poitiers, págs. 24-25).
Otra vez. al comentar las tres primeras peticiones del Padrenuestro: «Santificado sea tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo», insistió en que todas ellas exigen el reinado público social de Dios, a través de la reconocimiento de Nuestro Señor Jesucristo, a quien el Padre ha enviado. El Nombre de Dios no es santificado como debe ser, si no es santificado pública y socialmente. El Reino de nuestro Señor está destinado a venir, no solo en las almas individuales y en el cielo, sino en la tierra, a través de la sumisión de los Estados y Naciones a Su gobierno. La voluntad de Dios no se hace en la tierra como en el cielo, si las sociedades organizadas aquí abajo no reconocen sus deberes para con Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo.
«El católico (continúa diciendo) no es un ser que se encierra en un oratorio, del cual el tumulto del mundo es cuidadosamente excluido y que, ocupado exclusivamente en salvar su propia alma, no le interesa la froma en que va el mundo… Cuando Nuestro Señor enseñó a Sus Apóstoles el Padre Nuestro, dejó claro que ninguno de Sus seguidores podía realizar el primer acto de religión, que es la oración, sin ponerse en relación con todo lo que pueda adelantar o retardar, favorecer o entorpecer el reinado de Dios en la tierra, y debe hacerlo en proporción a sus logros intelectuales y a la amplitud del horizonte que se le abre… mientras dure este mundo, no consientamos nunca en limitar el reino de Dios al cielo o incluso al cielo y al interior de las almas. “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. El destronamiento de Dios en la tierra es un crimen al que nunca debemos resignarnos. No dejemos nunca de protestar contra ella» (La Realeza de Cristo según el Cardenal Pie de Poitiers, págs. 26, 92).
Esto es especialmente necesario hoy en día cuando se hacen propuestas para remediar males económicos y financieros, dejando de lado los Derechos de Dios y el Programa de Nuestro Señor para su ordenado reconocimiento.
«No habría hoy socialismo ni comunismo (escribió el Papa Pío XI) si los gobernantes de los pueblos no hubieran despreciado las enseñanzas y las maternales advertencias de la Iglesia; pero los gobiernos prefirieron construir sobre las bases del liberalismo y del laicismo otras estructuras sociales, que, aunque a primera vista parecían presentar un aspecto firme y grandioso, han demostrado bien pronto, sin embargo, su carencia de sólidos fundamentos, por lo que una tras otra han ido derrumbándose miserablemente, como tiene que derrumbarse necesariamente todo lo que no se apoya sobre la única piedra angular, que es Jesucristo» (Carta encíclica Divíni Redemptóris, sobre el comunismo ateo).
 
EL REINADO DE CRISTO Y EL NATURALISMO ORGANIZADO, Por el Rev. DENIS FAHEY C.S.Sp., DD, D. Ph., BA, Profesor de Filosofía e Historia de la Iglesia en el Colegio de los Misioneros del Espíritu Santo, Kimmage, Dublín, CORK: THE FORUM PRESS, 1943, IMPRESO EN IRLANDA, Imprimi Potest: D. MURPHY CSSp., Prepósito provincial de Irlanda. Nihil Obstat: P. SEXTON, DD, Censor Encargado, Imprimatur: +DANIEL, Obispo de Cork, Cork, 20 de Mayo de 1943, págs. 123-125.

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