«Error enim cui non resístitur approbátur, et véritas quæ mínime defensátur, opprímitur […] Neglígere quíppe, cum possis deturbáre pervérsos, nihil est áliud quam fóvere; nec caret scrúpulo societátis occúltæ, qui evidénter facinóri désinit obviáre» [Porque no combatir el error es aprobarlo, y no defender la verdad es oprimirla. […] Dejar de refutar a los perversos cuando es posible, no es
otra cosa que fomentarlos. Quien cesa de oponerse a un crimen
manifiesto, puede ser considerado como cómplice secreto del mismo]
(PAPA SAN FÉLIX III. Epístola I “Postquam sanctæ memóriæ”, a Acacio de Constantinopla, Marzo
del 483. En Concordia de Graciano, cap. III “Error”, distinción 83; Corpus juris canónici, edición de Emil Friedberg, vol. I. Leipzig, 1879 -reimpr. 1959-, col. 293).
«Qui tacet, consentíre vidétur, ubi lóqui pótuit et débuit» [El que calla pudiendo y debiendo hablar, parece consentir] (PAPA BONIFACIO VIII, Decretal sexta, libro V, título 12, regla 43. En Corpus juris canónici, edición de Emil Friedberg, vol. II. Leipzig, 1879 -reimpr. 1959-, col. 1123).
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