El suicidio del presbítero François de Foucauld (izquierda), acaecido el 30 de Junio, meses después de denunciar el abuso de poder ejercido por los obispos de Francia, sigue causando revuelo. La familia de él pidió que el obispón de Versalles, Lucien-Jacques-Marie-Joseph Crépy Vermersch CJM, no se hiciera presente en las honras fúnebres; y el mensaje de aquél publicado en la página de la diócesis y sus cuentas de redes sociales ha sido señalado como frío y acartonado.
Nicolas Jourdier, un productor cinematográfico y amigo de François,
relató en una publicación de su cuenta de Facebook el 4 de Julio que este había
llegado a la parroquia de San Gil de Bois-d’Arcy en Septiembre de 2014,
hallando ser esta un páramo espiritual, por lo que emprendió una labor
de renovación de la parroquia, enfocando la atención en los jóvenes y
las familias. Labor que afrontó la oposición de cinco feligreses que
habían administrado la parroquia en el pasado. Oposición que se
manifestó en el año 2018 con cartas al obispón de Versalles (en ese
entonces Éric Marie Pierre Henri Aumonier Villenave), interrupción de
las homilías de De Foucauld con comentarios hilarantes, y escraches a los miembros del equipo
pastoral en la calle. Incluso, con mensajes de texto falsamente atribuidos a Foucauld.
De
Foucauld había solicitado a Aumonier poder leer las cartas o tener por
lo menos conocimiento de los reproches que sus detractores le hacían,
pero este se negó invocando la confidencialidad. Al final, Aumonier
convocó un encuentro con los acusadores y el obispón auxiliar, Bruno Paul
Marie Valentin, para aclarar los hechos, pero los acusadores se negaron
a participar.
En
Septiembre del 2020, el abogado del presbítero había postulado un
mediador externo, mediador que sin embargo el 14 de Diciembre se rindió
después de nueve horas porque la diócesis insistía que no había ningún
problema. Él inició una huelga de hambre pidiendo una auditoría, que se
realizó entre Marzo y Abril de 2021 por dos exdirectores de Recursos
Humanos jubilados. Durante esa huelga de hambre, un presbítero (cuenta
Jourdier) le llamó diciendo que si De Foucauld seguía en su intento, lo
harían presentar como un enfermo mental.
El
informe presentado el 19 de Abril de 2021 acusa a De Foucauld de mala
gestión financiera, acusación que según él y su familia era falsa y no
se sustentaba en prueba alguna. Ocho días antes, Lucien-Jacques-Marie-Joseph Crépy Vermersch CJM asumió como ordinario de la diócesis de Versalles.
Según
Jourdier, Crépy, en una reunión del Consejo Episcopal el 19 de Junio de
2021, ordena el archivo del informe de auditoría y que los
documentos relativos al caso sean destruidos. «En el siglo XXI, la
destrucción de pruebas está penada por la ley», señaló el productor. Tres meses
después, François de Foucauld no es asignado en ninguna parroquia, y en
Diciembre aparece su columna en La Croix denunciando ser víctima de
abuso de poder eclesial.
François,
en su afán de buscar justicia, amenaza con llevar el asunto hasta Roma,
por lo que el 3 de Marzo de 2022, Crépy acepta la mediación judicial
con un abogado. Se realizan varias reuniones hasta el 11 de Abril,
cuando Crépy reconoce en una carta que «las afirmaciones sobre el
sacerdote no están respaldadas por ninguna prueba»; y que «la auditoría
siguió una metodología particularmente cuestionable y poco ética»,
acordando publicar una carta de rehabilitación para De Foucauld dentro
de un mes. Aliviado, François decide ir en peregrinación a Santiago de
Compostela. Pero la situación da un giro de 180 grados cuando, el 13 de
Mayo, Crépy le dice que esa carta no será publicada, y exige «que no se
inicie ninguna forma de procedimiento contencioso, ante instancia
alguna, contra nadie». Jourdier dice que ese fue el tiro de gracia que
llevó a un aniquilado, derrotado y aislado François de Foucauld a poner
fin a sus días el 30 de Junio.
Aludiendo
al hecho que desde 2016 Crépy es presidente de la Célula Permanente de Prevención y Lucha contra la Pedofilia (CPPLP) de la Conferencia Episcopal Francesa,
Jourdier (quien lanzó un grupo en Facebook llamado San Miguel y San Francisco, para visibilizar los casos de abuso de poder eclesial) concluye:
«Sorprende notar que el obispo elegido para esclarecer los abusos en la Iglesia en Francia organiza él mismo la más total opacidad sobre los abusos de poder cometidos en su propia diócesis, exige la destrucción de pruebas y exige impunidad judicial para los responsables».
Opinión similar a la del psiquiatra jubilado Philippe de Labriolle, que dijo en una carta a Paix Liturgique que el 29 de Junio, en la lista de asignaciones para el período 2022-2023, el nombre de François de Foucauld tampoco aparecía:
«El esfuerzo de verdad propugnado con respecto a las víctimas de abuso sexual en la diócesis encuentra en el uso perverso de silenciar a un clérigo una negación bastante mordaz. Solo debe emerger lo que está permitido emerger si está ahí el interés de la oligarquía diocesana. ¡Que se sepa!»,
rematando con un «¿Decís comunión [eclesial]? ¡A paseo con ella!».
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