Reflexión hecha por Jorge López.
UNA AFRENTA A MONSEÑOR JACINTO VERA
Se celebró en el estadio Centenario la beatificación de Mons. Jacinto Vera, primer obispo de Montevideo.
Decimos flaco homenaje porque en lo personal, considero toda esta ceremonia una afrenta al insigne obispo.
Durante meses hemos oido a todo tipo de personajes incluido el dizque “cardenal” Daniel Sturla elogiar a un Jacinto Vera que me es ajeno, que presentan como un “amigo de los pobres” y luchador de la paz, temas excluyentes para los modernistas, único enfoque que pueden realizar… parecen hippies fumados.
Jacinto, muy por el contrario, fue un luchador católico, valiente y decidido, lo cual le valió incluso el destierro.
Fue desterrado, y nada de esto ha sido mencionado… el motivo es que Jacinto Vera ratificó la decisión de un sacerdote del dpto. de San José que negó cristiana sepultura a un notorio masón de nombre Enrique Jacobsen. Esto llegó a oidos del Presidente, también masón, que intentó torcer la decisión; ante la negativa del sacerdote y el obispo, el Presidente Bernardo Prudencio Berro ordenó el destierro del clérigo y la secularización de los cementerios. Esa es parte de la verdadera historia de Jacinto Vera, la cual no tuvo ninguna referencia.
Hubo muchos insultos a su memoria en el mentado aquelarre, entre ellos la presencia de dos ex guerrilleros, ateos y marxistas como José Mujica y Lucía Topolansky.
Pero la peor afrenta de todas fue la presencia infame de la Vicepresidenta del Uruguay Beatriz Argimón, “ilustre masona”, una referente del “feminismo” y pionera en la conformación de logias para mujeres en el Uruguay, “méritos” que el estudioso sobre la masonería oriental Fernando Amado referencia en su obra sobre la secta en nuestro país.
De manera que la memoria de Mons. Jacinto Vera, a nuestro entender, ha sido mancillada por la presencia de indeseables, entre ellos enemigos de la Iglesia como los marxistas guerrilleros y los masones, contra los cuales nuestro ilustre obispo luchó denodadamente.
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